Comunicado de la República Bolivariana de Venezuela ante amenaza de agresión intl



COMUNICADO
La República Bolivariana de Venezuela repudia la arremetida de los gobiernos de la derecha intolerante y pro-imperialista de la Región, dirigida por el Departamento de Estado y los centros de poder estadounidenses, que mediante falsedades e ignominias pretenden atentar contra el Estado de Derecho en Venezuela y su orden constitucional.
Estos gobiernos, que han conformado una coalición intervencionista, no han procesado aún la derrota recibida hace apenas unas horas en la Organización de Estados Americanos frente al plan injerencista contra Venezuela, que intentó imponer el Sr. Luis Almagro en franca violación a la legalidad internacional y nacional. Han desatado una histérica campaña contra Venezuela, ante el fracaso de sus intenciones por inmiscuirse en nuestros asuntos internos. Los motiva la venganza y la intolerancia político-ideológica contra la sólida y vigorosa democracia venezolana y su modelo inclusivo de derechos humanos.
Es absolutamente inadmisible, sin fundamento jurídico alguno, que un grupo de países conjurados se inmiscuyan en los asuntos de jurisdicción exclusiva de Estados soberanos. Es además inmoral la operación de desestabilización sin precedentes que han desatado contra Venezuela, su revolución y su pueblo.
Gobiernos que practican la violación sistemática de derechos humanos, que reprimen violentamente a la disidencia política, que ejecutan golpes de Estado contra las mayorías electoras, que torturan y asesinan dirigentes populares y periodistas, que promueven el modelo neoliberal causante de miseria y pobreza, de forma sorprendente, aspiran condenar a Venezuela, acompañados de poderosas transnacionales de comunicación.
Es falso que se haya consumado un golpe de Estado en Venezuela. Por el contrario, sus instituciones han adoptado correctivos legales para detener la desviada y golpista actuación de los parlamentarios opositores declarados abiertamente en desacato a las decisiones emanadas del máximo Tribunal de la República.
La República Bolivariana de Venezuela rechaza categóricamente esta arremetida internacional protagonizada por una coalición de gobiernos de derecha y de oligarquías para dar soporte y respaldo a la oposición venezolana intervencionista y apátrida, al tiempo que anuncia que ejercerá las acciones políticas y diplomáticas que brinda el Derecho Internacional y nuestro orden jurídico interno para detener y evitar la materialización de planes contra la estabilidad y la paz en Venezuela.
"Lo mismo es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofende". Carta del Libertador al agente estadounidense, Sr. Irvine, octubre 1818
Caracas, 30 de marzo de 201

Venezuela No hubo Autogolpe de Estado


Venezuela: ¿Hubo autogolpe? ¿Se disolvió al parlamento?/ TSJ asumirá competencias parlamentarias mientras perdure la situación de desacato en la AN (+Vídeo)/ Escarrá: TSJ de Venezuela está garantizando el estado de derecho/ TSJ asumirá competencias parlamentarias mientras perdure la situación de desacato en la AN

MisiónVerdad/Resumen Latinoamericano, 31 de marzo 2017.

Son estas preguntas claves frente a la escaramuza de poderes y conflicto político que ha recrudecido en Venezuela y que ha sido planteado a partir de un dictamen del 29 de marzo del Tribunal Supremo de Justicia, que asume de manera accidental y eventual funciones del parlamento venezolano, hoy en desacato y en situación de nulidad en sus actos administrativos.
¿Hubo autogolpe?


No. Para empezar, que el dictamen del Tribunal Supremo de Justicia asume la situación actual de desacato de la Asamblea Nacional venezolana, al no resolver la situación de 3 mal llamados diputados de Amazonas, cuya juramentación fue espuria por haber sido impugnada ante el ente electoral venezolano. Aunque el TSJ declara los “constantes” actos de desacato del parlamento y su actitud contraria a la institucionalidad señalada en la Constitución por desconocimiento del Poder Judicial, no desconoce la existencia del mismo ni los cargos de quienes (sin impugnaciones) lo integran y cuentan con su nombramiento.

En esencia, el dictamen del TSJ mantiene el espíritu de dictámenes anteriores, donde se conminó repetidamente al parlamento a desistir de su posición de desacato, ya que el TSJ declara que asumirá funciones del parlamento “hasta la superación del desacato” del parlamento. Lo que constituye una situación de “golpe de Estado” es el desplazamiento de un factor político, desmembrándolo. No hay golpe de Estado cuando ese factor político puede, por vías legales e institucionales, volver a funciones, como efectivamente podría hacer la Asamblea Nacional si decide volver al ruedo institucional superando su desacato. Un golpe de Estado desconocería esa posibilidad que aún tiene el parlamento.
¿Se disolvió a la Asamblea Nacional?

Definitivamente no. De hecho, la Asamblea Nacional podría volver a funciones en sólo unos días si tan sólo Henry Ramos Allup y la directiva electa en enero de 2016 deciden desincorporar a los “diputados” de Amazonas y luego colocar a Julio Borges en la presidencia del parlamento. La directiva de Ramos Allup ha sido la única electa en situación de acato constitucional. No es el caso de la directiva de Julio Borges. Visto así, todos los actos de la directiva de Borges son nulos.

Recordemos que en el mes de enero, luego del diálogo con el chavismo, la AN aceptó retirar a los diputados de Amazonas. Aún estando en desacato, nombraron a Borges y retiraron a los diputados de Amazonas. Ese acto es nulo. El TSJ conminó al parlamento a cumplir con el mecanismo de manera jurídicamente correcta, pero se rehusaron e intempestivamente se retiraron del diálogo trancando el juego político.

Una Asamblea Nacional en condiciones y con garantías de volver a funciones, no es una Asamblea disuelta.
¿Por qué asume funciones el TSJ?

El TSJ, al igual que todos los poderes públicos, está en la obligación de resguardar el hecho constitucional, el hecho institucional y en definitiva proteger a la sociedad de todo tipo de conmociones. Es decir, se trata de la protección del “pacto social” venezolano.

Dada la situación de estancamiento del parlamento autoanulado y en desacato, se cierne sobre el hecho político la ausencia intermitente de uno de los poderes del Estado. Situación que ya lleva más de un año. Esto implica un espacio vacío del Estado, la ausencia de un poder, situación que pone en desequilibrio y vulnerabilidad institucional al Estado. En los hechos la MUD ha usado el parlamento para embestir al Estado todo, al poder Ejecutivo y a los demás poderes públicos y esta afrenta pone en peligro las instituciones todas y significa una vulneración del Estado de Derecho. Ante esto, el TSJ se ha pronunciado.

El propósito es sostener el funcionamiento del Estado, de manera accidental, eventual, mientras los factores políticos que son mayoría en el parlamento deciden superar su actual situación cuyo nombre jurídico exacto es “Omisión Inconstitucional Parlamentaria”, según la interpretación del TSJ de la Constitución.

Hay que insistir en que esta será una situación que persistirá en la medida en que los factores de la MUD en el parlamento lo decidan. El TSJ es claro y afirma en el numeral 4to de su dictamen: “Mientras persista la situación de desacato y de invalidez de las actuaciones de la Asamblea Nacional, la Sala Constitucional garantizará que las competencias parlamentarias sean ejercidas directamente por esta Sala o por el órgano que ella disponga, para velar por el Estado de Derecho”.
¿Hay un evento económico que detonó el asunto?

El chavismo ha denunciado que el parlamento en manos de la MUD ha elevado exponencialmente los enfrentamientos políticos nacionales, ahora choques de poderes. Se ha producido una escalada sin precedentes que para el chavismo y el Gobierno venezolano se traducen en “intentos de paralización del Estado y del país”. El chavismo denuncia también que el parlamento es parte de un boicot institucional para profundizar otras situaciones de boicot económico, cuestiones que han dado la única victoria parlamentaria a la derecha venezolana en 18 años. No es temeraria ni exagerada esa afirmación. Veamos.

El dictamen del TSJ es consecuencia de una consulta realizada por el Ejecutivo venezolano por medio de la empresa y corazón de la economía venezolana, Petróleos de Venezuela (Pdvsa), quienes están en la obligación de someter al parlamento conformar “empresas mixtas” o consorcios, para interactuar financieramente con empresas inversionistas en los desarrollos petroleros de Venezuela. Pdvsa, ante la situación del parlamento, sometió a consideración del TSJ una vía para poder conformar nuevas empresas mixtas y atraer nuevas inversiones.

El TSJ respondió en el numeral 1ero de su dictamen lo siguiente: “Sobre la base de la omisión inconstitucional declarada (del parlamento), declaró (la Sala Constitucional del TSJ) que no existe impedimento para que el Ejecutivo Nacional constituya empresas mixtas en el espíritu que establece el artículo 33 de la Ley Orgánica de Hidrocarburos, debiendo informarle a la Sala Constitucional de todas las circunstancias pertinentes a dicha constitución y condiciones. Así como también cualquier modificación posterior de las condiciones deberá ser informada a la Sala”. Ese es el meollo. Esa es la única función que el TSJ asume y que aparece explícitamente señalada en su dictamen.

Esto significa que el TSJ sólo debe ser notificado de las asociaciones de Pdvsa para que el TSJ vele por el cumplimiento de la actual Ley de Hidrocarburos, y nada más. Autorizan al Presidente a continuar llevando la dirección económica en el marco del “Estado de Excepción y Emergencia Económica” vigente para continuar en la labor de tomar las acciones pertinentes para superar la situación económica actual.
¿Cuál es la apuesta de los enemigos del chavismo dentro y fuera de Venezuela?

Nadie debe poner en duda que Pdvsa y Venezuela requieren un aumento del flujo de la inversión extranjera, más todavía si tiene lugar en las áreas vitales y sensibles a la economía nacional, como es el caso de los desarrollos petroleros nacionales y el proyecto petrolero más grande del mundo: la Faja Petrolífera del Orinoco Hugo Chávez. ¿Cuál es la apuesta del parlamento al intentar boicotear esto? ¿Acaso apuesta al recrudecimiento de la situación económica venezolana? Debemos preguntarnos.

La reacción desproporcionada de la derecha en Venezuela y en el extranjero, al declarar un “golpe de Estado” y una “disolución del parlamento” se inscribe en la trama de caotización e injerencismo que auspicia el antichavismo dentro y fuera de Venezuela respectivamente. Ocurre justo ahora, una aceleración de los eventos y una intoxicación política desproporcionada en varios frentes en simultáneo.

Estados Unidos y otros países obedientes a su agenda exterior mueven fichas y reaccionan, desconociendo el apego a la legalidad del TSJ venezolano. Y esto es un asunto de cuidado. A sólo horas del dictamen del TSJ, el Secretario General de la OEA Luis Almagro, ha convocado a una nueva “reunión de urgencia” del Consejo Permanente de esa organización para decretar a Venezuela como Estado forajido. Se recrudece con esto el ciclo de confrontación. Tal parece que las acciones de boicot a Venezuela recrudecen de maneras cada vez más consistentes, y a la vez insólitas.
Escarrá: TSJ de Venezuela está garantizando el estado de derecho

En entrevista para teleSUR el abogado constitucionalista Hermann Escarrá analizó la actual situación en Venezuela, marcada por la sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia que decreta que el Máximo Tribunal del país será el encargado de ejercer las competencias parlamentarias de la Asamblea Nacional con el objetivo de resguardar el Estado de Derecho, debido a que ese ente con mayoría opositora se encuentra en desacato a las leyes de la República.



TSJ asumirá competencias parlamentarias mientras perdure la situación de desacato en la AN


El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), este miércoles en horas de la noche, informó que asumirá la total responsabilidad de las competencias parlamentarias, debido a la situación de desacato que persiste en el Parlamento Nacional.

Conozca las razones precedentes y expuestas ante la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, administrando justicia en nombre de la República por autoridad de la Ley:

1.- Se declara COMPETENTE para conocer la presente demanda de interpretación constitucional.

2.- ADMITE la demanda incoada, la resuelve de mero derecho y declara la urgencia del presente asunto.

3.- RESUELVE, con carácter vinculante y valor erga omnes, de conformidad con las consideraciones vertidas en la parte motiva de este fallo, la interpretación solicitada.

4.- Declara la Omisión Inconstitucional parlamentaria y, en consecuencia, esta Sala dispone:

4.1.- Sobre la base de la omisión inconstitucional declarada, esta Sala Constitucional resuelve que no existe impedimento alguno para que el Ejecutivo Nacional constituya empresas mixtas en el espíritu que establece el artículo 33 de la Ley Orgánica de Hidrocarburos, a cuyo efecto el Ejecutivo Nacional, por órgano del Ministerio de Energía y Petróleo, deberá informar a esta Sala de todas las circunstancias pertinentes a dicha constitución y condiciones, incluidas las ventajas especiales previstas a favor de la República. Cualquier modificación posterior de las condiciones deberá ser informada a esta Sala, previo informe favorable del Ministerio de Energía y Petróleo.

4.2.- Resolviendo la interpretación solicitada del artículo 33 de la Ley Orgánica de Hidrocarburos vigente, la Sala decide que la Asamblea Nacional, actuando de facto, no podrá modificar las condiciones propuestas ni pretender el establecimiento de otras condiciones.

4.3.- Sobre la base del estado de excepción, el Jefe de Estado podrá modificar, mediante reforma, la norma objeto de interpretación, en correspondencia con la jurisprudencia de este Máximo Tribunal (ver sentencia n.° 155 del 28 de marzo de 2017).

4.4.- Se advierte que mientras persista la situación de desacato y de invalidez de las actuaciones de la Asamblea Nacional, esta Sala Constitucional garantizará que las competencias parlamentarias sean ejercidas directamente por esta Sala o por el órgano que ella disponga, para velar por el Estado de Derecho.

5.- Se ordena notificar de la presente decisión al Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros.

6.- Ordena la publicación de la presente decisión en la Gaceta Judicial y en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela, cuyo sumario deberá señalar: “Sentencia de la Sala Constitucional que declara que no existe impedimento alguno para que el Ejecutivo Nacional constituya empresas mixtas en el espíritu que establece el artículo 33 de la Ley Orgánica de Hidrocarburos, a cuyo efecto el Ejecutivo Nacional, por órgano del Ministerio de Energía y Petróleo, deberá informar a esta Sala de todas las circunstancias pertinentes a dicha constitución y condiciones, incluidas las ventajas especiales previstas a favor de la República. Cualquier modificación posterior de las condiciones deberá ser informada a esta Sala, previo informe favorable del Ministerio de Energía y Petróleo”.

Dada, firmada y sellada en el Salón de Despacho de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los veintinueve (29) días del mes de marzo de dos mil diecisiete (2017). Años: 206° de la Independencia y 158° de la Federación.

Declaración del MINREX de Cuba ante Agresión contra Venezuela

MINREX: La OEA, su Secretario General y su dueño, no podrán con la Revolución Bolivariana y chavista


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La sala Simón Bolívar que, para escarnio del Libertador, ocupa el Consejo Permanente de la decadente y vergonzosa Organización de Estados Americanos (OEA) fue testigo este 28 de marzo del combate de sus descendientes —hijos del líder bolivariano Hugo Chávez—, en defensa de la soberanía, la independencia, la autodeterminación y la dignidad de Venezuela y de toda Nuestra América.
La batalla librada fue por principios, en contra de las intenciones imperiales y oligárquicas de truncar el derecho de los pueblos y los Estados a emanciparse, ejercer su soberanía y darse el sistema político, económico, social y cultural que libremente elijan.
La OEA que enfrentó a Venezuela es la misma que endosó agresiones e intervenciones militares; es la que ha guardado cómplice silencio ante graves violaciones democráticas y de derechos humanos en todo el hemisferio, que incluyen, entre otras, golpes de Estado, desapariciones de personas, detenciones arbitrarias, torturas y asesinatos de estudiantes, periodistas y líderes sociales; desplazamientos forzados causados por la pobreza y la violencia; muros, deportaciones, comercio desigual, contaminación medioambiental, narcotráfico y agresiones culturales.
Es evidente la coincidencia entre la actual agitación de la OEA y aquel 1962, cuando la conjura era contra Cuba. El Ministerio de Colonias vuelve a cometer hoy los mismos errores: nuevamente funcionaron las intensas presiones y chantajes de EE.UU. sobre un grupo de países, incluyendo los más pequeños y vulnerables; y otra vez se produjo la actitud sumisa de aquellos que prefieren hincarse y someterse, a enfrentar al gigante de las siete leguas.
El papel de verdugo correspondió a un senador y aspirante perdedor al trono del imperio, en las últimas elecciones presidenciales, y quedará para la historia como evidencia de la necesidad de cambiar la relación enfermiza entre esa América y la nuestra.
Se confirma la certeza de que la proclama de la América Latina y el Caribe como Zona de Paz adoptada por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños refleja los principios para tratarnos con respeto y fraternidad entre nosotros, y a la vez el reclamo como países independientes de ser tratados como iguales.
La OEA demostró una vez más su incapacidad para frenar la execrable e histérica postura de su Secretario General, al servicio de los centros de poder y en franca violación de la letra y el espíritu de la propia Carta de esa lamentable organización. Con suficiente elocuencia, quedó demostrado cómo el Consejo Permanente intervino en asuntos de la jurisdicción interna de uno de sus Estados miembros, en flagrante quebrantamiento del artículo 1 de la Carta fundacional.
Sin embargo, no logró imponerse al Consejo Permanente una decisión en contra de Venezuela, ni darle continuidad a los intentos de aplicar la Carta Democrática Interamericana a ese país, con la finalidad de su suspensión, ni aprobar ningún informe u hoja de ruta mal intencionados e injerencistas.
Se demostró que Venezuela no está sola. Es motivo de orgullo la valiente defensa de quienes colocaron en alto la dignidad latinoamericana y caribeña, y se pusieron del lado de la verdad, la razón y la justicia. La OEA, su Secretario General y su dueño, no podrán con la Revolución Bolivariana y chavista que dirige el indoblegable presidente Nicolás Maduro Moros, ni con la unión cívico militar de su pueblo que él encabeza.
Mientras la ignominia y la vergüenza se retorcían en Washington, en Caracas, ese pueblo bravo, cuyos derechos humanos y libertades democráticas fueron enaltecidos por la Revolución, respaldaba a su gobierno y celebraba en las calles la victoria de la moral y de las ideas bolivarianas.
La Habana, 28 de marzo de 2017

DECLARACIÓN DE APOYO A VENEZUELA EN SEMINARIO INTERNACIONAL EN MÉXICO



 
 
La siguiente declaración promovida por el Partido Socialista Unido de Venezuela, por la delegación de la Comisión de Asuntos y Relaciones  Internacionales del Frente Amplio de Uruguay y por la Coordinadora Mexicana de Solidaridad con Venezuela, fue aprobada por unanimidad en el XXI Seminario Internacional "Los partidos y una Nueva sociedad".
 
 
Ciudad de México, 25 de marzo de 2017
 
 
DECLARACIÓN DE APOYO A LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
 
Dado el pedido del Secretario General de la OEA, Luis Almagro, de aplicar la carta democrática de la OEA a la República Bolivariana de Venezuela; los partidos y organizaciones sociales presentes en el XXI Seminario Internacional "Los partidos y una Nueva sociedad" denunciamos:
 
1.- Al accionar del Secretario General de la OEA, Sr. Luis Almagro, quien desde su llegada al ministro de colonias ha impulsado una campaña contra el gobierno democráticamente electo de la República Bolivariana de Venezuela, utilizando cualquier excusa para lograr su verdadero propósito: la intromisión injerencista de EEUU en los asuntos internos del hermano país. Confirma lo anterior un documento del Comando Sur de los Estados Unidos donde se expresa textualmente:"hay que insistir en la aplicación de la cláusula democrática (en Venezuela) como lo hemos convenido con Luis Almagro, Secretario General de la OEA".
 
2.- Que en estos días se profundizan los ataques de Luis Almagro a las autoridades democráticas de Venezuela y sus reuniones permanentes con los familiares de lo que él denomina "presos políticos" como Leopoldo López, uno de los principales protagonistas en el golpe de estado e intento de asesinato del presidente Hugo Chávez y líder de las violentas acciones de 2014, las cuales costaron la vida a 43 personas lo que configura el delito de sedición por el cual cumple condena.
 
3.- Que nuevamente Almagro impulsa la aplicación de la cláusula democrática de la OEA, siguiendo al pie de las letra las instrucciones de sus amos imperiales. Ante este nuevo intento de violar la soberanía y desconocer la democracia en Venezuela, nuestros Partidos y Organizaciones Sociales, fiel a los principios internacionales y democráticos declaramos.
 
Nuestro más profundo rechazo al accionar de la Organización de Estados Americanos OEA, que nada hizo ante los "golpes blandos" en otros países del continente, nada opinó sobre la situación de los migrantes, sobre la Independencia de Puerto Rico, sobre la violación de los Derechos Humanos en varios países miembros, sobre la devolución de las Malvinas a la hermana Argentina. Si emprende una feroz campaña contra los gobernantes electos por el pueblo venezolano, quienes en reiteradas elecciones han demostrado su apego a la democracia y al resultado de las urnas.
 
Nuestro apoyo al Gobierno democrático de la República Bolivariana de Venezuela, al pueblo soberano de Venezuela y a su derecho a definir sin injerencia de nadie, su destino.
 
Realizamos un llamamiento a los gobiernos de nuestros países a no votar la aplicación de la carta democrática de la OEA en Venezuela, ni cualquier otra medida que afecte la soberanía del hermano país. 
 
¡No a la injerencia imperialista en Venezuela!
 
¡Si a su autodeterminación y soberanía!

LA RED DE INTELECTUALES, ARTISTAS Y MOVIMIENTOS SOCIALES EN DEFENSA DE LA HUMANIDAD CONDENA LA REUTILIZACIÓN DE LA OEA COMO AGENTE INTERVENTOR Y PIDE LA REMOCIÓN DE SU SECRETARIO GENERAL




“En la elaboración de la estrategia de los Estados Unidos, se supone que debemos mantener nuestro papel preestablecido de liderazgo imparcial en la OEA. Esto significa limitar la visibilidad de los EEUU en la OEA, jugar nuestro rol detrás de las escenas en la medida en que sea posible. Alentar a los latinoamericanos para que tomen la iniciativa pero, si es necesario, hacerles sugerencias, tomando nuestras propias iniciativas en función de todos los problemas de importancia para nosotros”.

Informe confidencial elaborado por el Grupo de Trabajo Inter-agencial sobre Chile,  conformado por orden de Richard Nixon para elaborar propuestas de sanciones y presiones dirigidas a derrocar al Presidente Allende.


De todos y todas es conocido, y ha sido históricamente comprobado, que desde que Estados Unidos se conformó como nación independiente se propuso ejercer un dominio total sobre el resto del territorio americano, al que unilateralmente consideró como vital para la salvaguardia de sus intereses.

No siempre lo ha logrado. El espíritu de rebeldía incoado en el alma de los habitantes de estas tierras desde que nos enfrentamos al primer invasor español, al primer violador de mujeres aborígenes, al primer saqueador de nuestras riquezas, al primer esclavista, al primer cura doctrinero que intentó someter nuestras conciencias, a la primera Cédula de un rey desconocido y, más tarde, a los sucesivos grupos oligárquicos que luego de la muerte de Bolívar se enseñorearon del poder, ha logrado de tanto en tanto imponerse y hacer triunfar la voluntad y la dignidad de los pueblos sobre las fuerzas que intentan someterlo.

Sin embargo, cada vez que las oligarquías se han impuesto, Estados Unidos ha actuado siempre como el amo titiritero. Ninguno de esos grupos de poder ha obrado sin su voluntad, sin su respaldo o sin su intervención militar, política y/o económica. Intervenciones para las que además se han creado mamparas legales muy convenientes, desde la Unión Panamericana hasta la OEA que han combatido ferozmente y hecho fracasar cualquier otro intento de ordenar nuestro mundo de acuerdo a las esperanzas de los pueblos.

Hoy la Venezuela Bolivariana está siendo objeto de un nuevo intento de derrocamiento del gobierno legítimo que desde hace 18 años y tras sucesivos triunfos electorales,  conduce nuestro país hacia destinos de soberanía y justicia. Este nuevo intento representa un paso más en el plan de restauración del control del continente que Estados Unidos requiere hoy para el mantenimiento de su supremacía global. Esta vez se vale de su ministerio de colonias, la OEA, como una vez lo hizo contra la Cuba revolucionaria, y lo hace a través del más descarado de los sirvientes que pudo encontrar: el uruguayo Luis Almagro, quien comprobadamente está bajo su “cálido” servicio desde que dirigía la política exterior en su país.

La iniciativa adoptada por Almagro ya había sido develada por el propio Plan del Comando Sur “Freedom 2” y constituye un paso adelante de la Orden Ejecutiva de Obama. En las actuales circunstancias en las que el orden mundial se le escapa de las manos al imperio del norte, a Washington no le importa mucho sacrificar invisibilidad a cambio de celeridad. Necesita con urgencia acabar con los “malos ejemplos” que enseñan que hay un camino alternativo a su plan de dominio total, y llega al extremo de exhibir sus métodos mafiosos amenazando con cortar ayudas financieras a aquellos países que en el seno de la OEA se pronuncien en defensa de Venezuela.

Desgraciadamente le están facilitando esta tarea un grupo de venezolanos y venezolanas que desdiciendo y traicionando nuestra historia de resistencia y de luchas heroicas por la libertad, van por el mundo vendiendo la patria y su alma al que primero se atreva a ordenar la intervención del país, sin que les importe cargar con la responsabilidad histórica de la destrucción de su propio pueblo a cambio de las migajas que les dejen los conglomerados financieros y militares que sirven al imperio.

Como Miranda estamos convencidos y convencidas de que no puede construirse nada sólido ni estable en un país, si no se alcanza antes la independencia absoluta, y para ello es hoy más urgente que nunca consolidar la unión de nuestros pueblos. ¿Hasta cuándo seguiremos manteniendo la mampara imperial de la OEA, existiendo como existen organizaciones propias como la CELAC, UNASUR y el ALBA? ¿Hasta cuándo seguiremos permitiendo que traidores como Almagro se entronicen en cargos desde los cuales, al igual que su homónimo conquistador, intentan arrodillar a los pueblos libres y ponerlos al servicio de los nuevos emperadores?  Creemos estar  plenamente justificados en pedir la remoción inmediata del señor Luis  Almagro como secretario General de la OEA y que ésta reduzca su accionar a un papel de intermediadora entre  las dos Américas.  En su defecto, los gobiernos de Nuestra América deberán dar por concluido el ciclo vital de esa institución.

Es hora de hacer respetar la dignidad de los pueblos y de mantener erguidas las cabezas. Es hora de no volver a permitir que se enloden los avances de los pueblos bajo toneladas de calumnias mediáticas y campañas de desprestigio. Es la hora de la unidad, de la lucha, de la batalla y de la victoria definitiva sobre los siniestros designios del imperialismo.
                                                           
Caracas, 28 de marzo de 2017



Editorial The Monthly Review Marzo 2017

Since the 1970s, we have been warning in Monthly Review about the enormous dangers inherent in imperialist strategies designed to turn around the slow decline of U.S. hegemony within the world capitalist system. U.S. economic, military, and financial dominance have been ebbing for decades, leaving the United States in the position of a wounded mastodon within the world at large, a threat to all around it. Washington has repeatedly tried with very limited success to reverse this slide in its hegemonic role by means of geopolitical expansion, aimed at increasing its “strategic assets” across the globe. The result has been a constantly expanding theatre of global conflict.
In a little more than a decade, beginning with the fall of the Soviet bloc and the disappearance of the USSR from the world stage in 1989–91, the United States entered into one war after another aimed at “regime change” and the reassertion of U.S. power, including the Persian Gulf War, the Kosovo (Yugoslavia) War, the Afghanistan War, and the Iraq War. Following the 9/11 terrorist attacks, the George W. Bush administration declared a permanent state of war against terrorist enemies throughout the world (later supported by Obama), using this as a justification for imperialist interventions in country after country. Under the Obama administration—with Hillary Clinton serving as Obama’s first secretary of state—this same dynamic led to the invasion of Libya and the unleashing of a devastating proxy war against Syria.
Crucial to the entire U.S. geopolitical strategy under Obama was the encirclement of Russia, now the world’s second largest oil producer after Saudi Arabia, and a reemerging superpower. NATO under U.S. leadership supported an ultra-right coup in Ukraine in February 2014 that deposed the elected government. When Moscow responded by annexing the Crimea after a popular referendum and backing the resistance of Russian nationals in the Ukraine along its border, the Western powers accused it of “invading” the country. Tensions between Washington and Moscow were further heightened by Washington and Riyadh’s enlisting of extremist pro-Salafist forces (including al Qaeda in Iraq) with the goal of toppling the Assad regime in Syria. This opened the way (as indicated by General Michael Flynn, former head of the Defense Intelligence Agency, now Trump’s National Security Adviser; see the Notes from the Editors for November 2016) to the rise of the Islamic State (also known as ISIS or Daesh)—initially viewed by Washington as a tool with which to overthrow the Syrian state. The growth of the Islamic State led directly to the Russian military intervention in Syria in 2015 in order to prevent ISIS from marching into Damascus, while also enabling Russia to shore up the Assad regime and defeat U.S. ambitions. Hillary Clinton, in her campaign for the presidency, promised to regain the upper hand in Syria by establishing no-fly zones there, which would have meant shooting down Russian, as well as Syrian, planes, thereby threatening global thermonuclear war.
With the rise of the Trump administration the new Cold War with Russia has been put on hold. Trump’s rapprochement with Putin, coming at the same time as widespread accusations of Russian interference in the U.S. elections, have fed an anti-Putin hysteria among many Democrats, who blame Moscow for the unexpected Trump victory. (The real reasons for Clinton’s defeat were the decided rejection of neoliberalism by mainly white workers in the Rust Belt, coupled with widespread voter suppression aimed at non-white voters in swing states, which went largely unopposed by a Democratic National Committee that had already itself done all that it could in the primaries to suppress votes by Sanders supporters.) Still, viewed from a geopolitical standpoint, it is clear that Trump’s peacemaking overtures toward Russia were not the product of an irrational whim, or the result of simply giving into Putin, but represented a major shift in U.S. grand strategy in which China was to replace Russia as United States’ main official adversary.
The new administration has indicated that among its principal geopolitical goals are: (1) an escalated war on ISIS through the introduction of U.S. ground troops (beginning with artillery forces), (2) reversing the nuclear agreement with Iran, and (3) targeting China as the principal U.S. “enemy” (“Donald Trump’s Plan for China Relations Is to Be Unpredictable, Adviser Says,” Guardian, January 27, 2017). The new U.S. Secretary of State Rex Tillerson (former CEO of ExxonMobil) has already floated the idea, during his confirmation hearings, of a U.S. naval and air blockade of China’s human-made islands in the South China Sea, which would likely be greeted by China as an act of war. Trump has also approached Taiwan and questioned the “one China policy.” The main area of agreement between Trump and his new Secretary of Defense “Mad Dog” James Mattis (the former U.S. supreme commander in the Middle East who, ironically, in spite of his personal appellation, is now seen as a restraining force on Trump) seems to be that the United States should be prepared for war with China. As Mattis declared more than a decade ago, China, in the view of the Pentagon, is the new U.S. “peer competitor.” However, the best way to get ready for a future war with China is not simply by “planning [abstractly] for China twenty years from now,” but rather by learning the necessary lessons on how to fight such a war from the ongoing conflict in the Middle East today: Iraq “is the greatest training ground in the world. For the German [Nazi] troops,” he added, “it was Spain” (“The Monks of War,” Esquire, March 2006).
The hair trigger in all of this is Trump’s loose talk with respect to nuclear weapons, indicating that they might be used on any number of state and non-state targets—including ISIS (“Donald Trump’s Very Confusing Thoughts on Nuclear Weapons, Explained,” Vox, January 18, 2017). Meanwhile, Trump is proposing a major expansion in U.S. military spending.
The foregoing suggests that various sections of the U.S. ruling class are increasingly panicked by the decline in U.S. power in the world and the effects that this will have on their positions within the global hierarchy. Losing confidence, they have demonstrated a growing support for the use of heavy-handed military means to maintain the U.S.-dominated global order, enlisting the population as a whole in a patriotic quest for increased geopolitical dominance. Whichever party was to occupy the White House after the elections, all the indications were that a more aggressive U.S. military posture abroad was in the cards. The main dispute in this respect at the top was whether primarily to target Russia or China. In this respect, the Trump administration’s grand imperial strategy of directly confronting China, the world’s fastest growing economic powerhouse, before it is too late from the standpoint of U.S. world hegemony, is a change of emphasis rather than broad aims. It promises an even more aggressive, nationalist-imperialist posture, one in line with the Trump administration’s overall “America First” stance; its building of a wall between the United States and Mexico; its policies of restricting immigration and imprisoning and deporting undocumented workers; and its neofascist view of the United States and the world. In the new White House, a welcome mat has now been put down for white supremacists, such as Steve Bannon of Breitbart, Trump’s chief strategist and senior counselor, now appointed a member of the National Security Council.
These developments taken as a whole can only be seen as increasingly ominous for those who remember the 1930s and ’40s. In recognition of this, in January 2017, scientists at the venerable Bulletin of Atomic Scientists moved the doomsday clock, now 70 years old, 30 seconds closer to midnight. It is currently set at two and a half minutes to midnight, symbolizing that the world is closer to Armageddon than at any point since the introduction of the hydrogen bomb in 1953 (Kennette Benedict, “Doomsday Clockwork,” Bulletin of Atomic Scientists, January 11, 2017, http://thebulletin.org/doomsday-clockwork8052).
For these reasons, the rebuilding of the U.S. peace movement on a mass basis, and integrating that with the climate movement and with the worldwide struggle for social justice, needs to be a primary goal for U.S. radicals in the weeks, months, and years ahead.

Michael Roberts Learning from the Great Depression


March 9, 2017
Recently, the economics editor of the Guardian newspaper in the UK, Larry Elliott, presented us with a comparison of the Great Depression of the 1930s and now.  In effect, Elliott argued that the world economy was now in a similar depression as then.  The 1930s depression started with a stock market crash in 1929, followed by a global banking crash and then a huge slump in output, employment and investment.  In that order. The number of bank failures rose from an annual average of about 600 during the 1920s, to 1,350 in 1930 and then peaked in 1933 when 4,000 banks were suspended. Over the entire period 1930-33, one-third of all US banks failed.  But it was the stock market crash that was first.
The Long Depression, as I like to call the current one, started with a housing crash in the US, only then followed by a banking crash that was global and then a huge slump in output, investment and employment.  The aftermath in both depressions was a long, slow and weak economic recovery with many national economies still not returning to pre-crash levels of output, investment or profitability.
By the way, if anybody doubts that the major economies (G20) are not in what I call a Long Depression, defined as below-trend growth in output, investment, productivity and employment, then consider this nice summary by Wells Fargo bank economists of the key indicators since the end of the Great Recession in 2009 for the US, the economy that has recovered the most.

They conclude that during the 2008-2015 period, the average annual reduction in the level of real GDP from trend was 9.9 percent, 9.8 percent in personal consumption and 10.7 percent in real disposable personal income. During the same time period, the average annual loss in business fixed investment was 20.1 percent, 7.8 percent in employment and 6.9 percent in total factor productivity. The average reduction in the labor force was 2.2 percent, 7.9 percent in labor productivity and 6.4 percent in capital services during the 2008-2015 period.

“And there has been long lasting damages from the Great Recession as the level (trend) of potential series (for all variables) has shifted downward.  These results are consistent with the overall economic environment since the Great Recession. That is, a painfully slow economic recovery along with a slower growth in the personal income, employment, wages and business fixed investment.”
Elliott points out that very few economists or pundits predicted the crash of 1929 at the height of huge credit-fuelled boom in stock markets and economic expansion.  Similarly, very few forecast the US housing crash and subsequent global financial meltdown.  But some did.
The more interesting part of Elliott’s account are the reasons given for the Great Depression of the 1930s and whether they are the same reasons for the current Long Depression.  Elliott quotes the biographer of Keynes, Lord Skidelsky, that the main cause was excessive debt.  “We got into the Great Depression for the same reason as in 2008: there was a great pile of debt, there was gambling on margin on the stock market, there was over-inflation of assets, and interest rates were too high to support a full employment level of investment.”
This explanation is almost the conventional one among leftist and heterodox economists.  Skidelsky combines the views of post-Keynesians (Steve KeenAnn Pettifor) and some mainstream economists (Mian and Sufi) who highlight the levels of private sector debt (particularly household debt) – “great pile of debt” – with the view of Keynes that “interest rates were too high to support full employment”.
Indeed, next month, Steve Keen, leading post-Keynesian and Minskyite, publishes a new book in which he argues that “ever-rising levels of private debt make another financial crisis almost inevitable unless politicians tackle the real dynamics causing financial instability.” Ironically, And Anne Pettifor has just published a new book that seeks to argue that printing money (more debt?) could help take the capitalist economy out of its depression.
Now there is a lot of truth in the argument that excessive debt (or credit, which is just the other side of the balance sheet) is a prime indicator of impending financial crashes.  Debt was high in the 1920s before the crash. This has been documented by many studies, including the seminal work of Rogoff and Reinhart. And Claudio Borio at the Bank of International Settlements has also built up a weight of evidence to show that it is the level and rate of increase or decrease in credit (in effect, a cycle of debt) that is much better indicator of likely financial crashes than the neo-Keynesian idea of some secular stagnation in growth and a collapse in ‘aggregate demand’ (a la Paul Krugman or Larry Summers).
And it is no accident that Steve Keen was one of the few economists to predict the impending crash of 2008.  In my book, The Long Depression, I devote a whole chapter to this issue of debt – what Marx called fictitious capital.  Credit allows capital accumulation to be extended beyond the creation of real value, for a time.  But it also means that when the eventual contraction in investment comes because profitability in productive sectors falls, then the crash is that much greater as debt must be written off with the devaluation of capital values.  Credit acts like a yo-yo, going out and then snapping back. So ‘excessive debt’ is undoubtedly a ‘cause’ of crashes, in that sense.  The question is what makes it ‘excessive’ – excessive to what?  Borio says excessive to GDP growth, but then what determines that?
The other argument that is linked to the ‘excessive debt’ cause is rising inequality as the cause of the crashes of the 1929 and 2008.  As Elliott puts it: “while employees saw their slice of the economic cake get smaller, for the rich and powerful, the Roaring Twenties were the best of times. In the US, the halving of the top rate of income tax to 32% meant more money for speculation in the stock and property markets. Share prices rose six-fold on Wall Street in the decade leading up to the Wall Street Crash. Inequality was high and rising, and demand only maintained through a credit bubble.”  Yes, similar to the period up to 2008.
Now I don’t think that rising inequality was the cause of the crisis of the 1930s or in 2008 and I have detailed my arguments against the view in several places. The empirical evidence does not support a causal connection from inequality to crash.  Indeed, a new study by JW Mason presented at Assa 2017 in Chicago adds further weight to the argument that rising inequality and the consequent (?) rise in household debt was not the cause of the financial crash of 1929 or 2008.  “The idea is that rising debt is the result of rising inequality as lower-income households borrowed to maintain rising consumption standards in the face of stagnant incomes; this debt-financed consumption was critical to supporting aggregate demand in the period before 2008. This story is often associated with Ragnuram Rajan and Mian and Sufi but is also widely embraced on the left; it’s become almost conventional wisdom among Post Keynesian and Marxist economists. In my paper, I suggest some reasons for skepticism.”
The gist of my view is that inequality is always part of capitalism (and for that matter class societies, by definition) and rising inequality from the 1980s in the neo-liberal period went on for decades before there was the crash.  It is more convincing that rising profitability and a rising share going to capital from labour in accumulation was the cause of rising inequality, not vice versa.  So the underlying cause of the eventual slump must be found in the capitalist accumulation process itself and some change in the profit-making machine.
The third cause or reason offered by Elliott for the Great Depression of the 1930s and the Long Depression now is that there is no hegemonic power in a position to act as a ‘lender of last resort’ to bail out banks and national economies with credit and also set the rules for global economic recovery. Between the two world wars, the UK was no longer hegemonic as it had been in mid-19th century and the US was unable or unwilling to take its place.  So there was, in effect, no global banker and thus anarchy and protectionism in the world economy.
This was the main argument of the great economic historian, Charles Kindleberger, with his “hegemonic stability theory” in his book, The World in Depression, 1929-39.  This theory of international crises has been followed on by such economic historians as Barry Eichengreen and HSBC economist, Stephen King, cited by Elliott as saying, “There are similarities between now and the 1930s, in the sense that you have a declining superpower”. So the argument goes that the US is now no longer hegemonic and cannot impose international rules of commerce as it did after 1945 with the IMF, the World Bank and GATT.  Now, there are rival economic powers like  China and even the European Union that no longer bend to US will.  And the IMF is no position to act as lender of last resort to bail out economies like Greece etc.
This view also comes from Marxist economists like Leo Panitch and Sam Gindin, who (conversely) argue that the US is still a hegemonic power and thus still decides all in an “informal American empire” and this explains the huge economic recovery after the 1980s in the neo-liberal period.  Yanis Varoufakis argues something similar in his book, The Global Minotaur.  Skidelsky too likes the argument that the neoliberal ‘recovery’ was achieved by globalisation under US imperial control.  “Globalisation enables capital to escape national and union control.”  He considers this the Marxist explanation: “I am much more sympathetic since the start of the crisis to the Marxist way of analysing things.”  
But is the crisis of the 2008 the result of weak US imperial power or too much US power?  Either way, I doubt that the hegemonic stability theory is a sufficient explanation of the Great Depression or the Long Depression.  Clearly, the US has been in (relative) decline as the leading imperialist power economically, although it remains the leading financial power and overwhelmingly dominant as a military power – similar to the Roman empire in its declining period.
No doubt that this has had some effect on the ability of all the major capitalist economies to get out of this depression and increased the move towards nationalism, protectionism and isolationism that we now see in many countries and in Trump’s America itself now. But the end of ‘globalisation’ was not the result of weakening American power but the result of the slowdown in global investment, trade and, above all, in the profitability of capital that empirical evidence has revealed since the late 1990s. The ‘death’ of globalisation was accelerated by the global financial crash and the collapse in world trade and debt flows since 2008.
The long depression has continued not because of high inequality or the weakening of US hegemony or because of the move to protectionism (that has hardly started).  It has continued, I contend, because of the failure of profitability to rise sufficiently to revive productive investment and productivity growth; and the continued hangover of fictitious capital and debt.  Indeed, I have shown that these are the same reasons that extended the Great Depression of the 1930s: low profitability, high debt levels and weak trade.
In Elliott’s article we are also offered some differences between the 1930s and now.  The first is that, unlike the 1930s, now central banks acted to boost money supply and bail out the banks with interest-rate cuts to zero and quantitative easing.  Back in the 1930s, according to Adam Tooze in his book The Deluge, deflationary policies were pursued everywhere. “The question that critics have asked ever since is why the world was so eager to commit to this collective austerity. If Keynesian and monetarist economists can agree on one thing, it is the disastrous consequences of this deflationary consensus.” (Tooze).
And they did agree on this in the current depression.  As I have shown in several posts, former US Fed chief Ben Bernanke was a mainstream expert on the causes of the Great Depression and once told a meeting of the mainstream to commemorate his mentor, the great monetarist, Milton Friedman, that the mistake of the 1930s not to expand the money supply would not be repeated.  But QE and easy money may have bailed out the banks and restored ‘business as usual’ fro them, but it did not end the current Long Depression.  Actually, that easy money and unconventional monetary policy would end the Great Depression was thought possible by Keynes in 1931.  But by 1936, when he wrote his famous General Theory, he realised it was inadequate.  And indeed, the idea that things would be different this time compared to the 1930s because of easy monetary policy has turned out to be bogus.
The Keynesians, having in many cases advocated easy money as the way out of the current depression, now push fiscal stimulus as the solution, just as Keynes finally resorted to in 1936.  Keynesians like Skidelsky claim that the UK had fiscal ‘automatic stabilisers’ that were kicking in to ameliorate the slump of the 1930s but the governments of the day smashed those and imposed austerity and that caused the extension of the slump into depression.
Most governments now have not adopted massive government spending or run large budget deficits to boost investment and growth – mainly because they fear a massive increase in public debt and the burden that will put on funding it from the capitalist sector. So we hear from the battery of leftist and Keynesian economists that the application of ‘austerity’ is the cause of the continued Long Depression now.  It is difficult to prove one way or another, but in a series of posts and papers, I have put considerable doubt on the Keynesian explanation of the Long Depression.
The New Deal did not end the Great Depression.  Indeed, the Roosevelt regime ran consistent budget deficits of around 5% of GDP from 1931 onwards, spending twice as much as tax revenue.  And the government took on lots more workers on programmes – but all to little effect.
Coming off the gold standard and devaluing currencies did not stop the Great Depression.  Indeed, resorting to competitive devaluations and protectionist tariffs and restrictions on international trade probably made things worse.
And monetary easing has not worked this time and nor has fiscal stimulus (as Abenomics in Japan has shown), which we shall see again if Trump ever does manage to run budgets deficits to lower corporate taxes and increase infrastructure spending.
Now it seems protectionism and devaluations are becoming more likely in this post-Trump, post-Brexit period of the Long Depression.  Indeed, the latest policy document for the upcoming G20 summit in Germany next week has actually dropped its condemnation of protectionist policies.  As Elliott sums it up: “So far, financial markets have taken a positive view of Trump. They have concentrated on the growth potential of his plans for tax cuts and higher infrastructure spending, rather than his threat to build a wall along the Rio Grande and to slap tariffs on Mexican and Chinese imports.  There is, though, a darker vision of the future, where every country tries to do what Trump is doing. In this scenario, a shrinking global economy leads to shrinking global trade, and deflation means personal debts become more onerous.”
The Great Depression only ended when the US prepared to enter the world war in 1941.  Then government took over from the private sector in directing investment and employment and using the savings and consumption of the people for the war effort. Profitability of capital rocketed and continued after the end of the war. Looking back, the depression of the  1880s and 1890s in the major economies only ended after a series of slumps finally managed to raise the profitability of capital in the most efficient sectors and national economies and so delivered more sustained investment – although eventually that led to imperialist rivalry over the exploitation of the globe and the first world war.

Michael Roberts India Modi Rules


The overwhelming victory of the governing BJP in key Indian states last weekend seems to have cemented the rule of India’s prime minister Narendra Modi.  In the world’s largest capitalist democracy, Modi’s Hindu nationalist BJP swept the board in Uttar Pradesh state, the most populated in India with 220m voters.  The BJP won 312 seats out of 403 and took just under 40% of the vote, slightly less than Modi achieved when winning the 2014 general election with the biggest parliamentary majority in 30 years.
Similarly, the Uttar Pradesh result gave the BJP the biggest majority in any state for one party since 1977. Modi’s BJP now heads the government in states where more than half of Indians live, while the Congress party, which has ruled India for most of the 70 years since independence, leads in regions covering less than 8 percent of the population.
The result came five months after the shock move last November by the Modi government to abolish high-denomination banknotes. The government claimed the aim was to flush out ill-gotten gains by rich Indians hiding their earnings in cash to avoid tax.  Some Western economists like Harvard’s Larry Summers, Nobel Prize winner Amartya Sen and the opposition Congress party claimed that it would squeeze credit and destroy consumer spending and lower growth.
Well, Modi appears to have been vindicated, at least by the electorate.  His barbed attack on ‘Harvard University economists’ during the election campaign scored.  “On one hand, there are these intellectuals who talk about Harvard, and on the other, there is this son of a poor mother, who is trying to change the economy of the country through hard work. In fact, hard work is much more powerful than Harvard.” The Hindu poor, in the rural areas particularly, where the ‘demonetisation’ was supposed to hurt the most, voted BJP.  The reality is that, while many transactions are conducted ‘informally’ ie not through the banking system, most rural poor never see the sight of large bank notes.  They are held by richer merchants, farmers and the urban elite to avoid paying tax.  So Modi’s move was popular.
But it was not only that which gave the BJP victory.  The party, formerly based on the fascist RSS, continued with its communally divisive propaganda to get people to vote on caste and religious lines. Its state leader Amit Sha promised to construct a Hindu temple on a razed mosque site and ban the slaughter of cows, worshipped by millions of Hindus.
Modi may have won the vote but the ‘demonetisation’ of 86% of circulated banknotes may still have economic repercussions.  In the short term, it caused lengthy queues at ATMs, when the government failed to provide sufficient amounts of new banknotes, stalling credit and transactions, with limits placed on cash withdrawals.  Those limits are only being removed next week, some five months later.  The demonetisation was supposed to attack corruption and tax evasion, but it seems to have had little effect on that.  Indeed, lots of rich Indians made ‘private arrangements’ to obtain new bank notes and avoid having to declare monies into bank accounts.
India has the largest ‘informal’ sector among the main so-called emerging economies.   Government tax revenues are low because Indian companies pay little tax and rich individuals even less.  It may be that demonetisation was invoked to reduce corruption and tax scams, but it was also a move that would strengthen the banking system’s control over people’s money in an undemocratic way.  A completely bank accounting transaction system would put big business and the banks in the driving seat for credit and liquidity, however, more efficient.  But for the rural poor, so far, that argument means little when you don’t have cash to withdraw anyway. Two-thirds of Indian workers are employed in small businesses with less than ten workers – most are paid on a casual basis and in cash rupees.
Modi may claim that the government’s November move has proved to have no long-term effect on the economy, but that is not true.  There has been a significant fall in consumer spending and business investment that has meant India can no longer be the fastest growing major economy over the likes of China.  The IMF reckons that India grew 6.6% in 2016 compared with China’s 6.7% and has lowered its forecasts for this year.

Moreover, India’s figures for real GDP are to be no more trusted that those in the past provided for China, or for that matter for Ireland in the last year.  Back in 2015, India’s statistical office suddenly announced revised figures for GDP.  That boosted GDP growth by over 2% pts a year overnight.  It seems nominal growth in national output was now being ‘deflated’ into real terms by a price deflator based on wholesale production prices and not on consumer prices in the shops, so that the real GDP figure rose by some way.  Moreover, this revision was not applied to the whole economic series, so nobody knows how the current growth figure compares with before 2015.  Also the GDP figures are not ‘seasonally adjusted’ to take into account any changes in the number of days in a month or quarter or weather etc.  Seasonal adjustment would have shown India’s real GDP growth as slowing towards the end of last year to about 5.7%, well below the official figure of 7.5%.
Real GDP growth may look strong on official data, but industrial output does not.  India’s industrial sector is hardly growing.

Business investment is stagnating, as Indian companies are overwhelmed by large debt burdens; and these debts put a lot of pressure on the banking system.  The Modi government, in contradiction with its neoliberal agenda, is trying to overcome the stagnation in business investment with government spending, but this is limited to defence and transport.  Ironically, the BJP government plans to strengthen the state energy sector through mergers of its 13 state-controlled relatively small oil companies.

The real problem for Indian capitalism is the falling profitability of its business sector.  The rate of profit is high by international standards, like many ‘emerging economies’ that have masses of cheap labour brought in from rural areas.  But, over the decades, investment in capital equipment relative to labour has started to create a reserve army of labour alongside falling profitability.
Source: Extended Penn World tables and Penn World Tables 9.0, author’s calculations.
The Modi government remains optimistic that the Indian economy is going to pick up even faster this year and onwards, based on ‘Modinomics’, which boil down to privatisation, cuts in food and fuel subsidies and a new sales tax, a tax that is the most regressive way to get revenue as it hits the poor the most.  The aim here, as it always is with neoliberal economic policy, is to raise the rate of exploitation of labour so that the profitability of capital is boosted and thus provide an incentive to invest, something Indian capital is refusing to do right now.  Now that Modi has triumphed and looks set to win the next general election in 2019, India’s big business and foreign investors will expect Modinomics to be accelerated.
This can only increase inequality.  Already, India is one of the most unequal societies in the world.  The richest 1% of Indians now own 58.4% of the country’s wealth, according to the latest data on global wealth from Credit Suisse Group.  The share of the top 1% is up from 53% last year. In the last two years, the share of the top 1% has increased at a cracking pace, from 49% in 2014 to 58.4% in 2016. The richest 10% of Indians have increased their share of the pie from 68.8% in 2010 to 80.7% by 2016.  In sharp contrast, the bottom half of the Indian people own a mere 2.1% of the country’s wealth.

This inequality is not down to the Modi government alone.  Previous Congress-led governments perpetuated this inequality too – indeed, under the corrupt Gandhi dynasty, made it worse.  No wonder India’s poor won’t vote for the Gandhis any more.  Just as in 2014, India’s electorate in the state elections were faced with a choice between a corrupt, family-run party backed by big business and landholder interests and an extreme nationalist party (with increasing backing from big business and foreign investors).  For the moment, Modi wins their vote.