EL Economista de Cuba
Una de las investigadoras del documento que reveló que 147 firmas poseen el 40 por ciento de los ingresos corporativos mundiales dialogó con Cash sobre la dinámica de ese proceso desde el estallido de la crisis internacional.
A fines de 2011, un estudio de la Escuela Politécnica Federal de Zurich, "The network of global corporate control", sacudió el debate sobre la concentración del poder a nivel mundial. La base de datos del estudio de Stefania Vitali, James B. Glattfelder y Stefano Battiston llegaba hasta 2007, es decir, hasta la frontera misma de la gran crisis que sobrevino con la caída de Lehman Brothers y cuantificaba por primera vez la idea generalizada de que un puñado de compañías dominaban la economía mundial. La investigación permitía demostrar que 1318 trasnacionales poseían directa o indirectamente acciones de sociedades que representaban el 60 por ciento de los ingresos mundiales y que el núcleo duro de ese grupo eran unas 147 compañías que concentraban el 40 por ciento de los ingresos corporativos mundiales. Stefania Vitali está investigando lo que ha sucedido desde 2008 y maneja como hipótesis provisoria que esa concentración se ha intensificado. En diálogo con Cash, Vitali se refirió a su estudio y su impacto económico y político.
¿Cómo calcula que ha evolucionado esta red de 147 compañías?
–Estas redes suelen ser estables, es decir que no presentan cambios drásticos de año a año. Pero como esta vez tenemos la crisis de 2008, calculamos que habrá cambios. Sabemos que varios bancos han sido nacionalizados, o han desaparecido o están en serios problemas.
También calculamos que habrá una mayor presencia de Asia. Mi hipótesis es que la concentración se habrá agudizado, pero hasta que no tengamos los datos concretos no podemos corroborarlo. Hay una cosa que está sin embargo clara. Los dos principales resultados que sacamos de nuestro trabajo anterior se van a mantener. El primero se refiere al nivel de conectividad que hay entre las grandes firmas y el segundo es el nivel de concentración. Es decir, las firmas están mucho más conectadas de lo que uno podría imaginar. En particular hallamos un centro, muy pequeño, compuesto por unas 1400 compañías que están conectadas directa o indirectamente. La otra cara de esta hiperconectividad es la concentración. Hallamos que el 80 por ciento de las acciones de esta red estaban en manos de un 0,6 por ciento de los accionistas. Así llegamos al núcleo duro de esas 147 compañías que controlaban un 40 por ciento del valor de las multinacionales. De modo que cuanto más nos acercamos al centro de la estructura, más aumenta la concentración.
Una de las críticas a esta investigación fue que las compañías financieras estaban excesivamente representadas. ¿Esto se debe a lo que se ha llamado la financierización de la economía?
–Los resultados siempre dependen de los datos. Nosotros dependemos de los que nos suministró Orbis, que tiene una base de datos de unos 37 millones de empresas e inversores de todo el mundo. En base a esta fuente hicimos una primera depuración y nos quedamos con unas 43.000 transnacionales vinculadas por participaciones accionarias. Es posible que sea más fácil recoger datos sobre las instituciones financieras y eso les haya dado más peso. También es posible que estas instituciones tengan mucha más conectitividad. Las compañías manufactureras suelen conectarse más con sus subsidiarias en una estructura piramidal mientras que el sector financiero tiene una estructura mucho más compleja.
¿Qué consecuencias tiene en la economía mundial este nivel de concentración y conectividad?
–No lo investigamos directamente. Es algo que estamos haciendo ahora, pero sí tenemos hipótesis. Primero que esto genera un gran riesgo adicional de inestabilidad en el conjunto del sistema, porque cuando las compañías se diversifican mucho, aumentando enormememnte su interconectividad, es beneficioso para las compañías, pero al mismo tiempo las expone a un impacto negativo sistémico. En este sentido, la crisis de 2008 puede ser el resultado de este alto nivel de conectividad. La segunda consecuencia es una reducción de la competencia en el mercado. Si compañías que pertenecen al mismo sector del mercado están en manos de un mismo grupo de accionistas, no tienen ningún interés en competir. Más bien tienen una tendencia a ponerse de acuerdo para fijar precios y ganancias.
Otra de las críticas que se le hizo es que confundían la propiedad y el control de una compañía. Según sus críticos, los dueños de las acciones eran en muchos casos Fondos de Pensión que administraban la jubilación de la población: es decir, el dueño, según esta crítica, era el hombre común y corriente que ponía sus ahorros en manos de fondos financieros administradores.
–Nosotros nunca hablamos de control sino de control potencial. Siempre se distingue entre el accionista y el que tiene derecho a tomar decisiones en las reuniones de directorio de una compañía. Puedo tener acciones pero no tener derecho de voto en las decisiones de compañías.
Usamos tres modelos distintos para unir la propiedad de las acciones y el control concreto de la conducta de una compañía. Un modelo establece que el que tiene más del 20 por ciento de control del paquete accionario de una compañía tiene un control del 100 por ciento. Desde ya que por la amplitud de nuestra base de datos no pudimos hacer un análisis específico de cada caso, pero se verificaba este vínculo entre propiedad y control.
Cuando hablamos de la conectitividad de estas compañías, existen del sector financiero vinculadas con el sector industrial y también con el negocio mediático. Cuando hay una incidencia directa sobre el sector mediático, el peligro abarca potencialmente al concepto mismo de democracia, algo sobre lo que una italiana como usted debe tener mucha experiencia.
–El peligro es real. Es necesario tener reglas que eliminen la posibilidad de este tipo de conectitividad. Con el gobierno de Mario Monti se introdujeron ciertas reglas para reducir esta interconectitividad, por ejemplo, para que una persona tenga límites con respecto a cuántos directorios puede pertenecer, porque si está en diferentes sectores estratégicos puede terminar distorsionando la economía para adecuarla a sus propios intereses. El mercado busca la ganancia. Ese es su interés. De modo que el Estado es el único que puede contrarrestarlo por medio de una fuerte regulación. Muchas veces es necesaria una acción mancomunada como la que pueden ejercer los Estados de la Unión Europea. Esto es importante porque las multinacionales tienen el poder para colonizar Estados, en particular en los países más pobres. Buscan su propio beneficio, no el beneficio social, colectivo.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-7266-2013-11-25.html
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