Guatemala: 10 apuntes sobre la coyuntura actual

Simona V. Yagenova

1. Se desarrolla en un contexto económico nacional de profunda impactación por la globalización neoliberal, que ha modificado la matriz productiva en la que el sector de servicios y comercio tiene cada vez mayor preponderancia en PIB, en desmedro del sector agrícola. Por otro lado, se constata un proceso de reconcentración de la tierra en manos de capitales nacionales y transnacionales, incluyendo al capital narco, que en su conjunto marcan una tendencia de despojo de las comunidades campesinas e indígenas y un deterioro en la tradicional economía campesina. La construcción de nuevas hidroeléctricas, proyectos de  explotación petrolero y de minería, la aprobación del proyecto de la Franja Transversal del Norte, del corredor  tecnológico, obedecen en su conjunto a una reorganización territorial sustentada en los intereses de acumulación del capital nacional e internacional, con sus respectivos secuelas de daños ecológicos, desplazamiento poblacional y conflictividad social.

Se constata, un reforzamiento de las alianzas entre capitales nacionales y transnacionales, que a pesar de sus evidentes contradicciones y disputas, impulsan un modelo de acumulación sustentado en el despojo, que agudiza la histórica y no resuelta problemática agraria, amenaza los territorios que le den sustento material y espiritual a los pueblos originarios, e impacta a comunidades campesinas amenazadas por proyectos que amenazan sus recursos de agua y bosque.

Las elevadas ganancias del sector bancario, el incremento de las exportaciones de la caña, la palma africana, y de otros productos no tradicionales, se contraponen a los datos estadísticos del aumento del desempleo, la extensión de la hambruna, y el crecimiento de la pobreza, impactando profundamente a una población históricamente empobrecida, que hoy por hoy, es mayoritariamente joven y carece de mayores perspectivas de ascenso social, a pesar de sus esfuerzos por concluir los estudios básicos, técnicos o universitarios. El que se suman más o menos  un millón de habitantes cada cuatro años a la población ya existente, sin que el Estado cuenta con una base tributaria adecuada que le permita atender a sus ciudadanos, complejiza aún más la situación. Cuando un modelo económico es incapaz de brindar a los habitantes dignas condiciones de vida, incapaz de garantizar perspectivas de futuro a la generación naciente, cuando más del 78% de la fuerza laboral sobrevive en la economía informal y cuando se expulsa a decenas de miles de connacionales hacia los Estados Unidos para encontrar otros medios de ingresos, ciertamente debe reconocerse que el modelo vigente ha fracasado en garantizar los derechos humanos y constitucionales básicos.

En tal sentido, debería responsabilizarse jurídica y políticamente a quienes promueven la profundización y continuación de este modelo, profundamente violatorio de los derechos de los y las guatemaltecos, porque atenta contra la vida y la madre naturaleza.

2.. El Estado, a pesar de que anualmente aumenta su presupuesto, no logra atender las crecientes y cada más complejas necesidades de la ciudadanía, sean estas en el ámbito de la salud, educación, vivienda, infraestructura, creación de fuentes de empleo, en la seguridad ciudadana, el combate al crimen organizado o en materia de derechos humanos y justicia.  Pero no se trata de un Estado fallido, sino de un andamiaje estatal que funciona en base a  compadrazgos, grupos de interés y que sirve de botín para los grupos económicos y sus preciadas ganancias particulares. Las políticas neoliberales impulsadas crearon condiciones para que su función principal sea garantizar las políticas y normas jurídicas que permitan a las elites transnacionalizadas contar con los mejores entornos para su proyecto de acumulación.

3.Los pactos políticos que se suscribieron al crearse la Constitución de la República en 1985, y los que posibilitaron la firma de la paz en diciembre del 1996, han desvanecido  y no existe una nueva plataforma y agenda nacional consensuada que permitiría redireccionar el destino de la nación hacia un futuro distinto. El deterioro de las prácticas políticas, carentes de ética, de bases filosóficas, o ideológicas, responde a la lógica del capital en su sentido más perverso. No se han creado nuevos espacios de participación política que trascienden la lógica de la democracia liberal y representativa, en tanto que la estructura política formal demuestra una creciente incapacidad para canalizar o responder a los anhelos transformadores de las fuerzas democráticas y sociales.

4. Desde ya hace varios años se advertía de que el proceso de democratización del país se encontraba en una fase de estancamiento, con riesgos de retrocesos hacia una restauración autoritaria. Desde el inicio de la transición política de un Estado contrainsurgente y autoritario hacía el que se cumpliera mínimamente con las reglas de la democracia representativa han pasado ocho procesos eleccionarios, pero  las elecciones del 2011 fueron el primero en el que se elige a un proyecto político que ha significado el regreso de ex militares y militares activos  a esferas de la institucionalidad pública, que parecería estar impregnando un sello particular a como desde el gobierno actual se aborda y enfrenta los múltiples conflictos sociales.

5.La “reinvención“ del enemigo interno, plasmado en el  concepto de seguridad hemisférico impulsado por los EEUU y ratificado por la OEA en el 2003, y nombrado como “ amenaza terrorista” se introdujo sutilmente en la política de seguridad publicado recientemente por el gobierno actual, en la cual la conflictividad social aparece como una de los principales amenazas vigentes para el Estado guatemalteco, lo que en otras palabras quiere decir, para las elites políticas y económicas cuyos intereses se encuentran incrustados en su andamiaje institucional y jurídico. Las categorías de soberanía nacional y territorio en cuya defensa se pretende accionar, se esgrime a partir de una lógica de absoluto respaldo a los proyectos empresariales a cuyos intereses se parece plegar nuevamente la institución armada y su intricado red de colaboradores. Podría afirmarse, entonces, que se trata de la recomposición de un proyecto oligárquico-militar, que cuenta con una proyección estratégica de largo aliento, respaldado por fuerzas conservadoras del continente. En tal sentido, parecen no importar los tiempos políticos electorales, ni el tipo de instrumento partidario, ni el que se opere con mayor frecuencia en la esfera de la ilegalidad o inconstitucionalidad. La restauración autoritaria puede construirse sobre los escombros de la democracia liberal y representativa.

6. Se constata una regresión en el respeto a los derechos humanos desde una perspectiva integral, lo que constituye una evidencia contundente de la falta de compromiso de las elites políticas y económicas para cumplir con los marcos jurídicos nacionales e internacionales en esta materia, sea en el ámbito de los derechos de la niñez, de las mujeres, de los pueblos originarios y de los trabajadores/as etc., y revela su marcado desinterés por la democracia.

7. En un periodo de 18 meses se han multiplicado e intensificado los ataques contra defensores/as de derechos humanos, ex integrantes del movimiento revolucionario, dirigentes del movimiento campesino, los pueblos originarios, comunidades, académicos, organizaciones de desarrollo y la cooperación internacional. Está en marcha una compleja e intricada estrategia con un amplio repertorio táctico, que involucra tanto a funcionarios públicos, ex militares, políticos de extrema derecha, medios de comunicación radial, televisiva y escrito, columnistas, supuestos académicos y empresarios, que tiene la manifiesta intención de debilitar y “aislar“a aquellas fuerzas quienes cuestionan la injusticia, la desigualdad, y las persistentes violaciones a los derechos humanos de los y las guatemaltecos.

8. Especial mención merecen las expresiones neofascistas y anticomunistas que operan con el aparente beneplácito de autoridades gubernamentales y cuentan con el respaldo político y económico del gran capital. Estas no surgieron a la luz del juicio contra Ríos Montt, ni desaparecerán del espectro político a corto plazo. Aplicando métodos de la contrainsurgencia y del fascismo clásico, inspirados en la guerra de cuarta generación que les lleva a una interpretación fanatizada y distorsionada de la realidad nacional, estos grupos libran una agresiva ofensiva contra las fuerzas democráticas y sociales. Bajo el descalificado de “comunistas” “terroristas” “vividores de la cooperación” desacreditan a personas e instituciones como parte de una estrategia política-ideológica que busca ganar adeptos para sus falaces interpretaciones de la historia y del presente. A pesar de la diversidad de procedencia, estos “apóstoles” son defensores a ultranza de las interpretaciones más ortodoxas del neoliberalismo y social darwinismo, por lo tanto útiles para los intereses de los grupos económicos “retrógrados”. Mientras atacan a la cooperación internacional por interferir en los asuntos nacionales, son súbditos de organizaciones ultraconservadoras mundiales, cuyas frases y propaganda reproducen como loritos obedientes. El problema no es su adscripción ideológica política, sino su actuación de acoso, descredito y divulgación de mentiras (al mejor estilo de fascismo clásico) que violenta los derechos humanos de las personas agredidas. Un andamiaje discursivo que sirve perfectamente para reforzar las tendencias fascistoides que históricamente han estado anclados en la sociedad y podría ser la antesala de una peligrosa e históricamente conocida estrategia represiva.

9. En otros países donde existen estas fuerzas ultras, la derecha “civilizada” se tiende a distanciar de estas expresiones por constituir un riesgo latente a la institucionalidad democrática y la convivencia pacífica. Aquí continúan operando con toda la impunidad del caso con el beneplácito o silencio de la mayoría de las fuerzas políticas y sociales, quienes aún no han comprendido, que más temprano que tarde, esta ofensiva no es contra comunistas, ni socialistas, ni dirigentes sociales, ni la cooperación sino contra cualquier posibilidad de construir un sistema político y económico democrático en el país.

10.  En este contexto de profunda crisis, de riesgos de restauración autoritaria es importante cerrar filas en torno a derechos conquistados, compartir la praxis acumulada, potenciar las practicas contra hegemónicas, articular los saberes y poderes populares, reabrir el debate sobre los retos estratégicos, y contribuir a la construcción de un sujeto socio-político que permita acumular fuerza, y redireccionar los destinos de esta nación hacia un porvenir emancipatorio.
Guatemala 20 de julio 2013



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