r Juan Manuel Karg
La victoria de la MUD en las elecciones legislativas en Venezuela abre una nueva etapa política para el país caribeño, gobernado hace dieciséis años por el chavismo.
Algunos elementos nos pueden ayudar a comprender mejor la nueva coyuntura:
- El chavismo nunca había quedado en minoría en la Asamblea Legislativa, algo que si le ocurrió al PT en Brasil, al kirchnerismo, y al Frente Amplio uruguayo en diferentes tramos de sus respectivos gobiernos. Este retroceso en curules es la primera derrota electoral representantiva del chavismo, visto y considerando que el anterior revés fue a raíz de la propuesta de reforma constitucional impulsado por Chávez en 2007. Es un hecho concreto: buena parte de los procesos de cambio en América Latina ya han tenido que gobernar con una mayoría opositora en el legislativo. Han perdido diversas elecciones legislativas, y luego retomaron la senda victoriosa en las presidenciales. Si bien esta nueva correlación tendrá determinadas consecuencias (la compleja aprobación de los presupuestos anuales es un ejemplo de ello) no puede condicionar la totalidad de acciones del gobierno. Se trata de la segunda derrota electoral en veinte contiendas de parte de las fuerzas chavistas.
- La diferencia entre el PSUV y la MUD fue de 16%, arribando a un 58% a 42%, una distancia incluso menor a la que vaticinaban diversas encuestas meses atrás, que mencionaban más de 30% de diferencia para la derecha. Ocurre que, por las circunscripciones electorales, la MUD duplica al PSUV en curules (tema circuital que la oposición había criticado en 2010, cuando perdiendo por 1% quedó 33 curules abajo). Maduro fue claro en este punto durante la conferencia de prensa que brindó en el Palacio de Miraflores tras la derrota: anunció que, por la “guerra económica”, viró la correlación de fuerzas históricas (en general, más afincada en un 60% a 40% para el chavismo, de acuerdo a un rápido promedio de las diferentes elecciones), pero que no era momento de sentirse derrotados sino de comenzar a construir en un nuevo escenario político. Y vaya si sabe el chavismo de eso: soportó el golpe de Estado de 2002, el paro petrolero de 2003-2004, la derrota electoral en 2007, la muerte del propio Chávez en 2013, y las guarimbas en 2014. Se construyó también en base a adversidades (allí tiene algo de similitud con el peronismo argentino), de las que, con el paso del tiempo, logró salir con iniciativa.
- La economía es uno de los puntos centrales que definieron la elección. El escenario de desabastecimiento inducido imperante en el país desde hace ya dos años fue el parteaguas para un movimiento de apróximadamente un 10% de electores que, en general, había elegido al chavismo en ocasiones anteriores y que en esta elección votó a la MUD. Uno de los desafíos del gobierno de Maduro en los próximos meses será el de desbaratar el complejo entramado que, desde circuitos empresariales, favorece al desabastecimiento y la especulación, y golpea a sectores populares. También el PSUV deberá retomar la construcción barrial que supo hacerlo uno de los movimientos más organizados del continente. “Vamos a recuperar la confianza de los incomodados” dijo Roy Chaderton en una rueda de prensa horas atrás, para luego afirmar que “hoy es el primer día de nuestra recuperación”.
- El triunfo de la MUD en Venezuela, apenas semanas atrás de la victoriosa elección de Mauricio Macri en la Argentina, nos muestra un convulsionado escenario político en la región. La derrota chavista es una mala noticia para la presidenta brasileña Dilma Rousseff, que enfrenta un pedido de impeachment de parte de la oposición conservadora en su país. También para Evo Morales, quien en febrero próximo disputará la posibilidad -vía referéndum- para poder presentarse a un nuevo mandato constitucional. La “restauración conservadora” de la que hablaba el presidente ecuatoriano Rafael Correa parece estar en curso en el continente, aunque la derecha se intenta presentar en este momento con un discurso de más moderación que el que supo ostentar con anterioridad.
- La MUD deberá unificar posiciones a su interior. Ahora tendrán la posibilidad de conducir nada menos que un poder del Estado venezolano, con todo lo que ello implica. Y apenas terminada la elección ya existieron diferencias: Ramos Allup amenazó con cerrar el canal de TV de la Asamblea Nacional, dando a entender que comenzaba un período de envalentonamiento contra el chavismo, mientras otros dirigentes buscaron mostrarse más contenidos, con un perfil más bajo, a sabiendas que tienen enfrente a un poderoso movimiento político y social aún vigente.
¿Buscará la MUD el referéndum para intentar derrotar a Nicolás Maduro en 2016, visto y considerando que su período constitucional termina recién en 2019? Habrá que ver. Saben que una cosa son las elecciones legislativas -conocidas como de medio término, y, generalmente, más favorables a la oposición que al oficialismo en buena parte del mundo- y otras las elecciones presidenciales o los referéndums revocatorios, que en Venezuela han sido inequívocamente favorables a las fuerzas del chavismo. En definitiva, la correlación de fuerzas de la Asamblea Nacional ha cambiado con fuerza, y hay un mensaje que quedó en las urnas. El gobierno bolivariano deberá reinterpretarlo para salir adelante, como muestra su curriculum durante la última década y media. Tiene una ventaja: perdió una legislativa, y no la presidencial.
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