“En la elaboración de la estrategia de los Estados
Unidos, se supone que debemos mantener nuestro papel preestablecido de
liderazgo imparcial en la OEA. Esto significa limitar la visibilidad de los
EEUU en la OEA, jugar nuestro rol detrás de las escenas en la medida en que sea
posible. Alentar a los latinoamericanos para que tomen la iniciativa pero, si
es necesario, hacerles sugerencias, tomando nuestras propias iniciativas en
función de todos los problemas de importancia para nosotros”.
Informe confidencial elaborado por el Grupo de Trabajo
Inter-agencial sobre Chile, conformado
por orden de Richard Nixon para elaborar propuestas de sanciones y presiones
dirigidas a derrocar al Presidente Allende.
De todos y todas es conocido, y ha sido históricamente comprobado, que
desde que Estados Unidos se conformó como nación independiente se propuso
ejercer un dominio total sobre el resto del territorio americano, al que
unilateralmente consideró como vital para la salvaguardia de sus intereses.
No siempre lo ha logrado. El espíritu de rebeldía incoado en el alma de los
habitantes de estas tierras desde que nos enfrentamos al primer invasor
español, al primer violador de mujeres aborígenes, al primer saqueador de
nuestras riquezas, al primer esclavista, al primer cura doctrinero que intentó
someter nuestras conciencias, a la primera Cédula de un rey desconocido y, más
tarde, a los sucesivos grupos oligárquicos que luego de la muerte de Bolívar se
enseñorearon del poder, ha logrado de tanto en tanto imponerse y hacer triunfar
la voluntad y la dignidad de los pueblos sobre las fuerzas que intentan someterlo.
Sin embargo, cada vez que las oligarquías se han impuesto, Estados Unidos
ha actuado siempre como el amo titiritero. Ninguno de esos grupos de poder ha
obrado sin su voluntad, sin su respaldo o sin su intervención militar, política
y/o económica. Intervenciones para las que además se han creado mamparas legales
muy convenientes, desde la Unión Panamericana hasta la OEA que han combatido
ferozmente y hecho fracasar cualquier otro intento de ordenar nuestro mundo de
acuerdo a las esperanzas de los pueblos.
Hoy la Venezuela Bolivariana está siendo objeto de un nuevo intento de
derrocamiento del gobierno legítimo que desde hace 18 años y tras sucesivos
triunfos electorales, conduce nuestro
país hacia destinos de soberanía y justicia. Este nuevo intento representa un
paso más en el plan de restauración del control del continente que Estados
Unidos requiere hoy para el mantenimiento de su supremacía global. Esta vez se
vale de su ministerio de colonias, la OEA, como una vez lo hizo contra la Cuba
revolucionaria, y lo hace a través del más descarado de los sirvientes que pudo
encontrar: el uruguayo Luis Almagro, quien comprobadamente está bajo su
“cálido” servicio desde que dirigía la política exterior en su país.
La iniciativa adoptada por Almagro ya había sido develada por el propio
Plan del Comando Sur “Freedom 2” y constituye un paso adelante de la Orden Ejecutiva
de Obama. En las actuales circunstancias en las que el orden mundial se le
escapa de las manos al imperio del norte, a Washington no le importa mucho
sacrificar invisibilidad a cambio de celeridad. Necesita con urgencia acabar
con los “malos ejemplos” que enseñan que hay un camino alternativo a su plan de
dominio total, y llega al extremo de exhibir sus métodos mafiosos amenazando
con cortar ayudas financieras a aquellos países que en el seno de la OEA se
pronuncien en defensa de Venezuela.
Desgraciadamente le están facilitando esta tarea un grupo de venezolanos y
venezolanas que desdiciendo y traicionando nuestra historia de resistencia y de
luchas heroicas por la libertad, van por el mundo vendiendo la patria y su alma
al que primero se atreva a ordenar la intervención del país, sin que les
importe cargar con la responsabilidad histórica de la destrucción de su propio pueblo
a cambio de las migajas que les dejen los conglomerados financieros y militares
que sirven al imperio.
Como Miranda
estamos convencidos y convencidas de que no puede construirse nada sólido ni
estable en un país, si no se alcanza antes la independencia absoluta, y para
ello es hoy más urgente que nunca consolidar la unión de nuestros pueblos. ¿Hasta
cuándo seguiremos manteniendo la mampara imperial de la OEA, existiendo como
existen organizaciones propias como la CELAC, UNASUR y el ALBA? ¿Hasta cuándo
seguiremos permitiendo que traidores como Almagro se entronicen en cargos desde
los cuales, al igual que su homónimo conquistador, intentan arrodillar a los
pueblos libres y ponerlos al servicio de los nuevos emperadores? Creemos estar
plenamente justificados en pedir la remoción inmediata del señor Luis Almagro como secretario General de la OEA y
que ésta reduzca su accionar a un papel de intermediadora entre las dos Américas. En su defecto, los gobiernos de Nuestra
América deberán dar por concluido el ciclo vital de esa institución.
Es hora de hacer respetar
la dignidad de los pueblos y de mantener erguidas las cabezas. Es hora de no
volver a permitir que se enloden los avances de los pueblos bajo toneladas de
calumnias mediáticas y campañas de desprestigio. Es la hora de la unidad, de la
lucha, de la batalla y de la victoria definitiva sobre los siniestros designios
del imperialismo.
Caracas, 28 de marzo de 2017
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