Guatemala: El largo paseo del capitán Lima OlivaCrónica
Plaza Pública, 18 de febrero 2013
El ministerio de Gobernación publicitó la recaptura de Byron Miguel Lima Oliva, en prisión por el asesinato del obispo Gerardi, con bombo y platillo. Más allá de show mediático que lo envuelve, el caso dejó al descubierto las irregularidades, de las que ya muchos hablaban, en el sistema penitenciario guatemalteco y le costó el cargo al director del mismo. Un día después de la detención, el juez de turno desestimó el cargo de evasión que le imputaba el MP al que ha sido calificado por algunos como un preso modelo.
“Quizás por compartir esos principios castrenses y ese pasado militar, González veía con buenos ojos el liderazgo que ejerce Lima Oliva dentro Pavoncito. Así, sin jamás cuestionar públicamente cómo es que lo había ganado ni cómo lo seguía manteniendo. Según dijo en diferentes entrevistas, era porque el capitán hacía un buen trabajo.”
“En ley, en el artículo 14, dice que tiene que avisarle al juez de ejecución. Esa ya fue responsabilidad del director… Yo no soy abogado pero sé que el procedimiento lo tiene que hacerlo la autoridad máxima que es responsable de mi resguardo y custodia, que es el sistema penitenciario”, dijo Lima Oliva.
El capitán Byron Miguel Lima Oliva salió de paseo el viernes pasado. Así lo aseguró el ministro de Gobernación, Mauricio López Bonilla, en una apresurada conferencia de prensa que se montó alrededor de las 9:00 de la noche de ese mismo día. Según López Bonilla, lo hacía rutinariamente y a sus anchas, con contactos dentro del sistema penitenciario y en vehículos particulares. Según Lima Oliva, sólo salía de Pavoncito las veces necesarias para un tratamiento médico por apnea en grado grave y, el viernes en particular, a una serie de cirugías dentales obligatorias por el cambio total de su dentadura.
Para el primero, la captura del capitán, encontrado culpable en 2001 por el asesinato del obispo Juan José Gerardi, era una muestra del descontrol existente en los centros penitenciarios y dirección general de los mismos; para el segundo, en el mejor de los casos, una confusión y una injusticia.
Pero las siguientes 28 horas del caso, desde su detención alrededor de las 5:30 de la tarde del viernes hasta las 9:00 de la noche del sábado que se le ligó a juicio por encubrimiento propio, sacaron una vez más a la luz pública las deficiencias del sistema penitenciario y pusieron las miradas de nuevo sobre Byron Lima, el preso modelo, para unos, o el reo “paisa” más poderoso dentro de las cárceles guatemaltecas, es decir, el prisionero más fuerte entre quienes no pertenecen a las pandillas.
El ministro
López Bonilla llegó una hora tarde a la conferencia de prensa que él mismo había pactado. Sin preámbulos, se dirigió al micrófono instalado en la sala de la tercera planta del Ministerio de Gobernación y empezó hablar. Confirmó la captura de Byron Lima Oliva a pocos kilómetros de Pavoncito; aseguró que no era un intento de fuga sino una evasión del recinto penitenciario; afirmó que en el vehículo de Lima había dos armas sin registro que presumiblemente serían ingresadas a la cárcel; y anunció la destitución del director general de centros penitenciarios, José Luis González, y de la directora de turno de Pavoncito, Azalea Patricia López Vásquez. Así, en líneas generales.
Fuerzas Especiales de la Policía Nacional Civil (FEP) capturaron a Lima Oliva en el kilómetro 18.5 de la ruta hacia Fraijanes a las 5:30 de la tarde del viernes 15. Ahí, en ese punto, habían instalado un operativo especial. El capitán se conducía a borda de una camioneta Toyota Land Cruiser blindada color negra, manejada por William Estuardo Salguero, su excuñado. Era acompañado por el director de la unidad de registros y traslados de Centros Penitenciarios, Edgar Rolando Hernández Franco, y por el agente Eliseo Ical. Atrás, otro vehículo conducido por Selvin Godoy Godoy, piloto de las hijas de Lima Oliva, servía de colero. Era una camioneta Land Rover negra en la que iban los agentes penitenciarios Domingo Choc Coy, Santos Benedicto Sarseño Lemus, Mario Sandino Rodríguez y Modesto Vásquez Vásquez.
Les hicieron el alto, los sacaron del vehículo, decomisaron armas cortas y, tres horas después, llegaban a la Torre de Tribunales acusados, según los partes policiales, de portación ilegal de armas e intento de evasión. La principal prueba de la evasión era una fotocopia tamaño carta, un permiso solicitado por el mismo reo y que no cumplía con los requisitos legales.
En boca de López Bonilla, “la salida de Pavoncito mostraba un proceso irregular sin controles”. La ley del Régimen Penitenciario establece el procedimiento para tratamiento médico en su artículo 14. En casos de gravedad o cuando los reos así lo soliciten, éstos tienen derecho a ser asistidos por médicos particulares , previo dictamen favorable del médico forense, del Ministerio Público (MP) y con autorización del juez de ejecución penal . Sólo en casos de extrema urgencia, la salida de los reos podría ser autorizada por el director del centro y éste tendría la obligación inmediata de notificar al juez. Nada de esto se hizo en el caso de la salida de Lima Oliva.
Al momento de su detención, el capitán tenía una fotocopia de una solicitud autorizada por González para asistir a una cita odontológica entre las 8:00 de la mañana y las 2:00 de la tarde. La misma no tenía carácter de extrema urgencia, ya que había sido solicitada dos días atrás; no se había comunicado al juez de ejecución penal; y Lima Oliva había salido a las 5:45 de la mañana y casi 12 horas después regresaba hacia Pavoncito. “Hay cosas que se hacen a mis espaldas y sin autorización”, afirmó el ministro.
El viernes por la noche, la tesis de Gobernación era clara: Lima Oliva, como otros reos, gozaban de prebendas entre las autoridades del sistema penitenciario para salir a discrecion de las penitenciarías, entre otros beneficios. “Hay mucha información de que esto pudo haber sucedido antes en varias ocasiones, no sólo con él sino con otros reos”, aseguró López Bonilla.
Los rumores del poder de Lima Oliva y de sus vinculaciones con actos criminales dentro de Pavoncito no son nuevos. El MP da cuenta de investigaciones abiertas por agresiones y amenazas a otros reos, entre otras. ¿Por qué no se había investigado antes? ¿No se tenía en la mira a la dirección de centros penitenciarios por posibles vinculaciones?. “A mis espaldas se ha llevado a cabo una serie decisiones irregulares y anómalas que me aseguran que lo que hay (en centros penitenciarios) es un descontrol”, afirmó López Bonilla. Desde Italia, un día después, el presidente de la república, Otto Pérez Molina, daría espaldarazo a las decisiones de destitución hechas por el ministro y aseguró que la investigación seguía abierta.
Según fuentes policiales y del ministerio de Gobernación consultadas, la captura fue el resultado de una investigación que se venía realizando desde hace varias semanas en los centros penitenciarios del país. El operativo demostraba esa falta de controles administrativos, el poder de Lima Oliva para disponer de vehículos y hombres propios en sus traslados, y hasta la intención de ingresar armas de pequeño calibre al interior del recinto. “Lima Oliva ha obtenido poder dentro de Pavoncito por lo que pediremos su trasladado”, afirmó López Bonilla y se marchó.
El acusado
Sentado, detrás del grupo de abogados, Lima Oliva no parecía el hombre fuerte que dirige con mano de hierro los destinos de una penitenciaría y tiene a su disposición agentes penitenciarios y administradores de Pavoncito. El sábado por la tarde, se le veía cansado, derrotado. No sacaba el pecho como en las fotos de diciembre pasado publicadas en El Metropolitano de Mixco, donde posaba con González y empresarios de seguridad privada en una visita guiada a Pavoncito, considerada por ellos la cárcel modelo del sistema penitenciario guatemalteco.
Por momentos, apoyaba la cabeza en el barandal que tenía enfrente. En otros, los menos, giraba el rostro hacia los periodistas y mostraba su nariz aguileña, una mirada taciturna y su frente amplia. Esas miradas duraban poco, apenas unos segundos. Así, con las manos engrilletadas detrás de la espalda, parecía que no le quedaba rastros de la explosividad con que habló a la prensa la noche del viernes cuando llegó a la Torre de Tribunales.
“Si quiere que me defienda, me voy a defender. Si quieren que demuestre más cosas de lo que puede existir en un gobierno corrupto, como fue el de Álvaro Colom, Alfonso Portillo y el de toda esa raza, ¡sigamos pues! Vamos a ver cuál es el objetivo de esta detención”, dijo a Emisoras Unidas. “Que venga el juez. ¡Veamos el gran gasto y el ridículo que hacen las fuerzas de seguridad del Estado!”, decía el viernes.
El sábado por la tarde, el capitán mantuvo silencio. Esperaba conocer las pruebas que presentaría el MP para poder desvirtuarlas todas una vez rindiera su declaración. Su abogado, Marco Antonio Rossell había adelantado que no había pruebas en su contra, que todo era un montaje del ministerio de Gobernación.
En la historia judicial reciente del capitán pocas veces ha habido pruebas en su contra. Ocho casos abiertos por el MP, que van desde amenazas hasta tráfico de drogas, fueron desestimados o archivados. Otros seis casos de amenazas, extorsión y agresiones están en investigación a la espera de pruebas, que pocas veces llegan. En septiembre de 2009, la auxiliatura móvil de la Procuraduría de Derechos Humanos (PDH) en Fraijanes abrió un expediente de investigación contra Lima Oliva. Se le denunciaba por someter a castigos físicos y psicológicos a 13 reos de Pavoncito. El ex capitán daba las órdenes. 50 reos a sus servicios las cumplían a rajatabla. Nadie quería hablar de ello.
Su defensor reconoció a elPeriódico que las denuncias contra su defendido superaban el medio centenar a mediados del año pasado, pero que la mayoría eran deslegitimadas por falta de pruebas. Los fiscales del MP tenían otra percepción: las denuncias no eran ratificadas por temor a represalias dentro de las cárceles.
Así, aunque dentro de las penitenciarías se habla de su participación en revueltas y asesinatos de pandilleros o de tener nexos con capos de la droga vinculados al Cartel del Golfo y los Zetas, jamás han existido pruebas reales que lo vinculen con ello. Mucho menos por ser el hombre que, según las autoridades, maneja con brazo de hierro la cárcel de Pavoncito y tiene control en otros recintos, como en Fraijanes II, desde donde, según fuentes del Mingob, recibió fotografías del motín de noviembre pasado y las reenvió a algunos periodistas.
“Lima Oliva es el hombre fuerte de Pavoncito”, comentó un fiscal del MP hace algunos meses, poco después que se entablara una nueva causa contra el ex capitán por falsificación de documentos en su proceso de redención de pena. “Él dispone de los reos, de los negocios, del control sobre la seguridad interna y los administradores… Él manda adentro, lo hizo en el Preventivo de la zona 18 y lo hace ahora. Sale cada vez que quiere. Hasta parece ser una broma que quiera salir de ahí”, sostuvo.
Marco Antonio Rossell, defensor del capitán, lo defendía de esta manera en agosto de 2012: “Lo que no permite el capitán es que los reos se estén asoleando todo el día. Él lo dirige todo. Ese es un presidio, no un campo de vacacionistas y ahí se debe observar la disciplina”, dijo a elPeriódico.
El exdirector
La dirección penitenciaria vio de otra manera a Lima Oliva. Quién fuera hasta el viernes el director general del Sistema Penitenciario, Luis Alberto González, lo describió como un “reo modelo”. Lo dijo en marzo de 2012, cuando reconoció que existían estructuras criminales y corrupción administrativa dentro de los 22 centros que manejaba su dependencia, que era difícil controlarlas por las condiciones de hacinamiento de los internos y que eso cambiaría con la construcción de nuevas cárceles dotadas con nuevas tecnologías de control y seguridad. Para esto último, Pavoncito y el sistema de trabajo del capitán serían el ejemplo a seguir.
El liderazgo de Lima Oliva le permite ser el coordinador laboral de la cooperativa Torre Fuerte, que funciona en Pavoncito desde 2010. Pero, además, maneja un segundo perímetro de revisión de visitantes, controlado por reos bajo sus órdenes y que tienen dispositivos de comunicación interna y escáneres electrónicos. Aunque algunos personeros de Gobernación creen que el capitán y sus hombres lo que buscan es el monopolio de lo que ingresa, tanto lo permitido como lo no permitido; y que a González no terminaba de gustarle este segundo anillo de seguridad constituido por los reos leales a Lima, éste se mantuvo intacto hasta ahora.
Así, el ex director general no colocaba las acciones de Lima Oliva al interior de la cárcel en la categoría de “criminales”. De él, dijo que era un reo modelo que había impuesto disciplina entre los otros reos debido a su pasado militar, que había introducido esquemas laborales para asegurar la reinserción futura de los reos, que estaba haciendo un buen trabajo en Pavoncito. “Usted sabe que la disciplina en el ejército es básica… Y él ha trasladado ésta disciplina a donde ha llegado. Es un líder, un reo modelo”, dijo.
González también tiene su pasado militar. Egresó de la Promoción 96 de caballeros cadetes de la Escuela Politécnica; fue jefe de la sección de inteligencia G-2 de la zona militar 21, en Cobán, Alta Verapaz, a mediados de los años 90; y para finales de los años 2000 estaba al frente la Guardia Presidencial y de los Cuadros Móviles. Su despacho lo adornaban, hasta esta semana, un mapa de Guatemala, el plano de una cárcel modelo que proyectaban construir y el escudo con una calavera con boina roja que recuerda su pasado como paracaidista kaibil.
Se presentaba con un “soy coronel del ejército” y cuando hablaba del sistema penitenciario no hacía mucha referencia sus estudios en administración, derecho y seguridad pública; sino, más bien a la falta de mística de los agentes penitenciarios, a dotar de una nueva doctrina de trabajo a todo el equipo administrativo y la necesidad de imponer disciplina a los reos. Y las palabras mística, doctrina y disciplina eran acompañadas con un “así como la que existe en el ejército”.
Quizás por compartir esos principios castrenses y ese pasado militar, González veía con buenos ojos el liderazgo que ejerce Lima Oliva dentro Pavoncito. Así, sin jamás cuestionar públicamente cómo es que lo había ganado ni cómo lo seguía manteniendo. Según dijo en diferentes entrevistas, era porque el capitán hacía un buen trabajo.
González lo matizó en una entrevista a La Hora: “Byron es un privado de libertad que está poniendo esfuerzo en una rehabilitación eficaz, de formar un equipo y coadyuvar a una rehabilitación como la que están llevando a cabo”; lo repitió a elPeriódico en agosto de 2012 “Lo que visualicé en Pavoncito es un liderazgo, un liderazgo positivo y no sólo de Byron Lima” ; y lo volvió a admitir a elFaro.net
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