Carlos Martínez García · · · · ·
Sin Permiso, 16 de marzo 2014
Las Marchas de la Dignidad tienen orígenes difusos y plurales como todo lo que últimamente nace con empuje. Hay tras ellos movimientos de parados del Levante y Extremadura y muy pronto se forma una coordinadora inicial de un grupo de personas y sindicatos alternativos como las Intersindicales o el SAT entre otros. También fuerzas cívicas como el Frente Cívico, Attac Andalucía, la PAH y otras así como algunos partidos políticos. Todos ellos figuran en las actas y en http://marchasdeladignidad.org/. Unas reuniones en la Parroquia de San Carlos Borromeo de Entrevías, ya de por si todo un símbolo, comienzan a poner en marcha algo difuso todavía pero que tiene la férrea voluntad de hacer visibles a los invisibles, las personas paradas y el amplio precariado así como denunciar las políticas impuestas por la Troika y los recortes de los gobiernos, tanto el central como los autonómicos.
Somos los dignos y las dignas, las víctimas de la crisis que no se resignan, caminando hacia Madrid. Hacía el centro financiero y político, sede de la mayor parte de la oligarquía cruel y rentista que domina el Reino de España. Hacia la sede de los bancos culpables, rescatados con dinero público pero que desahucian, provocan el cierre de pequeños negocio e incrementan el paro y le niegan créditos a la economía productiva en manos de empresas familiares provocando cierres y más paro. Pero también el centro del bipartidismo que dos años antes en alianza han modificado el artículo 135 de la Constitución, en muy pocas horas, al objeto de situar la deuda y los intereses financieros por encima de los derechos humanos. El déficit es el nuevo pecado mortal de la iglesia neoliberal y el Gobierno de entonces y el de ahora con fidelidad perruna sigue los dictados de la Alemania de Merkel y de la Troika.
Pero vamos a lo que considero más interesante. En un momento de reflujo de las movilizaciones, tras la dureza y éxito digamos mediano de dos huelgas generales tradicionales, realizadas en medio de tremendas dificultades, un grupo inicial de no más de sesenta personas, en una iglesia muy poco convencional, lanzan una llamada a caminar para seguir la lucha. Una nueva forma de lucha generalizada y sostenida, con un proceso muy difícil y que tiene que movilizar a los más débiles con apoyo de los que tienen la suerte de tener trabajo y de unas sesenta organizaciones. En un estado en el que no hay libertad sindical real, pues en las pymes, la hostelería y el amplio y variado sector comercio, con trabajadores y trabajadoras precarios, la huelga está prohibida. Cerca de un 70% al menos de la masa laboral del Reino de España, carece de derechos de huelga, reunión y negociación colectiva eficaz.
Los sindicatos mayoritarios, tras las huelgas generales, pero también tras su no reconocida debilidad provocada por la propia crisis, el fin del pacto social y la desafección de mucha gente joven fundamentalmente, debido a su tibieza y su al menos más que aparente conformismo, están noqueados. No son ajenos a esta debilidad las fuertes campañas de las derechas política, económica y mediática en su contra, es cierto, pero su falta de garra y de empuje, es evidente. Es en ese momento cuando aparece una novedosa forma de luchar frente al autoritarismo patronal y un gobierno, que encima de estar implicado hasta las trancas en casos de corrupción gobierna en beneficio de parte de forma dura e intransigente. Es el gobierno de los bancos y de los poderosos y hay que hacerle frente exigiendo su dimisión. Cosa que otros actores políticos y sindicales no han hecho. Exigirles que se vayan, porque ni nos representan, ni defienden al pueblo.
Por tanto ya que no se puede hacer una huelga general de éxito y total, iniciamos formas diferentes e inclusivas de lucha. Yo vislumbro un antecedente en las marchas de la India por su independencia. Las marchas indígenas en Latinoamérica. Las marchas campesinas. Las marcha internacional de las mujeres. Las marchas de parados de los EE.UU cuando la gran depresión de 1929. Pero con consignas de ahora claro. Por tanto y por primera vez en una movilización global de todo el estado, el tema de la deuda, es uno de los ejes centrales. Mientras pagar la deuda sea lo prioritario no habrá dinero para la protección social y la educación pública, pero tampoco para hacer inversiones y apoyar a pymes y economía social. Encima la mayor parte de la llamada deuda pública es privada como sabemos y por tanto se está recortando para fortalecer las grandes fortunas y rescatar bancos y empresas del IBEX y esto es sencillamente criminal.
La deuda es impagable, pero es un sistema excelente para que los poderosos y los gobiernos de la Troika opriman a sus pueblos y los conviertan en seres sin derechos, luchando simplemente por la comida del día siguiente. La deuda es un arma de destrucción masiva de la democracia. Ante todo esto las Marchas de la Dignidad gritan rebelión cívica y democrática y denuncian la represión y autoritarismo del partido de las derechas que prepara leyes para dominar y asustar al pueblo trabajador que exige sus derechos.
Las Marchas deben ser el inicio de algo. Se sabe que CCOO comienza a verlo y muchas de sus secciones sindicales a apoyarlas, incluso personas de UGT lo están haciendo a nivel individual. Es lógico, las Marchas no van contra nadie, solo exigen el fin de la austeridad, la dimisión del Gobierno, techo y pan. Pero esta nueva forma de movilización debe permanecer en el tiempo y tal se intenta. Además hay un hecho muy significativo y es que por primera vez todas las fuerzas sociales y sindicales alternativas de todo el Reino de España, caminan juntas en una movilización. Sindicatos y movimientos sociales nacionalistas que hasta ahora han organizado sus propias huelgas generales nacionales, en estos momentos se movilizan y caminan ya hacía Madrid. Porqué a pesar de la censura de la prensa y medios corporativos, las marchas ya están a la hora de salir este artículo en las carreteras.
Los peligros que pueden acechar a las Marchas son el sectarismo y el viejo vanguardismo incluso con nuevos nombres y k por medio. Aquellas y aquellos que puedan pensar que pueden decidir sobre las Marchas por derecho imagino que divino-pues otro…- así como quienes vean en las Marchas de la Dignidad su “frente de masas” o incluso quienes sufran el espejismo de pensar que ya es el día, se equivocan. Por eso las provocaciones son un peligro que los organizadores tenemos en cuenta y sobre el que advertimos. Las Marchas necesitan ser un éxito, mostrar músculo y capacidad. Pero también ser permanentes al objeto de seguir luchando y concienciando con el ejemplo a millones de personas paradas, pobres e invisibles de este estado y además lograr la unidad de todas y todos, tanto organizaciones, como personas dispuestas a cambiar la situación y demostrar que todo se puede hacer de otra manera. De despertar a quienes temen a los poderosos o se conforman con su pobreza y venden su dignidad.
Las Marchas de la Dignidad, Madrid 22 de Marzo pueden y deben ser el inicio de una nueva etapa de resistencias y de movilizaciones, que aúnen a todas las luchas dispersas y en muchos casos exitosas que se están produciendo a lo largo y ancho del Estado frente a ayuntamientos autoritarios, multinacionales sin escrúpulos, deslocalizaciones, EREs fraudulentos, privatizaciones de lo público así como ventas tramposas de patrimonio público o leyes injustas represoras, patriarcales, ultra-consrvadoras o talibán-católicas. Todas esas luchas deben converger y pueden converger. Lo que partidos políticos y plataformas electorales no han logrado para batir con éxito a los que sirven a sus amos, se ha logrado por un puñado de movimientos sociales, sindicatos llamados minoritarios y las izquierdas consecuentes y alternativas. Pero esto va a depender no de nuestra capacidad de imponer o llevarnos el gato al agua en una asamblea, sino de nuestro ejemplo, capacidad de sacrificio, inteligencia y capacidad de ser inclusivos y no sectarios. También de nuestra coherencia antineoliberal y social.
Carlos Martinez es politólogo, co-primer secretario de Alternativa Socialista y ex presidente de Attac España. Miembro de la coordinadora de las Marchas de la Dignidad por Attac Andalucía.
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