Guatemala: Ana María Cofiño No tienen corazón

NO TIENEN CORAZÓN
Anamaría Cofiño K.

Olvidan estos ingratos que el daño que provocan funciona como un bumeran que regresa al lugar de donde salió.

Los sentimientos son una forma biopsíquica de percibir el mundo. Desde las ciencias sociales se explican como construcciones culturales que moldean las expresiones del ser humano; muchas personas piensan que los sentimientos anidan en el corazón, el k’ux que dicen en kaqchikel. Cuando una sabia mujer se refiere a los asesinos diciendo que “no tienen corazón”, entiendo que es una buena manera de explicar la maldad humana.


No tener corazón significa carecer de solidaridad, de compasión, de empatía. Alguien sin sentimientos hace daño, destruye, es violento. Las personas no somos violentas “por naturaleza”, esta idea les atribuye a los hombres ese rasgo, otorgándoles el poder para dominar. Pero el hombre no nace violento, se hace. 

En Guatemala nos educan en el racismo como manera de relacionarnos. Ese desprecio hacia las personas consideradas diferentes destruye el tejido social y larva el afecto. La discriminación es violencia, aunque sea sutilmente ejercida. Nos construyen como sujetos de violencia y así vamos asumiéndola como normal. 

Miles de hombres sin oportunidades trabajan como soldados, policías o guardias armados. Trabajadores del campo y la ciudad sin oportunidades son contratados para defender la propiedad ajena. Su entrenamiento consiste en empuñar un arma y matar a sangre fría. 
Otro elemento fundamental para moldear el corazón de los chapines ha sido el odio político que se ha destilado hacia quienes históricamente han exigido justicia. El anticomunismo es la base ideológica sobre la cual se montó el exterminio de miles de personas inermes cuyo delito era luchar por sus derechos. Hoy sigue siendo la fundamentación que sostiene un régimen injusto de inmensas desigualdades.

En este momento, decenas de familias q’eq’chíes de las comunidades Monte Olivo y 9 de febrero que se resisten a la operación de Hidro Santa Rita, están siendo atacadas por policías y paramilitares armados que han intentado expulsarlos del lugar que ocupan para sobrevivir, junto al río Dolores en Cobán. La descarga de bombas lacrimógenas, las amenazas y golpes, así como los cateos y capturas perpetrados con la mayor impunidad, son la práctica represiva que usan para imponer la operación de negocios perniciosos, culpables del sufrimiento de cientos de personas.

Dicen que para acumular riquezas no hay que tentarse el alma: los escrúpulos se ignoran cuando está de por medio la ambición de poder. Es evidente que en el corazón del capitalismo los sentimientos que se valoran son el espíritu competitivo, el desprecio al prójimo y el sentido avaricioso de propiedad individual. Pertrechados con un corazón de hierro, y armados hasta los dientes, los dueños del país -amparados por un gobierno criminal-, protagonizan una guerra cruel e injusta contra un pueblo que desde siglos defiende su derecho a vivir dignamente.

El deseo de bienestar es una fuerza colectiva incontenible. Eso no lo puede eliminar ninguna guerra, porque está enraizado en el corazón de la gente.

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