En el plano geoestratégico mundial asistimos a una
transición intrasistémica cuyo desenlace para la humanidad es incierto. Transición porque algunos de los pilares y
reglas del juego geopolítico están modificándose[1], e
intrasistémica porque se efectúa dentro del modo de acumulación del sistema
capitalista.
Se constata una crisis del modo de
acumulación capitalista, que tiene rasgos tanto cíclicos como sistémicos que
implica una nueva reconcentración de los capitales, e una intensificación de la
disputa inter-imperialista por territorios, bienes naturales, recursos
energéticos y mano de obra barata, que se desarrolla de manera paralela a una
crisis civilizatoria, ambiental, sustentado en imaginarios y modos de
vida-consumo que no son sustentables a largo plazo. Diversos estudiosos del
tema (Harvey, Dierkxsens, Houtard, Amin, Wallerstein, Lowy) han planteado que
las contradicciones sistémicas se agudizan, lo que ofrece oportunidades para
trascender hacia una sociedad post-capitalista (Dierkxsens), o hacia un lento proceso de caos y barbarie
que llevaría a la destrucción del planeta y de la humanidad ( Luxemburg,).
El sistema mundial actual carece de un mecanismo arbitral
independiente, no existen efectivos contrapesos, como tampoco mecanismos
democráticos que permitiese al ciudadano -mundo ejercitar su voz y voto en los
ámbitos supranacionales e insuficiente correlación mundial para transitar hacia
otro sistema mundial distinto. En este sentido, los Estados se constituyen aún
en un eslabón estratégico para cualquier estrategia de transformación del orden
mundial.
Mientras se gestan esfuerzos para la constitución de un
mundo multipolar encabezado por los BRICS y países del ALBA, mediante una serie
de acuerdos políticos relativos a una eventual transformación del sistema financiero internacional, alianzas
económicas, políticas y diplomáticos que buscan reducir el margen de maniobra
de los EEUU, el Imperio impulsa una nueva ofensiva mediante modalidades de la
guerra descentralizada, el uso del sicariato y ejército privados, la sofisticación
del sistema de espionaje, y una guerra mediática impulsada desde las empresas
privadas de comunicación como brazos ideológicos para la estrategia de control
y manipulación de población. Existe una creciente brecha entre la ciudadanía
mundial y los poderes fácticos que adquieren cada vez más poder y aspiran a
robustecer el sistema de dominación y saqueo total. La dramática situación que
se vive en Iraq, Siria y Libia, demuestra lo que sucede cuando se desatan las
fuerzas destructivas del capital sobre los territorios y pueblos donde se
sitúan recursos energéticos de vital importancia para la reproducción del
modelo.
Hoy por hoy, no existe una correlación de fuerza
política-social mundial que tenga posibilidad de revertir o modificar el
contenido del modelo sustancialmente. Esto, implica, a corto plazo, que se
asiste a un contexto mundial cuyos rasgos sobresalientes son la inestabilidad
acompañada por un renovado ciclo de militarización y ofensiva imperialista que
tiene como sujeto principal al Imperialismo Estadounidense, la OTAN y las
empresas trasnacionales.
Cuando en el 2014, el
mandatorio cubano Raúl Castro proclamó a
nombre de los países integrantes de la Comunidad de Estado
Latinoamericanos y Caribeños ( CELAC)
que nuestra región es una “ Zona de Paz” y solicitó a los estados miembros respetar plenamente la resolución emitida, se tenía plena consciencia, a lo menos por
parte de los países del ALBA, de las amenazas que se cernían sobre la Patria
Grande y de la fragilidad que prevalece aún en el ámbito de los procesos de
integración regional.
La contraofensiva
imperial y de las fuerzas de derecha contra los gobiernos progresistas de la
región ha sido una parte consustancial de la dinámica socio-política de la
región, por lo que en sí, no es novedoso. Basta recordar la larga historia de
intervenciones, los Golpes e intentos de Golpe de Estado que se registraron
durante la última década. Sin embargo,
es evidente, que esta ofensiva se ha acrecentado durante los últimos seis
meses, dirigiéndose especialmente contra Brasil mediante un golpe de Estado
contra la Presidenta Vilma Rousseff y una intensificación de la campaña
internacional en contra a República Bolivariana de Venezuela.
La compleja estrategia
de desestabilización que se ha aplicado
en contra de la Revolución Bolivariana, si bien reproduce viejos modus operandi
del siglo XX, boicot económico, intentos de Golpe, violencia opositora, campaña
orquestada de la derecha internacional etc.( URSS, Guatemala, Cuba, Chile,
Nicaragua etc.) ha incorporado nuevas
modalidades que en su conjunto consisten
en una densa estrategia de guerra de “ baja intensidad“
que involucra a los EEUU, capitales transnacionales, las empresas mediáticas, y
fuerzas políticas de derecha. Intentos
de golpe de Estado, la conformación de grupos paramilitares, la guerra
económica, la divulgación de información falsa y distorsionada sobre la
realidad venezolana, el financiamiento de operativos de desestabilización
interna, las guarimbas y promoción de violencia fascista que han dejado más de
decenas de personas asesinadas. Durante el 20’14 se provocaron más de 18 mil incidentes de violencia
fascista y terrorista con la respectiva pérdida de vidas, quema de puestos de
salud, escuelas, universidades, autobuses, en fin destrucción material y sabotaje al aparato productivo, todo con el
intento de crear un clima de zozobra y terror en la ciudadanía.
Esta ofensiva surge en
un contexto de indudables impactos de la crisis económica mundial sobre los
países progresistas o de izquierda. A
pesar de ello, ha existido un claro compromiso político de no sacrificar las
políticas sociales dirigidas hacia la población más vulnerable, ni modificar la
ruta trazada de continuar impulsando los procesos de cambio social, tal como lo
demuestra la Venezuela, Bolivia y
Ecuador. Su enorme debilidad, sin embargo, reside de no haber propiciado
medidas que permitiesen una transición más decidida hasta un sistema
poscapitalista.
Si algo han demostrado los gobiernos de ultraderecha
de Macri en Argentina y el golpista de Temer en Brasil, es que la derecha
latinoamericana no tiene nada que ofrecer a su población más allá de repetir
los desgastadas recetas neoliberales, favorecer a las elites políticas, al
capital transnacional, cerrar los
espacios democráticos e imponer su gestión autoritariamente. Igualmente
preocupante es la tibia reacción del gobierno uruguayo y chileno ante el Golpe
de Estado en Brasil, lo que parece indicar por ahora una reconfiguración de las
fuerzas de derecha y centroderecha en el cono sur.
El peso de revertir
estos procesos, indudablemente, lo cargarán los movimientos sociales, y
diversas expresiones de izquierda, quienes enfrentarán un doble reto: luchar
frontalmente en contra de los retrocesos y construir consensos que permitan direccionar
las fuerzas hacía una nueva etapa política que
necesariamente debe partir de los aprendizajes habidos y de dar pasos
más contundentes para salir de la trama del capital y hacía un nuevo modelo
civilizatorio.
Los potenciales impactos
de la contraofensiva están a la vista y trascienden por mucho las fronteras de
la Patria Grande.
a) Podrían
significar el debilitamiento del ALBA,
CELAC. UNASUR y con ello los procesos de integración regional claves para
enfrentar la intervención imperial, los planes de despojo del capital
transnacional y resquebrajar los avances en la reconstitución de la patria
grande como una zona de paz,cooperación solidaria, así como impulso al debate y
construcción de un nuevo orden mundial y
alternativas sistémicas.
b) Podría implicar
mayores retrocesos en los esfuerzos por constituir un mundo multipolar y por
ende favorecer la expansión de control territorial de los EEUU mediante la
ampliación de bases militares en los lugares donde se ubican los recursos
estratégicos( petróleo, agua, minerales, etc.).
c) Potenciar procesos
contra-revolucionarios que desestructuran los avances, e instauran un nuevo
periodo de oscurantismo conservador;
d) Abre el enorme riesgo
de que América latina y el Caribe se conviertan en un teatro de operaciones
bélicas con sus respectivas secuelas humanas y ambientales.
Pero no hay equivocarse,
el tejido socio-político que se construyó durante los últimos 16 años tanto en el
plano regional como al interior de cada uno los países no es el mismo que hace
30 años al inicio de la ofensiva neoliberal. Desde los pueblos, movimientos y expresiones
de las izquierdas se han tejido una memoria común de los agravios imperiales,
del saqueo transnacional, de las rebeliones y revoluciones, de las derrotas y
victorias; se ha construido pensamiento crítico,perspectivas estratégica de
cambio social, agendas comunes, actualizando una rebeldía histórica propia de
los pueblos de nuestra Patria Grande, que no se doblegará tan fácilmente ante
las gastadas recetas de una cada vez más criminal y corrupta derecha
latinoamericana.
Tanto Cuba como la
República Bolivariana de Venezuela han dado enormes lecciones de dignidad ante
la permanente agresión internacional que ha buscado resquebrajar los procesos
revolucionarios. El blindaje
jurídico-político,un flexible repertorio táctico, la permanente movilización
del pueblo, una fuerza armada formada y leal a la revolución, alianzas
internacionales y una inteligente contraofensiva movilizando la solidaridad y
combatiendo la manipulación y desinformación,
constituyen indudablemente ingredientes claves del éxito.
Esta nueva ofensiva,
enfrenta entonces a pueblos que están dispuestos a librar la batalla en defensa
de la Patria Grande, en defensa de la vida y futuro de la humanidad.
Hemos recorrido un largo
camino para lograr la liberación de nuestros pueblos. El siglo XXI nos ofrece
la oportunidad para profundizar y trascender lo aprendido desde hace tanto.
a) Hemos aprendido de
que dentro del marco del capitalismo no hay salida y futuro para la humanidad, y
que hoy como nunca es necesario dar pasos claros y decididos hacia una nuevo
modelo civilizatorio:
b) Hemos aprendido que recuperar
la economía de las garras de las empresas transnacionales mediante proceso de
nacionalización, ensancha la soberanía y nutre los presupuestos nacionales en
pro de políticas de inversión social o desarrollo;
c) Hemos aprendido que la
socialización de los medios de producción, la diversificación productiva,
y hacer partícipe al pueblo en las
decisiones económicas, dignificando a los trabajadores, es un requisito clave
para combatir la desigualdad,la sobreexplotación y subordinación política a los
poderes oligárquicos. Hemos aprendido que es necesario crear poder popular territorial, la autogestión
productiva y alimentaria, la agroecología, abandonar el modelo rentista y
extractivista, así como crear circuitos productivos y de comercialización
horizontales populares desde abajo para desplazar a los monopolios y las
transnacionales. Hemos aprendido que el
boicot y des-inversión económico es una herramienta eficaz en contra de las
empresas violadores de derechos humanos y ambientales.
d) Hemos aprendido que
si es posible erradicar la pobreza, el analfabetismo, las enfermedades
prevenibles y mejorar las condiciones materiales de nuestros pueblos mediante
políticas sociales progresivas; y que éstas deben estar acompañadas de poder
real de decisión e intensas batallas ideológicas –políticas.
e) Hemos aprendido que
existen distintas formas y ámbitos donde impulsar las transformaciones, y estas
se deben combinar dialécticamente en torno a un objetivo común. Esto implica confrontar
las perspectivas cosificadas sobre el sujeto y la vía de la liberación o
emancipación social.
d) Hemos aprendido que
dentro de marco de la democracia
burguesa puedan existir oportunidades para una transición reformista,
pero éstas más temprano que tarde
sucumben ante la capacidad de maniobra de la clase dominante, si no se radicalizan
dialécticamente las estrategias.
e) Hemos aprendido que la
democracia no es una categoría cerrada, sino una permanente dinámica
socio-política que traslada y potencia el poder de participación y decisión de
los pueblos y debe desmontar las relaciones patriarcales, clasistas, racistas y
mercantilizadas.
e) Hemos aprendido que
el sistema actual de dominación es muy complejo y requiere un abordaje que
corresponde a su nivel de complejidad. Implica desconexión individual y
colectivo de los mecanismos reproductores de este sistema, sean en el ámbito
ideológico, político, económico o socio-cultural, subvirtiendo la hegemonía
dominante en un permanente proceso de de-construcción de lo existe y re-construcción en dirección
de las alternativas sistémicas. Telesur, constituye indudablemente un importante
aporte en esta dirección.
f) Hemos aprendido que la lucha por un nuevo
modelo civilizatorio tiene que ser necesariamente global y articulado, y que en
esta dirección deben darse pasos mucho más claros y contundentes.
La batalla por la Patria
Grande, la libren millones de hombres y mujeres latinoamericanos y caribeños
quienes desde sus trincheras y micro-espacios de vida cotidiana, luchan en
defensa de la vida, los bienes naturales, la memoria histórica, los derechos
individuales y colectivos, la justicia, la equidad, y en contra del saqueo, la
explotación y la intervención imperial.
En el centro de la batalla
por la Patria Grande hoy se sitúa la defensa y movilización a favor de la República Bolivariana de Venezuela,
cuyo pueblo erguido y digno, eleva la bandera de Bolívar y del Comandante
eterno Hugo Chávez.
¡Aquí no pasarán!
¡Carajo!.
[1] La transición hacia un mundo
multipolar encabezado por los BRICS, el agotamiento de los recursos fósiles (
petróleo) y su paulatina sustitución por otras fuentes energéticas; cambios en
el sistema financiero internacional y el previsible fin de la era del dólar y
sus consecuentes repercusiones sobre la economía de los EEUU; ( ver análisis de
Wim. Dierkxsens en www.mariwim.info,)
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