Desde que Trump asumió la presidencia de
los EEUU ha gobernado vía decretos ejecutivos, al mejor estilo de cualquier
país autoritario y tercermundista. Con
excepción de los nombramientos relacionados con la defensa y seguridad, no han
sido confirmados aún la mayoría de los integrantes de su gabinete, y son
palpables las tensiones entre el nuevo régimen y los funcionarios permanentes
del Estado. El mentalmente inestable Trump que no logra distinguir lo real de
lo virtual, la verdad de la mentira, está escupiendo decretos ejecutivos
erráticos, ambiguos y violatorios de tratados y convenios internacionales en
materia de derechos humanos, un reflejo del núcleo duro de personas blancas
procedentes de la ultraderecha racista,fascista y guerrerista que le rodean. En
el transcurso de una semana ha creado una crisis diplomática con México y los siete
países cuyo ingreso a los EEUU está vetado temporalmente, generado tensiones
con China, la Unión Europea y la OTAN.
Los nombramientos de su gabinete en materia de seguridad y
defensa, así como los decretos ejecutivos emitidos, especialmente relativos a
medidas migratorias, dejan entrever que el
nuevo régimen trumpista se está preparando para la guerra. Más allá de
apostar por renovar la carrera armamentista nuclear, mayor inversión en
defensa, la reactivación del programa de espionaje global desde la NSA, está creando
condiciones para reinventar un “enemigo interno” desde una perspectiva de
amplio espectro que podría a corto plazo afectar la prensa, migrantes, intelectuales,
los movimientos sociales y opositores políticos. Indudablemente,el contexto actual
está generando inquietud y preocupación
global entre los aliados tradicionales de los EEUU. ¿Acaso la medida de prohibir
la entrada a los EEUU de ciudadanos iraquís quienes colaboraron con la
ocupación estadounidense no envía un mensaje perturbador a la OTAN?
El ascenso de Trump sucede en un momento histórico de una
transición intrasistémica geoestratégico mundial cuyo desenlace para la humanidad es
incierto. Transición porque algunos de
los pilares y reglas del juego geopolítico están en crisis y modificándose, e
intrasistémica porque se efectúa dentro del modo de acumulación del sistema
capitalista. Se trata de una crisis sistémica del capital que no tiene solución
a corto plazo, y solo podrá resolverse con una nueva masiva conflagración bélica.
¿Acaso los poderes profundos del imperio seleccionaron a Trump para cumplir
esta misión histórica?
La inestabilidad geoestratégica actual se acentúa y traspasa
de lo económica hacia lo político. El capital subordinó los sistemas políticos
a su lógica en el sentido más perverso instaurando prácticas mercantilizadas,
creando una casta de políticos alejadas de las necesidades de la ciudadanía,
obstaculizando la democracia directa y participación efectiva ciudadana en las
decisiones estatales. Mientras en América Latina la rebelión contra estas
prácticas políticas emergió desde distintas posiciones progresistas de
izquierda durante los últimos 16 años, en el resto del mundo con contadas
excepciones, parece surgir desde posiciones políticas conservadores, hasta
neofascistas. Ni Europa que se subordinó a los designios y objetivos de los
EEUU, ni Rusia o China( inmersos en fortalecer sus defensas ante potenciales agresiones)
parecen estar preparados o interesados
en convertirse en una fuerza que impulsa un rediseño democrático del actual orden mundial.
La arrogante y despectiva actitud de Trump hacia México son
los primeros indicios de cómo se desplegará la relación de los EEUU hacia la Patria
Grande. Es de esperarse que la ofensiva contra los gobiernos progresistas, especialmente
la agresión contra la República Bolivariana de Venezuela continúa y se
intensifica, y se extenderán las operaciones de espionaje y militar en el
subcontinente. El titubeo y la subordinación a la política imperial tendrá
nefastas consecuencias para nuestros pueblos.
Si bien desconfío de los vaticinios que la emergencia de los
nacionalismos significaría la ruptura a corto plazo con el denso tejido económico,político
y socio-cultural de la globalización neoliberal, lo cierto es que uno de los
pilares fundamentales de este modelo, las empresas transnacionales han
adquirido tal grado de poder y capacidad de maniobra, que amenazan las
soberanías de los Estados.Se sitúan en el centro de las contracciones del sistema
y de la disputa por el dominio del orden mundial actual.
Hoy por hoy, los Estados constituyen aún un eslabón
estratégico para cualquier estrategia de transformación del orden mundial, y
para evitar que las fuerzas destructivas del capital y sus lacayos políticos
nos encaminen hacia una nueva etapa de conflagración belicista. La importancia de construir y fortalecer
movimientos socio-políticos locales, nacionales y globales que trabajan en pro
de la emancipación y liberación de la humanidad, constituye indudablemente un
reto actual de enorme significancia.
30 de enero 2017
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