Juan Manuel Karg , Alainet
La reunión desarrollada esta semana en Brasilia, entre los presidentes de los BRICS -Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- y sus pares de la Unasur demuestra el nuevo papel de América Latina en el concierto mundial de naciones. ¿Cuáles fueron las afirmaciones de la VI Cumbre de los BRICS respecto a Unasur? ¿Qué interrelacciones se pueden dar entre ambos organismos internacionales?
En Mar del Plata, allá por 2005, los países de América Latina clausuraron la creación de la Alianza de Libre Comercio que proponía la administración Bush bajo el nombre de ALCA. Ese paso, aún defensivo, permitió luego la emergencia de diversos organismos de integración entre nuestros países que privilegiaron la soberanía y el desarrollo autónomo: ALBA, Unasur y CELAC. Todos ellos, aún con algunas diferencias de orientación, privilegiaron una nueva forma de relación entre nuestros países.
Al mismo tiempo en que Unasur se creaba, allá por 2008, los BRICS estaban en un paso embrionario: la primera cumbre de este bloque -aún sin Sudáfrica- tuvo lugar en Rusia en junio de 2009. Un hombre tuvo importancia en ambos bloques: el ex presidente brasileño Lula da Silva, quién participó activamente de la aparición de las dos herramientas. A su vez, en nuestro continente, tanto Hugo Chávez como Néstor Kirchner fueron puntales para el genuino desarrollo de Unasur. La muerte de ambos sin dudas golpeó a un organismo que ha sido importantísimo en términos democráticos: Unasur frenó diversos intentos de desestabilización en la región, como los ocurridos en Bolivia (2008), Ecuador (2010) y Venezuela (2014).
Un punto fundamental surge de la VI Cumbre de los BRICS, realizada antes del encuentro de los Jefes de Estado de este bloque con sus pares de Unasur: la creación del Banco de Desarrollo del bloque, con sede en Shangai y un capital inicial de unos 50.000 millones de dólares, que iniciaría sus préstamos en el año 2016. Se trata sin dudas de un nuevo paso en la búsqueda de una “nueva arquitectura financiera internacional”, en medio de disputas como la que tiene la Argentina con los fondos buitre, que marcan el ocaso de una forma de concebir las finanzas a nivel global.
Este Banco de Desarrollo sólo se podrá parar como una alternativa válida al FMI y al Banco Mundial si efectivamente no interviene en la política interna de los países a los cuales efectúa los préstamos -sólo recordar aquí algunas de las condiciones “leoninas” impuestas tanto por el FMI y el BM en nuestros países: reducción del ´gasto´ público; privatizaciones; etc-. Aquí resta ver cuál puede ser la relación entre esta nueva iniciativa y una vieja idea que recién ahora empieza a materializarse: el Banco del Sur, instancia que se reunirá próximamente en Buenos Aires -24 y 25 de julio- para concretar los aportes de capital y nombrar el directorio ejecutivo y el presidente del ente bancario.
Ante este escenario, promisorio para dar por tierra aquellas editoriales de algunos medios de comunicación -que visualizaban a nuestro continente “aislado del mundo”-, la reunión Unasur-BRICS en Brasilia demuestra que las potencias del nuevo mundo multipolar buscan acrecentar sus vinculaciones económicas, políticas y sociales con nuestro continente. No por casualidad el documento final de la VI Cumbre BRICS destaca “los procesos de integración de América del Sur”, y, en especial, “la importancia de la Unasur”. En un nuevo mundo donde Washington ya no detenta la hegemonía económica -China pasará a ser la primera economía mundial a fines de 2014- la interrelación BRICS-Unasur abre valiosas puertas para un desarrollo autónomo de nuestro continente.
Juan Manuel Karg / @jmkarg
Politólogo / Analista Internacional
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