James Petras: La extensión de las protestas musulmanas no se puede explicar por la película
La Haine
22 de septiembre 2012
Audición de James Petras del lunes 17 de setiembre por CX36, Radio Centenario desde Montevideo (Uruguay) a través de www.radio36.com.uy
Efraín Chury Iribarne: Si te parece podemos comenzar con lo que está pasando en Medio Oriente, donde la semana pasada murió tras una protesta popular en Libia, el embajador norteamericano, John Christopher Stevens; e inmediatamente el levantamiento se extendió por toda la región a casi 30 países; viajo el Papa intentando detener la ola de levantamientos, el talibán atacó la base militar donde está el príncipe británico Harry; y los Ministerios de Exteriores retiraron de varios países sus embajadores. ¿Qué está pasando en Medio Oriente? ¿Es una sólo una respuesta a una película o hay algo más?
JP: En primera instancia debemos reconocer que cuando hay levantamientos en una veintena de países, en dos continentes, en seis regiones, obviamente no es una manifestación de protesta simplemente por una película hecha por unos mediocres en Los Ángeles. Es el súmmum de la superficialidad.
Hay que analizar lo que viene pasando en los últimos diez años en los países musulmanes, donde los Estados Unidos y Europa con el respaldo de los despotismos monárquicos del Golfo y con Israel, el Estado judío sionista, han destruido un arco de países, empezando por Irak, Afganistán, Somalia, Yemen, Libia, Siria, con bombas cayendo en varios países que no tienen nada que ver con las amenazas de los Estados Unidos; todo eso ha desplazado a millones de musulmanes, han destruido el tejido de la economía y de la sociedad. Frente a toda esta destrucción hay una tremenda bronca y un incremento del antinorteamericanismo en todos sus aspectos, cultural, político, militar.
Más allá de eso, tenemos el hecho de que Washington intervino durante la ‘primavera árabe’, es decir cuando las masas populares se levantaron en Yemen, Egipto, Túnez y otras partes. Washington intervino para abortar el proceso apoyando en el poder a los más reaccionarios musulmanes pro-norteamericanos, dispuestos a servir a sus intereses, como Mohamed Morsi, en Egipto; el gobierno derechista musulmán de Hamadi Jebali en Túnez; una pseudo transición en Yemen que perpetúa la dictadura; intervención con terceros en Somalia; intervención en Sudán para dividir la región petrolera de Jartum; y todos esto convirtió la ‘primavera árabe’ en un ‘invierno norteamericano’.
Por tanto, tenemos que entender que la frustración que dejó eso es impresionante. La gente siente que tenía en sus manos la posibilidad de democratizar sus países, crecían los movimientos democráticos, pero ¿qué pasó? Entra un señor Morsi pactando con el Fondo Monetario, haciendo el trabajo sucio en apoyo a la intervención en Siria; condenando a los palestinos y cerrando las fronteras, sirviendo a los intereses de Israel. Eso no es primavera, esto se llama contrarrevolución.
Es lo mismo en Túnez, con un gobierno que recibe subvenciones de Francia, un régimen musulmán que busca simplemente continuar la vieja política del gobierno anterior, sin ningún cambio, con un montón de desocupados todavía caminando por las plazas. Eso tiene sus resultados en esta gran ola de protestas.
Hablemos de Pakistán, ayer con más de cien mil personas protestando y quemando banderas. Pakistán ha sufrido más de quinientos bombardeos de los drones, matando familias enteras, supuestamente atacando a los talibanes y forzando al gobierno títere pakistani de Zardari a lanzar grandes campañas en las fronteras, desplazando a más de dos millones de pakistaníes que volvieron a asentarse en los suburbios de las grandes ciudades. Y se pueden ver los resultados en estas grandes protestas.
En otras palabras, sí es cierto que el detonante puede ser la desgraciada película contra el Profeta: pero atrás de eso, por la profundidad y la extensión de las protestas, no se puede explicar nada de la bronca, sino es en la continuación de las agresiones, la violencia. Eso tiene sus raíces en la destrucción que provoca la intervención imperial. Y hay que decirlo.
La intervención norteamericana y europea es para destruir, no están colonizando a estos países; no hay petroleras que estén ingresando en gran escala y extrayendo riquezas; no. Han fomentado grandes conflictos internos, hay destrucción de las economías, hay desplazamientos de todo un sector científico profesional productivo. Lo que queda en Irak, lo que queda en Libia son bandas armadas, fundamentalistas, delincuentes, traidores, que vienen de Francia, Inglaterra; personas que tienen pocas raíces en el país, por eso es un caos total. Los gobiernos de Mohamad Gaddafi y de Al Assad parecen paraísos frete a lo que queda ahora como producto de la intervención europea y norteamericana. Y frente a esta situación de desraizados, de armas circulando por todos lados, tenemos un caos total, un mundo de todos contra todos. Y en ese contexto obviamente hay personas que utilizan las armas que le prestaron o regalaron los europeos y los norteamericanos y disparan contra ellos, disparan contra sus propios mentores.
La gente siente que esta película tiene alguna relevancia en su lucha porque no es simplemente una película realizada por unos mediocres, por un puñado de idiotas; todo el mundo musulmán y los inteligentes de afuera del mundo árabe entienden que hay una cultura profunda y extensa en Estados Unidos, que toca los más altos niveles, que es islamofóbica. Hollywood nunca presenta a los árabes en imágenes favorables, siempre son playboys, asesinos, personas superficiales, monarcas corruptos, millonarios, terroristas. Esa es la imagen que sale de la principal fábrica de cine. Más allá tenemos al FBI que está interviniendo en cientos de de instituciones religiosas observando si aparece algún sospechoso; y ahora aparecen manifestaciones contra la construcción de una Iglesia musulmana en la ciudad de Nueva York, con una muchedumbre montando protestas para bloquear la construcción de un centro cultural.
Es decir, esta película imbécil está nutrida por una cultura dominante antimusulmana, de guerras externas antimusulmanas, de una Presidencia y un Congreso que siempre toman partido por Israel contra todos los países musulmanes atacados por Israel, empezando por Palestina. Entonces uno no se tiene que preguntar por qué hay manifestaciones, sino que la pregunta es por qué demoraron tanto tiempo en lanzarse otra vez.
Debemos reconocer que últimamente hay un ciclo, hubo dictaduras pro-norteamericanas hasta el 2010; Ben – Ali en Túnez, Mubarak en Egipto, y toda la mafia pro norteamericana. Después tenemos el primer levantamiento, que llaman la ‘primavera’, buscando la democracia como epicentro de sus reclamos políticos, reivindicaciones democráticas y de bienestar social. Pero, Estados Unidos se mete en eso, el Fondo Monetario se mete en eso y entonces, se frustra la ‘primavera’, se bloquean las aspiraciones populares.
Después viene la reacción actual, el segundo round, donde el pueblo vuelve recargando sus baterías contra los nuevos cipayos, los nuevos títeres, los corruptos que entraron al poder, que están comprados. Y ahora tenemos este segundo round, donde la primera respuesta de Obama es mandar marines para proteger las embajadas y un docena de barcos de guerra. O sea, una respuesta militar otra vez.
EChI: ¿Esto ayuda o perjudica a la reelección de Obama?
JP: Hay mucha confusión porque en primera instancia uno puede pensar que una agresión contra los norteamericanos podría provocar ira contra el Presidente en el poder que permite –según ellos- eso que resultó en la muerte de un Embajador. Pero la respuesta de Romney fue la de un idiota, de culpar al gobierno por dar excusas a la protesta. Pero todo el mundo sabía que la declaración de la Presidencia no era a favor de los manifestantes, sino que era una forma de tratar de desinflar la protesta, entonces cayó en un vacío, criticado por su propio partido.
Entre los levantamientos y los fallos de Romney creo que uno y otro se neutralizan y por eso hasta ahora no veo ningún cambio en la intención de voto en relación con esta situación externa. Únicamente debemos decir que hay un pequeño aumento en los pseudo debates sobre política externa. Eso si hay, lo mencionan ahora, más allá de lo económico que es el epicentro de la campaña, ahora entra en la periferia de este debate qué hacer en política externa. Pero en los fundamentos, como los dos partidos apoyan la respuesta militar norteamericana, las guerras de Irak, los ataques a Afganistán, las amenazas a Irán, como hay un consenso entre republicanos y demócratas sobre la política imperialista, no creo que favorezcan a uno u otro los acontecimientos actuales.
EChI: La derecha acaba de ganar las elecciones en Holanda y ya se habla de la posible participación de la socialdemocracia en ese gobierno. Dos preguntas: ¿La derecha recupera Europa? ¿Es que hubo algún gobierno de izquierda en Europa?
JP: Hace mucho tiempo que hay un recambio entre la derecha tradicional y los socialdemócratas reciclados como neoliberales. Hay alternancia entre uno y otro. Pero llamar a esto socialdemocracia, a los que han recortado los presupuestos, han privatizado industrias; es otra versión de la derecha. La ex socialdemocracia que apoyaba el Estado de bienestar social, aumentando los gastos sociales y protegiendo las condiciones sociales, ha desaparecido.
Por eso uno tiene que decir que no existen gobiernos de izquierda. Antes eran de centro izquierda, coaliciones de socialistas, comunistas, en los años 70 y 80; algunos incluso eran gobiernos reformistas contra la derecha; pero eso ha desaparecido.
Los socialdemócratas ahora son indistintos de los derechistas, por eso ahora en Holanda se van a sentar juntos socialdemócratas y conservadores para ver cuánto van a recortar. Es cierto que hay diferencia, unos quieren cortar poco y otros mucho. Ambos quieren recortar las pensiones y subir la edad de jubilación, unos quieren un año y otros dos años; pero en definitiva están en la misma posición.
Por eso decimos que han desaparecido los gobiernos de centroizquierda en Europa. Miremos lo que pasó con José Luis Zapatero en España; con José Sócrates en Portugal; con Georgios Papandreu en Grecia, fueron desastrosos, fueron los que empezaron todo lo que se llama la política de austeridad, recortes y pactos con los bancos internacionales.
EChI: En Brasil sigue el escándalo denominado del "mensalão"(1), que hoy involucran al expresidentes Lula. ¿Cómo se prevé que terminará esto?
JP: Hasta ahora, Lula muy astutamente, decía que no sabía lo que estaban haciendo sus principales asesores. Él aceptaba el financiamiento corrupto sin dar la impresión que estaba en conocimiento. Era algo difícil de creer, ya que Lula siempre era una persona política que cuidaba sus recursos. Pero parece que algunos de los involucrados puede cantar para tratar de mejorar su sentencia o su proceso judicial.
Pero en todo caso es difícil que empiecen un proceso judicial contra Lula si no hay algún testimonio concreto de los principales delincuentes y eso me parece difícil porque no tienen nada que ganar en caso de dar un testimonio así.
Lo mismo pasa con Rousseff, que también es muy astuta. Está siguiendo una política neoliberal, privatizando, estimulando los flujos del gran capital extranjero, una política de la derecha tecnocrática y no tiene imagen de corrupta, ni en los centros de finanzas de San Pablo ni en el mundo exterior.
Entonces, este proceso judicial es parte de la política de competencia entre los diferentes partidos burgueses que utilizan la corrupción como un palo para pegarse unos a otros, porque no quieren entrar en conflicto sobre la política económica, sobre la que en realidad están en acuerdo.
No creo que vayan a tocar a Lula y mucho menos a Rousseff. Ambos van a quedar afuera en estos juicios por el financiamiento. Pero entre nosotros, es imposible creer que Lula no supiera de algunas de las trampas en las que estaban metidos sus colaboradores.
EChI: Estamos en el cierre, ¿hay algún tema que nos haya quedado por abordar?
JP: Hay dos temas. Primero, que el pueblo de España ya entiende que no hay nada que decir en el Congreso, donde reinan los dos partidos grandes; y llama a un referéndum sobre las políticas neoliberales, sobre el desmantelamiento del Estado y los recortes sociales. Quieren ir al voto directo y obviamente el gobierno de Rajoy no va a permitir un referéndum porque el pueblo en este caso, por abrumadora mayoría, va a rechazar la política reaccionaria. Pero un referéndum es una forma pacífica que permite al pueblo intervenir directamente y tomar una decisión sobre su condición humana y sus condiciones políticas. Creo que es un buen camino. Pero ¿cómo imponerlo con un gobierno recalcitrante? Creo que hay que poner alguna fuerza, una huelga general indefinida reclamando el referéndum y ver qué pasa.
El otro tema grande es el conflicto entre China y Japón, donde hay un gran auge de nacionalismos de uno contra el otro, sobre algunas islas que no tienen ninguna utilidad económica, aunque dicen que alrededor de las islas hay gas, petróleo, peces.
Pero en el grado que la crisis económica empieza a afectar a los países, el nacionalismo chauvinista es un instrumento útil para distraer la atención sobre el deterioro económico. Además, Estados Unidos está fomentando los conflictos con China y hoy en día, Obama anuncia un proceso en la Organización Mundial de Comercio contra las exportaciones de autos de China.
En el fondo lo que hay es una guerra económica disfrazada como problema territorial, y Japón está tomando partido con Estados Unidos para limitar el crecimiento de China y fomentar tensiones en Asia, con el fin de facilitar recuperar el poder militar y político de Estados Unidos.
Nota: (1) El escándalo de las mensualidades es el nombre dado a la crisis política sufrida por el gobierno brasileño en 2005. El término "mensalão”, popularizado por el diputado brasileño Roberto Jefferson en la entrevista que dio resonancia al escándalo, es el aumentativo de la palabra en ese idioma para "mensualidad", usada para referirse a un supuesto soborno pagado a varios diputados para que votaran a favor de los proyectos de interés del Poder Ejecutivo.
Extractado por La Haine
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