Grecia: Crisis política tras el cierre de la radiotelevisión pública
Stathis Kouvalekis 


Viento Sur 22 de junio de 2013
  

[La movilización desatada en Grecia a causa del cierre de ERT (la radioTV pública) y la crisis de política que ha provocado (DIMAR abandona el tripartido, quedando éste en una situación bastante precaria) no se ha saldado, sin embargo, con la convocatoria de elecciones anticipadas. Sin embargo la crisis no está cerrada, la fragilidad de la coalición gubernamental es grande y habrá que seguir atentamente la evolución de la misma. El texto que adjuntamos corresponde a la intervención de su autor en el acto de solidaridad organizado por el sitio Mediapart y Reporters sans frontières el martes 18 en el Théâtre du Châtelet à Paris, al que asistieron 3.000 personas y fue seguido por más de 25.000 a través de su emisión en directo por Internet. (Nota de Mediapart)]

Si existía alguna duda al respecto, ya no tiene razón de ser: Grecia no es un país "normal". En un país "normal" de la Europa actual no ocurren este tipo de cosas [se refiere al cierre de la radiotelevisión pública por decreto presidencial]; sólo se dan bajo dictaduras o en países ocupados. O en Grecia, que no está bajo la bota de los militares ni bajo el dominio de un ejército extranjero, pero que ha dejado de ser un país "normal". La normalidad está de vacaciones en este país desde hace tres años.

No se puede hablar de "normalidad", de una vida en común basada en la tolerancia, en un país devastado donde la recesión y el paro alcanzan niveles desconocidos desde los años 1930. En un país donde el tema de conversación más común entre la juventud de los institutos es sobre a qué país emigrar.

Porque no existe "normalidad" cuando las escuelas, las universidades, los hospitales navegan a la deriva, cuando la población está confrontada a lo que se conoce como el desastre humanitario.

Porque no puede haber "normalidad" cuando, como nos lo muestra la experiencia histórica, la desesperación y la cólera impotente se ampara de los sectores más frágiles y desfavorecidos de la sociedad de una sociedad empobrecida y humillada, cuya vida se ha convertido en un infierno y que se hunde en el horror que también creíamos desterrado de nuestro país desde los años 1930.

Pero ahora, lo que tenemos que remarcar con más fuerza es que las pantallas vacías de la TV y el silencio de las ondas en la radio pública nos obligan a decir en voz alta que este descenso a los infiernos sólo ha sido posible a costa de cargarse la democracia. Lo que está viviendo Grecia desde que está bajo la tutela de la Troika y sus acreedores fundamentales, el FMI y, sobre todo, la Unión Europea, es un estado de excepción permanente.

¿Cómo calificar, si no, una situación en la que se violan todas las nociones de soberanía nacional y popular; donde las decisiones fundamentales se adoptan por decreto; donde las instituciones representativas no constituyen más que una fachada? Desde que los gobiernos de turno se convirtieron en meros ejecutores de las instrucciones marcadas en los Memorándums (unos tochos monstruosos de miles de páginas), que regulan hasta el gasto más mínimo del presupuesto, la excepción se ha convertido en regla. Los Memorándums organizan la carnicería del país, la privatización de su patrimonio, la liquidación de los servicios públicos y de las instituciones científicas y culturales. Aunque el método lleve el sello del Sr. Samaras y de su partido, la decisión de fusionar y de reestructurar drásticamente el sistema audiovisual público y de poner en la calle a miles de sus asalariados forma parte de los compromisos adquiridos por el gobierno actual con la Troika.

Esta decisión ha sorprendido y provocado la protesta internacional, como lo pone de manifiesto, entre otras, iniciativas como este propio acto. Sin duda en la decisión y en el método aplicado de Samaras hay una parte de exceso, de arrogancia, que dirían los antiguos. Pero para quienes siguen con atención los acontecimientos de estos últimos meses en Grecia, esta fuga adelante autoritaria no cae del cielo. Incluso en su demasía, se inscribe en una escalada ininterrumpida de la política aplicada con mano de hierro. Antes de meterse con el sector público audiovisual, este gobierno ya abortó mediante decreto cuatro intentos de huelga [declarándolos servicios esenciales, como ocurrió en el Estado español con los controladores aéreos. NdR]. La última, la de la enseñanza.

Se trata del mismo gobierno que reprime salvajemente decenas de movimientos de protesta, que evacua manu militari los espacios auto gestionados y que tortura militantes antifascistas. Un gobierno que ampara las actividades de las bandas neonazis y legitima su discurso, continuando con la caza de las personas inmigrantes y de las y los trabajadores extranjeros que emprendieron los gobiernos precedentes.

Es todo esto, que se viene dando en medio de la indiferencia mediática, lo que ha preparado el terreno para el golpe de tuerca actual y lo que explica la lógica de su actuación y desarrollo concreto.

La conclusión que podemos extraer de todo esto me parece clara: la doctrina del shock de las políticas neoliberales aplicadas desde hace tres años en Grecia bajo los auspicios y el control minucioso de la Unión Europea, es incompatible con la democracia. Lo que también significa que no deberíamos -yo diría que no tenemos derecho- sentir rabia por las pantallas vacías o las ondas mudas de la radiotelevisión pública si al mismo tiempo nos callamos ante la violencia de los dictados de la Troika y de la destrucción, perfectamente organizada, que infringen a este país y al resto de la Europa del Sur.

Un amigo, que ha pasado por todo esto, me decía hace dos días: sabes, lo que está pasando ante el edificio de la ERT, esa gente manifestándose, ese hormigueo de debates y acciones, me recuerda la ocupación de la Escuela Politécnica de Atenas por los estudiantes en 1973 y su radio libre que rompía los plomizos muros de la dictadura y anunció su próximo fin. Hoy como entonces, gracias al levantamiento popular, coge aire la esperanza del fin próximo de la opresión. Por muy paradójico que pueda parecer, delante de los edificios ocupados de la televisión y la radio, como sobre las ondas y las imágenes inéditas que se ven, lo que crece en Grecia ahora es un espíritu de resistencia y de libertad que se impondrá. Por tanto, queridas amigas y amigos, ¡volvamos a encontrarnos en este lugar, o en otros, para defender la Grecia libre y democrática!

18/06/2013

Stathis Kouvalekis es investigador y profesor de filosofía política en el King’s College de Londres y miembro del Comité Central de Syriza. Pertenece a la "corriente de izquierda" animada, entre otros, por el portavoz parlamentario de Syriza, Panayiotias Lafazanis, que han presentado una "plataforma de izquierdas" junto a Rprojet (DEA, APO, Kokkino) de cara al próximo congreso que se celebrará el mes que viene.

http://blogs.mediapart.fr/edition/l...

Traducción: VIENTO SUR

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