13 enero 2014 Granma
Discurso pronunciado por Miguel Díaz-Canel Bermúdez, miembro del Buró Político y primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en el acto por el aniversario 55 de la entrada de Fidel a La Habana. Ciudad Libertad, 10 de enero de 2014, “Año 56 de la Revolución”.Miguel Díaz-Canel durante el acto por el 55 Aniversario de la entrada de Fidel a La Habana. Foto: Ismael Francisco/Cubadebate.
Compañero José Ramón Machado Ventura, Segundo Secretario del Comité Central del Partido y vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros;
Habaneras y habaneros;
Dirigentes del Partido, el Gobierno, la UJC y las organizaciones de masas que nos acompañan; Combatientes del Ejército Rebelde, de la lucha clandestina, de las FAR y el MININT;
Cubanas y cubanos:
El acontecimiento más trascendental para nuestro pueblo en estos últimos cincuenta y cinco años es el triunfo revolucionario del primero de enero de 1959, y en cada nueva celebración se vive un desborde de júbilo y homenaje al hecho en sí y de agradecimiento entrañable a la generación que concibió, realizó y protagonizó la epopeya.
Con la entrada entusiasta de pioneros y jóvenes destacados, junto a históricos caravanistas, que reeditaron el recorrido de la Caravana de la Libertad desde Santiago de Cuba a La Habana, imagino cuántos recuerdos pasan por las mentes de muchos de los presentes y percibo el honor que siente la juventud cubana al revivir aquella historia.
Corrían los primeros días de enero de 1959 cuando los cubanos vivieron las emotivas horas que siguieron al anuncio del derrocamiento de la sangrienta dictadura. Las calles habaneras se engalanaban con la bandera nacional. Durante el trayecto, el pueblo delirante de entusiasmo aclamaba a aquellos valientes hombres de verde olivo, barbas y melenas. El recuerdo imborrable de esas jornadas quedó expresado por el Indio Naborí en antológico poema al decir: “Jóvenes barbudos, rebeldes diamantes, / con trajes de olivo vienen de las lomas, / y por su dulzura, los héroes triunfantes/ parecen armadas y bravas palomas”.
En este propio lugar, la antigua fortaleza de Columbia, hoy Ciudad Escolar Libertad, cuartel convertido en bella escuela, que ha graduado ya desde 1960 más de 184 713 estudiantes de diferentes niveles de enseñanza, el 8 de enero de 1959, en medio de una enorme multitud, en tarde histórica en la que la libertad se convirtió en un hecho y para simbolizarlo una paloma blanca se posó en el hombro de quien dirigió la lucha, y en memorable discurso, del que se recuerda, siempre, su repetida pregunta: “¿Voy bien, Camilo?”, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz expresó su profética frase y cito: “Creo que es este un momento decisivo de nuestra historia: la tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa. Y sin embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañamos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo será más difícil”.
Así ha sido, siempre enfrentando, superando y venciendo adversidades, limitaciones, planes de desestabilización, conspiraciones para atentar contra Fidel y otros dirigentes, injusto bloqueo y calumnioso cerco mediático que no han cesado en 55 años. Nuestro pueblo ha pagado un alto precio en vidas y en privaciones a causa de la implacable agresividad imperial. Pero no pudieron dividirnos ni derrotarnos. Ni fueron capaces, a pesar del enorme poder de los medios a su servicio, de silenciar el ejemplo de Cuba.
¿Qué crímenes cometimos para merecer ese continuo hostigamiento? Liquidar el analfabetismo, convertir los cuarteles en escuelas e implantar la enseñanza gratuita a todos los niveles; atender al campesinado: el sector de la población históricamente más olvidado; ofrecer acceso universal, sin costo alguno, a los servicios médicos y elevar los indicadores de salud y la esperanza de vida a niveles de los países desarrollados; poner al alcance de todos la cultura, la ciencia y el deporte; recuperar el patrimonio de la nación que estaba en manos de las corporaciones extranjeras; repartir la tierra; trabajar por la igualdad, por la genuina democracia, por sacar a la nación del cenagal en que la habían hundido el capitalismo y la dependencia.
Hace 55 años dejamos de ser una oscura colonia de los Estados Unidos. Los cubanos rescatamos nuestra dignidad plena en enero de 1959. El nombre de Cuba, relacionado hasta entonces con una imagen degradada y caricaturesca, se instaló de un modo nuevo en el mapa del mundo. Se convirtió en un símbolo de heroísmo, de independencia, de decoro y de humanismo.
El triunfo de la Revolución que arribó a la capital aquel 8 de enero con la Caravana de la Libertad, es el acontecimiento que ha signado nuestras vidas. Llegó ya a los cincuenta y cinco años con una obra madura, consolidada y que se renueva, con la peculiaridad de ser la única de las revoluciones que cumple esa edad con su dirección histórica viva y al frente, razón más que suficiente para convocarnos al más sentido y alegre de los homenajes, conscientes de que hay sobrados motivos para sentirnos legítimamente orgullosos y rememorar estos hechos.
La significación histórica de la Revolución Cubana fue ampliamente argumentada por el General de Ejército Raúl Castro Ruz en el discurso pronunciado el pasado primero de enero en Santiago de Cuba. Compartimos esas reflexiones que destacan la obra y afirman que en los momentos más difíciles el pueblo cubano no se rindió, confió en la dirección revolucionaria, dio muestras excepcionales de firmeza y legó lecciones cotidianas de heroísmo y espíritu de sacrificio. Esta capacidad de resistencia alcanzaría más tarde una relevancia particular cuando en nuestra América empezó a conformarse un bloque progresista que pudo contar con las contribuciones solidarias de la Revolución Cubana.
Se asumió el ejercicio de la solidaridad como uno de los valores básicos más entrañables que nos guían. El gran Nelson Mandela, a quien rendimos homenaje póstumo hace pocos días, reconoció, con emotivas palabras, el desprendimiento de los cubanos que viajaron a África y su papel en la independencia de Angola y Namibia y en el fin del apartheid. Si después de Girón, como señaló Fidel, los pueblos de América fueron más libres, puede decirse que los pueblos de África fueron también más libres después de Cuito Cuanavale.
Precisamente por toda la obra de la Revolución, que trasciende las fronteras de Cuba, el imperialismo no ceja en sus propósitos de destruirla. En Santiago, el pasado primero de enero, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, en histórico y memorable discurso alertaba, refiriéndose a la permanente campaña de subversión político-ideológica: “En nuestro caso, como sucede en varias regiones del mundo, se perciben intentos de introducir sutilmente plataformas de pensamiento neoliberal y de restauración del capitalismo neocolonial, enfiladas contra las esencias mismas de la Revolución Socialista… “.
Sus palabras son una convocatoria a la reflexión y a la acción. Como apuntó nuestro Presidente, la Revolución dispone de fuerzas para salir victoriosos en la batalla. Para lograrlo debemos dar cumplimiento a los objetivos aprobados en la Primera Conferencia Nacional del Partido con la misma pasión y sistematicidad con que se han seguido los Lineamientos de la política económica y social refrendados por el Sexto Congreso.
En tal sentido, desde el Partido, en cada lugar en que actuamos, debemos cultivar la interrelación incesante y despojada de formalismos con las masas; desterrar el inmovilismo, los dogmas y las consignas vacías; conjugar la sensibilidad política con la intransigencia ante las violaciones y la defensa de la institucionalidad, en un ambiente de orden, disciplina y exigencia.
Nuestros intelectuales, que en abril celebrarán el Congreso de la UNEAC, tienen en las palabras de Raúl un acicate adicional para actualizar y defender la política cultural de la Revolución, consolidar la pertinencia de las instituciones del sector, contribuir con una mirada crítica y revolucionaria al análisis colectivo para trazar un programa de ideas y de conceptos que se contrapongan al bombardeo nocivo de concepciones nihilistas, supuestamente desideologizadas, con las que pretenden desarmar a nuestra sociedad. La cultura es y ha de seguir siendo la espada y el escudo de la nación ante el imperio.
Igualmente las universidades y los centros de investigaciones sociales, son productores de ideas y cultura, escenario por excelencia para discutir y reflexionar sobre los grandes problemas de la sociedad. Deben conceptualizar los procesos que vive la nación, en particular trabajar en la fundamentación teórica de nuestro modelo socioeconómico. Tienen un papel insustituible en la difusión de las ideas marxistas, leninistas y martianas, que no en balde son motivo de crítica y tergiversación permanentes por parte de los alabarderos de las peores causas. Debemos estimular el debate ideológico y la polémica, la capacidad de análisis crítico, comprometido y revolucionario, el conocimiento y respeto de la historia, que es la base de la cultura política del ciudadano.
En su estrategia subversiva contra Cuba, el imperialismo tiene entre sus objetivos priorizados a los jóvenes, en particular a los estudiantes. Apuesta a la falta de experiencia de vida y a la rebeldía innata de la juventud. Sueña con introducir una cuña entre las distintas generaciones que llevamos adelante la Revolución. Lo sabemos, y no estamos cruzados de brazos: la dirección del Partido le presta a este tema estratégico una atención especial. Ello reclama igualmente una labor intencionada de la Unión de Jóvenes Comunistas y las organizaciones estudiantiles. Aprovecho para recordar que recientemente se efectuaron los Congresos de la FEU y la Asociación Hermanos Saíz, cuyos provechosos acuerdos son objeto de un seguimiento sistemático.
Por otra parte, estamos obligados a perfeccionar los canales de comunicación en nuestra sociedad. Los Organismos de la Administración Central del Estado y los Consejos de Administración tienen una cuota de responsabilidad en la existencia de dudas, incomprensiones o falta de información sobre las políticas aprobadas, las normas jurídicas que se establecen o las decisiones que puntualmente se toman. Otra parte le corresponde a los medios de comunicación masiva, a los que les falta mucho todavía para ser una plataforma de debate de los problemas cotidianos del país. No podemos olvidar que la no atención a las quejas y preocupaciones de la población, así como la existencia de vacíos informativos, autocensura y secretismo inútil, son terreno fértil para los que pretenden destruirnos.
En resumen, el mejor antídoto contra los intentos de subversión del enemigo es hacer las cosas bien en cada lugar. Es a eso, en esencia, a lo que nos llamó el General de Ejército el 7 de julio pasado, cuando nos convocó a dar una batalla frontal contra la corrupción, el delito, las ilegalidades y las indisciplinas sociales. Y es que los asuntos abordados en ambas intervenciones de nuestro Primer Secretario están íntimamente vinculados.
La acción coherente y certera, hasta sus últimas consecuencias, tiene que encabezarla el Partido, cohesionando a la sociedad en su conjunto. Que a nadie quepa dudas: no vamos a cejar en ese empeño.
Compañeras y compañeros:
Celebramos este acto en la imponente Habana, capital orgullosa de todos los cubanos, donde nació José Martí.
Esa es la ciudad que recibió hoy a la Caravana de la Libertad, y que dentro de unas semanas será sede de la Segunda Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
La Cuba revolucionaria, que fue expulsada de la OEA bajo las presiones de los Estados Unidos, ocupa hoy la Presidencia protémpore de una organización que hubiera sido impensable hace 55 años: la CELAC. En el presente colaboramos en la construcción de una nueva unidad latinoamericana y caribeña, concebida dentro de la más amplia diversidad, e inspirada sin duda en los sueños de Bolívar y Martí, de Fidel y Chávez.
Este es el país, al que llegarán los representantes de los otros 32 estados de Nuestra América.
Sin triunfalismos, pero con un análisis justo y objetivo, es innegable lo logrado en 55 años como nación soberana: un país verdaderamente independiente, con un pueblo libre, instruido, consciente, solidario y valiente.
Se cumplieron las promesas del Moncada, prevalece la verdad sobre el engaño, aprendimos a leer para entonces creer y hacer. Son realidades y derechos conquistados: educación, salud, cultura, deportes, seguridad social, inclusión, igualdad, participación, poder popular, democracia, unidad, justicia e internacionalismo. Es la obra de un pueblo heroico que ha enfrentado los mayores peligros y soportado dolorosos sacrificios sin perder la alegría, la confianza, la fe y la esperanza.
Tenemos desaciertos e insatisfacciones. Somos los primeros en reconocerlo. Hay una economía bloqueada que debemos enmendar y potenciar, pero que —y decirlo, es hacer justicia— ha sostenido lo social. Actualizaremos nuestro modelo, lo conceptualizaremos, enfrentaremos la subversión, seguiremos creciendo desde nuestra historia y cultura y perfeccionaremos nuestro socialismo, que será más próspero y sostenible.
Tenemos un sano orgullo por lo logrado, y rendimos un permanente homenaje a los que abrieron el camino cuando parecía imposible: a Fidel y Raúl, Camilo, Che y Almeida, a los comandantes de la Revolución y del Ejército Rebelde, a los combatientes del llano y la Sierra, a Frank, Vilma, Celia, Haydée, Melba y a las Marianas. Ellas y ellos arriesgaron muchas veces y ofrendaron sus vidas, en permanente ejemplo para las generaciones que llegamos después.
Justo es reconocer también a los heroicos combatientes internacionalistas; a nuestros Cinco Héroes, a los que nacidos después de la Revolución han asumido dignamente desafíos y sacrificios, en tiempos de bonanza y en medio del periodo especial; y a los más jóvenes, esos que también han comprendido que la Patria es ara y no pedestal.
Este momento es decisivo para nuestra historia, para los cubanos dignos que acompañamos a la generación histórica en la realización de nuevos sueños y mayores aspiraciones. ¡Nosotros continuaremos adelante, conscientes de la fuerza que emana de la unidad y la fe en la justeza revolucionaria!
Ante nuevos retos obtendremos nuevas victorias.
Patria o Muerte, ¡Venceremos!
(Tomado de Granma)
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