Pacífico Sur: China franquea una etapa en el desarrollo de su potencia naval
Hélène Sallon
2 de diciembre de 2012, Viento sur
Sobre un trasfondo de de tensiones territoriales con sus vecinos, China ha dado un paso más en el refuerzo de su potencial militar. El domingo 25 de noviembre, el Ministerio de Defensa chino anunció que había tenido lugar con éxito el primer aterrizaje del cazabombardero Shenyang J-15 en el puente del Liaoning, el primer portaaviones chino oficialmente admitido al servicio activo el pasado 25 de septiembre. La Televisión Central de China ha difundido imágenes de una de esas operaciones, donde se ve un gancho en la cola del J-15 que atrapa un cable en el puente del portaaviones cuando el avión toca suelo y de inmediato se inmoviliza. Dai Mingmeng, jefe de escuadrón de un regimiento de aviación de la flota del mar de China Oriental, citado por China Daily, afirma que otros cuatro pilotos han aterrizado asimismo en el portaaviones. Aterrizajes calificados de proeza por Xu Yongling, antiguo piloto de pruebas y experto en aviación militar: “Es tan importante como la entrada en la aviación aeroespacial”, ha declarado al China Daily.
Una paso más hacia la plena capacidad de combate
“Es un paso importante para el portaaviones chino (...) y esto le acerca a la capacidad de combate”, ha comentado en la televisión pública Zhang Junshe, vicedirector del Instituto Militar de Investigación de Asuntos Marítimos. Realizadas a plena luz del día, estas pruebas de despegue y aterrizaje deberán complementarse con otras realizadas de noche y en condiciones adversas y con ejercicios de interceptación de aviones enemigos y de destrucción de objetivos en el mar para certificar la plena capacidad operativa, ha explicado Du Wenlong, investigador de la Academia de Ciencias Militares del Ejército.
“Vista la experiencia de otros países, todavía tendremos que esperar por lo menos dos años para que nuestros cazabombarderos con base en el portaaviones estén completamente operativos”, ha declarado Zhang Junshe a China Daily. “Y teniendo en cuenta el tiempo que hará falta para asegurar la puesta a punto de las demás aeronaves, como los aviones con sistema de alerta aerotransportado y los aviones antisubmarino, el portaaviones necesitará de cuatro a cinco años para lograr la plena capacidad de combate.”
Aparatos de alta tecnología
El Liaoning está construido a partir del casco del Varyag, un portaaviones de 67.000 toneladas de la clase Almirante Kusnetsov, de la marina soviética, cuya construcción quedó interrumpida a raíz de la disolución de la URSS en 1991. China compró el casco a Ucrania en 1998 y lo renovó durante años en los astilleros de Dalian. El Liaoning está equipado por lo visto con un sistema de aterrizaje de los más sofisticados del mundo.
La primera generación de cazabombarderos chinos J-15, apodados “Tiburón volador”, ha sido desarrollada, según los expertos, por la Compañía Aeronáutica Shenyang, una filial de la Compañía Industrial Aeronáutica de China. Al menos se han diseñado y ensayado doce prototipos de una aeronave que, según la agencia Xinhua, puede transportar misiles aire-aire, aire-tierra y antibuque, además de bombas teledirigidas. Desarrollado a partir del modelo ruso Sujoi Su-33, dispone de una tecnología y de un armamento perfeccionados. En su página web, el especialista estadounidense Gabe Collins y el profesor Andrew Erickson, de la escuela militar de la marina de EE UU, estiman que el J-15 “tiene propiedades aerodinámicas equivalentes o superiores a cualquier cazabombardero de los ejércitos de la región, salvo el F-22 Raptor de EE UU”.
Japón se siente amenazado
Los avances militares de China inquietan a sus vecinos, sobre todo a Japón, cuya decisión de nacionalizar el archipiélago disputado de Senkaku, en el mar de China Oriental, ha originado fuertes tensiones territoriales. A fin de “responder a la creciente amenaza que supone la marina de guerra china, que multiplica las maniobras o incursiones navales cerca de las costas japonesas, en particular de Okinawa, y que dispone de cada vez más naves sofisticadas”, Japón ha emprendido un intenso rearme de su fuerza naval, según el analista Edouard Pflimlin, experto del IRIS (Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas, con sede en París), en un artículo publicado en la página web de esta entidad. Aunque China necesite años para crear un grupo aeronaval efectivo, capaz de hacer frente a la flota japonesa, los portaaviones chinos “pueden desempeñar una función intimidatoria y de superioridad frente a países ribereños del mar de China Meridional, donde Pekín mantiene importantes reivindicaciones y disputas territoriales”, prosigue el experto.
El pasado 9 de febrero, Japón organizó en este sentido una “ceremonia de colocación de la quilla” de su último “destructor portahelicópteros”, que se halla en fase de construcción. Aunque Japón se abstenga de construir un “portaaviones de ataque”, que su Constitución no permite, “China considera que Japón podría transformar bastante fácilmente sus buques en portaaviones, por ejemplo adquiriendo cazas F-35, indetectebles por radar, de despegue vertical, por mucho que ni el Ministerio de Defensa japonés ni las Fuerzas de Autodefensa Navales hayan planteado jamás esta posibilidad”, afirma Pflimlin. El argumento formulado, por ejemplo, por el antiguo almirante chino Yin Zhuo, es que gracias a su cubierta de 200 metros de longitud, el portahelicópteros japonés permitiría aterrizar y despegar un total de seis aviones, especialmente del modelo F-35, cosa que los japoneses niegan.
26/11/2012
Publicado originalmente en Le Monde.fr
http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article27062
Traducción: VIENTO SUR
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