Daniel Tanuro,
Viento Sur, 11 de octubre de 2013
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (GIEC) de la ONU ya ha hecho público el V Informe sobre el cambio climático. Como en los informes anteriores, está compuesto de tres bloques, cada uno redactado por un grupo de trabajo. El primero en torno a los datos científicos sobre el cambio climático, el segundo sobre impactos/adaptación/vulnerabilidad y el tercero sobre prevención. Cada uno de ellos consta de un resumen dirigido a quienes han de tomar las decisiones, cuyo contenido va a ser materia de laboriosas negociaciones con los representantes de los Estados. El resumen del primer bloque sobre los fundamentos físicos del recalentamiento fue puesto en línea el 27 de setiembre. Su contenido, una vez más, es extremadamente preocupante.
Sin margen de duda
No se trata sólo que las y los 800 autores del informe confirmen que el recalentamiento se debe fundamentalmente a la "actividad humana", sino que el grado de certitud de esa afirmación es cada vez mayor: la sitúan en el 95% (en el IV Informe era del 90%). Desde el periodo preindustrial, los factores naturales (la exposición solar) suponen un incremento de 0,1°C de la temperatura. Poca cosa frente al incremento observado, que es de 0,85°C.
Bajo el impacto de los escépticos del cambio climático (se les debería denominar negacionistas), los medios de comunicación han hablado de la ralentización del calentamiento desde hace una quincena de años. Es cierto que la curva del gráfico sobre las temperaturas anuales da la impresión de una estabilización, pero la imagen es muy distinta cuando se analiza el gráfico de la media correspondiente a las décadas. En ese gráfico, el calentamiento no se ralentiza sino que, más bien, se acelera. La explicación es que el sistema climático es extremadamente complejo, y las oscilaciones meteorológicas a corto plazo no permiten extraer conclusiones sobre las tendencias a largo plazo.
+4°C
Según el peor escenario descrito por los autores, el incremento más probable de la temperatura de aquí al final del siglo será de 4ºC; es decir, una desviasción tan grande como el que nos separa de la última glaciación, hace veinte mil años. Para ver la importancia de esta proyección, es necesario saber que, tal y como lo ha confirmado un estudio reciente, las proyecciones de los informes precedentes han resultado estar por debajo de la evolución real que se ha conocido después. Por lo tanto el GIEC no es catastrofista. Al contrario, toda una serie de mecanismo tienden a moderar su diagnóstico. Entre otros, la voluntad más o menos consciente de las y los investigadores de no ir más allá de los límites –subjetivos–de lo que parece "razonable". Así, por ejemplo, a la hora de establecer el modelo de análisis, no se tiene en cuenta la posible liberación masiva de metano del permafrost [capa de hielo permanente en la superficie de las regiones muy frías o preglaciares, como es la tundra. NdE].
Contrariamente al informe precedente, el V informe ya no excluye la posibilidad de que las medidas para la reducción de emisiones de gas de efecto invernadero permitan aún alcanzar un umbral inferior a 2°C en el incremento de la temperatura en relación al periodo preindustrial. Pero esta buena noticia es muy relativa, dado que:
1) los gobiernos están más lejos que nunca en lo que respecta a adoptar las medidas correspondientes, y
2) las consecuencias de un calentamiento inferior a 2°C son más severas de lo que se creía hasta ahora. Una cuestión a retener: los progresos en el conocimiento de la historia del clima permiten afirmar que durante el último periodo interglaciar, hace 120.000 años, cuando la temperatura era entre 1 y 2 grados superior a la actual, el nivel de los océanos era de 5 a 10 metros más alto (y no de 4 a 6).
Incremento del nivel de los océanos: de 1 a 3 metros
El resumen para quienes tienen que tomar las decisiones lo confirma: el incremento del nivel de los océanos constituye la consecuencia más temible del calentamiento. Este fenómeno ha estado muy subestimado. En efecto, las observaciones ponen en evidencia un incremento de 3 mm por año, en lugar de los 2 mm que se pensaba. Hace seis años, el IV Informe situaba en incremento de aquí a final de siglo en una horquilla entre 18 y 59 cm. De ahora hacia adelante, los especialistas lo sitúan entre 28 y... 98 cm. y más aún si el casco glaciar de la Antártida Oeste llega a ser tan inestable como el de Groenlandia. Si no se reducen las emisiones el incremento del nivel de los mares será de entre 1 y 3 metros de aquí al año 2300.
Por otra parte, estas proyecciones dentro de tres siglos no son el final del problema: vista la inercia térmica de las masas de agua y del hielo, serán precisos más de dos mil años para que el sistema alcance un nuevo punto de equilibrio. Según Anders Leverman, coordinador del capítulo sobre el nivel de los océanos en el informe del GIEC, cada incremento de temperatura de un grado en relación al periodo preindustrial conllevará inevitablemente una elevación final de 2,3 metros del nivel de los mares. Ya hemos ganado 0,85°C y el informe, recordémoslo, dice que para el fin del siglo se podrían alcanzar los 4°C. Si Leverman tiene razón, la consecuencia –recordémoslo, inevitable–será de un Incremento del nivel de los mares de casi... 10 metros.
Las amenazas en las zonas costeras en las que vive la mayoría de la humanidad no constituyen la única fuente de inquietud. El informe confirma otros impactos debidos al recalentamiento: incremento de las sequías en las zonas áridas, de las precipitaciones en las zonas húmedas, acentuación de fenómenos meteorológicos extremos, acidificación de los océanos, debilitamiento de las corrientes marinas (como la del Golfo), etc. La continuación de esta serie negra será objeto del segundo volumen del informe, sobre los impactos y la adaptación.
El barco se hunde...
Buena suerte a las generaciones futuras: no les servirá de nada saber que esta catástrofe irreversible (a escala humana del tiempo) fue tomando cuerpo mientras a los gobiernos y a las instituciones internacionales se les llenaba la boca de bellas palabras sobre el "desarrollo sostenible".
El barco se hunde y parece que a todo el mundo le importa un pimiento. Aunque no es del todo cierto: los armadores se frotan las manos porque sus barcos cada vez podrán pasar más por el gran Norte, los petroleros se alegran porque la desaparición del banco de hielo permite explotar los fondos del mar Ártico, los grupos de presión energéticos corren tras el gas de esquisto para reducir el precio de la electricidad, China e India construyen centrales de carbón sin descanso y el presidente Correa sacrifica el parque Yasuni en el altar del desarrollo capitalista, que él denomina "revolución ciudadana".
Sólo la clase obrera puede poner fin a esta marcha hacia el abismo. Pero para hacerlo tendrá que abandonar la estrategia de "compartir los frutos del crecimiento" en provecho de una estrategia que se enfrente a la acumulación capitalista que "agota las dos únicas fuentes de toda riqueza: la Tierra y el trabajador”. Una estrategia ecosocialista para salir de la alienación productivo-consumista y satisfacer las necesidades reales, determinadas democráticamente y respetando los límites naturales. Decir que es urgente es quedarse corto.
5/10/2013
http://www.lcr-lagauche.be/cm/index.php?view=article&id=3032:cinquieme-rapport-du-giec-et-tout-le-monde-sen-fout-&option=com_content&Itemid=53
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