Víctor Ferrigno F.
Mientras el Medio Oriente arde y en la península
de Corea se fragua una guerra nuclear, 20 países de la OEA azuzan, irresponsablemente,
una confrontación política contra Venezuela, que podría escalar hasta una
indeseable intervención militar, en la que todos los pueblos latinoamericanos
perderíamos, y mucho.
Constituida
en 1948, la Carta fundacional de la OEA, en su primer artículo, establece que la
Organización “no tiene más facultades
que aquellas que expresamente le confiere la presente Carta, ninguna de cuyas
disposiciones la autoriza a intervenir en asuntos de la jurisdicción interna de
los Estados miembros”.
Sin embargo, bajo la presión de EEUU
y la subordinación de su Secretario General, la OEA ha impulsado una serie de
medidas contra Venezuela, violentando su ordenamiento legal, lo que ha obligado
al país bolivariano a retirase del foro continental.
La medida asumida por el gobierno de
Nicolás Maduro es el resultado previsible de una política intervencionista que
no se quedará en el ámbito de las declaraciones diplomáticas, pues la finalidad
de este tinglado es apoderarse de los yacimientos petrolíferos de Venezuela,
los mayores del mundo. Que nadie se engañe.
Las reservas
certificadas de petróleo de Venezuela ascienden a 297 mil millones de barriles,
las más grandes del orbe, ubicando al país como el sexto exportador mundial y
el primero del continente, proveyendo millón y medio de barriles diarios a
EEUU.
Sería miope negar los problemas
reales que vive Venezuela, como el desabasto de alimentos y medicinas, la
hiperinflación y la devaluación de la moneda, lo cual ha servido de argumento a
una oposición violenta que no busca otra cosa que derrocar a Maduro, negándose
a la negociación política, incluso a través de la mediación internacional.
Sin
embargo, es la importancia geoestratégica del petróleo venezolano lo que motiva
la confrontación interna e internacional contra la patria de Bolívar, máxime
ahora que han surgido nuevas condiciones en relación con los carburantes: a)
Arabia Saudita (aliado de EEUU) y los BRICS han decidido abandonar el dólar
como moneda de cambio para el comercio del petróleo, adoptando el trueque o el
Renminbi, la moneda de China, debilitando el billete verde; b) EEUU y la OTAN
no han podido imponer su control militar en medio oriente, lo que les ha
impedido apoderarse de las reservas petroleras de Siria, las más grandes del
área, después de Irak; c) Irán, Siria e Irak pactaron, en 2011, construir tres
ductos para exportar el crudo y el gas de los tres países, por puertos sirios,
a Europa y Rusia; d) Israel no ha podido doblegar a Palestina, para apoderarse
de las enormes reservas gasíferas marítimas de este país.
Como
un bumerán, la guerra por los carburantes en Oriente Medio le reviró a la OTAN,
con dos millones de refugiados hacia Europa, generando la mayor crisis
humanitaria del continente, desde la Segunda Guerra Mundial, por lo que la
política intervencionista no podrá continuar en el mediano plazo.
Todo
lo anterior hace más apetecible a EEUU el petróleo de Venezuela y Ecuador, y el
gas de Bolivia, los tres países latinoamericanos que han optado por un modelo
soberano de desarrollo, privilegiando al ser humano por sobre las empresas.
El
despliegue de 44 bases militares de EEUU en Suramérica y el Caribe, 8 de ellas
en Colombia, y la estrategia del Comando Sur, develada en documentos
desclasificados, son presagios de una acción político-militar intervencionista,
a la que sirve la OEA.
En febrero de 2016 se filtró un documento del Comando Sur de EEUU
(Southcom), titulado Venezuela Freedom 2
Operation, en el cual el comandante Almirante Kurt W. Tidd, propone doce
(12) acciones para derrocar al gobierno del presidente Maduro. Al analizar las
de orden político, económico y social, se puede identificar con meridiana
claridad el libreto que sigue la oposición, encabezada por la MUD.
En cuanto al papel de la OEA, el comandante del Southcom, en el literal
h), plantea: “Al mismo tiempo, en el
plano internacional hay que insistir en la aplicación de la Carta Democrática,
tal como lo hemos convenido con Luis Almagro Lemes, Secretario General de la
OEA y los ex-presidentes, encabezado por el ex-secretario de la OEA, César
Gaviria Trujillo, pudiendo contar con algunos nexos con la Alianza
Parlamentaria Democrática de América a quienes hemos sumado a la compaña en
desarrollo. Conjugar estas iniciativas con la citada figura de las “emergencias
humanitarias” que permita construir alianzas con otros países que están en el
área de influencia del Comando Sur”.
Entre las acciones militares
que propone el jefe del Southcom,
destacan tres: Primera. Mantener la vigilancia electrónica sobre la zona de
intervención, “manteniendo las
incursiones de los aviones RC-135 COMBAT, equipados con sistemas electrónicos
que han permitido recientemente recolectar inteligencia, interceptar y bloquear
comunicaciones, tanto del gobierno como de contingentes militares”.
Segunda. Dejar fuera de combate “al Primer Batallón 228 del Regimiento del Aire con sus 18 aviones y
los helicópteros UH-60 Blackhawk y CH-47, aproximándolos al terreno,
preferiblemente las instalaciones de Hato Rey en Curazao. Ya hemos establecido
las directivas y órdenes vinculantes”;
Tercera. Mantener los entrenamientos y aprestos operacionales para
la intervención “con la Fuerza de Tarea
Conjunto Bravo en la base de Palmerola, en Comayagua, Honduras, la Fuerza de
Tarea Conjunta Interagencial Sur –Jiatfs, permite colocar tales componentes en
condiciones de actuar rápidamente en un arco geo-estratégico apoyado en las
bases militares de “control y monitoreo” en las islas antillanas de Aruba
(Reina Beatriz) y Curazao (Hato Rey); en Arauca, Larandia, Tres Esquinas,
Puerto Leguízamo, Florencia y Leticia en Colombia; todo ello como Lugar de Operaciones
de Avanzada (FOL con proyecciones sobre la región central de Venezuela donde se
concentra el poderío político-militar)”.
Hay pues, confesión de parte escrita de las fuerzas militares
intervencionistas del Southcom, en alianza con la oposición venezolana y la
OEA, a quienes el almirante Tidd identifica como cómplices, estableciendo los
acuerdos pactados con cada uno.
En ese contexto, a la República Bolivariana de Venezuela no le
quedó más alternativa que retirarse de la OEA, cuya soberanía debe ser defendida
por todas y todos los ciudadanos del mundo que creemos en la paz y en la
democracia.
Cabe recordar que cuando Cuba fue expulsada de la OEA, Raúl Roa, el
canciller de la dignidad, les espetó: “Me voy con mi pueblo, y con mi pueblo se van de aquí
los pueblos de Nuestra América”.
Guatemala, 1 de mayo de 2017.