Horizontes de otra racionalidad económica. Crisis de legitimidad de una civilización
Wim Dierckxsens
25.Jul.12 :: Abriéndonos la cabezaFin de la racionalidad a la vista: La innovación tecnológica llegó a su límite histórico
Somos de la opinión que la composición orgánica del capital ha llegado a los límites de lo posible dentro de los países centrales y por lo pronto también de las relaciones de producción vigentes. Las últimas en vez de ser una palanca de desarrollo de las fuerzas productivas se han transformado en trabas suyas. Sabemos que el incremento en la composición orgánica del capital explica la tendencia a la baja de la tasa de ganancia. Esto un fenómeno muy conocido en términos de valor. El tema aquí es si existen límites a la capacidad de reemplazo de la tecnología como valor de uso. Es un supuesto que la innovación tecnológica genera un ahorro en el costo de la mano de obra al utiliza la nueva tecnología. El costo de fuerza de trabajo necesario por unidad de capital empleado disminuiría, en otras palabras. Es un supuesto que el progreso tecnológico está directamente relacionado con un ahorro en mano de obra al emplear esta nueva tecnología. Lo anterior conlleva a una creciente competencia por el progreso técnico. La tecnología genera, en apariencia, la mayor ganancia esperada. El supuesto aumento en los beneficios a partir de un acelere en la renovación tecnológica induce contablemente a su depreciación, es decir, conlleva a la obsolescencia programada de la tecnología. En resumidas cuentas ello implica acortar la vida media de la tecnología como valor de uso (Robert Dekle, Technological progress and endogenous capital depreciation: evidence from the US and Japan, www.federalreserve.gov , 1994).
El resultado de la innovación tecnológica en la tasa de beneficio no se conoce, sin embargo, sino hasta el final del proceso. Con la innovación tecnológica disminuye la edad media de la tecnología empleada, es decir, se reduce la vida media del stock de capital fijo. Japón utilizó durante el pos-guerra la baja en la edad media del stock de capital fijo como un indicador de la competitividad del país frente a los demás países centrales. Ante el supuesto de que la innovación tecnológica y la consecuente baja en la edad media de la tecnología conllevan a una mayor capacidad competitiva, investigadores como Robert Dekle (Ob. Cit.), demuestran que lo contrario está sucediendo durante la época pos-guerra para los países centrales en general y particularmente para el caso de Japón. Al bajar la vida media tecnológica en Japón a más velocidad que en otros países centrales, el costo de la mano de obra por unidad de capital fijo invertido aumentó en vez de bajar. Con ello bajó la tasa de retorno. La lección es clara. No se puede acortar más la vida media de la tecnología en los países centrales sin provocar una mayor baja en la tasa de beneficio. En los países periféricos con los salarios más bajos, como China, hay cierto margen todavía. La tecnología y la innovación tecnológica dejaron de ser ventaja una competitiva para los países centrales y pronto también lo será en los mismos países periféricos. Con ello el agotamiento de la actual racionalidad económica está a la vista.
Conforme se reduzca la vida media de la tecnología utilizada, el tiempo de producción disponible para transferir su costo al producto disminuye también. A partir de cierto punto, el costo de mano de obra por unidad de capital fijo empleado ya no disminuye sino más bien aumenta, es decir, el costo de renovación aumenta más de prisa a como el costo laboral disminuye. Con una vida media teórica del capital fijo tendiente a cero, el costo laboral por unidad de capital fijo tendería al infinito. Japón entró en una crisis económica prolongada al llevar la delantera en esta materia comparando con los otros países centrales. Tenemos que agregar que durante el mismo período del pos-guerra, el costo laboral aumentó en Japón al generalizarse la relación salarial. El porcentaje de asalariados en la PEA de Japón, pasó de 38% en 1950 al 74% en 1980, pasando por 53% y 63% en 1960 y 1970 respectivamente. Debido a la generalización rápida de la relación salarial, la capacidad de reemplazo de la mano de obra en el país bajó y por ende aumentaron tanto su costo directo como el indirecto. Por lo anterior, la vida media de la tecnología en Japón había sobrepasado su límite para realzar la productividad del trabajo por dos vías. La consecuencia ha sido que Japón está en recesión desde hace dos décadas y media. El país ha apostado salir de la crisis mediante un endeudamiento total (Estado, hogares, instituciones financieras y no financieras) que supera el 460% del PIB, de la cual la mitad es pública y básicamente interna. La deuda total per cápita de Japón es la más alta de los países del G20 en 2010 (Tano Santos, Deuda, ¿qué deuda?, www.fedeablogs.net, 13 de marzo de 2010).
En un libro titulado Can technology improvements cause productivity slowdowns? de Andreas Hornstein y Per Krusell www.people.su.se, los autores muestran que la baja en la productividad de trabajo comenzó a darse en los países centrales hacia finales de los años sesenta debido a la acelerada innovación tecnológica. El resultado final fue una baja en las tasas de crecimiento económico alrededor de los años 1972 y 73. Los autores presentan datos (pág.116) sobre la baja en la productividad laboral entre 1960-73 y 1973-79. En Japón dicha productividad de trabajo baja de 9,4 a 3,1, en Italia de 6,3 a 1,6, en Francia de 5,4 a 2,4, en Alemania de 4,6 a 1,9, en Gran Bretaña de 3,5 a 2,6, en EEUU de 2,8 a 1,6 y, en Canadá de 2,8 a 1,5. En el período de 1980 a 2006 la productividad de trabajo de Japón bajó aún más todavía al 1,8. Los datos dejan en claro que Japón es el país con la reducción más veloz de la vida media de la tecnología y con la mayor pérdida en la productividad de trabajo.
Autores como Edward Wolff en el texto “The productivity slowdown” (Vea “The American Economic Review”, diciembre de 1996) señala que la baja en la edad media del stock de capital fijo está asociada directamente con una baja en la productividad en todos los países de la OECD. Para contrarrestar esta baja en la productividad laboral hay diferentes respuestas. Podría pensarse en alargar la vida media útil del capital fijo. Esta salida no contribuye a la competitividad del capital como capital. La respuesta inmediata es el desarrollo de un fuerte sistema de patentes para dejar la producción en manos de terceros donde la mano de obra es más barata. Este sistema de patentes fue propagado en los años de 1970 y 1980 junto con el proceso de ´outsourcing´ del capital productivo hacia países donde la mano de obra es más barata, es decir, hacia los BRICS en general y China en particular.
Los patentes otorgan beneficios a partir de una renta sobre el monopolio del conocimiento, siempre y cuando no haya nuevas innovaciones. La innovación tecnológica, sin embargo, tiende a desarrollarse en el propio ámbito productivo y no en los laboratorios que queden lejos de la producción. Con el transcurrir del tiempo, los rentistas que viven de este monopolio quedarán fuera de juego. Esto ya está sucediendo hoy en día. La innovación tecnológica en China está en plena marcha. Hay cada vez más campos de producción donde China compite con los países centrales. Estados Unidos ya no es más que la sombra de sí mismo en materia científica y tecnológica. Hasta en la conquista espacial el país ha perdido terreno. Europa se vuelve a gran velocidad hacia Rusia, la India y la China para sus futuras colaboraciones en este campo. Hoy en día Washington ya ni está más en condiciones de enviar a hombres al espacio por sus propios medios. (Vea Vincenzo Denicolņ, “Do patents over-compensate innovators?”, www.webcatch.googleusercontent.org). El capital en los países centrales no tenía muchas otras opciones, para no dejar de ser capital, que refugiarse en el sector de defensa como fue particularmente el caso de EEUU, o huirse del ámbito productivo para refugiarse en el especulativo. Esto hoy en día está llegando a los límites de lo posible.
Mundialización del ejército industrial de reserva, fin de la democracia representativa y la lucha por otra participativa
Desde el momento que la innovación tecnológica hacia bajar la productividad de trabajo en los países centrales, bajaba con ello la tasa de ganancia y el capital procura bajar los costos de trabajo. El credo del neoliberalismo es que el elevado costo del trabajo ha sido el factor responsable que hizo bajar en la tasa de ganancia, cuando en realidad fue el alza en el costo de la renovación tecnológica. En las últimas décadas del siglo XX, los países centrales buscan como aumentar la capacidad de reemplazo de la fuerza de trabajo. Es la era de la flexibilización de la fuerza laboral. El mecanismo por excelencia fue la globalización. Con la globalización se internacionaliza el ´ejército industrial de reserva´. Este proceso se expresa a través de flujos migratorios netos de fuerza de trabajo desde la periferia hacia el centro y mediante el llamado “outsourcing” del capital productivo hacia los países periféricos. Con ello aumenta la inestabilidad laboral, económica y social en los países centrales. Con ello se torna más frágil también la estabilidad política. Los países centrales, con una larga trayectoria reformista, sufren una mayor capacidad de reemplazo de la fuerza de trabajo. Con ello disminuye la estabilidad laboral, la seguridad económica y social y por ende la política. Las propias bases de la democracia burguesa (o ´representativa´) están minadas.
Hasta 1980 el mercado de trabajo operaba básicamente dentro de los límites de las fronteras nacionales ya que hubo una relativa autonomía de las economías nacionales respecto al mercado mundial. La capacidad de reemplazo de la fuerza de trabajo se determinaba fundamentalmente a nivel nacional. La mayor o menor presencia del nexo no capitalista en cada país determinaba dicha capacidad. La estabilidad económica y social y por ende política de un país fue el resultado casi exclusivo de esa realidad nacional y dependía del tamaño relativo del nexo no capitalista. Hacia 1970, la capacidad de reemplazo de la fuerza de trabajo masculina en los países centrales se redujo al mínimo posible. Casi toda la población activa masculina se encontraba bajo relación salarial. En las décadas de los setentas, ochentas y noventas las mujeres ingresan masivamente a la actividad económica y bajo relación salarial. Con ello la capacidad de remplazo de toda la fuerza laboral se reduce a la expresión más baja posible. Es a partir de entonces que la inmigración masiva resulta ser el último recurso para aumentar el ejército industrial de reserva en los propios países centrales y a la vez el capital productivo huye hacia otros países donde el costo de la mano de obra resulta ser mucho más barata (Dierckxsens 2011).
La globalización del mercado mundial de trabajo significó una mayor capacidad sustitutiva de la fuerza laboral en los países centrales hasta para la clase media. El desmantelamiento de las ex repúblicas socialistas fue un factor nada despreciable en este proceso. Entre 1980 y 2010, la población mundial disponible para los intereses del gran capital globalizado, más que se duplicó. Desde mediados de los años ochenta, la población de la economía mundial globalizada pasó de 2,5 mil millones a 6 mil millones de seres humanos. La clase trabajadora potencialmente disponible para la explotación del capital transnacional se duplicó al pasar de una PEA de 1,46 mil millones en 1985 a casi 2,93 mil millones en el año 2000 (Goldstein, 2009). La consecuencia es una tendencia mundial a la baja salarial, al aumento de la jornada de trabajo y al empeoramiento de las condiciones económicas y sociales en general. Desde entonces ya no existe un proyecto país, no importa quién esté en el gobierno. El proceso pone así en cuestionamiento la misma democracia burguesa.
En los países nórdicos en general y los países escandinavos en particular, la mayor profundidad del reformismo durante largos años se basó en la muy reducida capacidad de reemplazo. La misma se debe, aunque no de manera exclusiva, a su reducida talla demográfica. Sobre esta base se construyen amplios derechos económicos y sociales y genera, por ende, una mayor ciudadanía. Comparando con otras naciones, sus ciudadanos se sienten, conscientemente o no, de primera categoría Para alcanzar mayor competitividad internacional en tiempos de globalización, precisaban introducir en estos países políticas de flexibilización laboral más drásticas que en otros países con más capacidad de reemplazo. Precisaba, en otras palabras, desmantelar el fuerte Estado de Bienestar y más que en otros países con menor bienestar social. Sea socialista el gobierno o conservador, el retroceso en las condiciones socioeconómicas de la población trabajadora debía darse a mayor ritmo. La lucha por la conservación de los derechos económicos y sociales tiende llevar la población a posiciones más conservadoras. Por el mismo motivo, observamos en Suecia, Holanda y Dinamarca, por ejemplo, partidos neo-fascistas que ya han participado en coaliciones de gobierno recientes.
A partir de la crisis financiera de 2008 la inseguridad económica y social se acentúa más aún todavía. El rescate bancario no se traduce en una reanimación de la economía real. Lo contrario más bien ha sucedido. Las tasas de desempleo aumentaron sin cesar. En un primer momento de la crisis, las masas populares no cuestionan el sistema excluyente, sino reafirman con fuerza su fe en las sagradas relaciones de producción existentes. Como ciudadanos de primera categoría consideran tener más derechos de estar en este mundo. Lo defienden como ciudadanos plenos aunque sea a costa de otros con menos derechos construidos: los migrantes, las mujeres y los grupos ´minoritarios´ en general. Las poblaciones de Alemania, Holanda, Finlandia o Austria, se sienten ciudadanos de primera categoría y consideran, conscientemente o no, que los pueblos mediterráneos son ciudadanos de segunda categoría. Los inmigrantes son considerados a su vez como ciudadanos de tercera o cuarta categoría según su procedencia.
La defensa a ultranza de mi inclusión y de mis derechos económicos y sociales existe en el Norte frente a los del Sur y en Norte y Sur frente a los inmigrantes. Cuando se lucha por la inclusión a partir de supuestos derechos como categoría de ciudadanos y no contra el sistema excluyente como tal, está el peligro de adopción de posiciones neo-fascistas a nivel popular, las que a su vez son capitalizadas por los partidos políticos de ultra derecha. Después de largos meses de lucha social de los indignados, las elecciones en España mostraron como lo capitalizó la derecha por ejemplo. Hoy en día, las fuerzas nacionalistas, proteccionistas y populistas difícilmente consiguen el apoyo ´burgués´ para cuestionar la integración europea. Una Europa más integrada como “Eurolandia” sirve más a la burguesía dominante bajo liderazgo de Alemania para defenderse del capital financiero global anglo-americano que el nacionalismo o separatismo del Euro propagado hoy tanto en el Norte como en el Sur del continente.
En otros textos (2011), hemos señalado que ante el nacionalismo y separatismo está el Nuevo Orden Mundial y Financiero liderado por el capital financiero global anglo-americano que opera desde la City de Londres y Wall Street que busca instaurar un gobierno mundial con una moneda global que no pertenece a ningún país. Sería un Estado Global sin fronteras ni compromiso con ciudadanos de ninguna nación. Tratase de un capitalismo salvaje a nivel global bajo mando directo del capital financiero global. Ello supone, entre otras cosas, una lucha para subordinar el Euro y el Dólar que está en plena marcha. El contexto geopolítico mundial liderado por la City de Londres y Wall Street, no ofrecía otra alternativa a los estados europeos, que buscar una mayor integración de la casa Europa e iniciar el desacople del proceso de globalización pero a costa de la soberanía de los Estados y con enormes sacrificios de los pueblos periféricos del continente.
En medio de este campo de batalla entre las principales corrientes del capital, se abre una oportunidad de la lucha popular por una democracia participativa. El camino de la izquierda es ir por una “Iniciativa ciudadana europea a todo nivel”. Es preciso desarrollar la democracia más participativa en Europa mediante la intervención popular en todas sus formas y a todos niveles (europeo, nacional y local). Para su ejemplo, está la elaboración vía Internet de la nueva constitución islandesa. Para implementar políticas claves en común y metas comunes de integración económica y asegurar cierta homogeneidad política con democracia participativa, es necesaria trabajar en redes y no por individualidades cada vez más tecnócratas y políticos en Bruselas. Una forma de democracia participativa requiere un doble proceso: el de los gobernantes hacia los pueblos y el retorno. Es preciso evitar los escollos federalistas e ir al referéndum en la Nueva Europa como un todo. (Vea, Geab 62).
Fin de los recursos naturales y el rol de los países periféricos en el cambio de racionalidad económica
Ante la baja en la tasa de ganancia y el estancamiento económico en los países centrales vemos el surgimiento de los países emergentes con altas y sostenidas tasas de crecimiento económico. Mencionamos aquí a China, Rusia, India, Brasil y África del Sur, los así llamados BRICS. Estos países aunque heterogéneos en muchos aspectos muestran, con China en la delantera, tasas de crecimiento económico muy fuertes y desde bastantes años. Son países donde la capacidad de reemplazo más alta y con perspectiva a relativo largo plazo debido a su talla demográfica. El costo de la mano de obra por lo tanto es relativamente bajo. El costo de la mano de obra, sin embargo, no es el único factor. Veamos el lugar que ocupan los recursos naturales en estos países relativamente vastos.
La racionalidad económica del capital ha llevado a la sobreexplotación no solo de las energías no renovables como el petróleo sino también de los metales y minerales. Hoy en día la escasez relativa de ciertos metales y minerales está a la vista. Los mismos suelen concentrarse en el Sur y sobre todo en los países emergentes. Occidente no está solamente cada vez más dependiente de los países del Sur en materia energética (petróleo), sino también de minerales y metales en general y sobre todo de los más estratégicos. Con ello, las condiciones objetivas para establecer nuevas relaciones de poder están dadas.
Mientras la oferta de los recursos naturales era muy abundante y provenía de múltiples países, los precios de estos metales y minerales solían ser muy bajos. Los llamados términos de intercambio eran muy desfavorables para los países del Sur. La lógica del capital es acumular con rapidez creciente. Al acortar la vida media de los productos, la rotación de capital aumenta. Se vende en menos tiempo el mismo valor y se realizará entonces la misma ganancia en un tiempo más reducido. Al aumentar así la rotación del capital, se da un proceso de des-materialización relativa. Por producto se demanda menos materia ya que se hacían más desechables. De esta forma se vendía en un lapso de un año, un mayor volumen de productos y valor. La economía crece en términos de valor en los países centrales. En los países periféricos se extrae, en términos de valor de uso, recursos naturales a velocidad creciente, es decir, sufren sobre todo la des-materialización absoluta. Si las crisis del pasado se caracterizaban por la sobreproducción de valores de cambio, la sub-producción de valores de uso como el stock de recursos naturales comienza ser una nueva cara de la crisis.
De los 15 países más dotados de metales y minerales en general, los países BRICS ocupan lugares privilegiados. En primer lugar está África del Sur, segundo es Rusia, quinto Brasil, sexto China, y undécimo India. Con solo esta información queda clara la posición estratégica de los países BRICS en materia de posesión de metales y minerales (Vea Jeremy Grantham, “Fifteen countries sitting on a fortune of metals and minerals”, www.bussnessinsider.com). También América Latina ocupa un lugar privilegiado que podrá explotar más en el futuro. Entre los 15 países con más metales y minerales hay cuatro países latinoamericanos: en el orden de importancia tenemos Brasil, Chile, Perú y México. En la lista están además dos países de América del Norte: Canadá en cuarto y EEUU en octavo lugar; dos de África: África del Sur y Guinea; cuatro de Asia: China, la India, Kazakstán e Indonesia; de Europa Rusia y Ucrania y para cerrar la lista está Australia en tercer lugar de los 15 países en total.
Una cosa, sin embargo, es tener reservas minerales en general y todavía otra cosa es tener aquellos recursos que muestran escasez relativa. Un estudio realizado por el British Geological Society (”Los metales más raros de la tierra”, www.ecoapuntes.com.ar de septiembre de 2011) mostró que de los 52 metales en la lista, el 60% (o sea, 31) tiene un índice de riesgo de 5 o superior, donde 1 indica el riesgo de suministro bajo y 5 el riesgo de suministro alto. La escasez puede ser dividido en tres dimensiones: física, económico (aumento de precios) y geopolíticos (barreras políticas). La lista del BGS muestra que China lidera la producción global de casi todos los elementos de la lista, siendo responsable de la extracción de la mitad de ellos.
Ante la escasez relativa de los recursos naturales estratégicos, los países productores están empezando a proteger sus intereses. China establece impuestos a la exportación, especialmente de metales y minerales con alto valor de innovación. El país ha impuesto también otras barreras al comercio de algunos metales, como cuotas y hasta la prohibición de exportar. Lo hace para proteger a las industrias propias (Vea, Redacción de Economía y Finanzas, “Geopolítica: ¿Es posible seguir con el progreso con la escasez de materias primas escasas?”, Buenos Aires, 23 de diciembre de 2011).
Queremos subrayar la importancia de la escasez relativa de materiales usados en tecnologías emergentes verdes. Un informe de la Comisión Europea y de PriceWaterhouseCoopers (PWC) ha identificado 14 materiales estratégicos y escasos usados en tecnologías emergentes verdes. Al aumentar su importancia para la economía futura aumenta el riesgo de su escasez. En orden alfabético se trata de Antimonio producido según orden de importancia en China, África del Sur, Bolivia y México; Berilio, producido en EEUU, Rusia y China; Cobalto, producido en un 90% en la República Democrática del Congo, y además en Zambia; Fluorita que se produce en China, México y Mongolia; Germanio es subproducto del cinc y se obtiene sobre todo en China y Rusia; Indio que se produce más en China, Corea y Japón; Litio con 85% de las reservas en América latina: Bolivia, Chile y Argentina; Grafito es producido en China, Corea y la India; Magnesio en EEUU, China y Canadá; Niobio en Australia, Brasil y Canadá; el Grupo Platino en África del Sur y Rusia; Las tierras raras como el tántulo y tungsteno se obtiene casi exclusivamente en China.
En la lista de los 14 recursos mencionados, China aparece en 8 ocasiones. No extraña entonces que China produce cerca del 50% del suministro mundial de metales escasos y alrededor del 97% de las tierras raras. No queda duda que es el país emergente por excelencia. África del Sur, Rusia, Bolivia, México, Corea del Sur, EEUU y Canadá son mencionados cada uno dos veces. La mayor integración económica entre Rusia (mayor productor de gas y petróleo) y China es estimulado por la amenaza de Occidente sobre Medio Oriente en general e Irán en particular. Estamos ante la amenaza concreta que Eurasia se transforma en el bloque de poder del futuro y constituye en este sentido una amenaza para Occidente.
En China se encuentran algunos materiales muy estratégicos, como las denominadas tierras raras. Sólo los produce China. Desde los paneles solares, pasando por los molinos de viento o los discos duros de las computadoras hasta en misiles se usan dichos elementos de los que Europa, Japón y EEUU son absolutamente dependientes. Otros, como el galio, el indio o el telurio, son subproductos metálicos cuya oferta occidental es absolutamente insuficiente para atender la demanda futura. En los últimos años algunas tierras raras, por ejemplo, han visto multiplicar su precio un 1.500% debido al difícil acceso.
El problema de las tierras raras ya se ha convertido en una cuestión de geopolítica. En este momento no sólo la gran mayoría de las materias estratégicas en general y los minerales de tierras raras en particular se extraen en China, el país ha logrado imponer que cada vez más sean procesados allí. Si Occidente quiere acceso a estas materias tan escasas y estratégicas que instalan entonces sus fábricas en China. El país no solo exige la instalación de las fábricas que elaboren dichas materias en el país, sino además exige una transferencia tecnológica. En septiembre de 2010, el Gobierno chino restringió la exportación de neodimio para destinarlo a proyectos propios de energía eólica. Hasta en dos ocasiones, la Organización Mundial del Comercio (OMC) ha abierto expedientes a China por interferir en la salida de tierras raras hacia el exterior. Sendos informes oficiales de los gobiernos estadounidense y europeo alertan ahora de que el futuro de las energías renovables está en peligro por esta extrema dependencia (Vea Miguel Ángel Criado, “Occidente depende de unos minerales que no tiene”, 6 de enero de 2012).
Otros materiales igual de estratégicos y de los que se espera que el aumento de la demanda los convierta en críticos son el telurio, el galio, el indio o el litio. Este último sólo está considerado así por el informe estadounidense. Aunque ha tenido otros usos en el pasado, su función principal hoy es alimentar todo tipo de baterías y entre otras para el desarrollo de energía eólica y el carro eléctrico (Vea Miguel Ángel Criado, “Occidente depende de unos minerales que no tiene”, 6 de enero de 2012). El litio es considerado un recurso relativamente estratégico y escaso ante el avance de la energía eólica y el carro eléctrico. Se da la circunstancia de que Bolivia cuenta con la mayor parte de las reservas del mundo. Bolivia, Chile y Argentina juntos cuentan con el 85% de las reservas mundiales de este mineral. Juntos podrían regular precios como los productores de petróleo. La prensa en Buenos Aires y Santiago ya han señalado la posibilidad de creación de una Organización de Países Productores de Litio (OPPL) conformada por Argentina, Bolivia, Chile, Australia y China.
Al igual que la OPEP con el petróleo, la organización podría regular el precio de ese mineral, considerado vital para la fabricación de baterías de carros eléctricos en la industria automotriz del futuro, así como para una mayor autonomía de computadoras, celulares y otros equipos de alta tecnología. Más importante que controlar el precio mediante la OPPL, sería condicionar la producción de baterías y carros eléctricos en los países productores de litio. Más estratégico aún para su propio desarrollo sería la fabricación de autobuses y busetas, al tratarse de valores de uso colectivos en vez de individuales. Condicionar la entrega del recurso a cambio de una transferencia tecnológica es una meta a más largo plazo ya que Bolivia no está en la misma situación que China. La unión Sur-Sur de los países productores de metales y minerales cada vez más escasos, tarde o temprano, permitirá invertir las relaciones de poder de negociación.
La tendencia anterior no solo tiene implicaciones geopolíticas a favor de los países periféricos, sino también deja ver como desde el Sur se puede influir en el cambio de la racionalidad económica vigente. Tarde o temprano, la escasez absoluta de recursos naturales estratégicos en Occidente, les obligará no solo a reciclar los recursos escasos, sino también conllevará a la prolongación de la vida media de sus productos finales y/o el uso creciente de bienes de consumo más comunales. Lo anterior conlleva inevitablemente al decrecimiento de la economía en términos de valor. Con un crecimiento económico negativo no hay acumulación sostenible. Podamos anunciar una nueva era caracterizada por la des-acumulación en términos de valor. Al aumentar la vida media de los productos y al adquirir los valores de uso un carácter colectivo en vez de individual, la productividad del trabajo desciende en términos de valor, pero en términos de valores de uso, en cambio, aumentará más conforme más duraderos y colectivos sean dichos productos. Este tema nos lleva a la posibilidad y necesidad de la transición hacia una economía poscapitalista donde el valor de uso se sobrepondrá al valor de cambio. En el futuro la contabilidad social se hará cada vez más por el contenido y menos por la forma.
La racionalidad económica actualmente vigente, en otras palabras, está en su puerta de salida. La situación se presentará primera y con más fuerza en Occidente. Los países periféricos tienen cierto margen de seguir creciendo bajo la racionalidad antigua, al tiempo que los países centrales se ven una situación cada vez más cerrada. Ya hemos abordado este tema en otros escritos (Dierckxsens 2010). Lo que aquí queremos subrayar es que los países del Sur con recursos naturales estratégicos y escasos están en condiciones objetivas favorables para provocar esta transición. También tienen poder cada vez más grande las organizaciones ecológicas contrarias a la explotación ilimitada de los recursos naturales así como las comunidades indígenas que luchan contra la invasión de sus territorios. Cuanto más estratégico un recurso natural, tanto mayor la efectividad de la lucha para asfixiar la racionalidad económica vigente. También es cierto que Occidente casi no tendrá otra opción para mantener acceso a los recursos escasos que la vía militar. Más adelante regresaremos a este tema.
Soberanía alimentaria y lucha por un cambio de racionalidad desde los países más periféricos
Históricamente, la producción capitalista nace y se desarrolla en un medio no capitalista y a costa de éste. En un inicio las relaciones no salariales (comunidades indígenas, pequeños campesinos, artesanos, vendedores) predominan todavía en la población económicamente activa sobre el trabajo asalariado. Hoy, ya no son tantos los países donde la relación salarial sea aún incipiente (por debajo del 20% de la población económicamente activa o PEA). Son los países con menos registros estadísticos por lo que subestimamos su presencia real a partir de las estadísticas recolectadas por la OIT. Los países con menos de 20% de asalariados en su PEA se concentran, aunque no con exclusividad, en África Subsahariana. Mencionamos a Burkina Faso, Camerún, Chad, Madagascar, Mali, Malawi, Ruanda, Senegal, Sudán, Tanzania y Uganda. En El Caribe tenemos solo el caso de Haití. En Asia, podemos nombrar países como Afganistán, Bangladesh, Camboya y Laos.
Se trata de economías sin un gran desarrollo del mercado y donde la economía comunitaria y local no se había desintegrado tanto. En una economía no monetizada y básicamente comunitaria, como es claramente el caso de los países sub-saharianos, el trabajo no pago no se distingue del pagado. Tanto hombres como mujeres realizan, predominantemente, trabajo no pago. En Burkina Faso, Malawi, Ruanda, así como en Camboya, el porcentaje de asalariados es inferior al 12%, o sea, son economías sin una real presencia de mercado (OIT, 2010). Estamos hablando de economías comunitarias donde la relación salarial en realidad no ha penetrado. En estos casos las tasas de actividad de hombres y mujeres distan muy poco entre sí. En efecto, entre los 15 y los 60 años de edad, dichas tasas giran alrededor del 90% para ambos sexos. El trabajo infantil es muy común pero tratase de un asunto de formación y socialización de jóvenes en la economía local.
En aquellos países donde la relación salarial menos ha penetrado, como África Sub-sahariana, el neocolonialismo está hoy de nuevo sobre el tapete. Se trata de naciones frágiles y víctimas relativamente fáciles de intentos neo-coloniales. Las industrias de extracción minera, con básicamente capital extranjero, son el sector más importante en buena parte de las economías africanas y así también en las sub-saharianas. Nigeria es un gran productor de petróleo, gas natural, carbón y estaño. También hay petróleo en la costa oeste de África, en la cuenca de Gabón, en la República de Congo, en la República Democrática de Congo así como en Angola. Cerca de un tercio de uranio mundial se extrae de África, sobre todo de África del Sur y secundariamente de Níger, la República Democrática del Congo, la República Centroafricana y Gabón. La reserva de radio más grande del mundo se encuentra en República Democrática del Congo. El 20% de las reservas mundiales de cobre se concentra en Zambia, República Democrática del Congo, Sudáfrica y Zimbabue. Son sobre todo África del Sur y la República Democrática de Congo que tienen una posición estratégica para negociar metales y minerales escasos, sobre todo en una organización de productores más allá del continente. El conjunto de los países sub-saharianos no se encuentra en una situación tan aventajada en esta materia.
El acaparamiento de tierras es otro fenómeno del neocolonialismo actual y está de mucha actualidad en África sub-sahariana. Gobiernos, empresas privadas y fundaciones inversoras de todo el mundo buscan acaparar tierras africanas con el desplazamiento de la población que implica. Esta situación es una forma pura de «neo-colonialismo». Los datos presentados por la Red por una América Latina Libre de Transgénicos en su Boletín N° 460 del 1 de febrero de 2012, revelan que en los países periféricos se compraron, entregaron en concesión o arrendaron, hasta 227 millones de hectáreas desde el año 2001, pero la mayoría en 2008. Los beneficiados con este negocio fueron sobre todo los inversionistas extranjeros. El 70% de tierras acaparradas tiene lugar en África subsahariana. Se da también en el Sureste de Asia y en América Latina son sobre todo los países como Perú, Ecuador, Colombia y Paraguay los afectados por el acaparamiento.
A modo de ejemplo señalamos que en Liberia, el gobierno está desplazando a personas de sus tierras agrícolas a fin de conceder más de un tercio de la tierra del país (con una superficie de 96 mil kilómetros cuadrados) a empresas extranjeras de explotación forestal, mineras y agroindustriales. En Etiopía, 23 millones de hectáreas ya se han declarado aptas para producir jatrofa (un arbusto cultivado por sus frutas que producen aceite y por su capacidad de sobrevivir en regiones áridas) y 700 mil hectáreas ya se destinan a la producción de caña de azúcar. En Mozambique los invasores han puesto sus objetivos en 4.8 millones de hectáreas. Más de 183 mil hectáreas se dedican actualmente a la jatrofa. En el Congo, una empresa china tiene en negociación un millón de hectáreas y la corporación ENI tiene en programa una plantación de aceite de palma de 70 mil hectáreas. En Kenia, empresas japonesas, belgas y canadienses ya han hecho planes sobre medio millón de hectáreas. En Angola empresas brasileñas, españolas y sudafricanas destinan medio millón de hectáreas al agro-combustible. No hay país que se salva de la situación descrita (Vea Amigos de la tierra europea, “África: el acaparamiento de la tierra”, en www.webcache.googleusercontent.com.)
Para la gran mayoría de las sociedades sub-saharianas la tierra se considera no sólo un bien económico o medio-ambiental, sino que es un recurso social, cultural y ontológico. Los agro-combustibles compiten con los cultivos alimentarios por el suelo agrícola y las empresas que impulsan la expansión de los agro-combustibles desplazan a las comunidades tribales y los pequeños campesinos para conseguir el acceso a esas tierras. Al perder el acceso a la tierra tradicional, las comunidades locales se desintegran con la consecuente inseguridad alimentaria y el hambre. El derecho humano a la alimentación está violado totalmente. La tierra sigue siendo un factor importante a la hora de formar la identidad social, la organización de la vida religiosa y la creación y transmisión de la cultura. El vínculo entre las generaciones se define por los complementos de los recursos de la tierra que tiene y comparte cada familia, linaje y comunidad. Además, la tierra es una alegoría de la propia espiritualidad de la sociedad (Vea, Amigos de la tierra europea, Ob. Cit.).
Las luchas actuales de estos países, por tanto, acontecen en el marco de la descolonización. Unos quince países africanas se aliaron para establecer lo que se ha denominado «OPEP Verde». Varios gobiernos han establecido objetivos y estrategias internas para el empleo de los agro-combustibles a nivel nacional. En Tanzania, Madagascar y Ghana, ha habido protestas por los acaparamientos que llevaron a cabo empresas extranjeras y estas pueden transformarse en rebeliones de gran escala y mucha radicalidad con hambrunas masivas. Aquí hay un potencial revolucionario con impacto global: la recuperación de las tierras por los pueblos africanos y la instauración de la soberanía alimentaria. Es una contradicción increíble que, mientras estos países exportan agro-combustibles y pierden millones de hectáreas de tierra, importan masivamente granos básicos a precios que no dejan de subir por la creciente demanda de los mencionados agro-combustibles y debido la especulación en el mercado internacional de los granos básicos. El Cuerno de África, la cuna del ser humano, ha sufrido durante los últimos dos años una durísima hambruna alertada desde mucho antes por el Programa Mundial de Alimentos. De nada sirvió, más bien la hambruna invade hoy otros países del continente como Chad, Mauritania y, sobre todo Níger, el país más pobre de la Tierra.
La amenaza de otra guerra mundial; la paz como máximo bien común de la humanidad
La transición de una situación de alta capacidad sustitutiva a otra situación con una capacidad de reemplazo reducida (donde casi el 70% o más de la población activa son asalariados), puede ser lenta o estancarse. Cuanto mayor la población de un país (el caso de China o India por ejemplo), más difícil que sea una transición rápida. Cuanto más lenta y estancada sea esa transición, tanto más favorables serán las condiciones para que maduren las fuerzas contestatarias que podrían desembocar en revolucionarias. Esto es cierto sobre todo para aquellos países donde la economía de mercado y el capital han penetrado bastante, pero no lo suficiente para que se generalice la relación salarial. En términos concretos, estamos hablando de sociedades donde la relación salarial está relativamente avanzada (entre 50 y 66% de la PEA), a la vez que permanece estancada por décadas. Es la situación de muchos países periféricos africanos y asiáticos durante la segunda mitad del siglo XX, y en particular de América Latina.
Hoy en día hay muchos países periféricos que nunca conocieron la democracia burguesa a falta de estabilidad laboral, económica y social. La inestabilidad económica y social prolongada y generalizada en los países periféricos sigue siendo la base económica por excelencia para una situación revolucionaria y con ello constituyen una amenaza para statu quo en el mundo. De ahí el apoyo a los regímenes autoritarios alineados con Occidente y lo contrario sucede con los no alineados como Libia, Siria e Irán por ejemplo. Hoy, hay una serie de países con una PEA donde la relación asalariada oscila entre el 50 y el 66%. Creemos que en el futuro cercano hemos de prestar mucha atención a estos países en materia política. Por no disponer de información estadística de todos los países, no podemos ser exhaustivos. En África podemos mencionar a Argelia con 60% de asalariados, Egipto con 62%, Namibia con 62% y Túnez con 66%. En Asia tenemos a Fiji (59%), Irán (51%), Filipinas (51%), Sri Lanka (59%) y Turquía (59%). En América Latina y el Caribe tenemos a Brasil (64%), Colombia (54%), República Dominicana (54%), Ecuador (60%), Guatemala (50%), Guyana (52%), Jamaica 61%, México (66%), Nicaragua (51%), Perú (54%) y Venezuela (59%),.(OIT, 2010), es decir, la mayor parte del continente es y ha sido una bomba de tiempo y no por nada es el continente que ya lleva más de una década de un proceso de des-conexión de la globalización. Veamos cómo está la situación más allá de América Latina.
De los casos que cuentan con datos de la OIT del norte de África, incluyendo a Turquía, tenemos dos países para poder trazar una rápida transición: Argelia y Turquía.) y dos claramente estancados (Túnez y Egipto). Llaman en primer lugar la atención los países de Túnez y Egipto donde se inició la llamada “Primavera Árabe”. En 1976, la PEA de Egipto contaba con 59% de asalariados, y en 2007 siempre contaba con el mismo porcentaje de asalariados, o sea, no hubo ninguna mejora en las oportunidades de trabajo durante tres décadas. La situación en Túnez es muy parecida a la de Egipto. En 1966 la PEA de Túnez contaba con 62% de asalariados, en 1984 bajó a 58% y en 2003 la OIT reportaba 64% de asalariados. En otras palabras, no hubo ninguna perspectiva de mejora en las oportunidades de trabajo durante más de tres décadas. Aunque la relación salarial esté menos generalizada, Marruecos también revela notorio estancamiento. Su PEA contaba en 2007 con 44.8% de asalariados, cifra casi alcanzada 25 años antes.
Durante la era neoliberal son pocos los países que experimentan una transición muy rápida. En Argelia y Turquía se observa una tal rápida expansión de la relación salarial en las últimas décadas, generando mayores oportunidades de trabajo. Los trabajos son inestables y de poca seguridad económica y social al no generalizarse la relación salarial aún todavía. La PEA de Argelia contaba en 1964 con 37% de asalariados y en 2004 con 60%. La PEA de Turquía era en 1965 de 22% de asalariados y en 2008 ya 59%, o sea, una transición relativamente acelerada. Solo una transición rápida hacia la generalización de la relación salarial 8más de 70% de asalariados) instaura la base económica para el reformismo. La talla de una población es factor importante para lograr una transición acelerada. Este proceso se observa en el siglo XX claramente en los Tigres Asiáticos. En Singapur, por ejemplo, trabajaba en 1970 casi un 60% de la PEA como asalariada, y desde 1986 más del 84. La PEA de Corea del Sur tenía en 1980 un 47% de asalariados y en 2007 más del 68%.
Otro proceso de transición rápida y generalizada se puede observar en los pequeños países productores de petróleo en Medio Oriente. A principios del siglo XXI Kuwait, Emiratos Árabes Unidos y Qatar tienen más de 90% de asalariados según datos de la OIT. En África podamos mencionar los casos aislados de Sao Tomé y Seychelles con 71 y 81 por ciento de asalariados a principios de este siglo. La población de muchas de las islas de El Caribe alcanzó un porcentaje de asalariados más de 90% a principios del siglo XXI en Islas Caimán y Aruba (90%) y más de 80% en Bahamas, Barbados y Trinidad y Tobago. Hemos de señalar que el proceso de una transición rápida en pequeños países puede revertirse con cierta facilidad en tiempos de una Gran Depresión.
Cuanto más lenta y más estancada en cambio sea la transición, tanto más favorables serán las condiciones para que maduren las fuerzas contestatarias que puedan, con el tiempo, tornarse revolucionarias. Las condiciones subjetivas pueden atrasarse o acelerarse por la existencia o no de válvulas de escape. La carencia de oportunidades laborales y el descontento con el estado general de Túnez y Egipto, se atenuaba mientras existía la posibilidad de emigrar. La mirada hacia la solución migratoria es privada o familiar y el proyecto futuro se encuentra fuera del país. Esto no politiza, más bien lo contrario sucede. La migración es un fenómeno muy extendido entre la población joven y la emigración tiende a despolitizar entonces a los jóvenes. Con la excepción de Libia, los países del norte de África han sido emisores netos de emigración desde mediados del siglo XX, es decir, durante todo el período de estancamiento. El movimiento se dirigía básicamente a Europa en el caso de Argelia, Túnez y Marruecos. La emigración desde Egipto se dirigía en su gran mayoría hacia otros países árabes, especialmente a los del Golfo Pérsico. Varios de los países de la Magreb se convirtieron en los años 90 y 2000 además en territorio de paso de una fuerte ola emigración subsahariana hacia Europa.
A partir de la crisis financiera de 2008 se instaura un bloqueo a la migración en toda Europa. Con ello, la emigración directa desde el Magreb deja de ser la válvula de escape. La migración egipcia a los países árabes del Golfo Pérsico tropieza con la creciente competencia laboral de los emigrantes que proceden de países asiáticos más pobres. Al verse cerradas las oportunidades de escape, los países del norte de África se ven confrontados además con la presencia y competencia de migrantes subsaharianas cuyo pasó hacia Europa también se encuentra cortado. Es en esta coyuntura que los jóvenes pierden toda oportunidad de trabajo fuera. No hay de otra que buscar una salida en tierra propia. Este hecho politiza rápidamente y la rebelión estalla. Con la Gran Depresión del Siglo XXI apenas comenzando, las perspectivas empeoraran. Ni dentro del país, ni afuera habrá oportunidad de trabajo. La prolongación y profundización en el estancamiento será la tónica. La inestabilidad política solo aumentará. Es nuestra expectativa que se abra un período de radicalización de las revueltas populares con más proyección y organización política (Vea Carmen González Enríquez, “Los cambios políticos y las migraciones desde los países árabes”, 24/03/2011 http://www.realinstitutoelcano.org.
Es muy artificial separar el análisis de África y Asia como observamos a partir de la actual situación política. Falta información estadística de países como Arabia Saudita, Iraq, Jordania y Líbano. Para otros países disponemos de información reciente, sin series en el tiempo. Lo anterior complica el análisis más a fondo. Oriente Medio parece estar en pleno proceso de transformación geopolítica. Bajo el manto de la Primavera Árabe, la OTAN y sus aliados del Golfo aprovechan la coyuntura a su favor. Sus ejércitos ya invadieron Yemen y Bahréin ahogando allí en sangre las manifestaciones. En este contexto tenemos que interpretar también la “revolución en Libia”. Ahora sigue Siria. La «revolución siria», según los medios informativos dominantes, sería la prolongación de la «primavera árabe». La posición de Rusia y China de una no intervención parece ganar terreno y con ello pierde hegemonía la posición estadounidense.
El Medio Oriente es el centro energético de la economía mundial y la creciente escasez relativa de energía fósil se manifiesta a través del alza de su precio. Es a través del control del Medio Oriente que Estados Unidos y sus socios de la OTAN esperan contener a China. La influencia estadounidense en el Medio Oriente, sin embargo, está en franco retroceso. El bloqueo económico que EEUU quiso imponer está teniendo efectos contraproducentes. El petróleo que no puede exportar Irán a Europa u otros aliados de EEUU, lo están comprando China y la India sobre todo y la comercialización ya se da más en dólares. Esto significa un duro golpe para los intereses norteamericanos.
La amenaza de un ataque nuclear sobre Irán está desde hace años en preparación para preparar la opinión pública. Hoy en día Estados Unidos y sus aliados están contemplando seriamente este ataque nuclear contra Irán. Es preciso saber que el programa iraní de energía nuclear para fabricar una bomba atómica lo comenzaron los mismos EEUU en tiempos del Sha. Ahora pretenden usar su propia iniciativa como un pretexto para una agresión nuclear contra Irán. Un ataque a Irán sería apenas el comienzo de una gran guerra contra la Triple Entente Euroasiática – Rusia, China e Irán. Conforme se integra económicamente y políticamente este triangulo, Estados Unidos no tendrá otra opción más que renunciar a sus sueños de control sobre Eurasia. De ahí su inclinación de recurrir al último recurso: una gran guerra. Una guerra contra Irán en el Medio Oriente arrastraría a la utilización de armas nucleares contra Irán, ya que son los únicos medios para derrotarlo. Con ello la amenaza de una nueva guerra mundial entre grandes potencias está en tapete (Mahdi Darius Nazemroaya, “La Próxima Guerra Mundial: La Amenaza de una Guerra Nuclear” Global Research, 8 de febrero de 2012.
Ante la amenaza de una nueva guerra mundial, la tesis que Mackinder desarrolló en torno a la primera guerra mundial vuelve a tener hoy vigencia, aunque sea a partir de nuevos criterios. Lo que Mackinder denominó ´Isla Mundial´ estaba conformada por Europa, Asia y África. El ´Heartland´ comprendía al territorio desde el Volga ruso en Europa hasta Siberia oriental y desde los gélidos mares del Ártico, hasta las llanuras de Irán al Sur. Mackinder estimaba que quien controlara Europa oriental dominaría el ´Heartland´ y quien controlara el ´Heartland´ dominaría la ´Isla Mundial´ y, por ende, quien controlara la ´Isla Mundial´ dominaría el mundo. Los criterios estratégicos de aquel entonces puedan haber sido otros y básicamente en términos militares, pero la tesis vuelva a tener otra vez actualidad. El mayor peso en el conjunto tal vez ya no está en Rusia, sino en China (Vea Alfredo Portillo, “Una aproximación a las visiones geopolíticas globales”, Revista Geográfica Venezolana, Vol. 45(2) 2004).
Hoy la amenaza de un ataque nuclear a Irán está como una opción clara sobre la mesa. Matthew Kroenig en su artículo “Time to attack Irán” publicado en la revista Foreign Affairs de enero febrero de 2012, no deja ninguna duda al recomendar de “atacar ahora o sufrir después” (strike now or suffer later). China y Rusia han dejado ninguna duda que responderán ante este hecho. En semejante escenario plantear la ética del bien común deja de ser un planteamiento idealista. La ética del bien común surge como consecuencia de la experiencia de sufrimiento por los afectados, o sea, debido a las consecuencias desastrosas que el mercado totalizado y una nueva guerra mundial producen en la vida humana y natural. La ética del bien común opera, entonces, desde el interior de la realidad. No se trata de una ética exterior derivada de alguna esencia humana. En esencia es una ética de la resistencia (Ver, Hinkelammert, 2002:99).
Ante la actual amenaza totalizadora debemos apelar a la conciencia de que nadie puede vivir si no puede vivir el “otro” (la otra cultura, la otra nación, la otra raza, el otro sexo, la otra persona, la naturaleza fuera de mí). Esta ética solidaria, sin embargo, también se produce al interior de la realidad. Aquí tampoco se trata de una ética exterior derivada de alguna esencia humana. La humanidad, sin embargo, en principio, es capaz de anticipar a los hechos. Hoy precisa más que nunca apelar a esta conciencia preventiva, antes de sufrir las dolorosas consecuencias de otra guerra mundial que parte de la ´ética´ del “salvase quien pueda”. Si no hay lugar para mí como dominador en este mundo, que no haya lugar entonces para nadie. El “salvase quien pueda”, que está en la base de esta “ética”, no salvará a nadie pero generará un sufrimiento insoportable para los pueblos del mundo. En medio de este dolor se generará una resistencia mundial que deslegitimará al propio sistema como lo hizo en las anteriores guerras mundiales. Esta vez, sin embargo, esta deslegitimación será a escala global. Será el fin del capitalismo, pero tal vez también para las mayorías de la humanidad. Es preciso hoy apelar a la ética solidaria y a la paz como el máximo bien común para la sobrevivencia de la humanidad (ver, Dierckxsens, 2003: 160).
La mira geopolítica, en otras palabras, está dirigida hacia China. Nos preguntamos, para cerrar, cuán posible es una rebelión en China. En un país con una dimensión demográfica tan grande como China, se requiere una inversión mayor para lograr la generalización de las relaciones asalariadas que en países más pequeños como Corea del Sur o Sri Lanka por ejemplo. Esto no quiere decir que el factor demográfico sea determinante para el desarrollo estancado de la relación salarial, pero la magnitud demográfica de un país desempeña un rol que no podemos subestimar. No es de esperar que en China o la India, con poblaciones de más de mil millones de habitantes, ocurra un proceso de transición muy rápido, aun cuando se observa un crecimiento elevado y sostenido durante años de su economía. La OIT no brinda información estadística sobre la población activa de estos dos países. Según una publicación llamada “BRICS, Joint statistical publications”, 2011, (www.stats.gov.cn), la población económicamente activa de China es de 780 millones de personas, de las cuáles 64% está ocupada en la agricultura y el 28% en la industria. El 79% de la PEA tiene una edad entre 26 y 59 años, lo que significa temporalmente un verdadero bono demográfico, que se debe a la política de población de un solo hijo.
Aunque no disponemos de datos sobre la cantidad de población asalariada, si tenemos información sobre la capacidad de reemplazo de la fuerza de trabajo en China. El trabajo migrante que viene del campo ha aumentado de manera significativa de 30 millones de trabajadores migrantes en 1989 a más de 140 millones en 2008, lo que significa el 40% de la PEA urbana, según “China’s National Bureau of Statistics” (Boxun). Lo anterior significa un acelerado proceso de descomposición del nexo no capitalista (en el campo) con abundantes oportunidades de trabajo en el nexo capitalista en las ciudades. Los trabajadores migrantes en China, como en todo lado, son relativamente mal pagados, trabajan jornadas relativamente largas, bajo condiciones de trabajo peligrosas y a menudo sin contrato de trabajo ni protección legal, es decir, sin estabilidad laboral ni seguridad social. Mientras la economía crece a dos dígitos, la generación de empleo formal es alta y sostenida, la mencionada inestabilidad laboral se encuentra compensada con abundantes nuevas oportunidades de trabajo. Cuando la economía pierde ritmo, esas nuevas oportunidades de trabajo se ven reducidas y la inestabilidad política podrá adquirir dimensiones importantes, como parece darse recientemente.
La crisis financiera global ha significado una caída notoria en las exportaciones chinas y ha golpeado sobre todo a los trabajadores migrantes y lo hará aún más en el futuro al estallarse la burbuja inmobiliaria que se generó en los últimos años también en China. El desempleo repentino entre los trabajadores migrantes ha significado inestabilidad social y una masiva migración de retorno a menudo obligada, situación que sin dudas se agravará con la Gran Depresión del Siglo XXI. El número de incidentes significativos (grandes demostraciones, huelgas, manifestaciones) en China aumentó de 87 mil en 2005 a 280 mil en 2010. Los dos ejes de conflicto más importantes son: disputas por la tierra, especialmente en torno al acaparamiento de tierras y disputas laborales para combatir la privatización de las empresas estatales. Podemos mencionar además que hay un movimiento en ascenso en torno a la contaminación y la destrucción ambiental. Es preciso saber en este contexto que dieciséis de las veinte ciudades más contaminadas del mundo se ubican en China (John Bellamy Foster and Robert W. McChesney, “The Global Stagnation and China”, Review of the month, volume 63, 2012)
Finalizamos con la pregunta de ¿cuán probable es un conflicto abierto con Irán? El informe de GEAB 63 ve como antecedente inmediato el colapso de los mercados financieros. En cuanto a dichos mercados, sin un nuevo Quantitative Easing, con la recaída brutal en recesión de la economía estadounidense, Wall Street arrastrará a todos los mercados bursátiles mundiales hacia una nueva tormenta durante el verano de 2012, porque no habrá flujo de liquidez para sostener las cotizaciones. Qué tiene que ver con un ataque a Irán? El informe GEAB 63 toma en consideración a los factores claves la Historia: los encadenamientos de acontecimientos que los actores ya no dominan. Está el hecho que «los dioses enloquecen a quienes quieren destruir», o más precisamente, la arrogancia conduce a los poderosos a su propia perdición.
En resumidas cuentas, el informe de GEAB 63 estima la probabilidad de un ataque a Irán durante el verano boreal de 2012 en 75%. Esto puede parecer aberrante a la vista de los argumentos en contra tal eventualidad. Una de las posibles respuestas de apoyo a Irán, entre ellas de China, será golpear a Washington en el bolsillo, diversificando masivamente sus activos en USD en otras divisas y anunciando con Moscú y otros que dejan de comprar los títulos estadounidenses para no financiar su máquina de guerra. Pero esta última posibilidad debe considerarse incluso en un escenario sin conflicto militar, porque será necesario hallar los argumentos para bloquear el paso hacia la guerra. Así que, más que nunca, durante el año 2012, la geopolítica del Medio Oriente pesará sobre USD y los Bonos del Tesoro.
Si los acontecimientos efectivamente se desarrollan, las primeras víctimas colaterales de un ataque a Irán serán los mercados y las instituciones financieras. Todas las plazas financieras del mundo árabe (y de Israel) se desmoronarán en cadena así como las de los países limítrofes (Turquía, Asia central). La explosión del precio del petróleo estará acompañada por el agravamiento brutal de la economía mundial, ya en plena recesión, que provocarán grandes bajas desde Shanghái a New York pasando por todas las grandes plazas financieras europeas. Sólo la América Latina podría salir del apuro ya que es la región menos envuelta en este conflicto y sus consecuencias. Es el momento donde los pueblos exclamarán la necesidad de buscar el Bien Común de la Paz para la sobrevivencia de la Humanidad.
Otra Bibliografía
Dierckxsens Wim, 2011; Población, fuerza de trabajo y rebelión en el siglo XXI; ¿De las revueltas populares de 1848 en Europa a la rebelión mundial en 2011?, Ediciones Desde Abajo, Bogotá.
Dierckxsens Wim, 1981, Política y población, EDUCA, San José.
Observatorio Internacional de la Crisis, 2010, Siglo XXI: Crisis de una civilización; ¿Fin de la historia o el comienzo de otra historia?, Editorial DEI, San José.
OIT, 1990, Anuario Estadístico del Trabajo1945-1989, Ginebra.
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