Cherán no cupo en las urnas, Soriana sí Adolfo Gilly
La Jornada13 de julio 2012
En la parroquia de San Francisco, en el centro de Cherán, se ofreció una misa de cuerpo presente para despedir a Urbano Macías y Guadalupe GerónimoFoto Iván Sánchez /La Jornada Michoacán
En la agenda mexicana del dolor, que crece y crece por días y por horas, en este día de hoy está Cherán primero, mañana quién sabe, después otros más. En la agenda de la infamia está hace 12 años Alberto Patishtán, encarcelado lejos de su tierra por delitos que nunca cometió.
Contra esas agendas de dolor y de infamia nació en la Ibero #YoSoy132 el viernes 11 de mayo de 2012, para sorpresa de todos y alegría de muchos. Que no ceda; que no se disperse en discusiones que tocan a otros ámbitos y otras voces; que no saque el dedo acusador de Enrique Peña Nieto, Televisa, Tv Azteca y los suyos que reivindican sus hazañas en Atenco para preparar otras; que siga uniendo a las universidades públicas y privadas como nunca antes; que siga siendo un viento de juventud y libertad que, como el espíritu, sopla donde quiere, cuando quiere, donde nadie lo espera y a la hora que sea.
Sobre este después de las elecciones del primero de julio quiero ahora tocar cuatro puntos.
1. Es altamente pertinente la tarea de impugnación jurídica de la delincuencia electoral que está llevando a cabo el Movimiento Progresista. Bien llevada, sea o no escuchada, sentará un duro precedente. Aunque las autoridades se declaren sordas, mudas y ciegas, es una tarea indispensable para dejar la irrefutable prueba de cómo el PRI, Televisa, Tv Azteca, Soriana, las grandes finanzas y sus cómplices robaron al pueblo mexicano su derecho a decidir limpiamente en las urnas, en paz y libertad, qué gobierno quiere, qué país y cuál futuro anhela.
Debe quedar registrado inconmovible en derecho y en justicia, pues la compra de votos y la manipulación de urnas y voluntades –las clientelas, el acarreo, la intimidación a los votantes– son antiguas y ubicuas. Aunque los juzgadores puedan mirar para otro lado, hay en la ley vigente recursos para dejarlo probado. El derecho bien utilizado no es un simple recurso político. Es un instrumento para defender el presente y preparar el futuro.
2. Una buena noticia: el PAN fue esta vez barrido de la escena. El país y las urnas –aún las de Soriana– le pasaron la factura a Calderón, y la jerarquía eclesiástica ultraconservarora fue derrotada junto con su viejo partido, Acción Nacional, sobre todo en esta ciudad de México cuyas conquistas democráticas odian, pero también en Jalisco, donde creían estar en casa propia. Adiós, Mamá Carlota...
3. La aparición imprevista e inusitada del movimiento #YoSoy 132 quedará como la marca luminosa de estas jornadas. Desde su festiva entrada en escena en la Ibero –“¡Atenco no se olvida! ¡Atenco no se olvida!”– se cayó a 38 por ciento (con todo y Soriana y Televisa y caciques y gobernadores y acarreos) la cuota de votos atribuida a EPN, que alardeaba de 45 por ciento y más. Subió a 31 por ciento (contra ese viento y esa marea publicitaria, intimidatoria y monetaria) la cuota atribuida a AMLO, a quien el PRI-Soriana ubicaba lejano tercero. Y la candidata inicial de la Presidencia y del gobierno federal, JVM, tuvo que caer a ese lejano tercer lugar, para oprobio adicional con que se retirarán FCH y su Corte de los Milagros.
4. Aparte del negocio internacional del narcotráfico, inseparable y consustancial con los flujos financieros, la violencia tiene funciones y fines precisos de largo alcance. Llevar a cabo las reformas estructurales propuestas por EPN: la apertura de Pemex al capital extranjero y nacional; la reforma hacendaria en favor de las grandes fortunas; el IVA a medicinas, alimentos y libros; la destrucción del derecho laboral que aun subsiste; la fragilización y aun el desmantelamiento controlado de la educación pública; la precarización del derecho a la protección de la salud; la apertura total del territorio a la minería a cielo abierto; la desprotección de ríos, bosques, costas, naturaleza entera en nombre del “progreso”; el acorralamiento de los pueblos indígenas: todo ello exige reprimir al pueblo que resiste.
Este plan de despojo universal de los bienes materiales e inmateriales del pueblo mexicano en beneficio de las grandes finanzas nacionales y extranjeras, ya en curso, requiere vencer las resistencias y para ello hacer reinar el miedo.
En otros países de América Latina de esa tarea se encargaron las dictaduras militares. En Perú ahora lo está haciendo Ollanta Humala. En México esa es una de las funciones de la llamada “guerra contra el narco” y de las represiones policiales, militares, paramilitares y caciquiles en Chiapas, Veracruz, Guerrero, Chihuahua, Tamaulipas, Coahuila, en toda la doloridad geografía de este México.
La compra de votos, como es obvio, es también una venta de votos. Tal vez su motor principal no fueron la pobreza de un lado y Soriana del otro. Muy posiblemente fue también el miedo: si no aceptamos la operación, quién sabe que nos pasa mañana o pasado, quién sabe quién se enoja, quién sabe cómo se cobran esos señores que vinieron por mi voto dinero y plástico en mano. Matar en Cherán, vender en Soriana, se complementan.
#YoSoy132, con su grito “¡Atenco no se olvida!”, es una insurgencia contra ese mundo. Apareció como un movimiento civil, joven, movilizado, en defensa de la justicia y la libertad. No surgió como un foro de discusión sobre el neoliberalismo y otros temas políticos y económicos, que para eso están los medios, los lugares y los organismos específicos. Se ha negado a subordinarse a cualquier corriente política. No tiene por qué hacerlo. Su tarea es otra y sus éxitos se han ubicado en el mundo de las libertades, los derechos humanos, la justicia, la libertad y, sobre todo, la denuncia de los abusos, las represiones, los monopolios informativos, la movilización juvenil y ubicua contra ese mundo del miedo autoritario.
Mucho tendrá que hacer en estos tiempos que vienen. Mucho sería ya que en cada plantel universitario, público o privado, quien sufra un abuso, una represión, un despojo, quien se llame Cherán, Wirikuta o Copala, tenga abierto un lugar joven, despierto y en movimiento donde acudir y donde encontrar quien escuche y reaccione; quien lo comunique con lugares lejanos o cercanos; quien ponga de inmediato en la redes su desdicha, su dolor, el abuso sufrido, su protesta y su causa; quien encuentre, como lo hicieron ese día los estudiantes de la Ibero, cómo romper en el acto el cerco de la indefensión, el aislamiento, el temor y el dolor cotidiano de cada pedazo de este pueblo. Una vez roto ese cerco, él sabe bien cómo organizarse y cómo pelear. No necesita quien vaya a enseñarle.
Esas son hoy las causas de México; terreno diferente es el de los programas y las políticas. Esas causas están en movimiento. Y la gran posibilidad nueva que ha abierto el movimiento estudiantil no consiste en formular programas de gobierno –tarea de otros– sino en defender y hacer propias, con bullicio, inventiva y energía, todas esas causas humanas que, a diferencia de Soriana, no cupieron en las urnas ni aparecen hoy por hoy en los mundos generales de la política
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