Entrevista con François Houtart El bien común de la humanidad como matriz de la nueva sociedad


AMÉRICA LATINA Y CARIBE | 19 DE SEPTIEMBRE DE 2016

Esta conversación con el sociólogo y teólogo de la liberación François Houtart, que apareció por primera vez en el número 17 del mensuario PolítiK, explora los límites de los procesos de cambio en América Latina y el concepto de bien común de la humanidad.
Cira Pascual Marquina (CPM): En el libro Más allá de la economía, el bien común de la humanidad (2013), planteas que para asegurar la continuidad de la humanidad y de la vida en el planeta hay que construir un nuevo paradigma en el que el bien común esté por encima del bien individual. ¿Podrías explicar el concepto de “bien común de la humanidad”?
François Houtart (FH): El concepto de bien común de la humanidad tiene varias dimensiones. La primera es la dimensión de lo que se llaman los comunes o en inglés the commons: los bienes que no son individuales sino comunes, por ejemplo la tierra antes del capitalismo y hoy en día los servicios públicos. Hay muchas luchas en el mundo para proteger, recuperar o aumentar la dimensión de los bienes públicos. Ahora tenemos como bienes públicos la educación, la salud, pero también el agua, la comunicación, etc. Este es un primer nivel de lo que podemos llamar el bien común de la humanidad.
Sin embargo hay un segundo nivel, y el segundo nivel es el concepto clásico del bien común: cosas que le pertenecen al conjunto de la sociedad y que no pueden ser propiedad de individuos como, por ejemplo, en una ciudad, los parques o los espacios verdes, etc. Eso es un bien común. Pero hay sectores que no son directamente materiales, que son más bien de tipo jurídico, por ejemplo el código de circulación (si no se organiza, es el caos). En verdad este es un concepto que existe ya desde la filosofía griega, en particular Aristóteles, que reconoce que hay espacios en la vida colectiva que son espacios comunes, de bien común, y esta fue la base sobre la que la iglesia católica construyó su doctrina social.
Pero pienso que debemos ir un poco más allá y por eso he hablado del bien común de la humanidad: un principio de organización de la vida colectiva de la humanidad en el planeta que se base sobre la vida y no sobre la muerte... así este concepto se opone al concepto fundamental del sistema capitalista. Y cuando digo que el nuevo paradigma se basa sobre la vida, esto implica la posibilidad de crear, de conservar, de mejorar la propia vida –la vida en su sentido completo, no solamente la vida física, biológica, sino también la vida cultural, la vida espiritual–. Y no solamente construir en función de la vida de los seres humanos, sino también de otros géneros: los animales, las plantas, etc. Lo que se llama hoy el derecho de la naturaleza.
Este concepto es más amplio que el concepto de los comunes y que el concepto del bien común, pero integra estos dos conceptos. Este concepto que he llamado el bien común de la humanidad, es evidentemente un nombre; no importa el nombre, lo que importa es el contenido. Podemos darle otros nombres, por ejemplo el sumak kawsay que es el buen vivir, el concepto de los indígenas andinos, o podemos llamarlo socialismo del siglo XXI.
CPM: En el libro que mencioné anteriormente enumeras cuatro elementos clave para aterrizar el concepto del bien común de la humanidad; podríamos decir que estos elementos son una especie de hoja de ruta para organizar la tarea colectiva en cuanto a la definición de la nueva sociedad postcapitalista. ¿Puedes explicárnoslos?
FH: Sí, debemos concretar las cosas porque todo esto puede parecer algo abstracto. Precisamente he tratado de ver, como sociólogo, qué significa esto en la práctica de la vida colectiva humana. Por eso he tomado cuatro realidades fundamentales de toda sociedad, que son, por una parte la relación con la naturaleza, ya que ninguna sociedad puede vivir sin la naturaleza; después la producción material de la vida, porque la vida no es una abstracción y sin producción material no hay vida; la organización social de la vida, que debe ser colectiva en lo social y en lo político; y finalmente la cultura, porque el género humano es el único que puede reflexionar sobre su propia realidad y eventualmente anticipar el futuro, y que es, como dicen los mayas, “la parte consciente de la naturaleza”.
Reflexionando sobre estos cuatro elementos fundamentales de toda sociedad podemos entrar en detalles, especialmente comparando con la situación actual del sistema capitalista. Por ejemplo, en cuanto a las relaciones con la naturaleza: ¿cómo ve el capitalismo la naturaleza? Para el capitalismo la naturaleza es recursos naturales, es decir, una naturaleza que se debe explotar, y explotar en función de los intereses del capital y de la acumulación del capital. Por el contrario, en lo que se refiere a la nueva organización del bien común de la humanidad, la naturaleza debe ser respetada: es la fuente de toda vida, de la vida física, biológica, cultural, espiritual, y en este sentido la naturaleza no es solamente un objeto de explotación.
Esto, si queremos ir más allá en la práctica, tiene muchas consecuencias para la vida cotidiana y también para la organización nacional e internacional. Por ejemplo, si aceptamos que la naturaleza es la fuente de la vida, no podemos aceptar que personas individuales o corporaciones, grandes empresas multinacionales, se apropien de la naturaleza (y en particular las riquezas naturales que son los minerales, las fuentes de energía, etc.) por la simple razón que estas cosas deben entrar en la concepción del bien común. Aquí no digo que no se debe extraer, porque la madre tierra es generosa, sino que se debe hacer respetando los derechos de la naturaleza, la posibilidad de regenerarse y de continuidad de la vida. Este es un ejemplo práctico. También, por ejemplo, no se puede aceptar la mercantilización de bienes básicos para la vida como las semillas o como el agua. Ese es un primer paso.
El segundo es la producción de la base material de la vida. Como he dicho, cada vida tiene su base material y no se puede continuar sin esta base. Ahora la base material de la vida –la economía–, está organizada por la lógica del capital. El capital es el único motor de la economía, con su necesidad inagotable de tener ganancias para poder acumularse. Frente a esto la lógica debe ser absolutamente diferente: no una lógica de acumulación del capital, de valorización única del valor de cambio. Porque hay dos tipos de valores para todo servicio o bien: el valor de uso, es decir lo que es útil para la humanidad, para la naturaleza, para el mundo, y el valor de cambio o lo que permite ganancia. Solamente el valor de cambio, es decir, si una cosa es una mercancía, contribuye a la acumulación del capital. Por eso en el capitalismo todo debe convertirse en mercancía. Esta es la lógica del capital. Debemos salir de esta lógica, con todas las consecuencias en cuanto a la propiedad de los medios de producción, significa, en lo práctico, que no podemos aceptar la dominación del capital financiero, los paraísos fiscales, etc.
Un tercer elemento es la organización social y política, que debe ser democrática, para permitir que todos los seres humanos sean actores y no solamente sujetos de una política decidida desde arriba o por una minoría. No hay nada menos democrático que la economía capitalista que concentra el poder y desconoce lo que se llaman las “externalidades”: los daños ambientales y los daños sociales, que no paga el capital. Se deben promover procesos democráticos en todas las instituciones, desde las políticas y económicas hasta las culturales, sociales, religiosas. Esto también debe extenderse a todas las relaciones sociales, como las relaciones entre hombres y mujeres. Este es el tercer aspecto que tiene muchas aplicaciones en el mundo.
Finalmente, en cuanto a la cultura, hablamos de la interculturalidad. El hecho de no permitir que la cultura occidental, totalmente inmersa en el concepto de modernización, absorbida por la lógica del capital, sea la única cultura aceptable en el mundo, y comprender que todas las culturas, los saberes y las espiritualidades pueden contribuir al bien común de la humanidad y a la ética necesaria para esta construcción.
Ahora, todo esto puede parecer una bella utopía pero no lo es. No es una utopía en el sentido de ilusión, porque en el mundo hay millares de grupos que luchan por construir mejores relaciones con la naturaleza, por otro tipo de economía social y solidaria, por los derechos de todos los grupos humanos y finalmente por la interculturalidad. Esto significa que existe ya en la realidad la posibilidad de perseguir valores que no son puramente abstractos, sino que ya son el proyecto concreto de muchos movimientos y organizaciones en el mundo. Por eso pienso que sobre esta base se puede construir una perspectiva nueva.
CPM: En algunas intervenciones has planteado que los procesos de cambio en América Latina se caracterizan por ser posneoliberales, pero todavía no se han dado pasos concretos hacia el postcapitalismo. ¿Podrías profundizar sobre esta caracterización de los procesos en Nuestra América y cómo avanzar hacia el postcapitalismo?
FH: Sí, yo pienso que hay muchos aspectos en todos los dominios. Voy a tomar solo un ejemplo práctico: el problema de la agricultura. Los países que se dicen progresistas en América Latina –y que realmente han sido posneoliberales en el sentido que han reconstruido un Estado que trabaja por una cierta redistribución de la riqueza y también por un mejor acceso a los servicios como la educación o la salud para las clases desfavorecidas– promueven el monocultivo para la exportación, con todas sus consecuencias ambientales: destrucción de la selva amazónica, destrucción de los suelos, contaminación de las aguas, y también, finalmente, daños muy graves para las poblaciones, para la salud, y en cuanto a los efectos sociales como las migraciones hacia las grandes ciudades o al exterior.
Así han promovido esta agricultura en detrimento de la agricultura campesina, que podría dar una respuesta muchísimo mejor a la primera función de la agricultura, que es nutrir la población: es un hecho que la agricultura campesina en América Latina está nutriendo más del 60% de la población del continente. Una segunda función es participar en la regeneración de la Madre Tierra: muchas veces los campesinos trabajan con agricultura orgánica y de manera respetuosa de la naturaleza. Y, finalmente, el bienestar de los campesinos, frente a una agricultura de monocultivos, mucho más productiva, pero que proletariza al campesino o lo integra al sistema capitalista de monopolios, que crea dependencia de las grandes multinacionales de producción o de distribución. La agricultura campesina no es una cosa arcaica, del pasado, sino una cosa del futuro, y esto es reconocido incluso por la FAO.
Lo que hemos visto en América Latina es un intento de construir sociedades posneoliberales –pero no postcapitalistas, y en este sentido continuando con la idea de la modernización de las sociedades, y finalmente con un “capitalismo moderno”; esto tiene como consecuencia, por ejemplo en el campo de la agricultura, que no se promueve una nueva agricultura campesina que podría resolver muchos de los problemas de la pobreza rural y también de la producción de alimentos y de la soberanía alimentaria. Este es un ejemplo, pero podríamos dar otros ejemplos de otros aspectos que nos permiten decir que los ensayos de cambio, de los países progresistas, que fueron muy interesantes y tuvieron varios logros muy reales, finalmente no han transformado la lógica fundamental de la organización de las sociedades. Por eso me parece que desarrollar el concepto de Bien Común de la Humanidad podría ser un paso adelante frente a la crisis que afecta a todos estos países actualmente.
CPM: Hablando de la crisis, un camino que impulsa el Gobierno Bolivariano para la salida es el Arco Minero. Se supone que explotar el oro y otros minerales en la enorme cuenca del Orinoco nos ayudará a salir de la crisis. Así, tras el anuncio de apertura, más de 150 corporaciones mineras han expresado interés, y ya se han firmado contratos con la canadiense Gold Reserve y con empresas chinas. ¿Qué opinión tienes sobre este tipo de propuestas?
FH: Esta situación no es particular a Venezuela aunque el caso del Arco Minero es impresionante. Encontramos situaciones similares, tal vez a menor escala, en Ecuador, Bolivia, Brasil, Argentina. El problema es que la única respuesta que ven los gobiernos progresistas actuales frente a la crisis, que es una crisis a escala mundial y que afecta a muchos de estos países porque son exportadores de bienes primarios (explotación minera, petrolera o agrícola), es abrirse más al mercado y entrar en políticas de tipo neoliberal. Evidentemente es una contradicción fundamental. Pienso que estos gobiernos no han reflexionado suficientemente sobre las alternativas al capitalismo.
Debemos reconocer la realidad: Estas medidas contradicen de manera fundamental lo que se ha planteado como meta, y vemos un creciente abismo entre el discurso y las prácticas. La verdad es que estas prácticas van a llevar a una mayor concentración del capital y al desconocimiento de las externalidades, es decir, la destrucción de la naturaleza y la destrucción social y cultural. Eso debemos reconocerlo y debemos tratar de ver qué soluciones podemos encontrar que no entren en contradicción con lo que se había propuesto.
CPM: Tenemos una tarea clara: la superación del capitalismo. Pero también nos encontramos con múltiples barreras como la enajenación o la pérdida de la esperanza. ¿Qué hacer en estas circunstancias difíciles?
FH: Precisamente por la situación que vivimos debemos tratar de redefinir la tarea de la izquierda y reflexionar sobre las estrategias posibles. Por eso me parece que un trabajo de conjunto entre movimientos sociales e intelectuales va a ser necesario primero para redefinir las metas (definir qué tipo de sociedad queremos); aquí entra la propuesta de Bien Común de la Humanidad, donde tocamos un espectro que va desde la relación con la naturaleza hasta la organización colectiva de la política y la sociedad, y también la espiritualidad, la manera de vivir las cosas en lo cotidiano...
Entonces, el primer aspecto significa que juntos debemos trabajar por una redefinición colectiva de las metas de la sociedad, no solamente con intelectuales que tienen toda la verdad que se debe imponer a las masas. No, este concepto de vanguardia es obsoleto. Debe ser un trabajo colectivo: por una parte con la experiencia de los movimientos políticos y sociales de izquierda que debemos recoger y tratar de sistematizar, y por otra parte, con el trabajo de los intelectuales. Con todos los logros que hemos desarrollado en los dos últimos siglos, la reflexión fundamental del marxismo, pero también de otras corrientes intelectuales que pueden ser útiles. La cuestión es cómo redefinir la meta fundamental de la humanidad y de la sociedad.
El segundo aspecto es cómo definir las transiciones. Es evidente que no podemos construir el socialismo o comunismo instantáneamente. Eso provocaría catástrofes económicas derivadas del boicot y de los embargos o incluso intervenciones militares. Eso no es posible, pero sí, podemos pensar transiciones, es decir, pasos que nos ayudan a construir el paradigma nuevo. No se trata de adaptar el capitalismo a nuevas situaciones sino de construir una sociedad diferente. En cuanto a la cuestión de cómo construir transiciones, hay que hacerlo desde una perspectiva dialéctica, sin caer en la idea del progreso de la modernidad –un progreso lineal sobre un planeta inagotable (un concepto muy capitalista de la “modernidad”, por cierto.
Es necesario redefinir la modernidad, encontrar transiciones y actores que pueden actuar en cada aspecto. Este es el gran reto no solamente para América Latina sino también para el mundo entero. Y ya podemos empezar, de forma humilde y cotidiana, a pequeña escala, como lo han hecho por ejemplo los zapatistas, y después poco a poco ampliar esta visión para construir otra matriz de desarrollo humano. Esto es absolutamente necesario frente a la destrucción de la naturaleza que el capitalismo está provocando, y también de destrucción humana, cultural y espiritual.
CPM: Has mencionado en algunas intervenciones que para entender la sociedad hay que hacerlo en términos de clase. En el periódico PolítiK estamos absolutamente de acuerdo. ¿Podrías profundizar sobre la necesidad del análisis de clase?
FH: El análisis de la sociedad desde una perspectiva de clases es ciertamente importante. También es verdad que en el siglo XIX –en la Europa en que Carlos Marx reflexionó y escribió– la clase obrera era la clase fundamental para iniciar el cambio. En este sentido el papel de la clase obrera para cambiar el conjunto de la sociedad era absolutamente fundamental. Hoy en día debemos reflexionar frente a la realidad actual: una clase obrera muy segmentada por el sistema capitalista y que ha cambiado en los países industrializados, donde han desplazado la actividad de producción hacia las periferias y que se especializan en servicios.
Esto significa que la clase obrera hoy es diferente a la clase obrera del siglo XIX europeo o norteamericano. Así, otras clases sociales, como los campesinos por ejemplo, están también afectadas por la lógica del capital, y hoy vemos que frente a esta destrucción sistemática del pequeño campesinado, hay movimientos que son más radicales que el movimiento obrero. En particular, en el plano internacional, la Vía Campesina, la organización mundial de los campesinos, es más radical contra la Organización Mundial del Comercio o el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional que la organización Internacional de los sindicatos. Este es un hecho y debemos reflexionar sobre las nuevas realidades.
Es verdad que son los trabajadores los que enfrentan la contradicción fundamental con el capital, pero ya no son solo los trabajadores industriales, también están los trabajadores del campo, los precarizados, todos estos grupos sociales que son afectados hoy por la lógica del capital, y por eso la lucha y la organización de la lucha social debe ser pensada de otra manera que en el siglo XIX. Esta es una de las tareas para los movimientos sociales y los movimientos políticos de izquierda, para no equivocarse ni en el vocabulario –lo cual es secundario pero importante–, ni en las prácticas sociales y políticas, es decir: la definición de las luchas sociales.

Declaración de la XVII Cumbre de los Jefes de Estado y del Gobierno del Movimiento de Países No Alineados


    Los Jefes de Estado o de Gobierno del Movimiento de Países No Alineados, reunidos en Isla Margarita, República Bolivariana de Venezuela, en el marco de la XVII Conferencia Cumbre, del 17 al 18 de septiembre de 2016, bajo el tema "Paz, soberanía y solidaridad para el Desarrollo", realizaron un examen del estado de la situación internacional.

    Conscientes del hecho de que la historia y la realidad del mundo en que vivimos hoy demuestra que son los países en desarrollo los que sufren más intensamente del desconocimiento del derecho internacional, de invasiones, de los despojos de la guerra y de los conflictos armados motivados fundamentalmente por los intereses geopolíticos de los grandes centros de poder, así como de los prolongados conflictos heredados del colonialismo y el neocolonialismo,

    Destacando que muchas de estas crisis se han desatado por la violación de los propósitos y principios plasmados en la Carta de las Naciones Unidas y los Principios de Bandung,

    Reconociendo que la solidaridad, máxima expresión de respeto, amistad y paz entre los Estados, es un concepto amplio que abarca la sostenibilidad de las relaciones internacionales, la coexistencia pacífica, y los objetivos transformadores de equidad y empoderamiento de los países en desarrollo cuyo objetivo final es alcanzar el pleno desarrollo económico y social de sus pueblos,

    En el quincuagésimo quinto aniversario del Movimiento, decidieron defender el derecho a la paz, la soberanía y la solidaridad para el desarrollo de sus pueblos,

    - Guiados por el espíritu visionario de sus fundadores y los principios y propósitos del Movimiento de los Países No Alineados consagrados en Bandung (1955) y Belgrado (1961), así como nuestro empeño de alcanzar un mundo de paz, justicia, respeto, amistad fraternal, solidaridad, cooperación y desarrollo,

    - Reafirmando los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas, las normas y los principios del derecho internacional y de la Declaración relativa a las Relaciones de Amistad y Cooperación entre los Estados,

    - Alentados por la vigencia de los principios fundacionales del Movimiento y los logros que han marcado su desarrollo histórico, lo cual ratifica que la lucha contra el colonialismo y el neocolonialismo, el racismo, todas las formas de intervención foránea, agresión, ocupación extranjera, dominación o hegemonía, así como la intención de ser un factor de equilibrio en las relaciones internacionales, fuera de las alianzas militares de los centros de poder, siguen siendo expresiones concretas de la política de no alineación,

    - Ratificando su compromiso con los principios fundacionales del Movimiento de Países No Alineados y los principios consagrados en la Declaración sobre los Propósitos y Principios del Papel del Movimiento de Países No Alineados en la actual coyuntura internacional aprobada durante la XIV Cumbre del MNOAL celebrada en la Habana,

    - Convencidos de la necesidad de garantizar un impacto significativo del Movimiento en la dinámica de las relaciones internacionales y en el logro de los objetivos que han sustentado su vigencia,

    - Expresando su profundo agradecimiento al Presidente de la República Islámica del Irán, Su Excelencia el Sr. Hassan Rouhani, por su valiosa contribución al proceso de consolidación y revitalización del Movimiento de Países No Alineados.

    - Habiendo aprobado la Declaración Final de la XVII Cumbre de Jefes Estados o de Gobierno del Movimiento de Países No Alineados, celebrada en la Isla de Margarita, República Bolivariana de Venezuela, el 17 y 18 de septiembre de 2016,

    Declaran, que la aplicación efectiva del Documento Final de Isla de Margarita requiere del más alto compromiso y la voluntad de todos los Miembros del Movimiento a fin de abordar de forma decidida los retos que se plantean en materia de paz, desarrollo social y económico, los derechos humanos, y la cooperación internacional, y para lo cual realizarán esfuerzos mancomunados con miras a alcanzar los siguientes objetivos:

    1. Consolidar y revitalizar el Movimiento: Reafirmaron su pleno y decisivo apoyo a la consolidación, el fortalecimiento y la revitalización del Movimiento de Países No Alineados, como única garantía para preservar su legado y vigencia histórica y, por ende, garantizar su fortaleza, cohesión y capacidad de recuperación sobre la base de la unidad en la diversidad y la solidaridad de sus Estados Miembros.

    2. Consolidación del orden internacional: Reiteraron que continuarán promoviendo la solución pacífica de controversias, de conformidad con el Artículo 2 y el Capítulo VI de la Carta de las Naciones Unidas, así como la Resolución 26/25 de las Naciones Unidas de 24 de octubre de 1970 y el derecho internacional, a fin de contribuir al logro de dicho objetivo y salvar a las futuras generaciones del flagelo de la guerra y el conflicto militar. Además, subrayaron que la solución de conflictos y el logro de una paz firme y duradera demanda un enfoque holístico que aborde las causas estructurales de los conflictos, a fin de alcanzar los tres pilares de las Naciones Unidas, a saber, la paz y la seguridad, el desarrollo y los derechos humanos. En este sentido, reafirmaron su compromiso con el respeto a la soberanía, la unidad nacional y la integridad territorial de los Estados, la igualdad soberana de los Estados, la no injerencia en los asuntos internos de los Estados, la solución pacífica de controversias y la abstención de la amenaza o el uso de la fuerza. Asimismo, rechazaron las políticas ilegales de cambio de régimen encaminadas a derrocar Gobiernos constitucionales, en contravención del derecho internacional.

    3. Derecho a la libre determinación: Hicieron hincapié en el derecho inalienable a la libre determinación de todos los pueblos, incluidos los pueblos de territorios no autónomos, así como los pueblos de territorios bajo ocupación foránea o bajo dominación colonial o extranjera. En el caso de los pueblos sometidos a ocupación foránea y dominación colonial o extranjera, el ejercicio de la libre determinación sigue siendo válido y esencial para garantizar la erradicación de todas las situaciones antemencionadas y el respeto universal de los derechos humanos y las libertades fundamentales.

    4. Desarme y seguridad internacional: Reafirmaron sus intenciones de redoblar esfuerzos para eliminar la amenaza que supone a la especie humana la existencia de armas de destrucción en masa, en particular las armas nucleares. En este sentido, decidieron trabajar en pro de un mundo libre de armas nucleares. Decidieron además establecer una zona libre de armas nucleares en el Oriente Medio, de conformidad con los compromisos contraídos durante la Conferencia del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP), celebrada en 1995, y sus posteriores reuniones. Asimismo, instaron a iniciar con apremio las negociaciones sobre desarme nuclear en la Conferencia de Desarme, en particular, un convenio integral sobre armas nucleares a fin de prohibir su posesión, desarrollo, producción, adquisición, ensayo, almacenamiento, transferencia y uso o amenaza de uso, y facilitar su destrucción en un marco de tiempo específico. De igual modo, reiteraron el derecho soberano de los estados a desarrollar la energía nuclear con fines pacíficos de acuerdo con su visión de independencia y desarrollo económico.

    5. Derechos Humanos: Reafirmaron su compromiso con la promoción y protección de todos los derechos humanos, que son universales, indivisibles, interdependientes e interrelacionados, mediante un diálogo internacional constructivo y de cooperación, el fomento de las capacidades, la asistencia técnica y el reconocimiento de las buenas prácticas, a la vez que garantiza el ejercicio pleno de todos los derechos humanos, incluido el derecho al desarrollo como derecho inalienable, fundamental y universal y como parte integral de los derechos humanos universalmente reconocidos, a fin de fomentar una paz y prosperidad colectivas y sostenibles en todo el mundo. Subrayaron la significación histórica de la aprobación de la Declaración del Derecho al Desarrollo hace treinta años, promovida por el Movimiento de Países No Alineados, que exige un profundo cambio en la estructura económica internacional, incluida la creación de las condiciones económicas y sociales que son favorables para los países en desarrollo. Asimismo, una vez más expresaron que los derechos humanos deben consolidarse mediante la adhesión a los principios fundamentales de universalidad, transparencia, imparcialidad, no selectividad, no politización, y objetividad a la vez que busque la consecución de los derechos humanos para todos, con arreglo a los principios contenidos en la Declaración de Viena de 1993.

    6. Sanciones unilaterales: Expresaron su condena a la promulgación y aplicación de medidas coercitivas unilaterales contra los países del Movimiento en contravención de la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional, en particular, los principios de no intervención, libre determinación, e independencia de los Estados sujetos a tales prácticas. En este sentido, reiteraron su decisión de denunciar y exigir la anulación de dichas medidas que afectan los derechos humanos e impiden el pleno desarrollo económico y social de los pueblos sometidos a las mismas. De igual forma, reafirmaron que cada Estado tiene plena soberanía sobre la totalidad de su riqueza, recursos naturales y actividad económica, para ejercerlos libremente.

    7. Terrorismo: Reiteraron que el terrorismo constituye una de las más graves amenazas a la paz y seguridad internacionales. Por ende, reafirmaron su enérgica condena a los actos terroristas en todas sus manifestaciones y formas, cualesquiera sean sus motivaciones, donde quiera y por quien quiera los hayan cometido. Condenaron además la destrucción del patrimonio cultural y de sitios religiosos, así como los crímenes de lesa humanidad por partes de grupos terroristas, entre otros, por motivos de religión o credo.

    Asimismo, reconocieron la amenaza que representa actualmente este despreciable flagelo, en particular, las actividades llevadas a cabo por grupos terroristas tales como el Talibán, Al-Qaeda, EIIL (Daesh) y sus entidades asociadas, Jabhat Al Nusra, Boko Haram, Al Shabab y otras entidades designadas por las Naciones Unidas, incluido el fenómeno de los terroristas extranjeros y la difusión del extremismo violento que puede conducir al terrorismo, lo que hace necesario que los estados prevengan y combatan el terrorismo en todas sus formas y manifestaciones, incluida su financiación y la transferencia ilícita de armas de forma decisiva y coordinada, con la estricta adhesión a las disposiciones contenidas en la Carta de las Naciones Unidas y demás obligaciones contraídas en virtud del derecho internacional. En este sentido, consideraron que la aprobación de un futuro Convenio Integral para Combatir el Terrorismo Internacional podría complementar el conjunto de instrumentos legales internacionales existentes, incluida la aplicación de la Estrategia Mundial de las Naciones contra el Terrorismo.

    Además, reafirmaron que el terrorismo y el extremismo violento como vía conducente al terrorismo no puede ni debe asociarse a ninguna religión, nacionalidad, civilización ni grupo étnico, y que tales atribuciones no deben ser utilizadas para justificar el terrorismo ni las medidas de lucha contra el terrorismo que incluyen, entre otras, la elaboración de perfiles de sospechosos terroristas y la intromisión en la vida privada de los individuos.

    8. Diálogo entre civilizaciones: Subrayaron la importancia de promover el respeto a la diversidad cultural, social y religiosa, a fin de promover una cultura de paz, tolerancia y respeto entre sociedades y naciones, mediante el diálogo intercultural, interreligioso y entre civilizaciones. Asimismo, reconocieron la importancia del diálogo interreligioso e intercultural y la valiosa contribución que pueden hacer para elevar el nivel de concientización y de entendimiento de los valores comunes compartidos por toda la humanidad, así como al fomento del desarrollo social, económico, la paz y la seguridad.

    9. Situación en el Oriente Medio, incluida la cuestión de Palestina: Reafirmaron una vez más que la ocupación israelí de los Territorios Palestinos Ocupados, incluido Jerusalén Oriental, constituye un factor desestabilizador en la región, y como tal, exigieron la retirada de la Potencia Ocupante de dichos territorios ocupados desde junio de 1967, en consonancia con las Resoluciones 242 y 338 y demás Resoluciones pertinentes del Consejo de Seguridad y la Asamblea General de las Naciones Unidas. Reiteraron que la continuada injusticia contra el pueblo palestino como resultado de la ocupación israelí y sus políticas y prácticas conexas, incluida, entre otras, la construcción y expansión de asentamientos, la demolición de casas, los actos de castigo colectivo contra la población civil, incluido el encarcelamiento y el arresto de miles de civiles y el bloqueo ilegal de la Franja de Gaza constituyen la fuente principal de violación de los derechos humanos del pueblo palestino, negándoles su legítimo derecho a la libre determinación y la independencia. Exhortaron a las partes a realizar todos los esfuerzos posibles para reanudar y apoyar un proceso de paz convincente basado en los términos de referencia y los parámetros de larga data con miras a lograr una paz duradera justa e integral basada en la solución de dos Estados, con las fronteras internacionalmente reconocidas antes de 1967, teniendo en cuenta la Iniciativa de Paz Árabe.

    Procuran una solución integral y justa a la causa de los palestinos refugiados con arreglo a la resolución 194 de la Asamblea General de las Naciones Unidas y la Iniciativa de Paz Árabe, que preserve la seguridad, estabilidad y paz de todos los países de la región.

    Además, condenaron las medidas tomadas por Israel, la Potencia ocupante, para modificar el estatus legal, territorial y demográfico del Golán sirio ocupado. En este sentido, exigieron una vez más que Israel acate la resolución 497 (1981), y se retire completamente del Golán sirio ocupado a las fronteras del 4 de junio de 1967, en cumplimiento de las resoluciones 242 (1967) y 338 (1973).

    10. Reforma de las Naciones Unidas: Reiteraron la necesidad de recuperar y fortalecer la autoridad de la Asamblea General como órgano más democrático, responsable, universal y representativo de la Organización. En este sentido, exhortaron al establecimiento de una relación harmonios y equilibrada entre los principales organismos de la Organización, sobre la base de las prerrogativas conferidas en virtud de la Carta de las Naciones Unidas. Instaron además a la reforma del Consejo de Seguridad, a fin de transformarlo en un órgano más democrático, eficaz, eficiente, transparente y representativo y en consonancia con las realidades geopolíticas actuales.

    11. Selección y nombramiento del Secretario General de las Naciones Unidas: Subrayaron el papel primordial que desempeña la Asamblea General en el proceso de elección y nombramiento del Secretario General de las Naciones Unidas, al tiempo que reafirmaron la necesidad de una mayor transparencia e inclusión en el procedimiento actual de elección y nombramiento del Secretario General de las Naciones Unidas de conformidad con los principios de rotación geográfica y equidad de género.

    12. Operaciones para el mantenimiento de la paz: Reafirmaron que las operaciones para el mantenimiento de la paz deben llevarse a cabo en estricto cumplimiento de los principios y propósitos consagrados en la Carta, y recalcaron que el respeto a los principios de soberanía, integridad territorial e independencia de los Estados, así como de no injerencia en los asuntos internos, son elementos fundamentales de los esfuerzos conjuntos de promoción de la paz y la seguridad internacionales. En este sentido, reiteraron que el respeto a los principios básicos de mantenimiento de la paz; a saber, el consentimiento de las partes, imparcialidad, y la no utilización de la fuerza excepto en defensa propia, es esencial para el éxito de las operaciones de mantenimiento de la paz. También tomaron nota de los informes del Grupo Independiente de Alto Nivel sobre las Operaciones de Mantenimiento de la Paz de las Naciones Unidas y del Grupo Consultivo de Expertos sobre el Examen de la Estructura de par a la Consolidación de la Paz, y en este sentido, recalcaron la importancia de mantener contactos periódicos y una estrecha coordinación en la aplicación de las recomendaciones pertinentes.

    13. Metas del Desarrollo Sostenible: Reiteraron su voluntad de trabajar hacia la plena aplicación del Programa 2030 para el Desarrollo Sostenible, sin dejar a nadie rezagado, recordando que el Programa se basa en las personas y es universal y transformador. De igual forma, reafirmaron la necesidad de lograr las 17 Metas del Desarrollo Sostenible del Programa y sus 169 objetivos para todas las naciones y pueblos, y para todos los sectores de la sociedad, de manera integrada e indivisible, teniendo en cuenta las tres dimensiones del desarrollo sostenible: la económica, la social y la ambiental. Igualmente, reiteraron que el fin de la pobreza y el hambre en todas sus formas y dimensiones es el desafío mundial más grande y un requisito indispensable para alcanzar el desarrollo sostenible y, en este sentido, reafirmaron todos los principios reconocidos en el Programa, en particular el principio de las Responsabilidades Comunes pero Diferenciadas. Además, subrayaron la importancia de que los países desarrollados cumplan sus compromisos en relación con el otorgamiento de financiación, la transferencia de tecnología adecuada y el fomento de las capacidades en los países en desarrollo, a fin de garantizar el logro de las Metas del Desarrollo Sostenible.

    También reiteraron su apoyo al fortalecimiento del sistema multilateral del comercio con el objetivo de proporcionar un ambiente propicio para el desarrollo, garantizando igualdad de condiciones para los países en desarrollo en el comercio internacional, lo que constituye un instrumento para lograr un crecimiento económico inclusivo y reducir la pobreza, a la vez que contribuye también al fomento del desarrollo sostenible. En este sentido, reiteraron su determinación de avanzar en el contexto del Programa de Doha para el Desarrollo, teniendo en cuenta las necesidades para el desarrollo de los países en desarrollo. Además, recalcaron la importancia de aumentar la Ayuda al Comercio y el fomento de las capacidades, a fin de fortalecer la participación de los países en desarrollo en las Cadenas de Valor Mundiales y promover la interconectividad y la integración económica interregional.

    14. Promoción de la Educación, la Ciencia y la Tecnología para el Desarrollo: Ratificaron su compromiso de combatir contra el analfabetismo como forma de contribuir a erradicar la pobreza y la exclusión social, a la vez que tomaron nota de que la educación es un derecho humano inalienable que debe incluir a todos los sectores de la sociedad. Al respecto, recalcaron que el uso de la ciencia y la tecnología es esencial para enfrentar los retos de desarrollo de los países del Sur. Por tanto, la transferencia de tecnología desde los países desarrollados, en condiciones favorables, es vital para garantizar el desarrollo sostenible, en beneficio de todos los pueblos del mundo.

    15. Cambio climático: Ratificaron que el cambio climático es uno de los desafíos más grandes de estos tiempos y expresaron sentirse muy alarmados con el continuo aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo. Expresaron preocupación acerca del incremento de los efectos adversos del cambio climático, en particular en los países en desarrollo, los cuales están socavando de manera severa sus esfuerzos por erradicar la pobreza y alcanzar el desarrollo sostenible.

    En este sentido, reiteraron las preocupaciones y particularidades de todos los países en desarrollo, sobre la base de las disposiciones de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, particularmente en relación con la aplicación del principio de las Responsabilidades Comunes pero Diferenciadas, y a la luz de las responsabilidades históricas de los países desarrollados. Por tanto, instaron a los países desarrollados a cumplir sus compromisos de otorgar financiación, transferir tecnología adecuada y fomentar las capacidades de los países en desarrollo.

    Además, esperan con interés la realización de la XXII Conferencia de los Estados Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, del 7 al 18 de noviembre de 2016, en Marrakech, en el Reino de Marruecos.

    16. Gobernanza económica: Reafirmaron que la reforma de la estructura financiera internacional requiere la democratización de las instituciones de Bretton Woods que toman decisiones (el FMI y el Banco Mundial). Por eso, es necesario ampliar y fortalecer el nivel de participación de los países en desarrollo en los procesos internacionales de toma de decisiones, de elaboración de leyes económicas, y en la gobernanza de un nuevo orden económico mundial. Además, expresaron su preocupación por los efectos negativos que los paraísos fiscales pueden tener en la economía mundial, en particular en los países en desarrollo.

    17. Cooperación Sur-Sur: Reiteraron que la Cooperación Sur-Sur es un elemento importante de la cooperación internacional para el desarrollo sostenible de sus pueblos, como complemento y no como sustituto de la Cooperación Norte-Sur, la cual permite la transferencia de tecnologías adecuadas, en condiciones favorables y en términos preferenciales. Al respecto, ratificaron que la Cooperación Sur-Sur es una expresión de solidaridad y cooperación entre los países y pueblos del Sur, que contribuye a su bienestar nacional, guiada por los principios de respeto a la soberanía, a la titularidad e independencia nacionales, la igualdad, la incondicionalidad, la no injerencia en los asuntos internos, y el beneficio mutuo.

    18. Solidaridad Internacional: Reconocieron que la respuesta de la comunidad internacional a las pandemias que representan una amenaza a la salud pública y en casos de desastres naturales es un ejemplo a seguir en material de solidaridad y cooperación internacional. En este sentido, destacaron los esfuerzos de la comunidad internacional para contrarrestar y erradicar la propagación de varias pandemias, entre ellas, el Ébola, así como para enfrentar las consecuencias de los desastres naturales alrededor del mundo.

    19. Refugiados y migrantes: Acogieron con beneplácito la convocatoria a la Reunión de Alto Nivel para abordar los grandes desplazamientos de refugiados y migrantes a celebrarse el 19 de septiembre en Nueva York, que constituye una oportunidad para que la comunidad internacional discuta respuestas a este creciente fenómeno mundial que afecta mayormente a mujeres y niños.

    Reconocieron las agudas emergencias humanas que provoca el elevado número de refugiados, sobre todo a causa de los conflictos en los territorios de los distintos Estados Miembro del Movimiento. Recalcaron además la importancia de traducir las declaraciones políticas en apoyo concreto a los países más afectados por este fenómeno, así como de ayudar a los países y las comunidades receptoras.

    Asimismo, reconocieron la contribución histórica que la migración internacional ha hecho a las naciones desde el punto de vista económico, político, social y cultural y, en este sentido, reafirmaron la responsabilidad de los Gobiernos, a todos los niveles, de salvaguardar y proteger los derechos de los migrantes de conformidad con el derecho internacional y las legislaciones nacionales, incluida la aplicación y, si fuere necesario, el fortalecimiento de las leyes existentes contra todos los actos ilegales o violentos; en particular, de aquellos que inciten a las discriminación étnica, racial, sexual y religiosa, así como contra los crímenes cometidos contra migrantes por motivos racistas o xenófobos, por individuos o grupos, en particular en el contexto de la crisis económica mundial que acrecienta la vulnerabilidad de los migrantes en los países receptores.

    20. Jóvenes, Mujeres, Paz y Seguridad: Reconocieron el importante papel que los jóvenes y las mujeres desempeñan en la prevención y solución de conflictos, así como en los esfuerzos de mantenimiento y consolidación de la paz. En este sentido, subrayaron la necesidad de lograr la plena igualdad y el empoderamiento de la mujer, incluida su participación en esos procesos. Tomaron nota del Informe del Grupo Consultivo de Alto Nivel para el Estudio Mundial sobre la Aplicación de la Resolución 1325 (2000) del Consejo de Seguridad sobre la Mujer, la paz y la seguridad y reiteraron su firme compromiso de aunar esfuerzos en la lucha contra todas las formas de violencia y discriminación contra las mujeres.

    21. Nuevo Orden Mundial de la Información y de la Comunicación: Hicieron hincapié en la necesidad de que las estrategias de información y comunicación estén profundamente arraigadas en los procesos históricos y culturales y exhortaron a los medios de difusión de los países desarrollados a respetar a los países en desarrollo en la formulación de sus opiniones, modelos y perspectivas con el fin de ampliar el diálogo entre las civilizaciones. Asimismo, reiteraron su profunda preocupación por el uso de los medios como una herramienta de propaganda hostil contra los países en desarrollo con el objetivo de socavar sus gobiernos y resaltaron la necesidad de crear medios y fuentes de comunicación alternativos, libres, plurales y responsables, que reflejen las realidades e intereses de los pueblos del mundo en desarrollo.

    Isla de Margarita, República Bolivariana de Venezuela

    17 y 18 de septiembre de 2016

    John Bellamy Foster The Anthropocene Crisis

    Monthly Review Sept 2016


    This article is adapted from the foreword to Ian Angus,Facing the Anthropocene: Fossil Capitalism and the Crisis of the Earth System (Monthly Review Press, 2016).
    For it is because we are kept in the dark about the nature of human society—as opposed to nature in general—that we are now faced (so the scientists concerned assure me), by the complete destructibility of this planet that has barely been made fit to live in.
    —Bertolt Brecht1
    The Anthropocene, viewed as a new geological epoch displacing the Holocene epoch of the last 10,000 to 12,000 years, represents what has been called an “anthropogenic rift” in the history of the planet.2 Formally introduced into the contemporary scientific and environmental discussion by climatologist Paul Crutzen in 2000, it stands for the notion that human beings have become the primary emergent geological force affecting the future of the Earth system. Although often traced to the Industrial Revolution in the late eighteenth century, the Anthropocene is probably best seen as arising in the late 1940s and early 1950s. Recent scientific evidence suggests that the period from around 1950 on exhibits a major spike, marking a Great Acceleration in human impacts on the environment, with the most dramatic stratigraphic trace of the anthropogenic rift to be found in fallout radionuclides from nuclear weapons testing.3
    Viewed in this way, the Anthropocene can be seen as corresponding roughly to the rise of the modern environmental movement, which had its beginnings in the protests led by scientists against above-ground nuclear testing after the Second World War, and was to emerge as a wider movement following the publication of Rachel Carson’s Silent Spring in 1962. Carson’s book was soon followed in the 1960s by the very first warnings, by Soviet and U.S. scientists, of accelerated and irreversible global warming.4 It is this dialectical interrelation between the acceleration into the Anthropocene and the acceleration of a radical environmentalist imperative in response that constitutes the central theme of Ian Angus’s marvelous new book. It is his ability to give us insights into the Anthropocene as a new emergent level of society-nature interaction brought on by historical change—and how the new ecological imperatives it generates have become the central question confronting us in the twenty-first century—that makes Facing the Anthropocene so indispensable.
    Today it seems likely that the Anthropocene will come to be linked within science to the post–Second World War era in particular. Nonetheless, as in the case of all major turning points in history, there were signs of minor spikes at earlier stages along the way, going back to the Industrial Revolution. This reflects what the Marxian philosopher István Mészáros calls the “dialectic of continuity and discontinuity,” characterizing all novel emergent developments in history.5Although the Anthropocene concept arose fully only with the modern scientific conception of the Earth system, and is now increasingly seen as having its physical basis in the Great Acceleration after the Second World War, it was prefigured by earlier notions, arising from thinkers focusing on the dramatic changes in the human-environmental interface brought on by the rise of capitalism, including the Industrial Revolution, the colonization of the world, and the era of fossil fuels.
    “Nature, the nature that preceded human history,” Karl Marx and Frederick Engels remarked as early as 1845, “no longer exists anywhere (except perhaps on a few Australian coral islands of recent origin).”6 Similar views were presented by George Perkins Marsh, in Man and Nature in 1864, two years before Ernst Haeckel coined the word ecology, and three years before Marx published the first volume ofCapital, with its warning of the metabolic rift in the human relation to the earth.7
    It was not until the last quarter of the nineteenth and the early twentieth century, however, that the key concept of the biosphere, out of which our modern notion of the Earth system was to develop, arose, with the publication, most notably, ofThe Biosphere by the Soviet geochemist Vladimir I. Vernadsky in 1926. “Remarkably,” Lynn Margulis and Dorian Sagan write in What is Life?, “Vernadsky dismantled the rigid boundary between living organisms and a nonliving environment, depicting life globally before a single satellite had returned photographs of Earth from orbit.”8
    The appearance of Vernadsky’s book corresponded to the first introduction of the term Anthropocene (together with Anthropogene) by his colleague, the Soviet geologist Aleksei Pavlov, who used it to refer to a new geological period in which humanity was the main driver of planetary geological change. As Vernadsky observed in 1945, “Proceeding from the notion of the geological role of man, the geologist A. P. Pavlov (1854–1929) in the last years of his life used to speak of theanthropogenic era, in which we now live.… He rightfully emphasized that man, under our very eyes, is becoming a mighty and ever-growing geological force.… In the 20th Century, man, for the first time in the history of the Earth, knew and embraced the whole biosphere, completed the geographic map of the planet Earth, and colonized its whole surface.”9
    Simultaneously with Vernadsky’s work on the biosphere, the Soviet biochemist Alexander I. Oparin and the British socialist biologist J. B. S. Haldane independently developed in the 1920s the theory of the origin of life, known as the “primordial soup theory.” As summed up by Harvard biologists Richard Levins and Richard Lewontin, “Life originally arose from inanimate matter [what Haldane famously described as a ‘hot dilute soup’], but that origination made its continued occurrence impossible, because living organisms consume the complex organic molecules needed to recreate life de novo. Moreover, the reducing atmosphere [lacking free oxygen] that existed before the beginning of life has been converted, by living organisms themselves, to one that is rich in reactive oxygen.” In this way, the Oparin-Haldane theory explained for the first time how life could have originated out of inorganic matter, and why the process could not be repeated. Equally significant, life, arising in this way billions of years ago, could be seen as the creator of the biosphere within a complex process of coevolution.10
    It was Rachel Carson, in her landmark 1963 speech “Our Polluted Environment,” famously introducing the concept of ecosystem to the U.S. public, who most eloquently conveyed this integrated ecological perspective, and the need to take it into account in all of our actions. “Since the beginning of biological time,” she wrote,
    there has been the closest possible interdependence between the physical environment and the life it sustains. The conditions on the young earth produced life; life then at once modified the conditions of the earth, so that this single extraordinary act of spontaneous generation could not be repeated. In one form or another, action and interaction between life and its surroundings have been going on ever since.
    This historic fact has, I think, more than academic significance. Once we accept it we see why we cannot with impunity make repeated assaults upon the environment as we now do. The serious student of earth history knows that neither life nor the physical world that supports it exists in little isolated compartments. On the contrary, he recognizes the extraordinary unity between organisms and the environment. For this reason he knows that harmful substances released into the environment return in time to create problems for mankind.
    The branch of science that deals with these interrelations is Ecology.… We cannot think of the living organism alone; nor can we think of the physical environment as a separate entity. The two exist together, each acting on the other to form an ecological complex or ecosystem.11
    Nevertheless, despite the integrated ecological vision presented by figures like Carson, Vernadsky’s concepts of the biosphere and biogeochemical cycles were for a long time downplayed in the West due to the reductionist mode that prevailed in Western science and the Soviet background of these concepts. Soviet scientific works were well known to scientists in the West and were frequently translated in the Cold War years by scientific presses and even by the U.S. government—though unaccountably Vernadsky’s The Biosphere was not translated into English until 1998. This was a necessity since in some fields, such as climatology, Soviet scientists were well ahead of their U.S. counterparts. Yet this wider scientific interchange, crossing the Cold War divide, was seldom conveyed to the public at large, where knowledge of Soviet achievements in these areas was practically nonexistent. Ideologically, therefore, the concept of the biosphere seems to have long fallen under a kind of interdict.
    Still, the biosphere took center stage in 1970, with a special issue of Scientific American on the topic.12 At around the same time the socialist biologist Barry Commoner warned in The Closing Circle of the vast changes in the human relation to the planet, beginning with the atomic age and the rise of modern developments in synthetic chemistry. Commoner pointed back to the early warning of capitalism’s environmental disruption of the cycles of life represented by Marx’s discussion of the rift in the metabolism of the soil.13
    In 1972, Evgeni K. Fedorov, one of the world’s top climatologists and a member of the Presidium of the Supreme Soviet of the USSR, as well as the leading Soviet supporter of Commoner’s analysis (writing the “Concluding Remarks” to the Russian edition), declared that the world would need to wean itself from fossil fuels: “A rise in temperature of the earth is inevitable if we do not confine ourselves to the use, as energy sources, of direct solar radiation and the hydraulic energy of wave and wind energy, but [choose instead to] obtain energy from fossil [fuels] or nuclear reactions.”14 For Fedorov, Marx’s theory of “metabolism between people and nature” constituted the methodological basis for an ecological approach to the question of the Earth system.15 It was in the 1960s and 1970s that climatologists in the USSR and the United States first found “evidence,” in the words of Clive Hamilton and Jacques Grinevald, of a “worldwide metabolism.”16
    The rise of Earth system analysis in the succeeding decades was also strongly impacted by the remarkable view from outside, emanating from the early space missions. As Howard Odum, one of the leading figures in the formation of systems ecology, wrote in Environment, Power and Society:
    We can begin a systems view of the earth through the macroscope of the astronaut high above the earth. From an orbiting satellite, the earth’s living zone appears to be very simple. The thin water and air-bathed shell covering the earth—the biosphere—is bounded on the inside by dense solids and on the outside by the near vacuum of outer space…. From the heavens it is easy to talk of gaseous balances, energy budgets per million years, and the magnificent simplicity of the overall metabolism of the earth’s thin outer shell. With the exception of energy flow, the geobiosphere for the most part is a closed system of the type whose materials are cycled and reused.17
    “The mechanism of overgrowth,” threatening this “overall metabolism,” Odum went on to state, “is capitalism.”18 Today’s concept of the Anthropocene thus reflects, on the one hand, a growing recognition of the rapidly accelerating role of anthropogenic drivers in disrupting the biogeochemical processes and planetary boundaries of the Earth system and, on the other, a dire warning that the world, under “business as usual,” is being catapulted into a new ecological phase—one less conducive to maintaining biological diversity and a stable human civilization.
    It is the bringing together of these two aspects of the Anthropocene—variously viewed as the geological and the historical, the natural and social, the climate and capitalism—in one single, integrated view, that constitutes the main achievement of Facing the Anthropocene. Angus demonstrates that “fossil capitalism,” if not stopped, is a runaway train, leading to global environmental apartheid and what the great British Marxist historian E. P. Thompson referred to as the threatened historical stage of “exterminism,” in which the conditions of existence of hundreds of millions, perhaps billions, of people will be upended, and the very basis of life as we know it endangered. Moreover, this has its source in what Odum called “imperial capitalism,” imperiling the lives of the most vulnerable populations on the planet in a system of forced global inequality.19
    Such are the dangers that only a new, radical approach to social science (and thus to society itself), Angus informs us—one that takes seriously Carson’s warning that if we undermine the living processes of Earth this will “return in time” to haunt us—can provide us with the answers that we need in the Anthropocene epoch. Where such urgent change is concerned “tomorrow is too late.”20
    Yet the dominant social science, which serves the dominant social order and its ruling strata, has thus far served to obscure these issues, putting its weight behind ameliorative measures together with mechanistic solutions such as carbon markets and geoengineering. It is as if the answer to the Anthropocene crisis were a narrowly economic and technological one consistent with the further expansion of the hegemony of capital over Earth and its inhabitants—this despite the fact that the present system of capital accumulation is at the root of the crisis. The result is to propel the world into still greater danger. What is needed, then, is to recognize that it is the logic of our current mode of production—capitalism—that stands in the way of creating a world of sustainable human development transcending the spiraling disaster that otherwise awaits humanity. To save ourselves we must create a different socioeconomic logic pointing to different human-environmental ends: an ecosocialist revolution in which the great mass of humanity takes part.
    But are there not risks to such radical change? Would not great struggles and sacrifices attend any attempt to overthrow the prevailing system of production and energy use in response to global warming? Is there any surety that we would be able to create a society of sustainable human development, as ecosocialists like Ian Angus envision? Would it not be better to err on the side of denialism than on the side of “catastrophism”? Should we not hesitate to take action at this level until we know more?
    Here it is useful to quote from the great German playwright and poet Bertolt Brecht’s didactic poem “The Buddha’s Parable of the Burning House”:
    The Buddha still sat under the bread-fruit tree and to the others,
    To those who had not asked [for guarantees], addressed this parable:
    “Lately I saw a house. It was burning. The flame
    Licked at its roof. I went up close and observed
    That there were people still inside. I entered the doorway and called
    Out to them that the roof was ablaze, so exhorting them
    To leave at once. But those people
    Seemed in no hurry. One of them,
    While the heat was already scorching his eyebrows,
    Asked me what it was like outside, whether it wasn’t raining,
    Whether the wind wasn’t blowing, perhaps, whether there was
    Another house for them, and more of this kind. Without answering
    I went out again. These people here, I thought,
    Must burn to death before they stop asking questions.
    And truly, friends,
    Whoever does not yet feel such heat in the floor that he’ll gladly
    Exchange it for any other, rather than stay, to that man
    I have nothing to say.” So Gautama the Buddha.21
    It is capitalism and the alienated global environment it has produced that constitutes our “burning house” today. Mainstream environmentalists, faced with this monstrous dilemma, have generally chosen to do little more than contemplateit, watching and making minor adjustments to their interior surroundings while flames lick the roof and the entire structure threatens to collapse around them. The point, rather, is to change it, to rebuild the house of civilization under different architectural principles, creating a more sustainable metabolism of humanity and the earth. The name of the movement to achieve this, rising out of the socialist and radical environmental movements, is ecosocialism, and Facing the Anthropocene is its most up-to-date and eloquent manifesto.

    Notes

    1. ↩Bertolt Brecht,Brecht on Theatre (New York: Hill and Wang, 1964), 275.
    2. ↩Clive Hamilton and Jacques Grinevald, “Was the Anthropocene Anticipated?”Anthropocene Review 2, no. 1 (2015): 67.
    3. ↩Paul J. Crutzen and Eugene F. Stoermer, “The Anthropocene,”Global Change Newsletter, May 1, 2000, 17; Paul J. Crutzen, “Geology of Mankind,”Nature 415, no. 6867 (2002): 23; Colin N. Waters et al., “The Anthropocene Is Functionally and Stratigraphically Distinct from the Holocene,”Science 351, no. 6269 (2016): 137, 137, 2622-1–2622-10.
    4. ↩Spencer Weart, “Interview with M. I. Budyko: Oral History Transcript,” March 25, 1990, http://aip.org; M. I. Budyko, “Polar Ice and Climate,” in J. O. Fletcher, B. Keller, and S. M. Olenicoff, eds.,Soviet Data on the Arctic Heat Budget and Its Climatic Influence (Santa Monica, CA: Rand Corporation, 1966), 9–23; William D. Sellars, “A Global Climatic Model Based on the Energy Balance of the Earth Atmosphere System,”Journal of Applied Meteorology 8, no. 3 (1969): 392–400; M. I. Budyko, “Comments,”Journal of Applied Meteorology 9, no. 2 (1970): 310.
    5. ↩István Mészáros,The Power of Ideology (New York: New York University Press, 1989), 128.
    6. ↩Karl Marx and Frederick Engels,Collected Works, vol. 5 (New York: International Publishers, 1976), 40.
    7. ↩George P. Marsh,Man and Nature (Cambridge, MA: Harvard University Press, 1965); Frank Benjamin Golley,A History of the Ecosystem Concept in Ecology (New Haven, CT: Yale University Press, 1993), 2, 207; Karl Marx,Capital, vol. 1 (London: Penguin, 1976), 636–39;Capital, vol. 3 (London: Penguin, 1981), 949.
    8. ↩Lynn Margulis and Dorion Sagan,What Is Life? (New York: Simon and Schuster, 1995), 47; Vladimir I. Vernadsky,The Biosphere (New York: Springer, 1998). The concept of the biosphere was originally introduced by the French geologist Edward Suess in 1875, but was developed much further by Vernadsky, and came to be associated primarily with him.
    9. ↩Vladimir I. Vernadsky, “Some Words about the Noösphere,” in Jason Ross, ed.,150 Years of Vernadsky, vol. 2 (Washington, D.C.: 21st Century Science Associates, 2014), 82; E. V. Shantser, “The Anthropogenic System (Period),” inThe Great Soviet Encyclopedia, vol. 2 (New York: Macmillan, 1973), 140. Shantser’s article introduced the word “Anthropocene” in English.
    10. ↩Richard Levins and Richard Lewontin,The Dialectical Biologist (Cambridge, MA: Harvard University Press, 1985), 277; A. I. Oparin, “The Origin of Life,” in J. D. Bernal,The Origin of Life (New York: World Publishing, 1967), 199–234; and J. B. S. Haldane, “The Origin of Life,” in Bernal,The Origin of Life, 242–49.
    11. ↩Rachel Carson,Lost Woods (Boston: Beacon, 1998), 230–31.
    12. ↩G. Evelyn Hutchinson, “The Biosphere,”Scientific American 233, no. 3 (1970): 45–53.
    13. ↩Barry Commoner,The Closing Circle: Nature, Man, and Technology (New York: Knopf, 1971), 45–62, 138–75, 280.
    14. ↩E. Fedorov quoted in Virginia Brodine,Green Shoots, Red Roots (New York: International Publishers, 2007), 14, 29. See also E. Fedorov,Man and Nature (New York: International Publishers, 1972), 29–30; John Bellamy Foster, “Late Soviet Ecology and the Planetary Crisis,”Monthly Review67, no. 2 (June 2015): 9; M. I. Budyko,The Evolution of the Biosphere(Boston: Reidel, 1986), 406. Calls by prominent figures like Fedorov for a more rapid and radical response to environmental problems went largely unheeded by the Soviet state, with tragic results.
    15. ↩Fedorov,Man and Nature, 146.
    16. ↩Hamilton and Grinevald, “Was the Anthropocene Anticipated?” 64.
    17. ↩Howard T. Odum,Environment, Power, and Society for the Twenty-First Century (New York: Columbia University Press, 2007), 3.
    18. ↩Odum,Environment, Power, and Society, 263.
    19. ↩E. P. Thompson,Beyond the Cold War (New York: Pantheon, 1982) 41–80; Rudolf Bahro,Avoiding Social and Ecological Disaster (Bath, UK: Gateway, 1994), 19; Odum,Environment, Power, and Society, 276–78.
    20. ↩Rolf Edburg and Alexei Yablokov,Tomorrow Will Be Too Late (Tucson, AZ: University of Arizona Press, 1991).
    21. ↩Bertolt Brecht,Tales from the Calendar (London: Methuen, 1961), 31–32.