Atilio Borón:2013: una balance desde Latinoamérica

31 de diciembre 2013

(Por Atilio A. Boron *) El año que termina fue pródigo en acontecimientos que dejaron profundas huellas en el sistema internacional. A la hora de reseñarlos la mirada del analista siempre es situada; no existe una observación que pueda independizarse de los condicionamientos que la geografía y el tiempo histórico ejercen sobre el observador. Nuestra mirada, desde el “aquí y ahora” de Nuestra América, seguramente será diferente de la que pueda tener alguien situado en Europa, Asia o África. 


     Hecha esta necesaria salvedad metodológica previa digamos que el acontecimiento más trascendente que marca con tristeza el año que finaliza fue la muerte del Comandante Hugo Chávez Frías. El líder bolivariano fue una verdadera fuerza de la naturaleza: un huracán que con su fervor antiimperialista, su visión estratégica de la lucha que debía librarse contra el imperio y su incansable protagonismo reconfiguró decisivamente el mapa sociopolítico del área. Chávez fue el gran mariscal de la batalla del ALCA, derrotando al principal proyecto de Estados Unidos para completar el sometimiento de América Latina y el Caribe a sus intereses. Y fue también el hombre que llenó de propuestas lo que hasta su irrupción en la vida política de la región era una agradable pero inofensiva retórica latinoamericanista, huérfana de contenidos concretos. Para Chávez esta tenía que ser una convocatoria a la unidad de América Latina y el Caribe, unidad y no tan sólo integración; debía ser, tras las huellas de la Revolución Cubana, el ámbito de creación de un internacionalismo solidario que se traduciría en proyectos concretos como el Banco del Sur, Petrocaribe, TeleSUR, UNASUR y la CELAC, entre tantos otros. Su muerte, en circunstancias que aún no han sido aclaradas, llenó de júbilo al imperialismo y sus aliados, pensando que con ella se acabaría el chavismo. Sin embargo, y esta es una de las notas más positivas del año, la desaparición física de Chávez no impidió que el chavismo volviera a triunfar en las elecciones presidenciales del 14 de Abril -consagrando a Nicolás Maduro como presidente- y nuevamente, por una rotunda diferencia de más de un millón de votos, sobre la coalición opositora en las municipales del 8 de Diciembre. Parece que tendremos Chávez para rato.
     Otra noticia muy importante fue la sorpresiva elevación del Cardenal Jorge Bergoglio al papado. Personaje complejo, la consagración de este jesuita motivó un áspero debate que está lejos de apagarse en la Argentina. Jerarca de una iglesia que fue cómplice de todos los crímenes de la dictadura, hay quienes lo fustigan por sus actitudes tibias y ambivalentes, sobre todo si se las compara con las que tuvieron otros obispos como los monseñores Enrique Angelelli –que pagó con su vida su osadía-, Jaime de Nevares, Jorge Novak o Miguel Hesayne. Esta sinuosidad de su conducta, síntoma de lo que Antonio Gramsci definiera como “jesuitismo”, explica las razones por las que junto a sus críticos emergiera desde las filas de la izquierda, los derechos humanos y la teología de la liberación un fogoso contingente de defensores de Francisco prestos a señalar las formas sigilosas con las que el por entonces provincial de los jesuitas protegía a su rebaño. Más allá de este irresuelto debate, los temores que muchos tenían en el sentido de que Francisco pudiera convertirse en una ominosa re-encarnación de Juan Pablo II  (quien junto a Ronald Reagan y Margaret Thatcher conformara el más formidable tridente reaccionario del siglo veinte) hasta ahora han demostrado ser injustificados. Es más, cierto cambio en el léxico del Pontífice (como por ejemplo hablar de la “Patria Grande” en ocasión de la visita de Cristina Fernández de Kirchner al Vaticano) o su insistente “opción por los pobres” demuestran que ha percibido con fino olfato los datos de este “cambio de época” y que Venezuela no es Polonia, ni Ecuador Checoslovaquia. Si aquellos gobiernos de Europa Oriental sucumbieron ante la arremetida que convergía desde el Vaticano, Washington y Londres fue porque su déficit de legitimidad los tornaba altamente vulnerables. Bien distinta es la situación de los gobiernos de izquierda en Sudamérica, donde Bolivia, Ecuador y Venezuela cuentan con una legitimidad popular incomparablemente superior a la que jamás gozaron sus supuestas contrapartes europeas. En pocas palabras: el Vaticano no ignora que los cambios acaecidos en Latinoamérica y el Caribe desde los albores del siglo veintiuno ya no tienen vuelta atrás. En El 18 Brumario de Luis Bonaparte Marx evoca la intervención del Cardenal Pierre d'Ailly en el Concilio de Constanza (1414-1418) cuando ante las quejas de los puritanos por la vida licenciosa de los papas respondiera con voz tonante “¡Cuando sólo el demonio en persona puede salvar a la Iglesia católica, vosotros pedís ángeles!” La situación actual de la Iglesia es mucho peor que la que tanto preocupara a d’Ailly: interminable hemorragia de la feligresía, escándalos por pederastia, millonarios juicios de las víctimas y bancarrota de las iglesias abrumadas por el pago de enormes indemnizaciones, manejos mafiosos del banco del Vaticano, el papel de la mujer en la Iglesia y el cuestionamiento cada vez más militante del celibato sacerdotal configuran una agenda que difícilmente le dejen tiempo a Francisco para organizar la dispersa y confusa derecha latinoamericana, suponiendo que quisiera hacerlo. Pero para eso está “la embajada.”
      Otro acontecimiento de gran trascendencia fue la re-emergencia de Rusia como un principal actor de la política mundial. La Unión Soviética lo había sido en el casi medio siglo transcurrido desde finales de la Segunda Guerra Mundial. El “orden bipolar” de la época le asignaba un protagonismo fundamental, pero cuando se produjo el hundimiento de la URSS en 1991-92 el estado sucesor, Rusia, quedó completamente marginado de los principales escenarios de la política internacional. Esto dio pie a que algunos publicistas del imperio se solazaran con la ilusión de que allí comenzaba el “nuevo siglo (norte)americano” y no ahorraron descalificaciones humillantes, incluso algunas de tono racista, en contra de los rusos, como Vladimir Putin se encarga de recordar una y otra vez. El sueño del “nuevo siglo americano” duró muy poco y con los atentados del 11-S se convirtió en una insoportable pesadilla. Rusia, que nunca había dejado de ser una potencia atómica –nimiedad olvidada por los apologistas del “nuevo orden mundial” alentado por George Bush padre- y que venía acumulando fuerzas desde comienzos del siglo, irrumpió abruptamente en el escenario mundial otorgándole asilo político nada menos que a Edward Snowden, el enemigo público número uno de Washington y, después, torciéndole el brazo a Barack Obama y su escudero, John Kerry, haciéndoles abortar sus planes de bombardear Siria. Por si lo anterior fuera poco, su claro apoyo a Teherán aventó también un desenlace bélico por la cuestión del programa nuclear iraní, en una crisis alentada hasta el paroxismo por el régimen israelí y sus impresentables compinches en el área, especialmente Arabia Saudita. Con tres gestos Moscú demostró que las bravuconadas de Washington carecían de sustancia real y podían ser neutralizadas en beneficio de la paz y el imperio del derecho internacional.
     La impetuosa re-emergencia de Rusia sumada a la ya consolidada gravitación de China en la economía y la política mundiales terminó por cristalizar significativas modificaciones en el gran tablero geopolítico internacional. Cambios éstos que favorecen los proyectos emancipatorios de Nuestra América porque el derrumbe del unipolarismo norteamericano y la acelerada –y por lo que parece, irreversible- edificación de una estructura multipolar de poder mundial abre nuevos e inéditos márgenes de maniobra para los países de América Latina y el Caribe, tradicionalmente sometidos al yugo estadounidense. Al evidente debilitamiento del poderío global de los Estados Unidos -reconocido nada menos que por el más significativo intelectual del imperio, Zbigniew Brzezinski- y del cual el cierre de sus oficinas gubernamentales por dos semanas es apenas uno de sus muchos síntomas se le suma el agotamiento del proyecto europeo, sacrificado en el altar de la banca alemana, todo lo cual hace del mundo un espacio mucho más abierto e indeterminado cuyos resquicios y contradicciones ofrecen una magnífica oportunidad para que los pueblos de Nuestra América avancen resueltamente hacia la conquista de su segunda y definitiva independencia.  
       Por supuesto, en el 2013 pasaron muchas otras cosas, imposibles de examinar en detalle aquí. Permítasenos simplemente mencionar la importancia de los diálogos de paz entre el gobierno de Juan M. Santos y las FARC, alentados por el clamor popular que en Colombia exige el fin del conflicto armado y las expectativas en torno a las elecciones presidenciales de Mayo del 2014; la crisis domínico-haitiana, desatada por las racistas  normas denegatorias de la nacionalidad a los hijos de haitianos nacidos en la República Dominicana; las elecciones del pasado 27 de Octubre en Argentina, sembrando de dudas la continuidad del proceso abierto en el 2003; el triunfo de Michelle Bachelet, regresando a la presidencia de un Chile desquiciado por el holocausto social del neoliberalismo; la persistencia y profundización de la crisis en México, a veinte años del “grito” de los  Zapatistas en Chiapas; la vigorosa e inesperada irrupción de grandes manifestaciones de masas en Brasil, a poco más de un año de las presidenciales de Octubre de 2014, conmoviendo la estolidez de un orden social profundamente injusto y rabiosamente oligárquico; la aplastante victoria de la Alianza País en las elecciones legislativas del Ecuador, que le permitieron a Rafael Correa obtener una mayoría absoluta en la Asamblea Nacional; la lenta pero irreversible implementación de los nuevos “lineamientos” en la economía cubana, orientados a actualizar y fortalecer los fundamentos materiales de la Revolución; la consolidación del liderazgo de Evo Morales en Bolivia, de cara a las elecciones del próximo Octubre; la integración plena de Venezuela al Mercosur, ya con el voto favorable del Senado paraguayo, y la valerosa resistencia de los pueblos ante los estragos de la gran minería a cielo abierto, el “fracking” y el auge del agronegocio monoproductor (soja, caña de azúcar, palma africana, etcétera) son datos que también marcaron la agenda del año que finaliza y que merecerían un análisis detallado que no podemos hacer aquí. A lo anterior hay que agregar la continuación de la agresión imperialista y la guerra civil en Siria, donde Al Qaida, con la bendición y el apoyo de la Casa Blanca (perdón, ¿no había sido esta organización la que tramó y ejecutó el atentado del 11-S?) lucha codo a codo con los mercenarios sauditas, yemenitas e israelíes que procuran acabar con el régimen de Bashar al-Assad; tomar también nota del golpe militar pro-norteamericano en Egipto, en contra del gobierno de Mohammed Morsi y la Hermandad Musulmana, no suficientemente pro-norteamericano según el gusto de Washington; la intervención armada de tropas francesas en Mali para contener a los fundamentalistas islámicos aliados de Al Qaida (¡a la vez que París apoya a esta organización en Siria y François Hollande se ofrece impúdicamente a colaborar con Estados Unidos en el bombardeo de ese sufrido país!) y, finalmente, la muerte de Nelson Mandela, comunista de toda su vida que liquidó el “apartheid” sudafricano utilizando, según las circunstancias y el momento histórico, tácticas violentas y pacíficas, siendo por eso incorporado a una lista de “terroristas” por Estados Unidos hasta Julio del 2008. Después de su muerte Mandela tuvo que resistir una tremenda operación mediática que se quiso apropiar de su memoria y presentarlo como un ingenuo y conciliador pacifista, un “adorador de la legalidad” de un estado racista y ocultando groseramente los datos históricos que jalonan su impresionante biografía de lucha por todos los medios que fueran idóneos para el éxito de su empresa liberadora. 
    Para concluir, hoy, ya en vísperas del 2014, debemos celebrar con inmensa alegría el 55º aniversario del triunfo de la Revolución Cubana -un acontecimiento “histórico-universal”, como seguramente lo hubiera caracterizado el viejo Hegel- que inauguró una nueva era en la lucha de los pueblos de América Latina y el Caribe, África y Asia por su definitiva emancipación. Una Cuba que resiste y resistirá cuanto bloqueos y sabotajes le aplique Estados Unidos, y que demuestra cada día, cada hora, que el imperialismo no es invencible y que puede ser derrotado. Por eso su papel en los procesos de liberación de los pueblos del tercer mundo coloca a la isla caribeña en un sitial semejante al que Francia supo ocupar, luego de la Revolución Francesa, como el faro orientador de quienes luchaban por sacudirse el yugo del absolutismo dinástico. Cuba es la Francia de nuestros días y tiene todo el derecho del mundo para celebrar con alegría un nuevo aniversario de la triunfal jornada del 1º de Enero de 1959. ¡Salud Cuba, y hasta la victoria siempre! 

* Director del PLED, Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.

Nicolas Maduro. Region latinoamericana y caribeña una zona económica poderosa



Caracas, 30 de diciembre de 2013 (MPPRE).- El presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, aseguró que para el año 2014 las relaciones diplomáticas entre Beijing y Caracas "se expandirán con más fuerzas en todos los sentidos", refiriendo a su vez que en este año todas las inversiones internas llevadas a cabo con la cooperación del gobierno asiático se han ido concretando satisfactoriamente."China es la gran súper potencia del nuevo mundo multipolar y pluricéntrico que ha surgido junto al Bric y Sudáfrica", indicó el presidente Maduro.

Catalogó al Bric, organismo constituido por Brasil, Rusia, India y Sudáfrica como "una coalición de países que forman parte del gran núcleo de fuerzas para la nueva economía mundial y la nueva situación política que va a vivir la humanidad en los nuevos años que están por venir".Indicó que Venezuela buscará establecer relaciones con el Bric, junto a los organismos regionales como el Alba, Petrocaribe, Unasur y Mercosur.

Aseveró que en el mes de enero se llevará a cabo en Venezuela la Cumbre de Petrocaribe y Mercosur donde se definirán los primeros pasos para la creación de una zona económica la cual será "La más poderosa de toda la región Latinoamericana y Caribeña". Planteó que para el próximo año se buscará estrechar desde los bloques económicos del sur "lazos de cooperación y articulación estratégicas, económicas, comercial y financiera con China y los Bric".

Solidaridad con el pueblo de la Federación de Rusia.El primer mandatario ratificó su condena hacia los atentados terroristas que se suscitaron en el día de ayer y en la madrugada de este lunes en la ciudad de Volgogrado."Condenamos los ataques terroristas en Volgogrado, contra el pueblo ruso (...) desde aquí le damos todo nuestro respaldo y solidaridad al presidente Vladimir Putin y al pueblo de Rusia deseando que más temprano que tarde sean capturados los responsables que están detrás de todas estas guerras terroristas contra el mundo", resaltó Maduro.Hizo un llamado al cese del terrorismo "como forma de expresión de ataque contra los pueblos del mundo".

Siria y Libia víctimas de las prácticas terroristas imperiales "Este año el pueblo Sirio ha enfrentado circunstancias muy difíciles por grupos terroristas de las mismas características que hoy atacan al pueblo ruso". Así lo afirmó el presidente Bolivariano aduciendo también a los ataques perpetrados al pueblo de Libia donde se llevó a cabo todo un proceso de invasión y fragmentación de la nación africana.

"Si hoy por hoy estuviéramos lamentando una guerra contra Siria, estuviera desatado el terrorismo y la violencia aún más en todo el Medio Oriente y se estuviera extendiendo hacia los campos de la Europa Oriental y la Occidental", destacó. Fin/ R.G/ Foto: Prensa Presidencial.

Las bases militares de Estados Unidos son puntas de lanza para dominar América Latina y El Caribe


CISPAL
 Adital,29 de diciembre de 2013

36 bases militares de Estados Unidos instaladas en América Latina y el Caribe son una amenaza para la paz, las democracias, la soberana e independencia de nuestras patrias.


Si además, cuenta con embajadas, con la Agencia de Seguridad Nacional con la CIA, DEA, USAID y el Comando Sur como puntas de lanza para experimentar, usar y abusar de una serie de estrategias y doctrinas para recuperar su dominio total en esta parte del continente americano, se podrá deducir que sus objetivos de dominación pretenden en el futuro inmediato, la explotación de los recursos naturales y de las reservas de agua, oxígeno y biodiversidad que necesitará el imperio para lanzarse a la dominación global.

Obama resultó un espejismo o un fraude gigantesco para millares de seres humanos que en todo el mundo creyeron que iba a ser el hombre que propiciaría cambios profundos en la administración de Estados Unidos, y en sus relaciones con las demás naciones de la tierra. Muchos creían que se avecinaba una era de paz fundamentada en el respeto a los pueblos y naciones y sus derechos inalienables.

La Academia Sueca se apresuró en otorgarle el Premio Nobel de la Paz, pero Barack Obama, pronto se convirtió en el Señor de la Guerra a pesar de haber reconocido el descalabro en Irak y en Afganistán que coadyuvan a consolidar la conciencia de la derrota en los círculos militares, financieros y políticos de las derechas republicanas de Tea Party y de las derechas liberaloides de los demócratas que claman por la recomposición del imperio.

CISPAL decía: "Con la pretensión de satisfacer a unos y otros, Obama ha desarrollado su propia visión del sistema internacional que ya no domina como antes, al tiempo que ha diseñado su política exterior junto a una doctrina para el uso de la fuerza militar por parte de Estados Unidos bajo la teoría de la "guerra limitada” y light footprint o pista ligera para América Latina y el Caribe que ya fue probada con fracasos y éxitos en Medio Oriente y África, se decía en un documento elaborado por el Tribunal Dignidad, Soberanía, Paz contra la Guerra.

Agregaba que con esa nueva estrategia, el Ministerio de la Guerra de Estados Unidos comúnmente conocido como Pentágono, pretende involucrar directamente a las fuerzas armadas y policiales de cada país o nación-Estado, para que hagan el trabajo sucio en materia de represión de los movimientos sociales y populares con la consiguiente violación de los derechos humanos y libertades públicas, todo en defensa de los intereses económicos o políticos de la Casa Blanca. Se supone que con el uso de esa estrategia, Washington podrá reducir los gastos financieros que serían muy elevados si los intervencionismos guerreristas son directos con el uso de la fuerza militar.

Para que "pista ligera” funcione, el Pentágono, el South Command, la CIA, la DEA y la totalidad de las agencias de la NSA, por sus siglas en inglés, deberán penetrar profundamente en las fuerzas armadas y policiales de cada nación a las que entregarán armas y equipos nada sofisticados o en desuso para que, contentos con los nuevos juguetes bélicos, los usen en contra de sus propios pueblos. Además, se incrementarán las ofertas de becas, cursos, seminarios, visitas pagadas para oficiales y tropas. En otras palabras, pista ligera es la reedición de la Escuela de Las Américas en cada país. Recuérdese que en esa Escuela de las Américas "formaron” a los dictadores, torturadores, a los expertos en desaparición forzada de personas y en ejecuciones extrajudiciales.

La "cooperación” eficaz de las fuerzas armadas nacionales y de los cuerpos policiales en la ejecución de los planes del Pentágono se fundamenta en un largo y tradicional servilismo de militares y policías que se convirtieron en ejércitos de ocupación adentro de sus patrias. Las bases militares instaladas en suelo latinoamericano y caribeño y las embajadas yanquis han sido y son sitios seguros para la incubación de golpes de Estado y las consiguientes dictaduras que han significado sangre, muerte y dolor para millares y millares de personas y horrenda humillación y pérdida de soberanías para nuestras patrias.

El periodista y analista David Brooks, en Contrainjerencia, al referirse a un reciente informe del Pentágono, señalaba que ese documento destaca que, como en casi todo rubro, el gobierno de Barack Obama ha favorecido el empleo de Fuerzas de Operaciones Especiales en sus políticas de seguridad, y que serán cada vez más empleadas en América Latina para capacitación y organizar ejércitos.

Añadía que las Fuerzas de Operaciones Especiales de Estados Unidos están presentes cada vez más en América Latina para tareas de capacitación y de recaudación de inteligencia y otras misiones militares que, con otros programas de asistencia estadounidense a la región, se realizan bajo el rubro del viejo esquema de la lucha antinarcóticos, a pesar de los llamados por un cambio en las políticas antinarcóticos, concluye un nuevo informe sobre la asistencia de seguridad estadounidense en el hemisferio.

El informe publicado por tres centros de investigación y análisis –Grupo de Trabajo para Asuntos Latinoamericanos (LAWGEF), Centro para políticas Internacionales (CIP) y la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) que mantienen un banco de datos conjunto sobre programas de asistencia estadounidense a América Latina– registra que aunque el nivel de asistencia estadounidense se ha reducido a uno de los más bajos en una década, lo preocupante es un mayor énfasis en relaciones militares menos transparentes y la sordera ante el creciente coro a favor de repensar las políticas prohibicionistas sobre las drogas por todo el hemisferio.

En gran medida, lo que viene ocurriendo no se refleja en los grandes presupuestos, sino que bien encubierto por un velo de misterio, deslucidos informes ante el Congreso y el público, y una migración del manejo de programas el Departamento de Estado hacia el Departamento de Defensa, subraya el informe, Hora de escuchar: tendencias en asistencia de seguridad de Estados Unidos hacia América Latina y el Caribe.

Más aún, el informe indica que a lo largo de los últimos años Estados Unidos ha ampliado su participación directa en operaciones antidrogas en el hemisferio occidental, sobre todo en América Central.

El informe destaca que el gobierno de Barack Obama ha favorecido el empleo de Fuerzas de Operaciones Especiales en sus políticas de seguridad, y que serán cada vez más empleadas en América Latina para capacitar y organizar ejércitos. Tales misiones cumplen funciones que van más allá de la mera provisión de entrenamiento. Ellas permiten que las unidades de Fuerzas Especiales se familiaricen con el terreno, la cultura y los oficiales claves en países donde algún día podrían operar, indica el informe. Agrega que también permiten que el personal estadounidense reúna información confidencial sobre sus países anfitriones.

También hay programas para establecer más unidades militares y policiales especializadas y otras fuerzas de élite que son capacitadas y operan con la supervisión de Estados Unidos y se vuelven un mecanismo de bajo costo para mantener la presencia e influencia de Estados Unidos en la guerra contra las drogas, que devino en un pretexto para mantener la presencia militar en la región.

Además hay otros equipos, como las Unidades de Investigación Confidencial o SIU, grupos ultrasecretos de agentes élite de la región bajo supervisión de la DEA y la CIA, operando en varios países, incluyendo recientemente México. De hecho, la DEA cuenta con más oficiales en México que en cualquiera de sus otros puestos en el extranjero.

El informe también destaca el papel cada vez más amplio de Colombia en la capacitación y asistencia, así como la exportación de su modelo, a otros países latinoamericanos en el contexto de la lucha antinarcóticos, incluido México, donde Colombia ha participado en la capacitación de miles de policías mexicanos.

Según David Brooks, el informe también incluye datos por región y países de la asistencia militar y policial estadounidense a América Latina y el Caribe desde 1996 a la programada para 2014. México recibió 44.8 millones en 2006, cifra que se multiplicó más de 10 veces para alcanzar 508 millones en 2010, 166 millones en 2012, 154 en 2013 y 127 millones en 2014.

El académico colombiano Renán Vega Cantor, en un ensayo sobre la geopolítica de dominación de Estados Unidos se refiere a la importancia geoestratégica de las bases militares de Estados Unidos en el mundo y particularmente en nuestros territorios.

Afirma que el capitalismo de nuestros días requiere materiales y energía más que en cualquier otro momento de su historia, como resultado del aumento del consumo a nivel mundial, a medida que se extiende la lógica capitalista de producción y derroche, porque la generalización del american way of life requiere de un flujo constante de petróleo y materiales, para asegurar la producción de mercancías que satisfagan los deseos hedonistas, artificialmente creados, de cientos de millones de seres humanos en todo el planeta.

Para producir automóviles, aviones, tanques de guerra, computadores, celulares, neveras, televisores y miles de mercancías se precisa de una cantidad ingente de metales y otros recursos minerales. Entre estos se incluyen los metales corrientes y conocidos, así como los metales raros. Hierro, cobre, zinc, plata, cromo, cobalto, berilio, manganeso, litio, molibdeno, platino titanio, tungsteno, son algunos de los metales más importantes en la producción capitalista de hoy. Un ejemplo ayuda a visualizar la importancia de esos metales: para producir el turborreactor de un avión se usa un 39% de metales corrientes y el resto consta de titanio (35%), cromo (13%), cobalto (11%), niobio (1%) y tántalo (1%)].

La savia del capitalismo

Para mantener el nivel de producción y consumo del capitalismo se requiere asegurar fuentes de abastecimiento de recursos materiales y energéticos, los cuales se encuentran concentrados en unas pocas zonas del planeta, y no precisamente en los Estados Unidos, Japón o la Unión Europea, que tienen déficits estructurales tanto en petróleo como en minerales estratégicos. En términos de minerales, algunos datos ilustran la dependencia externa de los Estados Unidos: "Entre el 100 y el 90% del manganeso, cromo y cobalto, 75% del estaño, y 61 % del cobre, níquel y zinc que consumen, 35% de hierro y entre 16 y 12% de la bauxita y plomo que requieren. Europa depende en un 99 a 85% de la importación de estos minerales, con excepción del zinc, del que depende en un 74% de importaciones del extranjero”. Lo significativo estriba en que en conjunto América Latina y el Caribe suministran a los Estados Unidos el 66% de aluminio, el 40% del cobre, el 50% del níquel (Diez Canseco, 2007).

En el escenario de esa guerra mundial por los recursos, América Latina es uno de los principales campos de batalla, porque suministra el 25% de todos los recursos naturales y energéticos que necesitan los Estados Unidos. Además, los pueblos de la América Latina y caribeña habitan un territorio en el que se encuentra el 25% de los bosques y el 40% de la biodiversidad del globo. Casi un tercio de las reservas mundiales de cobre, bauxita y plata son parte de sus riquezas, y guarda en sus entrañas el 27% del carbón, el 24% del petróleo, el 8 % del gas y el 5% del uranio. Y sus cuencas acuíferas contienen el 35% de la potencia hidroenergética mundial.

En estos momentos ha vuelto a cobrar importancia el esquema colonial de división internacional del trabajo, que se basa en la explotación minera, de tipo intensivo y depredador, de los países de América Latina. Esto ha implicado que compañías multinacionales provenientes de Canadá, Europa, China, se hayan apoderado, como en los viejos tiempos de la colonia, de grandes porciones territoriales del continente, donde se encuentran yacimientos minerales. La búsqueda insaciable de minerales metálicos y no metálicos ha llevado a que en estos países se implanten multinacionales extractivas, lo que ha generado un boom coyuntural que ha elevado los precios de esos minerales.

Incluso, se están explotando minerales que no tienen mucha utilidad práctica en términos productivos, como el oro, en torno al cual se ha desatado también otro boom inesperado. Esto está relacionado con la inestabilidad del dólar y la búsqueda de sucedáneos seguros, y qué mejor que el oro, aunque su explotación tenga consecuencias funestas para los países de América Latina, que lo poseen en las entrañas de sus cordilleras o de sus ríos.

El autor destaca que cuando se habla de la importancia geopolítica y geoeconómica de Sudamérica, no hay que perder de vista que el imperialismo estadounidense está pensando en términos mundiales al considerar las reservas de recursos naturales y energéticos. Así, en el 2003, el llamado Informe Cheney, o Política Nacional de Energía (NEP),postuló la obligatoriedad de dominar las fuentes más importantes de petróleo en todo el mundo y recalcó como prelación estratégica el control del petróleo que se encuentra fuera del Golfo Pérsico, en particular en tres zonas: la región andina (Colombia y Venezuela, en especial), la costa occidental del continente africano (Angola, Guinea Ecuatorial, Malí y Nigeria) y la cuenca del Mar Caspio (Azerbaiján y Kazajistán).

En la actualidad, cuando Estados Unidos libra lo que denomina la "guerra contra el terrorismo”, un eufemismo para ocultar la guerra mundial por los recursos, existe una integración plena entre la política contrainsurgente y la protección del petróleo, como sucede de manera concreta en Colombia. En 2002, el Departamento de Estado había dicho al respecto:

La pérdida de ganancias, debido a ataques guerrilleros, obstaculiza seriamente al gobierno de Colombia en la satisfacción de las necesidades sociales, políticas y de seguridad nacionales”. Por ello, determinó apoyar la seguridad de los oleoductos, principalmente el de Caño Limón-Coveñas y para eso Estados Unidos "fortalecerá al gobierno de Colombia en su capacidad para proteger una parte vital de su infraestructura energética” (Klare, 2004).

El analista Michael Klare decía en forma premonitoria en el 2004 al comentar el involucramiento petrolero militar de Estados Unidos en Colombia:

Se supone que los instructores estadounidenses asignados a esta misión se atienen a su papel de entrenamiento y apoyo. Pero hay indicios de que el personal militar estadounidense ha acompañado a las tropas colombianas en operaciones de combate contra las guerrillas. El entrenamiento ocurre "durante misiones militares y de inteligencia reales”, reveló el US News and World Report en febrero de 2003. Lentamente, Estados Unidos se convierte en parte de la principal campaña contrainsurgente en Colombia, con todos los signos de una guerra prolongada (ibíd.).

En ese mismo sentido, el Plan Cheney enfatizaba la importancia del petróleo de América Latina, puesto que Venezuela es el tercer proveedor Mundial, México el cuarto y Colombia el séptimo, recomendando incluso la ampliación del suministro de México y Venezuela (Klare, 2013).

Las declaraciones de políticos, militares y empresarios de los Estados Unidos sirven para sopesar la magnitud de la guerra por el control de los recursos. Sólo a manera de ilustración, Ralph Peters, mayor retirado del ejército de los Estados Unidos, afirmó en Armed Forces Journal, (una revista mensual para oficiales y dirigentes de la comunidad militar de EE.UU.) en agosto de 2006:

No habrá paz. En cualquier momento dado durante el resto de nuestras vidas, habrá múltiples conflictos en formas mutantes en todo el globo. Los conflictos violentos dominarán los titulares, pero las luchas culturales y económicas serán más constantes y, en última instancia, más decisivas. El rol de facto de las fuerzas armadas de USA será mantener la seguridad del mundo para nuestra economía y que se mantenga abierta a nuestro ataque cultural. Con esos objetivos, mataremos una cantidad considerable de gente (Mosaddeq Ahmed, 2006).

En otra parte de su ensayo, el autor sostiene que los estrategas del imperialismo estadounidense implementaron una visión del mundo que se basa en determinar si los países son o no obedientes a los dictados de Washington y a su proyecto de dominación mundial, presentado en público con el nombre de globalización. Uno de estos estrategas, Thomas Barnett, diseñó el Nuevo Mapa del Pentágono, en el cual se divide al mundo en tres regiones, aunque de ellas en verdad importen dos. Por una parte está el centro, conformado por los países capitalistas desarrollados, con Estados fuertes; luego están los países eslabón, que se constituyen en zonas de amortiguamiento y de disciplinamiento del tercer grupo, los países "brecha”, donde se encuentran los Estados fallidos y las zonas de peligro para el nuevo orden mundial y sobre los cuales se debe desplegar una labor de vigilancia y control por parte de los Estados Unidos, con el fin de consolidar un sistema verdaderamente globalizado, incondicional y proclive a la dominación y explotación abanderadas por Washington y sus compañías multinacionales (cf. Ceceña, 2004). Dicho de otra forma, el mundo está dividido en dos bandos: un sector crítico, conformado por Estados fallidos que amenazan la seguridad internacional a la que se denomina la "brecha no integrada”, la cual está conformada por países de Centro América y el Caribe, la región andina de Sudamérica, que se extiende por casi todo África (menos Sudáfrica), Europa oriental, el Medio Oriente (excluyendo a Israel), Asia Central, Indochina, Indonesia y Filipinas; la otra zona, formada por lo que se denomina el "núcleo operante de la globalización”, del que forman parte Estados Unidos, Canadá, Chile, Europa Occidental, China, Japón, India, Australia. Los territorios no enganchados se convierten en un peligro, deben ser sujetos por los primeros, y ponen en cuestión la seguridad del Occidente. Por ello, tienen que ser integrados a la fuerza, porque "si un país pierde ante la globalización o si rechaza buena parte de los beneficios que esta ofrece, existe una probabilidad considerablemente alta de que en algún momento los Estados Unidos enviarán sus tropas a intervenir en este país” (Schmitt, 2009).

Llama la atención que esta gran zona de conflictos y turbulencias corresponda a los lugares donde se encuentran las mayores reservas de recursos materiales y energéticos. La intervención de Estados Unidos en esta gran zona del mundo se hace a nombre de mantener la gobernabilidad, con lo cual se oculta el interés estratégico de asegurarse el dominio de esos recursos naturales, imprescindibles para el funcionamiento del capitalismo, así como el mantenimiento de la explotación de importantes contingentes de fuerza de trabajo, a bajo costo o en términos casi gratuitos: una condición indispensable para el mantenimiento y la reproducción del capitalismo a escala mundial. Adicionalmente, esos territorios no solamente se deben dominar por sus recursos, sino también porque allí también existen movimientos de resistencia y rebelión, donde se esbozan otras propuestas alternativas al capitalismo, que en el "nuevo orden mundial” no se pueden tolerar (cf. Ceceña, 2004).

Al referirse a la guerra de Estados Unidos contra América Latina y el Caribe, Vega Cantor afirma que Estados Unidos, como un imperialismo en crisis, apuesta a la guerra como una forma de mantener su debilitada hegemonía. Esa guerra combina las acciones bélicas convencionales, como se ha mostrado en Iraq y Afganistán, con el combate irregular, sobre todo en aquellos lugares donde su objetivo es derribar a los que concibe como enemigos de su seguridad nacional, porque impulsan proyectos independientes y porque poseen recursos estratégicos que necesita con urgencia para mantener su despilfarrador modo de vida.

Un millar de bases militares estadounidenses

Para mantener el dudoso poderío militar, Estados Unidos ha instalado alrededor de un millar de bases militares en todo el mundo. Solo en América Latina y el Caribe posee 36 bases militares, pero con exactitud no se conoce la cantidad de bases que posee, aunque según un inventario oficial elaborado por el Pentágono, en el 2008, Estados Unidos tenía 865 bases en 46 países, en los cuales desplegaba unos 200 mil soldados. Sin embargo, algunos de los que han estudiado con detalle el asunto sostienen que el número total de bases es de unas 1.250, distribuidas en más de 100 países del mundo. La dificultar para precisar su número estriba en que en las cifras oficiales no se consideran las bases que se han instalado en Afganistán e Iraq, territorios actualmente invadidos por los Estados Unidos.

En América Latina, Estados Unidos cuenta en estos momentos con un total de 36 bases oficialmente reconocidas, incluyendo a las colombianas, y a las cuales deben agregarse otras que nunca se mencionan, pero que en la práctica operan, como tres que hay en el Perú. Esas bases son las siguientes: en América Central, se encuentran la base de Comalapa en el Salvador, la de Soto-Cano (o Palmerola) en Honduras, desde donde se planeó el golpe contra el presidente Zelalla, en Costa Rica está la base de Liberia, que dejo de funcionar un tiempo pero que volvió a operar recientemente. En América del Sur operan en Perú tres bases de las que poco se habla; en Paraguay está la base militar Mariscal Estigarribia, localizada en el Chaco, con capacidad para alojar a 20 mil soldados y se encuentra situada en un lugar estratégico, cerca de la triple frontera y al acuífero Guaraní, la reserva de agua dulce más grande del mundo; en el Caribe, existen bases en Cuba, la de Guantánamo, usada como centro de tortura; en Aruba, la base militar Reina Beatriz y en Curaçao la de Hatos. A este listado deben agregarse las 7 bases reconocidas en Colombia, cifra que es mayor, y las que se instalaran en Panamá (cf. Modak, 2009).

¿Cómo podría definirse una base militar? De manera simple puede decirse que es un lugar en donde un ejército entrena, prepara y almacena sus maquinarías de guerra. Se puede hablar, según sus funciones específicas, de cuatro tipos de bases militares: aéreas, terrestres, navales y de comunicación y vigilancia. Como el imperialismo estadounidense ve a la superficie terrestre como un inmenso campo de batalla, las bases o instalaciones militares de diversa naturaleza están repartidas en una rejilla de mando dividida en cinco unidades espaciales y cuatro unidades especiales (Comandos o Combatientes Unificados). Cada unidad está situada bajo el mando de un general. La superficie terrestre está entonces considerada como un vasto campo de batalla que puede ser patrullado o vigilado constantemente a partir de estas bases (Dufour, 2007).

Chalmers Johnson señaló que, durante el gobierno de Bush, se diseñó la estrategia de actuar contra los "Estados Canalla”, que forman un arco de inestabilidad mundial que va desde la zona andina (Colombia, Venezuela, Ecuador, Bolivia), atraviesa el norte de África, pasando por el oriente próximo hasta llegar a Filipinas e Indonesia. Este arco de inestabilidad coincide con lo que se denomina el "anillo del petróleo”, que se encuentra en gran medida en lo que antes se conocía como Tercer Mundo. Según Johnson, "el militarismo y el imperialismo son hermanos siameses unidos por la cadera… Cada uno se desarrolla con el otro. En otro tiempo, se podía trazar la extensión del imperio contando las colonias. La versión estadounidense de las colonias son las bases militares…” (Johnson, 2004).

El establecimiento de bases militares en todo el mundo, en zonas vitales desde el punto de vista económico y político, demuestra que se han ampliado las estrategias, porque ya no se trata solamente de las clásicas intervenciones que operan desde afuera para derrocar a un régimen considerado enemigo por parte de los Estados Unidos, como ha sucedido en Iraq y Afganistán. Ahora se trata de tomar posesión del territorio de un país de manera directa para contar con una fuerza militar activa que funciona en forma autónoma y con una gran capacidad operativa y en el ramo de la inteligencia. Para hacerlo posible, Estados Unidos usa sofisticada tecnología y despliega una impresionante capacidad de hacer daño a países y a territorios localizados en cualquier lugar del planeta (cf. Ruiz Tirado, 2009).

La difusión de los intereses económicos y financieros del imperialismo hasta el último rincón del planeta, requiere de un respaldo militar, que se expresa en poder de fuego y en movilidad. Poder de fuego para doblegar brutalmente a sus oponentes, como Estados Unidos lo viene haciendo desde la invasión a Panamá en diciembre de 1989, y a la que han seguido las apocalípticas guerras en el Golfo Pérsico, en la antigua Yugoslavia, en Afganistán. No es casual el mismo nombre que se le ha dado a algunas de esas campañas (Conmoción y Pavor, Tormenta del Desierto) y que los voceros más cínicos de los Estados Unidos hayan dicho que cada una de esas guerras tenía la finalidad de hacer regresar a los países agredidos a la edad de piedra. Movilidad para poderse desplazar de manera rápida de las bases militares hacia los teatros de guerra, o en otros términos, desplegar la potencia militar sin restricciones en cualquier lugar de la tierra.

En este sentido, Estados Unidos dispone en la actualidad del más sofisticado y terrorífico poderío militar que se ha erigido en la historia de la humanidad, que se despliega por mar, aire y tierra. Tiene barcos de guerra, portaaviones y submarinos en todos los océanos del mundo, desde donde despegan cientos de aviones para bombardear objetivos situados a cientos e incluso miles de kilómetros de distancia. Para que todo esto sea posible es indispensable contar con una red mundial de bases militares, distribuida en todos los continentes. Esas bases se encuentran desplegadas en zonas en las que hay ejes de transporte rápido, en donde se recoge información mundial, para espiar y vigilar a sus adversarios. Esto permite disponer de una red comunicacional interconectada con aviones, ferrocarriles, carros de combate, barcos, submarinos, que cuentan con una infraestructura física vital para su funcionamiento, mediante el control de aeropuertos, puertos fluviales y marítimos, carreteras, autopistas y centrales de telecomunicaciones.

De una importancia similar a las bases militares son los portaaviones, desde donde se realizan intervenciones rápidas. Estados Unidos cuenta en la actualidad con 12 portaaviones desplegados por todos los mares del mundo. En torno a cada portaviones se constituye un grupo, esto es, una flota en la que van buques y submarinos, que lo protegen de eventuales ataques aéreos y submarinos: "Los portaviones forman la base de una enorme capacidad ofensiva aérea sin equivalente. Cada portaviones transporta 50 aviones capaces de llevar a cabo entre 90 y 170 ataques al día en función de la misión. Cada grupo contiene también 2 cruceros lanza misiles. Para tener capacidad de ataque terrestre, estos grupos son completados con tropas y vehículos anfibios” (McEjércitos, 2007).

En estas condiciones, la importancia militar de las bases instaladas en Colombia –de hecho, todo su territorio– está relacionada con la estrategia de movilidad de las fuerzas armadas de los Estados Unidos en el centro, el sur de América y en el Caribe. De manera un poco más precisa, el imperialismo estadounidense ha propuesto cuatro modelos de posicionamiento militar en nuestro continente: bases de gran tamaño, tipo Guantánamo, en donde hay instalaciones militares completas, ocupadas en forma permanente por efectivos militares y sus familias; bases de tamaño medio, como la de Palmerola, que cuenta con amplias instalaciones que están ocupadas por un personal que se renueva cada semestre; bases pequeñas, bautizadas con el eufemismo de Cooperative Security Locations (CSL), "localidades de seguridad cooperativa”, como las de Curazao o Comalapa, en donde hay poco personal, pero tienen una importante capacidad operativa en materia de telecomunicaciones y de información, la cual es transmitida a territorio de los Estados Unidos; las bases micro, son sitios de transito que se usan para permitir el avituallamiento de los aviones, los que luego despegan hacia sus objetivos, como ejemplo de lo cual puede mencionarse la base de Iquitos, en el Perú (cf. Herren, 2009)

Con mucho patriotismo, conocimiento científico-técnico y con suma acumulación de experiencias, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia –FARC-EP- proponen desarrollar una campaña regional contra las bases militares de Estados Unidos. Las FARC-EP manifiestan:

"En la actualidad se encuentran 36 bases militares diseminadas por todo el continente... en Colombia hay doce” . En su comunicado, señalan: "El imperialismo estadounidense ha mantenido, además del sometimiento económico, un dominio militar en todo el continente para lo cual ha promovido invasiones directas, golpes de Estado, elecciones presidenciales fraudulentas…

Gobiernos surgidos de esa manera son incondicionales a sus políticas, sumisos aceptan la instalación de bases militares en nuestros países, sin importarles que sean violatorias de la soberanía nacional y sirvan para agredir a los vecinos o a pueblos de otros continentes.

Los primeros en sufrir la humillación fueron Puerto Rico y Cuba, esta última con la base de Guantánamo, que hoy en día sirve de cárcel para los prisioneros acusados de terrorismo y que han sido secuestrados en diversos países. Quienes tienen la desgracia de llegar allí reciben trato de enemigo y no tienen derecho alguno, ni siquiera el de la legítima defensa. La tortura es ejercida abiertamente, sin que muchos gobiernos y organismos internacionales se atrevan a condenarla públicamente. Es una afrenta a la comunidad internacional y una mancha indeleble que jamás podrá borrar la "injusticia Norteamericana”

Ante el avance de los procesos democráticos y la unidad latino-americana y caribeña al tiempo que se consolidan procesos como: MERCOSUR, UNASUR, CARICOM, ALBA Y LA CELAC, el imperio prosigue sin pausa la ocupación militar.

El caso colombiano

Así, en la actualidad se encuentran 36 bases militares diseminadas por todo el continente, ocupando posiciones estratégicas en la región. El pretexto: la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.

EL CASO COLOMBIANO es muy diciente. El presidente Álvaro Uribe Vélez (2008-2010), le entregó todo el territorio nacional a los halcones de la guerra. Se reconoce la existencia de 7 bases militares, pero en realidad hay doce y los Estados Unidos disponen de permiso para usar, en caso "necesario” todos los puertos y aeropuertos del país con fines bélicos.

Colombia quedó cubierta militarmente, pero las operaciones militares no son solo para Colombia. La base de Palanquero ha sido modernizada para recibir aviones de guerra de última generación, con capacidad de operar en toda la parte sur del continente, controlar el océano Atlántico e intervenir en países africanos.

A lo anterior hay que sumarle el despliegue de la Cuarta Flota y entonces nos encontramos con que los EE.UU. actúan amenazadoramente para disuadir o intervenir en cualquier nación del continente con una supremacía absoluta y con una velocidad asombrosa. En minutos pueden desembarcar miles de soldados en cualquiera de las bases en Colombia. Sus avanzadas están en posición. Disponen de inteligencia estratégica táctica y sobre objetivos militares a ser aniquilados o neutralizados.

COLOMBIA TIENE LA FUERZA MILITAR más numerosa de América del Sur, 500 mil soldados hombres y mujeres entrenados para la guerra, con armamento moderno, aviones de combate, Drones equipados con mecanismos de espionaje de la más alta tecnología, satélites con sensores que detectan luz, calor, humo y presencia de seres humanos; disponen de equipos de fotografía que pueden captar a una persona a muchos de kilómetros de distancia. Con la particularidad que esta tecnología es manejada directamente por personal estadounidense y en muchas de esas bases hay lugares en los que está restringido el acceso al personal de nacionalidad colombiana.

En Colombia la vida civil se ha militarizado. Los gerentes, administradores, funcionarios públicos, profesionales independientes, han recibido formación militar y grados militares, que los acreditan como capitanes, mayores o coroneles de la reserva que en un momento dado pueden entrar a dar órdenes a militares de menor rango.

En muchas áreas del país los asesores y personal militar estadounidense, circula libremente. Es indigno y antipatriótico ver como militares colombianos se acostumbran a realizar operaciones bajo sus órdenes. Son varios los casos reportados de pilotos norteamericanos que han muerto en accidentes o al ser derribados sus aviones por la guerrilla.

Ninguna de estas noticias trasciende a la prensa por el cerco informativo que se ejerce sobre el tema.

IGUAL ESTÁ PASANDO por todo el continente. Las oligarquías en el poder alineados con esta política ni se molestan, ni critican, ni denuncian la instalación de bases en Salvador, Honduras, Costa Rica, Panamá, Perú, Paraguay, Chile, Haití, Puerto Rico, Bolivia, Brasil y otras.

Ha sido un trabajo lento, pero seguro; ningún país está en capacidad de responder militarmente al imperio, pero sí de obligarlo a salir de su territorio como lo hizo Rafael Correa con la Base de Manta, en el Ecuador. Esto demuestra que mientras haya gobiernos democráticos y pueblos erguidos, el imperio no las tiene todas consigo.

El despertar de nuestra América es innegable, hoy contamos con gobiernos patrióticos que levantan las banderas de la dignidad y el antiimperialismo, la movilización y la protesta social crecen cada vez más y entre sus consignas aparece la lucha contra el Imperio, el capitalismo, el neoliberalismo; por la autodeterminación de los pueblos, la defensa de la soberanía nacional y el repudio a la presencia militar yanqui en el continente; consignas que todos los revolucionarios, demócratas y patriotas estamos obligados a agitar para que prendan en la conciencia popular y así hacer abortar los planes de dominación continental

Tarea urgente y necesaria es organizar una campaña simultánea en todos los países de América Latina y el Caribe contra las base norteamericanas. ¡Fuera las bases militares estadounidenses de nuestro continente!

Por otra parte cabe reiterar que Estados Unidos ha sido fiel a la divisa imperial y maquiavélica: "Divide y reinarás”. Boicoteó, con la ayuda y colaboración cipaya del colombiano general Santander, el Congreso Anfictiónico de Panamá convocado por el Libertador Simón Bolívar con el propósito de unir a las repúblicas latinoamericanas en una sola patria grande y fuerte que sea capaz de enfrentar al monstruo del norte.

Históricamente la práctica del divisionismo ha sido eficaz para los intereses geopolíticos de Estados Unidos, razón suficiente para que los procesos integracionistas sean el blanco de la Casa Blanca, que bien sabe aprovechar las múltiples dificultades y contradicciones internas de los gobernantes provenientes generalmente de las derechas oligárquicas aliadas incondicionales del imperio y usufructuarias del sistema capitalista que permite la extrema explotación del capital sobre el trabajo.

Golpes de Estado como los casos de Honduras y el Paraguay han sido propiciados por Estados Unidos para impedir la vinculación efectiva de Honduras al ALBA y del Paraguay para provocar fisuras en la Unasur.

"En ese propósito de torpedear dicha integración, en la que participan países de la zona andina como Venezuela, Ecuador y Bolivia, el régimen colombiano juega un papel de primer orden, como ya lo ha demostrado fehacientemente.

La implantación de las bases militares en Colombia también está relacionada de manera directa con la decisión del gobierno de los Estados Unidos, y de sus lacayos de América del Sur, de oponerse a los gobiernos nacionalistas que han surgido en varios países de la región en los últimos años. Sobre el particular, un documento de mayo de 2009 de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos enfatiza la importancia de la base de Palanquero, en el centro de Colombia, al recalcar que nos da una oportunidad única para las operaciones de espectro completo en una subregión crítica en nuestro hemisferio, donde la seguridad y estabilidad están bajo amenaza constante por las insurgencias terroristas financiadas con el narcotráfico, los gobiernos antiestadounidenses, la pobreza endémica y los frecuentes desastres naturales (Blair, s/a).

Como dicen las FARC-EP: "Ante el avance de los procesos democráticos y la unidad latino-americana y caribeña al tiempo que se consolidan procesos como: MERCOSUR, UNASUR, CARICOM, ALBA Y LA CELAC, el imperio prosigue sin pausa la ocupación militar”

Todos los pueblos de América Latina y el Caribe podrían marchar juntos ante el imperativo histórico que demanda la expulsión de las 36 bases militares diseminadas por todo el continente, ocupando posiciones estratégicas en la región.

España: Entrevista Julio Anguita

Entrevista a Julio Anguita sobre economía, la Transición y política contemporánea
“O nos arriesgamos a salir del euro o nos morimos de inanición”

Cristina Vallejo
Finanzas/ Rebelion

El histórico dirigente comunista Julio Anguita acaba de lanzar un nuevo libro escrito mano a mano con el periodista Julio Flor. Se llama “Contra la ceguera. Cuarenta años luchando por la utopía”. En él recorre la historia de Izquierda Unida, sus vivencias como líder de esa formación y del Partido Comunista y, en paralelo, la de la historia reciente de España, desde la Transición hasta nuestros días con una visión crítica y combativa.Se detiene mucho, y de ahí nuestro interés por entrevistarlo, en el proceso de construcción europea, en el Tratado de Maastricht en especial, el origen, a su juicio, de los males que ahora vive España y, en general, los países de la periferia. Lo que le hace merecedor de este espacio no es que lo haya dicho hoy, cuando todo el mundo reconoce el fallido proceso de creación del euro, sino ya a principios de los noventa.Pero cree que no está todo perdido. Opina que hay remedio: salir del euro y montar una sociedad sobre otras bases. La lucha sindical, la lucha de la izquierda, ya no pasa por pedir más parte del pastel para los trabajadores, sino crear otro pastel. Hay un mundo que se termina, pero, con él, también lo que se ha venido a plantear como su alternativa.

El título de su libro es “Contra la ceguera” ¿Qué es lo que no vemos o lo que no queremos ver?

Eso sí que es importante, esa matización que ha hecho. No queremos ver que toda una civilización, que toda una concepción de la vida, que todo un desarrollo de una determinada economía se están acabando. Pero no sólo está llegando a su fin el desarrollo de esa economía, sino que incluso lo que se ha venido a plantear como alternativa. ¿Qué estoy diciendo? Estoy diciendo lo mismo que Schumpeter, uno, quizás, de los diez mejores economistas que ha habido en el mundo, que dijo que el capitalismo morirá de éxito, en el sentido de que, cuando se extendiese por todo el universo, al no tener más terreno donde ir, se encontraría con que las contradicciones inherentes al sistema tenderían a plantearle cada vez más problemas.Pero lo que ha venido a ser la oposición en la Primera, en la Segunda, en la Tercera, en la Cuarta Internacionales, que, básicamente, salvo en aquellos momentos en los que plantearon un mundo distinto, ha consistido en la práctica en pedir más parte del pastel, también se ha quedado con que no tiene una política clara. No se puede ya pedir mayor participación en la tarta, porque ni el poder puede ni el poder quiere. Ambos, el poder y el contrapoder, están obligados a pensar en un paradigma nuevo.

¿Y cuál sería ese paradigma nuevo?

Le daré unas breves notas. Primero habría que plantearse el objetivo. Y, para mí, sería cumplir la solemne Declaración de los Derechos Humanos y la Carta de la Tierra. Son dos documentos que se pueden leer, son accesibles para todo el mundo y sobre los que hay consenso. Y, después, algo que va a chocar con la filosofía imperante: ha llegado la hora de que la política le diga a la economía por dónde tiene que ir. Ése es el mayor salto que hay que dar. Los mercados ya no pueden decidir. Los mercados, bajo una distinta fórmula, tendrían que ser los encargados de poner en marcha las directrices, los acuerdos a los que llegue la sociedad a través de la política.

Antes de la crisis, durante la euforia económica, ¿nuestro pecado fue también ese no ver o, dicho de otra manera, la falsa conciencia, creernos lo que no éramos?

A ver si puedo contestar a esto sin caer en la jactancia, cosa que no pretendo. Sí hubo gente que más o menos venía anunciando lo que ahora estamos viendo. En concreto, en España hubo un debate en el interior de Izquierda Unida que terminó con una escisión importante como consecuencia del debate del Tratado de Maastricht. El Tratado de Maastricht fue algo decisivo porque marcó una manera de desarrollar el proyecto europeo. Tanto es así, que el día 31 de mayo del año pasado Felipe González, una de las figuras de la moneda única, reconoció lo siguiente: “Cuando construimos la moneda única, no tuvimos en cuenta que no había una política fiscal común…”. En aquel momento, la idea de “Europa, Europa, Europa” arrastró y sedujo la inteligencia de mucha gente. Y éstas son las consecuencias.

¿Y qué vio usted para tenerlo tan claro incluso desde el año 1990?

Yo no es que tuviera una visión arrebatada como Moisés en el Sinaí. Fue muy sencillo. Resulta que yo tenía un equipo económico bastante bueno, con personas como Martín Seco, Pedro Montes o Juan Torres, entre otros, que leyeron el Tratado de Maastricht y se dieron cuenta de sus consecuencias. Ahí comprobamos cómo se estaba torciendo el proyecto europeo. Era de cajón. Sobre todo cuando leímos en el artículo 104 que a partir de entonces los Gobiernos no podían ir a pedir préstamos a sus bancos centrales, sino que tenían que ir necesariamente al mercado, es decir, a los bancos.

¿Pudo influir en ese diseño de Maastricht el hecho de que en el año 1989 cayera el Muro de Berlín o que en 1991 colapsara la URSS?

Me pilla preparando una conferencia para el día 17 en Sevilla que titulo “La década prodigiosa”. Yo sé que ése es el nombre de un grupo musical. Pero con él me refiero a que, efectivamente, la caída del Muro de Berlín empezó a desatar la utopía de 1989, que duró toda esa década de los noventa. ¿En qué consistía esa utopía? Tras caer el Muro de Berlín y la URSS, se suponía que empezaba en el mundo el reinado de la paz y, por tanto, ya no iba a haber gasto en armamento. Además, Fukuyama publica “El fin de la historia” y la globalización se extendía no ya sólo como un desarrollo de una determinada manera de entender la economía, sino como una cosmovisión. En definitiva, empezaban a aparecer una serie de escritos en los que venía a decirse: “Ya hemos vencido”. Y, dado ese triunfo, no sólo se extendía una concepción económica, sino un “logos” a la manera en que Hegel lo interpreta en “El devenir de la Historia”.

¿Salir del euro ahora? Fue un fracaso pero, ¿nos conviene irnos en estos momentos?

Formulado en un debate académico, salirse del euro es un disparate, es verdad. Repito el mensaje académico: Europa es una necesidad, sí, desde luego; la Europa unida es necesaria, desde luego; una Europa unida necesita de una moneda única, indiscutible. ¿Cómo va nadie a rechazar eso? El problema es que cuando bajo a la realidad, ya me encuentro que esa Europa no es tan Europa. En este momento es una Europa a varias velocidades, en donde el sur está en una situación de dependencia con respecto al norte; una Europa que no está unida, porque no hay una política exterior; una Europa que no tiene intención de crear una federalidad; una Europa que no tiene una política fiscal común y que cuenta con un presupuesto que es cada vez más reducido. Entonces, me di cuenta de que para defender el euro actual utilizan un argumento académico. Y la realidad es que este euro es insostenible. Yo no niego que en su momento sea necesaria una moneda única, pero este euro concreto que tenemos aquí, que ha beneficiado fundamentalmente a Alemania, como ya se advirtió en su momento, hay que abandonarlo. Pero se me dirá: “Usted es un insensato, porque está planteando ir a un mundo inseguro en el que no sabemos lo que va a haber”. Ciertamente, es algo arriesgado. Pero la alternativa es: o se arriesga uno con todo lo que puede conllevar, o se muere de inanición.

Pero no sólo plantea salir del euro, sino tomar unas medidas que nos gustaría que recordara…

La auditoría de la deuda pública, porque cuando escuchamos que de lo que ha inyectado el Estado en la banca, hay una parte que se da por perdida, ya me estoy dando cuenta de que estamos en un contexto en el que una cantidad enorme de la deuda es ilegítima (en Latinoamérica la llaman “deuda odiosa”). Por eso, se necesita una auditoría, es decir, analizar qué parte de la deuda que hay se ha contraído por el pago de la cobertura de las necesidades que el Estado ha tenido en forma de escuelas, ferrocarriles, lo que sea… y cuánta de ella se ha destinado a dársela a sectores como el bancario. Entonces, a partir de ahí, la deuda que es ilegítima no se paga. Pero, si a pesar de ello, si a pesar de conseguir que la deuda ilegítima no se pague, el país llegase a una situación en la que no puede vivir, no se paga. Porque primero que hay que vivir. Ya sé que estoy planteando las cosas “in extremis”, pero es que estamos llegando a una situación “in extremis”.

Por eso, el último cambio de la Constitución yo lo califiqué en aquel momento de “delito de lesa patria”, porque supone que un país se entregue a los señores a los que debe, externos y externos, enajenando toda posibilidad de que los que viven en el país puedan tener los mínimos atendidos.

¿Cómo crear empleo en estos momentos?

Para hablar de crear empleo en serio, hay que tener en cuenta la primera cosa que dije: la política dirige la economía. Yo, sin eso, no me comprometo a nada. Porque, de otra manera, se trataría de crear empleo sobre las bases de lo que hay. Y ya se ha visto que es imposible. Además, por razones objetivas, no porque la gente sea malvada. Cuando hablamos de capitalismo, mucha gente lo plantea como si fuera un mal perverso. Yo solamente hablo de él como sistema de producción. Intento objetivarlo, con sus contradicciones. Por tanto, hay que partir de una base. Y esa base es que la política comience a decidir cuáles son los objetivos a cumplir.

A partir de ahí, hay tres sectores que, para mí, constituyen los yacimientos de trabajo. Uno es el mundo de la sanidad (atención, protección social, atención a los hogares, a los ancianos). El segundo es la enseñanza, que tampoco es el profesorado exclusivamente. El tercero es el mundo del medio ambiente, que comienza por plantearse una auténtica repoblación forestal, con la vista puesta en los próximos ochenta años, lo que significa evaluar y poner en marcha los recursos hídricos, plantearse el reciclaje en un plan nacional, el cuidado de los campos que, como ya no hay animales, son presa de los incendios….

Además, hay que plantearse algo que no ha querido hacerse aquí: hay que reindustrializar el país partiendo del análisis de los sectores en los que podemos ser ahora mismo punteros. Ahora observamos que alguno de los que hemos privatizado pueden tirar de la economía. Y, claro, eso plantea tomar una serie de decisiones acordes con el artículo 128 de la Constitución: “Toda la riqueza del país, sea cual fuere su titularidad, está subordinada al interés general”. Se trata de decisiones aparentemente radicales pero, todas ellas, basadas en la Constitución. Vamos, desafío a cualquier abogado que me diga que las medidas que acabo de plantear están fuera de la Constitución. Todas son posibles con el texto constitucional.

¿Sirve el lema ‘trabajar menos para trabajar más’?

Por supuesto. Esa es una medida básica. Quiero recordar que a mediados de los años noventa Izquierda Unida puso en marcha una iniciativa legislativa popular para reducir la jornada laboral. Recogimos cerca de 800.000 firmas, que era una cosa difícil. Tuvimos en contra a los dos sindicatos mayoritarios, hay que decirlo. Planteábamos que era necesario comenzar a abordar esa posibilidad, pero con todas sus consecuencias. Hay que pensar mucho antes de plantear que un empresario debe admitir a unos trabajadores con las mismas condiciones que a los que tiene ahora mismo.

Un trabajador tiene tres niveles salariales: el salario directo, que es el que cobra en la nómina; el salario indirecto, que es el que percibe a través de los servicios públicos; y el diferido, que es el que cobra cuando se ha jubilado. Entre ellos, entre los tres, debe establecerse una relación de tal manera que si yo garantizo el salario indirecto y el diferido, a lo mejor tengo que hablar de menos dinero en el salario directo. Pero eso implica un tipo de sociedad en la que el despilfarro, el estar constantemente comprando cosas que son inútiles, no tendrá sentido. Pero los sindicatos tienen miedo de entrar en este tema, porque están tocados por ese mal que señalaba al principio: siguen pensando que su labor es sacar más parte del pastel y ese pastel se acabó. Son incapaces de pensar en otro pastel, en una construcción alternativa.

Cuéntenos esa austeridad bien entendida que defiende.

Yo soy una persona austera. Mi padre me enseñó a consumir lo que era necesario. Yo tuve una juventud austera y no me faltó de nada. Y ahora mismo, yo creo que vivo bien.Yo tengo una casa muy normal y vivo bien, porque tengo una serie de horizontes que no consisten en cambiar de coche cada tres años, tener un chalé en otro sitio… Ahora bien, la austeridad no es, ni más ni menos, que una visión de ordenamiento de la riqueza para que la disfrute toda la humanidad. Y esto significa que los recursos económicos, naturales, mentales se ponen al servicio del disfrute en común, pero sin caer en el despilfarro. Los gastos presupuestarios faraónicos quedan suprimidos, igual que ese aeropuerto de Castellón o el de Ciudad Real. Significa que en las administraciones públicas, qué es eso de los cargos de confianza que a veces duplican las plantillas naturales. Significa, muy ligada al medio ambiente, una recta administración de los recursos naturales, el consumo de agua, de electricidad, la ley de la obsolescencia programada… Es decir, todo eso es austeridad. No estoy hablando de que la gente viva mal, en absoluto, lo que digo es que hay que vivir de otra manera, más acorde con la realidad.

Pero, ¿sabe lo que me ha pasado muchas veces cuando yo he explicado el concepto de austeridad y no hablo de ella en el sentido en que lo hace el Gobierno cuando habla de los recortes? Pues me han dicho: “No, no, esto no gusta a la gente, yo prefiero que hables de ‘vivir bien’”. Y yo les respondo: ”A mí me dais miedo cuando habláis de vivir bien, porque yo quiero que me digáis qué es vivir bien”.

También critica la ideología disfrazada de ciencia, que la economía, siendo tan ideológica como lo es ahora, vaya disfrazada de ciencia… Me gustaría que desarrollara esta idea, que me parece muy sugerente.

Ahora mismo se habla de la economía como de una ciencia casi exacta, pero, en realidad, estamos en una fase del desarrollo de la economía que está basada en el desarrollo de las fuerzas productivas en un momento histórico dado. La economía no es así desde el principio de los tiempos. Está sometida a la historicidad. El mensaje que se nos transmite hoy de que así es la economía, porque es ciencia, y que, por tanto, no se permite ningún cambio, otra visión, otra interpretación, es una falacia. Ésta, la economía actual, es la que se desarrolla en un momento específico en el siglo XIX, que comienza en la revolución agraria inglesa. No podemos hablar de la economía, sino de la actual visión económica, según la cual el mercado siempre decide.

Voy más allá. La economía actual está basada en tres principios: el mercado, la productividad y el crecimiento sostenido. Pero, para mí, por ejemplo, el principio rector de la economía debería ser el desarrollo de los derechos humanos. Y ése sería otro parámetro que cambiaría radicalmente su funcionamiento.

Hay opciones. Claro que las hay. Y todas son políticas. Porque no hay nada técnico, aséptico, objetivo, imparcial. Al contrario. En esto siempre hay quien gana y quien pierde.

Por eso me gusta mucho lo que dice sobre las pensiones: la “ciencia económica” nos dice que el sistema público de pensiones es insostenible, pero cuando rascas un poco, aparecen intereses espurios que quieren acabar con él para apropiárselo.

Sí, exactamente, usted lo ha dicho. Pero fíjese qué tremendo error encierra. Imaginemos que eso es así. Bueno, pues vale. A partir de ahora, las pensiones públicas se van a ir reduciendo hasta convertirse en algo puramente de beneficencia. Entonces, el resto de los humanos, la mayoría de la gente, tendrá que ir llenando un calcetín llamado “fondo de pensiones”. Pero un fondo de pensiones necesita de un salario fijo, grande o pequeño, para que la gente con el presupuesto que tiene todos los meses vaya apartando una parte para el plan. Pero como resulta que el empleo fijo no está garantizado y, de seguir así, no estará garantizado para amplias capas de la población, no hay garantías de que el fondo de pensiones sea abastecido de recursos, con lo cual, fallo desde el principio. Pero, ¿tan cegados están? Yo creo que han caído en la cuenta, pero no quieren verlo. Se ponen la venda. Otra vez la autoceguera.

¿No respalda la dación en pago?

No. Porque la dación en pago es una figura según la cual alguien pierde su casa. Y yo otra vez me acojo a la legalidad, otra vez me acojo a la Constitución y a los Derechos Humanos. Por el artículo 47 de la Constitución, esa señora, ese señor, esa familia, que no paga la hipoteca porque se ha demostrado que no tiene ingresos, no pierde su casa. Que no lo pierde, punto. Y no se discute. Esto no significa darle la vivienda en propiedad. El dinero que debe, se devolverá cuando encuentre trabajo y cambien sus condiciones de vida. No va a recibir un regalo de todos los españoles.

¿Somos los españoles tan corruptos como los políticos? En algún momento del libro lo llega a decir…

Ha llegado la hora de decir la verdad aunque duela. Los políticos salimos todos de la sociedad. No somos extraterrestres. Y la sociedad actual, en donde el concepto de lo público no ha tenido ningún raigambre, porque lo público se cree que no es de nadie y por eso se ha hecho un uso y abuso de ello; en donde hay una moral pública y otra privada; en donde la hipocresía es muy corriente… los hombres y las mujeres que son electos llevan en sí eso que han vivido. Pero con esta argumentación no les estoy exonerando de responsabilidades. Al contrario. Su tremendo pecado, su tremenda falta, es que cuando son elegidos deben cambiar y no lo hacen. Por eso, defiendo que cuando se demuestre que el que ha robado es un cargo político, la pena debe multiplicarse con dos. Pero, ¿por qué la gente sigue votando a ladrones? Esto es lo que no me encaja. Lo que estamos viendo ahora es increíble. Yo creo que en otro sitio la gente se echaría a la calle y protestaría.

Es muy interesante el discurso desmitificador que realiza de la Transición española y lo crítico que se pone con el papel desempeñado por Carrillo y PCE en ella. ¿Tan mal lo hizo?

Yo no he dicho que lo hiciera tan mal. Lo que he criticado es que la decisión de aceptar la bandera, el rey… se tomó en un comité central por sorpresa con el argumento de que habría un riesgo de golpe militar si no se hacía así. El problema no es que se aceptase en aquel momento la bandera o la monarquía porque pudiera haber un peligro inminente. Hasta ahí hasta lo puedo entender. El problema es que el Partido se entregó totalmente a ese acuerdo cuando era consciente que los demás no estaban cumpliendo su parte. Recuerdo las palabras de Miquel Roca ya en los años noventa en una entrevista que le hizo Julia Navarro, cuando dijo: “Bueno, bueno, eso de que la Constitución habla de la planificación democrática de la economía y demás… eso hubo que ponerlo porque cuando la escribimos estaba muy cerca la Revolución de los Claveles, pero eso no hay que cumplirlo”. El Partido tuvo constancia de que había pactado con tramposos y ése fue su gran error y de eso le acuso fundamentalmente.

¿Por qué dice que el golpe de 1981 triunfó?

Pues porque triunfó. El golpe se frustra, entre otras razones, porque los que lo organizaron, que querían un golpe blando, cometieron la insensatez de confiar en un fascista. Aquel hombre iba a dar su golpe, aquél con el que había soñado su alma de franquista inveterado. Cuando le presentan una lista de un Gobierno en el que están todos, dice: “Pero, hombre, yo no me juego la vida para esto”. Y, entonces, al día siguiente, todas las fuerzas políticas van a la Zarzuela a visitar a un Rey que aparece de salvador aquella noche. En torno a este montaje, a partir de entonces, los partidos políticos son pastoreados, situados dentro de un círculo del que no se pueden salir. Se tragan la LOAPA, se tragan la ley electoral, se tragan una serie de cosas por el miedo a que esos poderes malignos puedan volver a aparecer. Y, en el centro, el monarca. Por eso el golpe triunfó. No triunfó en las Cortes, triunfó en la Zarzuela.

¿Para cuándo la República?

Buuuuff… Yo que soy ardiente republicano, no digo que me indigne, pero observo cada día con creciente preocupación que para muchas personas, para muchos compatriotas míos, la República es sacar la tricolor en manifestaciones y atacar al Rey. Mientras que cuando alguien hable de República no presente un plan concreto, no creo que la República sea posible. Mientras ser republicano sea insultar al Rey Juan Carlos, y no porque se le insulte, sino porque es inane, estéril, y sacar la tricolor, aquí no habrá República nunca.

¿Estamos volviendo al siglo XIX o a la Edad Media?

La Edad Media surge cuando un imperio universal, o una iglesia universal en la terminología de Toynbee, se rompe, se fragmenta. Surgen entonces los diversos reinos bárbaros, que se organizan de una manera muy rudimentaria, la cultura se hunde, la reflexión se hunde, también el Derecho… En estos momentos estamos viviendo la ruptura del mundo que empezó a surgir en la Ilustración. Estamos ante la negación de la reflexión, del pensamiento. Estamos en la era de las máquinas, de la cibernética, del no reflexionar. Pero, no sólo eso, sino que la ley, el Estado de Derecho, la democracia, por imperfecta que fuera, tomaba decisiones y se ponían en marcha, pero ahora las toman los mercados. Y, al tomar las decisiones unos poderes que no están refrendados por la democracia, estamos volviendo a los señores feudales de la Edad Media. Por eso hablo de que volvemos a la Edad Media. Pero, además, esa Edad Media se extiende al siglo XIX español, con ese reinado inmundo de Fernando VII, en el cual se instauró el que podemos llamar espíritu retardatario español, para irse desarrollándose a lo largo del siglo XIX y hasta el XX.

¿Cómo explica el invento de la pinza? ¿Puede venir de ahí que Izquierda Unida se convirtiera en el palmero del PSOE durante la primera legislatura de Zapatero? ¿Por complejo?

Yo no niego que desde el nacimiento de IU hay dos visiones opuestas, que son heredadas del PC, en el que hay dos almas y un cuerpo. El cuerpo es único y las almas son las dos que derivan de las diferentes concepciones sobre el papel de la izquierda que nosotros representamos o que queremos representar en su relación con el PSOE. Yo creo en una visión política que es bastante de izquierdas consistente en buscar alianzas permanentemente en torno a un programa, no en torno a siglas. En el Partido Comunista y en Izquierda Unida hay otra cultura que cree que la unidad de la izquierda es la unidad parlamentaria entre socialistas y comunistas. Esas dos visiones se han estado enfrentando durante mucho tiempo. Para unos, nosotros somos los aliados naturales del PSOE y otros no nos negamos a pactar con el PSOE, pero con programas, ante notario, que se vayan cumpliendo los compromisos, que se cuantifiquen, que se trasladen a leyes en el Boletín Oficial del Estado. Ahí está el gran debate que ha habido y que sigue habiendo dentro de Izquierda Unida. Yo represento a una parte. O, mejor dicho, estoy en una.

¿IU está abducida por el PSOE en Andalucía? ¿Cree que sin IU en Andalucía saldrían adelante según qué políticas, como la nueva política de vivienda y desahucios?

¿Cuántas políticas más se han desarrollado de este tipo? No hay más. No hay ninguna otra medida tomada. No hay ninguna más. Por ejemplo, existía el compromiso de poner en marcha un impuesto sobre determinadas grandes superficies, pero la presidenta andaluza se ha negado a instaurarlo. Pero no sólo eso. A los profesores se les ha recortado la parte del salario que cobran de la Autonomía. Han hecho lo mismo que en el Gobierno central. Una cosa es aplicar lo que manda Madrid, porque es preceptivo, y otra, recortar lo que depende de ti. Pero sigo: todas las medidas que se han planteado respecto, por ejemplo, al banco de tierras, han quedado en nada. Sólo se ha permitido una posibilidad, que es en el tema de los desahucios o en las viviendas públicas. En el resto no ha habido nada. El hecho de que una fuerza política que tiene el 27% de los votos sólo controle el 4% del presupuesto ya lo dice todo. Porque justo las consejerías que tiene Izquierda Unida fueron vaciadas de contenido, se les quitaron competencias. Eso es lo que he dicho desde el principio y lo que sigo manteniendo.

¿PSOE+IU en 2015?

Para mí los pactos forman parte de la vida misma. Estamos todo el día pactando, porque, de lo contrario, el mundo sería insoportable. En política, más. El pacto es para mí inherente a la política. Así que yo nunca censuro que se pacte. Lo que yo someto a análisis es qué es el contenido del pacto, qué es lo que se pacta.

Ahora bien, para resolver muchos problemas que tiene nuestro país, hay que enfrentarse al marco de la Unión Europea. Porque mientras no nos enfrentemos a ese marco, poco se va a poder cambiar la situación. Se puede hablar de las pensiones, pero a continuación nos sale el tema de la deuda, de los déficits. Mientras tengamos el dogal de Maastricht, no podemos plantear alternativas. El PP y el PSOE no están dispuestos a enfrentarse a ese dogal, con lo cual, la alternativa todo lo más será una alternancia de cosas accesorias.

Yo no creo que un pacto PSOE-IU sea posible, porque, ¿alguien cree que doña Angela Merkel, que ha conseguido pactar con la socialdemocracia alemana, va a tolerar que en España se pacte con los comunistas?, ¿EE.UU. va a permitir un Gobierno así? Una de dos: o Izquierda Unida abjura, como abjuraron otros en declaraciones solemnes, o no va a poder entrar en el Ejecutivo. Mientras Izquierda Unida tenga determinado discurso, es imposible que entre a formar parte del Gobierno. ¿Por qué ha entrado en Andalucía? Porque saben que una Comunidad autónoma no puede cuestionarse el marco europeo, pero el Gobierno de España, sí. Por eso, creo que es imposible soñar con que Izquierda Unida entre en un Gobierno central. Es soñar con la luna, pero bueno…

¿Qué se siente perdiendo pero teniendo la razón?

Yo no me considero perdedor. Yo he vivido y he planteado, en nombre de Izquierda Unida, muchas cosas. Y el tiempo ha demostrado que en algunas llevábamos razón. Y ahí tengo una recompensa. Y si entonces no se reconoció, sería porque no era posible. Pero, eso sí, ahora cuando yo recuerdo todo lo que tuvimos que pasar en aquella década, cuando se nos imputaba que éramos unos comunistas stalinistas, ahora cuando les vemos a todos “en el pesebre”, con eso ya estoy pagado.

¿El comunismo tiene futuro? ¿Está muerto? ¿Mientras quede un comunista seguirá habiendo comunismo?

Desde hace muchos años yo ya no planteo el comunismo como una etapa a la que debe llegar la humanidad, sino como un impulso permanente que surge de las siguientes convicciones: los seres humanos somos radicalmente iguales; los seres humanos merecemos, en el momento de desarrollo de las fuerzas productivas, que ni uno solo de nosotros pase hambre; en tercer lugar, la raza humana merece que todos los que la integran tengan su tiempo libre para dedicarse a pensar, a escribir, a investigar… Ése es mi comunismo: llegar a eso sin intentar describir más una situación ideal o una Jerusalén celeste en el planeta Tierra. Pero, como comunista, eso debo llevarlo a mi vida en el hoy. Ya está. No aspiro a otra cosa.

Fuente: http://www.finanzas.com/noticias/economia/20131129/anguita-arriesgamos-salir-euro-2556380.htm

México: EZLN 20 años después



Francisco López Bárcenas
La Jornada, 29 de diciembre 2013

Este primero de enero se cumplen 20 años de que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional le declarara la guerra al Estado mexicano. Muchas cosas han sucedido de entonces a la fecha. Una de ella es que el Estado se avejentó y algunas de sus instituciones tuvieron que ser reformadas para que siguieran funcionando; otras fueron sustituidas por no responder a las nuevas orientaciones de la política estatal, mientras se creaban otras para atender, se dijo, los nuevos reclamos sociales. Los políticos no escaparon a los cambios: en muchos casos fueron sustituidos por empresarios y los que persistieron se convirtieron en agentes de estos; como consecuencia, los intereses económicos de los primeros se impusieron a la política y en lugar de procurar el bien social ésta se quedó produciendo discursos que algunas veces se acompañan de imágenes diseñadas ex profeso para ello.

El resultado de estas transformaciones ha sido que un pequeñísimo grupo de empresarios y políticos se ha apoderado de la riqueza de país, sumiendo en una escandalosa pobreza a la mayoría de la población mexicana. La consecuencia natural de esto ha sido la irritación y el descontento social que se ha manifestado de diversas formas. Una de ellas ha sido la lucha por espacios gubernamentales con la idea de impulsar otro tipo de políticas, misma que ha sido enfrentada por los detentadores del poder con fraudes muy sofisticados o la negociación con quienes buscan esos espacios para entregarlos a cambio de que no modifiquen lo sustancial de las políticas del grupo dominante. Lo anterior demuestra que en tiempos neoliberales la democracia no sirve para que las mayorías decidan sobre el tipo de gobierno a implementar, sino para que los poderosos legitimen su dominación sobre ellas. Esto, naturalmente, termina aumentando la irritación popular y el desencanto con la participación en ese tipo de política.

Otros optan por la lucha social, entre ellos los pueblos indígenas. Convertidos en actores centrales de la política nacional, gracias a la apertura del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, que en la agenda de diálogo pactada con el gobierno federal los puso en primer plano, en estos 20 años han protagonizado las más fuertes resistencias contra las políticas de despojo a la nación. Como la mayoría de los lectores ha de recordar, el 16 de febrero de 1996 se firmaron los Acuerdos sobre Derechos y Cultura Indígena entre el gobierno federal y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que sentaba las bases para reconocer a los pueblos indígenas como sujetos de derecho y comenzar una nueva relación entre ellos, el gobierno y la sociedad. Desgraciadamente, el gobierno mexicano se negó a cumplir su palabra y los pueblos, fieles a la suya, iniciaron por todo el país la construcción de autonomías. El gobierno respondió con las políticas asistenciales de siempre, dividiendo pueblos y reprimiendo a los insumisos, situación que se acrecentó en lo que va de este sexenio.

Aun así los pueblos persisten en sus planes. Unas veces manifestándolo abiertamente, otras sin decirlo, muchos avanzan en su reconstitución interna, de acuerdo con sus propias capacidades y situaciones concretas. Hay quienes lo hacen defendiendo sus territorios, sus bosques, sus aguas; otros que impulsando radios comunitarias para comunicarse y difundir su cultura o escuelas comunales con maestros propios porque sienten que en las escuelas gubernamentales no les enseñan lo que necesitan para la vida, o impulsando la siembra de sus alimentos, revalorando sus prácticas y saberes propios, para librarse de las garras de quienes han hecho de los alimentos una mercancía y arma de dominación. Esto ha dado como resultado diversos procesos autonómicos, con el rumbo que cada quien consideró más pertinente, por eso los resultados también son múltiples, unos muy exitosos, otros no tanto.

Ahora que se cumplen los 20 años del levantamiento zapatista muchos vuelven a hablar de ellos y los indígenas. Desde el gobierno se dice que, ahora sí, se cumplirán los acuerdos sobre derechos y cultura indígena. Los pueblos son escépticos sobre ese anuncio, porque saben que en los últimos años sólo se han aprobado leyes para favorecer el despojo, incluida la reciente reforma constitucional que permite a las trasnacionales apoderarse del petróleo mexicano; no entienden por qué ahora sí les cumpliría el gobierno. Saben también que antes de una reforma que realmente garantice sus derechos, el gobierno debe derogar las leyes que atentan contra ellos y cancelar las concesiones y permisos que se han otorgado para la explotación de los recursos, que también los violentan. Los pueblos no quieren leyes que simulen reconocer derechos, sino que paren los despojos contra su patrimonio. Por eso luchan. Eso es lo que han aprendido en estos 20 años de zapatismo. Por ahí ven su camino y su horizonte.

Álvaro García Linera “Solo se oye el ruido lamentable de las pequeñas ambiciones y de los grandes apetitos” · · · · ·

Sin Permiso, 29 de diciembre 2013

Intervención ante el IV Congreso del Partido de la Izquierda Europea, celebrado en Madrid en diciembre de 2013. 

 Muy buenas tardes a todos ustedes. Permítanme celebrar este encuentro de la izquierda europea y a nombre de nuestro presidente Evo, y a nombre de mi país y de nuestro pueblo, agradecer la invitación que nos han hecho para compartir un conjunto de ideas, de reflexiones, en este tan importante Congreso de la izquierda europea. Permítanme ser directo, franco pero también propositivo.

Qué vemos desde afuera de Europa?

Vemos una Europa que está abatida. Vemos una Europa ensimismada y satisfecha de sí misma. Vemos una Europa, hasta cierto punto, apática y cansada. Son palabras muy feas y muy duras, pero así vemos a Europa.Atrás ha quedado la Europa de las luces, la Europa de las revueltas, la Europa de las revoluciones. Atrás, muy atrás, ha quedado la Europa de los grandes universalismos que movieron al mundo, que enriquecieron al mundo y que empujaron a los pueblos de muchas partes del mundo a adquirir una esperanza y movilizarse en torno a esa esperanza.Atrás han quedado los grandes retos intelectuales.

 Esa interpretación que hacían y hacen los posmodernistas, que se acabaron los grandes relatos a la luz de los últimos acontecimientos, parece ser que lo único que encubre es a los grandes negociados, y a las corporaciones y el sistema financiero.No es el pueblo europeo el que ha perdido la virtud ni ha perdido la esperanza, porque la Europa a la que me refiero, cansada, la Europa agotada, la Europa ensimismada, no es la Europa de los pueblos. Esta silenciada, encerrada y única Europa que vemos en el mundo es la Europa de los grandes consorcios empresariales, la Europa neoliberal, la Europa de los grandes negociados financieros, la Europa de los mercados y no la Europa del trabajo. 

 Carente de grandes dilemas, de grandes horizontes y esperanzas solo se oye, parafraseando a Montesquieu, solo se oye el lamentable ruido de las pequeñas ambiciones y de los grandes apetitos.Unas democracias sin esperanza y sin fe, son democracias derrotadas, unas democracias sin esperanza y sin fe, son democracias fosilizadas; en sentido estricto no son democracias. 

No hay democracia válida que sea simplemente un apego aburrido a instituciones fósiles con las que se cumple rituales cada tres, cada cuatro, cada cinco años, para elegir a los que vendrán a decidir de mala manera sobre nuestros destinos.

Todos sabemos, y en la izquierda más o menos compartimos, un pensamiento común de cómo es que hemos llegado a semejante situación, los estudiosos, los académicos, los debates políticos nos brindan un conjunto de ejes interpretativos de lo mal que estamos y de cómo hemos llegado ahí.

 Un primer criterio compartido de cómo es que hemos llegado a esta situación es que entendemos que el capitalismo ha adquirido, no cabe duda, una medida geopolítica planetaria absoluta. El mundo entero se ha redondeado y el mundo entero deviene en un gran taller mundial; una radio, un televisor, un teléfono, ya no tienen un origen de creación sino que el mundo entero se ha convertido en el origen de creación, un chip se hace en México, el diseño se hace en Alemania, la materia prima es latinoamericana, los trabajadores son asiáticos, el empaque es norteamericano y la venta es planetaria.

 Esta es una característica del moderno capitalismo, no cabe duda, y es a partir de ello que uno tiene que tomar acciones.Una segunda característica de los últimos veinte años es una especie de regreso a una acumulación primitiva perpetua, los textos de Karl Marx, que retrataba el origen del capitalismo en el siglo 16/17, hoy se repiten y son textos del siglo 21. Tenemos una permanente acumulación originaria que reproduce mecanismos de esclavitud, mecanismos de subordinación, de precariedad, de fragmentación, que lo retrató excepcionalmente Carlos Marx. Sólo que el capitalismo moderno reactualiza la acumulación originaria, la reactualiza, la expande y la irradia a otros territorios para extraer más recuersos y más dinero, pero junto con esta acumulación primitiva perpetua, que va a definir las características de las clases sociales contemporáneas, tanto en nuestros países como en el mundo, porque reorganiza la división del trabajo local, territorialmente y la división del trabajo planetario. 

Junto con eso tenemos una especie de neoacumulación por expropiación. Tenemos un capitalismo depredador, que acumula en muchos casos produciendo, en las áreas estratégicas, conocimiento, telecomunicaciones, biotecnología, industria automovilística, pero en muchos de nuestros países acumula por expropiación, es decir ocupando los espacios comunes. Biodiversidad, agua, conocimientos ancestrales, bosques, recursos naturales. Eso es una acumulación por expropiación, no por generación de riqueza sino por expropiación de riqueza común que deviene en riqueza privada.Esa es la lógica neoliberal.

Si criticamos tanto al neoliberalismo es por su lógica depredatoria y parasitaria. Más que un generador de riquezas, más que un desarrollador de fuerzas productivas, el neoliberalismo es un expropiador de fuerzas productivas, capitalistas y no capitalistas, colectivas, locales, de sociedades. Pero también la tercera característica de la economía moderna no solamente es acumulación primitiva perpetua, acumulación por expropiación, sino también subordinación. Marx diría la subsunción real del conocimiento y la ciencia a la acumulación capitalista, lo que algunos sociólogos lo llaman la sociedad del conocimiento. No cabe duda, esas son las áreas más potentes de las capacidades productivas de la sociedad moderna.La cuarta característica y cada vez más conflictiva y riesgosa es el proceso de subsunción real del sistema integral de la vida del planeta, es decir, de los metabolismos entre los seres humanos y la naturalezaEstas cuatro características del moderno capitalismo redefinen la geopolítica del capital a escala planetaria, redefinen la composición de clase de las sociedades, redefinen la composición de clase y las clases sociales en el planeta. No solamente está la externalización, a las extremidades del cuerpo capitalista de la clase obrera tradicional, de la clase obrera que vimos surgir en el siglo 19 y principios del siglo 20, que ahora se trasfiere a las zonas periféricas: Brasil, México, China, India, Filipinas, sino que también surge en las sociedades más desarrolladas un nuevo tipo de proletariado, un nuevo tipo de clase trabajadora: la clase trabajadora de cuello blanco, profesores, investigadores, científicos, analistas, que no se ven a sí mismos como clase trabajadora, se ven como pequeños empresarios, seguramente, pero que en el fondo constituyen una composición social de la clase obrera de principios del siglo 21. 

Pero, a la vez, también tenemos una creación de lo que podríamos denominar en el mundo un proletariado difuso, sociedades y naciones no capitalistas que son subsumidas formalmente a la acumulación capitalista: América Latina, África, Asia.

 Hablamos de sociedades y de naciones no estrictamente capitalistas pero que en el conjunto aparecen subsumidas y articuladas como formas de proletarización difusa, no solamente por su cualidad económica sino por las propias características de su unificación fragmentada, difícil fragmentación por su dispersión territorial.

Tenemos, entonces, no solamente una nueva modalidad de la expansión de la acumulación capitalista, sino que tenemos un reacomodo de las clases y del proletariado y de las clases no proletarias en el mundo. El mundo hoy es más conflictivo, el mundo hoy está más proletarizado, solamente que las formas de proletarización son distintas a las que conocimos en el siglo XIX y principios del siglo XX. Y las formas de organización de estos proletarios difusos, de estos proletarios de cuello blanco, no toman necesariamente la forma de sindicato. La forma sindicato ha perdido su centralidad en algunos países. Surgen otras formas de unificación de lo popular, de lo laboral y de lo obrero.

 ¿Qué hacer?

La vieja pregunta de Lenin: ¿qué hacemos?. Compartimos definiciones de lo que está mal, compartimos definiciones de lo que está cambiando en el mundo y frente a estos cambios las respuestas que teníamos antes son insuficientes, sino no estaría gobernando la derecha, acá en EuropaAlgo está faltando a nuestras respuestas, algo está faltando a nuestras propuestas.Permítanme, de manera modesta, hacer cinco sugerencias, en esta construcción colectiva del qué hacer, que asume la izquierda europea.La izquierda europea no puede contentarse con el diagnóstico y la denuncia.

El diagnóstico y la denuncia sirve para generar indignación moral. Es importante la expansión de la indignación moral pero no genera la voluntad de poder. La denuncia no es una voluntad de poder. Puede ser la antesala de una voluntad de poder, pero no es la voluntad de poder.
La izquierda europea, la izquierda mundial, ante esta vorágine depredadora de la naturaleza y del ser humano destructivo que lleva adelante el capitalismo contemporáneo, tiene que aparecer con propuestas o iniciativas.

La izquierda europea y las izquierdas de todas partes tenemos que construir un nuevo sentido común. En el fondo la lucha política es una lucha por el sentido común, por el conjunto de juicios y pre-juicios, por la forma como de manera simple, la gente, el joven estudiante, el profesional, la vendedora, el trabajador, ordena el mundo. Ese es el sentido común. La concepción del mundo básica con la que ordenamos la vida cotidiana, la manera de cómo valoramos lo justo y lo injusto, lo deseable y lo posible, lo imposible y lo probable.

Y la izquierda mundial y europea tiene que luchar por un nuevo sentido común, progresista, revolucionario, universalista, pero que es obligatoriamente un nuevo sentido común.

En segundo lugar necesitamos recuperar, como lo hacía nuestro primer expositor de manera brillante, el concepto de democracia. La izquierda siempre ha reivindicado la bandera de la democracia. Es la bandera de la justicia, de la igualdad, de la participación. Pero para eso tenemos que desprendernos de la concepción de la democracia como un hecho meramente institucional. 

¿La democracia son instituciones? Sí, son instituciones, pero es mucho más que instituciones. ¿La democracia es votar cada 4 o 5 años? Sí, pero es mucho más que eso. ¿Es elegir el parlamento? Sí, pero es mucho más que eso. ¿Es respetar las reglas de la alternancia? Sí, pero es mucho más que eso. 

Aquella es la manera liberal fosilizada de entender la democracia con la que a veces quedamos encerrados.

La democracia son valores, principios organizativos del entendimiento del mundo, la tolerancia, la pluralidad. La libertad de opinión, la libertad de asociación, es también, son principios y valores. pero no sólo principios y valores; son instituciones pero no solamente instituciones. 

La democracia es práctica, la democracia es acción colectiva, la democracia en el fondo es creciente participación en la administración de los comunes que tiene una sociedad.

Hay democracia si en lo común que tenemos los ciudadanos participamos. Si tenemos como patrimonio común el agua, democracia es participar en la gestión del agua. Si tenemos como patrimonio común el idioma, la lengua, democracia es la gestión común del idioma. Si tenemos como patrimonio común los bosques, la tierra, el conocimiento, democracia es gestión, administración común, creciente participación común en la administración del bosque, en la gestión del agua, en la gestión del aire, en al gestión de los recursos naturales.

Hay democracia en el sentido vivo del término, no fosilizado del término, si la población y la izquierda ayuda, participa de una gestión común de los recursos comunes. Instituciones, derechos, riquezas. 

Los viejos socialistas de los años 70 hablaban de que la democracia debía tocar las puertas de las fábricas. Es una buena idea pero no es suficiente. Debe tocar la puerta de las fábricas, la puerta de las empresas, la puerta de los bancos, la puerta de las instituciones, la puerta de los recursos, la puerta de todo lo que sea común para las personas.

Me preguntaba nuestro delegado, de Grecia, sobre el tema del agua. ¿Cómo comenzamos nosotros en Bolivia?: por temas básicos de sobrevivencia, el agua. Es una riqueza común que estaba siendo expropiada. El pueblo llevó adelante una guerra y recuperó el agua para la población y luego recuperamos no solamente el agua, hicimos otra guerra social y nos lanzamos a recuperar el gas, el petróleo, las minas, las telecomunicaciones; y falta mucho más por recuperar. Pero en todo caso éste fue el punto de partida, la creciente participación de los ciudadanos en la gestión de los comunes, de los bienes comunes que tiene una sociedad, una región.

En tercer lugar, la izquierda tiene que recuperar la reivindicación de lo universal, de los idearios universales de los comunes, la política como bien común, la participación como una participación en la gestión de los bienes comunes. 

La recuperación de los comunes como derecho, el derecho al trabajo, el derecho a la jubilación, el derecho a la educación gratuita, el derecho a la salud, el derecho a un aire limpio, el derecho a la protección a la madre tierra, el derecho a la protección de la naturaleza, son derechos, pero son universales, son bienes comunes universales frente a los cuales la izquierda revolucionaria tiene que plantearse medidas concretas objetivas y de movilización. 

Leía en el periódico como se estaban utilizando en Europa recursos públicos para salvar bienes privados. Eso es una aberración. Están utilizando el dinero de los ahorristas europeos para salvar la quiebra de los bancos, están usando lo común para salvar lo privado: el mundo está al revés. 

Tiene que ser al revés: usar los bienes privados para salvar y ayudar los bienes comunes, no los bienes comunes para salvar los bienes privados. Los bancos tienen que tener un proceso de democratización y de socialización de su gestión, porque sino los bancos le van a quitar no solamente su trabajo, sino también su casa, su vida, su esperanza y todo. Eso es lo que no se puede permitir.

Pero también necesitamos reivindicar en nuestra propuesta como izquierda una nueva relación metabólica entre el ser humano y la naturaleza. 

En Bolivia es nuestra herencia indígena, la llamamos eso, una nueva relación entre el ser humano y naturaleza. El presidente Evo siempre dice, la naturaleza puede existir sin el ser humano, el ser humano no puede existir sin naturaleza. 

Pero no hay que caer en la lógica de la economía verde que es una forma hipócrita de ecologismo. Hay empresas que aparecen ante ustedes los europeos como protectoras de la naturaleza y con el aire limpio, pero esas mismas empresas nos llevan a nosotros a la Amazonia, nos llevan a América o África todos los desperdicios que aquí se generan. Aquí son defensores y allá se vuelven depredadores, han convertido a la naturaleza en otro negocio. 

La preservación radical de la ecología no es un nuevo negocio ni una nueva lógica empresarial. Hay que restituir una nueva relación, que es siempre tensa, porque la riqueza que va a satisfacer necesidades requiere transformar la naturaleza y al transformar la naturaleza modificamos su existencia, modificamos el bíos; pero al modificar el bíos como contrafinalidad muchas veces destruimos al ser humano y también a la naturaleza. Al capitalismo eso no le importa porque eso es un negocio para él, pero a nosotros sí, a la izquierda sí, a la humanidad sí, a la historia de la humanidad sí le importa.

Necesitamos reivindicar una nueva lógica de relación, no diría armónica pero sí metabólica, mutuamente beneficiosa entre entorno vital natural y ser humano, trabajo, necesidades.

Por último, no cabe duda de que necesitamos reivindicar la dimensión heroica de la política, Hegel veía la política en su dimensión heroica y siguiendo a Hegel, supongo, Gramsci decía que en las sociedades modernas la filosofía y un nuevo horizonte de vida tiene que convertirse en fe en la sociedad; pues solamente puede existir como fe al interior de la sociedad

Eso significa que necesitamos reconstruir la esperanza, que la izquierda tiene que ser la estructura organizativa flexible, crecientemente unificada, que sea capaz de revitalizar la esperanza en la gente: un nuevo sentido común, una nueva fe, no en el sentido religioso del término sino una nueva creencia generalizada por lo que las personas apuestan heroicamente su tiempo, su esfuerzo, su espacio, su dedicación.

Yo saludo, me comentaba mi compañera cuando nos decía que hoy nos estamos reuniendo treinta organizaciones políticas, ¡excelente!, quiere decir que es posible unirse, es posible salir de los espacios estancos. La izquierda, tan débil hoy en Europa, no puede darse el lujo de distanciarse de sus compañeros. Podrá haber diferencias en diez o veinte puntos pero coincidimos en cien. Esos cien que sean los puntos de acuerdo, de cercanía, de trabajo, y guardemos los otros veinte puntos para después.

Somos demasiado débiles como para darnos el lujo de seguir en peleas de capilla y de pequeños feudos, distanciándonos del resto.

Hay que asumir una lógica nuevamente gramsciana: unificar, articular, promover.

Hay que tomar el poder del Estado, hay que luchar por el Estado. Pero nunca olvidemos que el Estado, más que una máquina, es una relación; más que materia es idea. El Estado es fundamentalmente idea y un pedazo es materia. 

Es materia como relaciones sociales, como fuerzas, como presiones, como presupuestos, como acuerdo, como reglamentos, como leyes. Pero es fundamentalmente idea como creencia de un orden común, de un sentido de comunidad. 

En el fondo la pelea por el Estado es una pelea por una nueva manera de unificarnos, por un nuevo universal, por un tipo de universalismo que unifica voluntariamente a las personas. Eso requiere entonces haber ganado previamente las creencias, haber derrotado a los adversarios previamente en la palabra, en el sentido común, haber derrotado previamente las concepciones predominantes de derecha en el discurso, en la percepción del mundo, en las percepciones morales que tenemos de las cosas.

Esto requiere un trabajo muy arduo. La política no solamente es una cuestión de correlación de fuerzas, capacidad de movilización, que en su momento lo será. Es fundamentalmente convencimiento, articulación, sentido común, creencia, idea compartida, juicio y prejuicio compartido respecto al orden del mundo y ahí las izquierdas no solamente tienen que contentarse con la unidad de las organizaciones de izquierda. Tienen que expandirse hacia el ámbito de los sindicatos, que son el soporte de la clase trabajadora y su forma orgánica de unificación. Pero también hay que estar muy atentos, compañeras y compañeros, a otras formas inéditas de organización de la sociedad.

La reconfiguración de las clases sociales en Europa y en el mundo va a dar lugar a formas diferentes de unificación, formas más flexibles, menos orgánicas, quizás más territoriales, menos por centros de trabajo. Todo es necesario: la unificación por centro de trabajo, la unificación territorial, la unificación temática, la unificación ideológica. Es un conjunto de formas flexibles frente a las cuales la izquierda tiene que tener la capacidad de articular, de proponer, de unificar y de salir adelante

Permítanme a nombre del Presidente, a nombre mío, felicitarlos, celebrar este encuentro y desearles y exigirles de manera respetuosa y cariñosa luchen, luchen, luchen. No nos dejen solos a otros pueblos que estamos luchando de manera aislada en algunos lugares, en Siria, algo en España, en Venezuela, en Ecuador, en Bolivia.

No nos dejen solos. Los necesitamos a ustedes, más aun en Europa, no que solamente vea a la distancia lo que sucede en otras partes del mundo sino una Europa que nuevamente vuelva a alumbrar el destino del continente y el destino del mundo.

Felicidades y muchas gracias.                                                

                                            

Alvaro García Linera es vicepresidente del estado plurinacional de Bolivia