Guatemala: La fallida marcha de los militares, Lenguaje de la Guerra Fría.
Gustavo Berganza El Periódico, 11 de septiembre 2012
Con más pena que gloria transcurrió la marcha realizada el pasado domingo por el movimiento Familias, una entidad que cuestiona los juicios a los militares implicados en abusos y excesos durante el conflicto armado.
En un país en el que recién se ha elegido a un general retirado como Presidente de la República, y en donde el Ejército es la única institución del Estado a la que más de la mitad de la población califica de manera positiva (LAPOP, 2010), llama la atención que en la manifestación solo hayan participado entre 200 (Siglo 21) y 300 personas (elPeriódico). Es interesante que uno de los más entusiastas defensores de los militares y sus acciones durante la guerra, me refiero al Secretario de la Paz, tampoco haya participado. Y eso a pesar de ser él quien le ha dado vuelo y vida jurídica al argumento que nutría la mayoría de pancartas de Familias: que en Guatemala no hubo genocidio.
Uno puede darle dos lecturas a esa manifestación tan escuálida: la primera, muy improbable, que a casi tres años desde que se realizó la encuesta de LAPOP el apoyo en el país a los uniformados haya podido evaporarse. Y la segunda, que una cosa es la simpatía hacia el Ejército y otra el interés de la opinión pública en los juicios en los que se les encausa.
La Avemilgua y esta nueva entidad pro militar Familias, hicieron un cálculo equivocado, probablemente fundado en columnistas y comentaristas de radio que se han manifestado contrarios a juzgar a los militares. Una cosa es la opinión publicada y otra muy distinta es la opinión pública. El hecho que haya periodistas y columnistas que hablan del tema con vehemencia no significa que: a) los juicios sean interesantes o relevantes para sus audiencias; b) sus audiencias compartan su punto de vista sobre los procesos; y c) si comparten su opinión, lo hagan con tal ardor que estén dispuestos a movilizarse para expresar su apoyo. Y esto no me lo estoy inventando yo: forma parte de una de las más probadas teorías sobre la formación de opinión pública: la teoría del establecimiento de la agenda (o agenda setting).
La idea de los organizadores era mostrar a jueces, fiscales y activistas de izquierda que ellos también eran capaces de movilizar apoyo, y así incidir para que los juicios contra militares violadores de derechos humanos traten de mejor manera a sus víctimas. No solamente fallaron, sino además mostraron su incompetencia para pelear en el campo de las ideas. Los mensajes de las pancartas eran vergonzosos: a estas alturas repetir las consignas de la Guerra Fría muestra un absoluto desconocimiento del presente.
Y aunque hubo discursos exigiendo juicio justo para los militares, el tono de la manifestación fue el de promover la impunidad para quienes abusaron so pretexto de defender al país de la amenaza insurgente. Esa es la connotación de la desafortunada frase “un soldado no tiene que pedir perdón por defender a su patria de la insurrección”.
Con todo, no puede uno evitar sentir pesar por ellos: derrotaron a la guerrilla en lo militar, pero continúan sin poder encontrar el camino para ganar la batalla política.
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