Palestina CONTRA EL EXTERMINIO, EN DEFENSA DE LA HUMANIDAD



El exterminio de Palestina se niega por todos los medios. Inclusive cuando aparecen las escenas de espanto y horror causadas en Gaza por los inmisericordes bombardeos de Israel sobre hospitales, escuelas, residencias de ancianos y ancianas y sobre niños y niñas, se recurre al engaño.

En los territorios ocupados, Alemania nazi ejerció una férrea censura de prensa, ocultando los crímenes que después negó. En Gaza, el exterminio de seres humanos transcurre en “tiempo real”, a vista de todo mundo. Por ende, justificarlo con pretextos políticos y subterfugios informativos, degrada la conciencia y el sentido de dignidad de la especie humana. Pero la verdad es que desde hace 62 años Palestina ha padecido incontables catástrofes humanitarias a manos de los gobernantes de Israel.

Si el bombardeo de escuelas y guarderías se realiza adrede por aviones y helicópteros que portan "armas inteligentes" de extraordinaria precisión (capaces de pegar al blanco de una recámara o una cocina), el exterminio en curso está lejos de quedarse sólo en bombardeo aéreo, naval y terrestre.

Como proyecto técnico, sistemático, carente de toda ética, y como nunca antes visto en ocasiones similares, el exterminio incluye ahora formas indirectas de acabar con poblados, barriadas y aldeas enteras: privación de agua y alimentos, de gas y electricidad, de sistemas sanitarios, de casas habitación. Las “Fuerzas de Defensa” de Israel (sic), conjugan todos los medios del terrorismo, buscando la desesperación y la angustia de la población civil con el propósito de destruir física, ideológica y psicológicamente a sus víctimas.

En la cruenta historia del colonialismo, muchos pueblos han sido eliminados de la faz de la tierra. Pero hoy asistimos a renovados métodos de crueldad planificada, con el fin de eliminar todo vestigio de dignidad de un pueblo al que Israel ha venido acorralando, hacinando, amurallando y masacrando desde 1947. Métodos que, además se combinan con el clásico recurso de las empresas coloniales: la instalación agresiva de colonos civiles que siguen a la ocupación militar, volviéndose cómplices de la infamia.

Por enésima ocasión, el Estado de Israel ha roto el orden jurídico mundial. De 1967 a 1989, las autoridades de Tel Aviv han desoído 429 resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), de las que 321 fueron condenatorias. La última tuvo lugar el año pasado, cuando la votación favorable al “Acuerdo Pacífico de la Cuestión Palestina” fue de 164 países a favor, y siete en contra. De un lado, el mundo busca la paz, y por el otro Estados Unidos, Israel, Australia y algunas islas del Pacífico Sur, buscan la guerra. “El mundo” no ha permanecido “indiferente” pero, invariablemente, las resoluciones de la Asamblea General de la ONU se han estrellado contra el llamado “Consejo de Seguridad”, aberración seudopolítica que desdice su nombre, y en la que el poder de veto de Estados Unidos ha sido no sólo “ley internacional”, sino ley inexorable desde la propia constitución de la ONU.

Nuestra impotencia no debe ser igual a la de los gobiernos que integran la ONU, donde el desgarre de vestiduras, los lamentos y las criticas circunstanciales de los crímenes de lesa humanidad, han carecido de fuerza y merecido el escarnio y desdén de Washington. Desdén que en los pasados ocho años, con el respaldo de la industria bélica y el complejo militar-empresarial de Estados Unidos, encontró en George W. Bush un impetuoso actor para desbaratar cualquier iniciativa y esfuerzo para concretar la paz mundial. Cinismo e hipocresía que a su vez se combinan con "actos humanitarios" destinados a compensar, con cantidades ridículas y el permiso bondadoso de Israel, la sanación de las víctimas palestinas, aliviando algunos heridos, y ayudando a bien morir. A estos actos “generosos”, realizados mientras Israel se jacta de sus implacables bombardeos sobre la población civil de Gaza, se añaden (con los mismos u otros voceros), argumentos falaces que critican y condenan a las comparativamente inermes fuerzas de la resistencia, que cumplen con el derecho de los pueblos, universalmente consagrado, a repeler la invasión y ocupación militar.

La resistencia del pueblo palestino no puede equipararse, por cruenta que sea, a la magnitud de la barbarie del colonialismo israelí, respaldado por las grandes potencias imperialistas, sus cómplices y subordinados. Muchos son los publicistas y comentaristas que ayudan al ocultamiento del crimen con infatuadas polémicas de distracción en las que los unos parecen atacar, y los otros defender a los judíos, argumento falaz que suscita nuestra cólera. En la Segunda Guerra Mundial, los nazis exterminaron en Europa y otras regiones del mundo a 15 millones de seres humanos, a más de 20 millones durante su fracasada invasión a la ex Unión Soviética.

Las críticas al Estado de Israel nada tienen de racistas o antijudías pues aquéllos que han criticado a Israel, ayer defendieron a los judíos de quienes provocaron la muerte de millones de ellos. La aclaración, sin embargo, sólo será precisa si denunciamos que la política de extinción del pueblo palestino, tendrá consecuencias insospechadas sobre los propios ciudadanos de Israel, prolongando indefinidamente el sufrimiento no sólo de palestinos e israelíes, sino el de toda la Humanidad.

No nos crucemos de brazos. Reiteramos que la invasión a Gaza responde a un proyecto guerrerista de inconfesados y perversos alcances, auspiciado militar, política y mediáticamente por el imperialismo y el colonialismo, en un paso más hacia la destrucción de la Humanidad. Sólo con el pleno conocimiento de la gravedad de los hechos, de su origen real y de sus tenebrosas consecuencias mundiales, podremos organizar un movimiento realmente mundial, que a conciencia defienda la supervivencia de la vida en la Tierra, y de la Tierra.
Exijamos a los gobiernos un mínimo de seriedad, de honestidad y salud mental, para que comprendan que están cavando su propia tumba y la de nuestros descendientes. Exijamos que todos los gobiernos sigan el ejemplo digno y responsable de Venezuela y Bolivia, rompiendo relaciones con Israel, como lo hizo Cuba en su momento.
Que el nuevo presidente de Estados Unidos, sobre el que cientos de millones de seres humanos han depositado nobilísimas expectativas, asuma un compromiso real y efectivo en aras de la paz mundial, respetando y exigiendo de Israel su repliegue a las fronteras establecidas en 1967, y el cumplimiento de todas las resoluciones sobre Palestina de la Asamblea General de la ONU.

¡Y que de una vez, se formalice la constitución del Estado Soberano de Palestina, con su capital en Jerusalén oriental!

¡Venceremos! ¡Viviremos!
Pablo González Casanova, Eduardo Galeano, Roberto Fernández Retamar, Ernesto Cardenal, Alfonso Sastre, Aníbal Quijano, Atilio Boron, Víctor Flores Olea, Emir Sader, Samuel Ruiz García, Fernando Martínez Heredia,
Alemania
Rainer Schlittgen, Ricarda Schlittgen,
Argentina
Clara Algranatti, Guillermo Almeyra, Jorge Beinstein, Claudio Katz, Telma Luzzani, Miguel Mirra, Susana Moreira, José Seoane, Emilio Taddei,
Brasil
Elder Andrade de Paula, Marcelo Badaró Mattos, Heloisa Fernandes, Virginia Fontes, Roberto Leher, Maria Orlanda Pinassi, Carlos Walter Porto Gonçalves, Márcia Regina da Silva Ramos Carneiro, Maurício Vieira Martins,
Canadá
Miguel Lebowitz, Pierre Mouterde,
Chile
Manuel Cabieses, Orlando Caputo Leiva, Graciela Galarce Villavicencio, Marta Harnecker,
Colombia
Juan Manuel Roca
Costa Rica
Wim Dierckxsens,
Cuba
Aurelio Alonso, Mario Flores Alfonso, Vivian Martínez Tabares, Humberto Miranda, Isabel Monal, Salvador E. Morales Pérez, Carlos Tablada,
Ecuador
Irene León,
España
Santiago Alba Rico, Juan Carlos Monedero, Manuel Monereo, Pascual Serrano,
Estados Unidos
James Cockcroft
Guatemala
Simona V.Yagenova
Haití
Camille Chalmers,
México
Federico Álvarez, Raúl Álvarez Garín, Cuauhtémoc Amezcua Dromundo, Oliva Sarahi Ángeles Cornejo, Ana María Aragonés, María Atilano, David Barrios Rodríguez, Carlos Beas Torres, Antonia Candela, Alicia Castellanos Guerrero, Alfredo Castillo Romero, Ana Esther Ceceña, Enrique Cortés Reyna, Héctor de la Cueva, Héctor Díaz-Polanco, Catalina Eibenschutz, Sergio Espinal, María Gisela Espinosa, Carlos Fazio, José Francisco Gallardo, Feliciano García Aguirre, Víctor García Zapata, Pedro Gellert, Ernestina Godoy, Claudia Gómez Haro, Magdalena Gómez, Dolores González, Agustín González Cázares, Maricarmen González García, Guadalupe Guadarrama, Angel Guerra, María Guerra, María Teresa Gutiérrez Haces, Félix Hernández Gamundi, Enrique Herrera, John Holloway, Daniel Inclán, Carlos Lenkersdorf, Gudrun Lenkersdorf, Francisco López Bárcenas, Nayar López Castellanos, Gilberto López y Rivas, Jorge Lora, Walter Martínez Alves, Ricardo Melgar Bao, Octavio Mercado, Maricarmen Montes, Josefina Morales, Carolina Oropeza, Eloína Peláez Veldéz, Rebeca Peralta Mariñefarena, Camilo Pérez Bustillo, Gabriela Podestá, Enrique Rajchenberg, Jerónimo Rajchenberg, Amalia Rivera, Octavio Rodríguez Araujo, Fidel Rodríguez Ramos, John Saxe-Fernández, Beatriz Stolowicz, José Steinsleger, Aldo Rabiela, Consuelo Sánchez, Israel Sánchez, Silvia Tamez González, Jorge Turner, Carolina Verduzca, Olivia Vidal López,
Nicaragua
Daisy Zamora, Aldo Díaz Lacayo,
Panamá
Marco A. Gandásegui hijo,
Paraguay
Martín Almada,
Perú
Javier Diez Canseco, Oscar Ugarteche
Uruguay
Aram Aharonian, Raúl Zibechi,
Venezuela
Carmen Bohórquez, Edgardo Lander, Humberto Mata, Edgar Páez, Gustavo Pereira, María Auxiliadora Ramírez,
Otros
Paulo Nakatani

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