Simona V. Yagenova Diez apuntes iniciales sobre la crisis, el ciclo de protesta social y el proceso electoral 2015




Publicado en Diálogo nociembre 2015

1. El intenso ciclo de protesta social que se vivió de abril a septiembre de 2015 y que impactó el proceso electoral con dimensiones aún poco comprendidas, tiene como trasfondo la profundización de las contradicciones sistémicas que se han acumulado en todas las esferas de la vida social, económica y política del país.
 2. Esas contradicciones sistémicas, si bien tienen raíces históricas, fueron potenciadas por el desencuentro entre la imposición vertical del neoliberalismo y el modelo de acumulación por despojo, el anhelo democratizador de los/as ciudadanos y la expansión horizontal de la demanda de respeto a sus derechos. El histórico y actual cerco político a cualquier reforma democrática del Estado, propiciado por el atávico temor de las elites a lo “ popular”, no solo impidió la profundización del proceso de democratización, sino enterró la posibilidad de construir un modelo económico que potencie el desarrollo humano de los pueblos que aquí habitan. Desarrollo sin democracia es unoxímoron.
 3. La lógica del modelo de acumulación neoliberal se impuso como modelo societario y, por ende, sobre las prácticas e imaginarios de la política. Vaciado de contenido democrático, se impuso desde una visión mercantilista, llevada a extremos perversos, desvirtuando la naturaleza de los partidos, de la representación, del ejercicio ciudadano y de las funciones del Estado.
 4. Los procesos electorales previos se convirtieron en un baile de máscaras: ritual festivo donde todo está permitido (sean improperios, insultos, coqueterías y falsedades), con un periodo establecido, tras el cual todo retorna a la normalidad y el olvido. Tras las apariencias sonrientes se esconden verdades ocultas: la caja de Pandora de los intereses corporativos y espurios. Se expresan mil y una palabra y cancioncitas como parte de una obra teatral, en la cual la audiencia y los actores tienen la certeza de que todo lo dicho tiene poco que ver con la realidad y la verdad. El grave deterioro de las prácticas políticas, carentes de ética, de bases filosóficas o ideológicas, visibilizado finalmente en el marco de la crisis del 2015, no es ni más ni menos, que el resultado de procesos políticos mercantilizados en contextos donde se veta de manera permanente el ejercicio democrático de la ciudadanía.
 5. Los pactos políticos que se suscribieron al promulgarse la Constitución de la República en 1985, y los que posibilitaron la firma de la paz en diciembre de 1996 se han desvanecido. No existe una nueva plataforma y agenda nacional consensuada que permita redireccionar el destino de la nación hacia un futuro distinto. Ello se visibilizó claramente en la crisis política del 2015 y fue el motivo de iniciativas y exhortaciones de distintas fuerzas por impulsar un proceso de Reforma del Estado. No obstante que dichas iniciativas y exhortaciones parten de supuestos filosóficos/políticos y miradas estratégicas muy distintas, que podrían propiciar la oportunidad para un fructífero debate político, éstas no tendrá futuro alguno sin la activa participación de los pueblos originarios y de las mujeres.
6. Las intensas y novedosas protestas sociales que tuvieron lugar de abril a septiembre no pueden comprenderse en su complejidad, si no se toma en cuenta el nuevo ciclo de lucha popular que se viene gestando en el país desde el año 2004: en torno a la defensa de la vida, de los bienes naturales, de los derechos de los pueblos originarios y de las mujeres. Se ha impulsado una densa praxis, que en su parte gnoseológica ha transitado por un intercambio y resignificación permanente de saberes, ha creado nuevas bases del pensamiento crítico, e impulsado prácticas contrahegemónicas que nutrirán, indudablemente, la eventual conformación de un nuevo proyecto sociopolítico de emancipación.
 7. El ciclo de movilización ciudadana de abril a septiembre, no solo propició cambios subjetivos o el surgimiento de nuevas fuerzas, forjó también nuevas lógicas organizativas, articulaciones y debates políticos que trascienden, por mucho, el uso instrumental de las redes sociales, y  no debe subestimarse en su importancia e impacto mediante interpretaciones conspirativas o deterministas.
 8. Las elecciones del 2015 se desarrollaron en el contexto de estas movilizaciones y, por ende, de la crisis política. Un proceso inusual que debe estudiarse con mayor profundidad y detenimiento. Se conoce muy poco sobre la lógica que predomina en el ciudadano al momento de emitir su voto, mucho menos cuando lo hace en tiempo de crisis. Es a todas luces evidente que las movilizaciones incidieron en los resultados de la primera y segunda vuelta, los cuales revelan rupturas y continuidad con las prácticas políticas ciudadanas al momento de emitir el sufragio.
9. La clausura del proceso electoral no implica el fin de la crisis política. El nuevo gobierno se verá enfrentado a una profunda crisis económica, a presiones de estructuras criminales, a tensiones políticas, a legítimas protestas ciudadanas y a la demanda por crear condiciones para que se efectué una profunda reforma del Estado. Por ello, éste debería ser considerado como un gobierno de transición, por lo que se esperaría de él una necesaria y amplia apertura y un diálogo permanente con todas las fuerzas vivas del país. La crisis es profunda y no solo abarca el espectro político, también el económico. Ignorar esta realidad tendrá nefastas consecuencias para el nuevo gobierno, la población y el país en su conjunto.
 10. Guatemala se encuentra en un momento clave de su historia. Tiene la oportunidad de trascender hacia un nuevo momento refundacional que permitiría construir democracia y desarrollo desde y para los pueblos que la integran, o continuar por el sendero de la crisis perenne, la violencia, la destrucción ambiental, la impunidad, la desigualdad e injusticia. ¿Acaso es una opción?

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