Huelga de maquinistas en Alemania


MANUEL KELLNER
La noche del 7 de noviembre, el presidente del sindicato GDL (Gewerkschaft der Lokführer - Sindicato de maquinistas-), Claus Weselsky, anunció que la huelga iniciada el miércoles día 5 finalizaría el sábado día 8. Es probable que este anuncio se haya producido por la enorme presión a la que ha estado sometida la huelga por parte de los media, de la coalición gubernamental (SPD-CSU/CDU) y, también, a la de los aparatos de distintas federaciones de la Confederación Alemana de Sindicatos (DGB). Todas estas fuerzas se manifestaron en contra de que el domingo día 9 (y después) continuara la huelga.
El argumento que utilizan es que la huelga impedirá a mucha gente llegar a Berlín para participar en los actos organizados con ocasión del 25º aniversario de la "caída del muro". Si bien, en esta ocasión, no se hace ninguna alusión a la "Noche de los cristales rotos", es decir, al violento pogromo que tuvo lugar el 9 y 10 de noviembre de 1938 a iniciativa de los dirigentes del partido nazi y de las S.A. (secciones de asalto) en toda Alemania y los territorios que acababa de anexionar: Austria y los Sudetes/1,.
Los argumentos para justificar la huelga ofrecidos duranto los dos primeros días de huelga (5 y 6 de noviembre) por los dirigentes del GDL eran muy pertinente:
1. Esta huelga se inscribe en el espíritu de la lucha, inicialmente minoritaria, desarrollada en la RDA (República Democrática Alemana) contra el poder autoritario y policial;
2. Nuestras reivindicaciones entroncan con las reivindicaciones salariales que existen en Alemania tras años de estancados en relación al incremento de productividad; y
3. La puesta en cuestión desde hace meses, por parte del gobierno y la patronal, del derecho de huelga para los sindicatos que no son mayoritarios en el conjunto de una rama (aunque sean mayoritarios en la empresa. ndt) nos remite al triste recuerdo de la prohibición de la huelga en la RDA.
Sin embargo, el cese de la huelga no significa el fin del conflicto. La DGL ha probado su capacidad de acción y puede que también su flexibilidad táctica. Mientras no cambio de opinión, la Deutsche Bahn AG, está lejos de satisfacer las reivindicaciones de la DGL. Las próximas negociaciones revelarán si se alcanzarán compromisos aceptables para la GDL o si se volverá a reanudar la huelga. Recordemos que la GDL reivindica un incremento salarial del 5% con disminución del tiempo de trabajo, lo que implica un incremento neto del 15%. La reivindicación de la reducción del tiempo de trabajo está relacionado a consideraciones de seguridad y de salud. La dirección de la GDL no reivindica esta reducción solo para los 19 000 maquinista de los trenes de viajeros, sino también para los 17 000 controladores y maquinistas de los trenes de mercancías, que antes estaban organizadas en su totalidad en el sindicato del Ferrocarril y Transportes de la DGB, el EVG (Eisenbahn- und Verkehrsgewerkschaft -Sindicato de ferrocarril y transporte-, anteriormente Transnet) y cuya adhesión a la huelga muestra la audiencia de la actividad sindical del GDL.
En los medios de comunicación alemanes se está dado una fuerte campaña de agitación demagógica contra la huelga de conductores de trenes. Se nos dice que la decisión de la GDL de convocar una huelga de cuatro días -a partir del miércoles a media noche- será una catástrofe para la economía alemana y para la gente usuaria. Que el motivo real para hacerlo del presidente de la GDL sería el de incrementar su "poder" y debilitar al sindicato concurrente la Dustsche Bahn AG (la compañía de trenes alemana). Que las reivindicaciones del GDL son extremadamente "exageradas", y los medios empleados, desmesurados. Que con la huelga una "pequeña minoría" de unos cuantos miles de personas ejercerían una especie de dictadura contra la gente usuaria y la población alemana en general, etc.
El sensacionalista Bild fue muy lejos: llegó a publicar el numero de teléfono del presidente del GDL, Claus Weselsky, incitando a todo el mundo a telefonearle para cantarle las cuarenta. Es decir, para insultarle. Por su parte, en la versión electrónica del semanario Focus (Focus online) se informó donde habita y se mostró una fotografía de su casa. En definitiva, asistimos a toda una verdadera campaña de acoso político y antisindical.
En este contexto, es deplorable que las direcciones de las distintos federaciones de la DGB no organicen ningún tipo de solidaridad con la huelga de la GDL. Ésta última no es miembro de la DGB sino, fundamentalmente por razones históricas, de la Beamtenbund, la central sindical del funcionariado del Estado. Antes de que comenzara el proceso de privatización del Bundesbahn (Ferrocarril Federal)) y que se convirtiera en la Deutsche Bahn AG, los maquinistas eran funcionarios del Estado. Lo que en Alemania conlleva algunos privilegios (p.e., una jubilación más beneficiosa que la otorgada a las y los trabajadores del sector público que no tiene el estatuto de funcionario), pero también algunas restricciones que no afectan a otros sectores de asalariados como, sobre todo, el no tener reconocido el derecho de huelga.
Actualmente sólo queda una minoría de maquinistas con estatuto de funcionarios estatales. La plantilla global de la Deutsche Bahn AG cuenta con 100 000 personas asalariadas laborales y 40 000 funcionarias estatales. Y si la mayoría de las y los maquinistas han permanecido o entrado en el sindicato GDL en lugar de organizarse en el sindicato de maquinistas de la DGB (central de los sindicatos alemanes con más de 6 millones de afiliación), la EVG, se debe fundamentalmente a la ineficacia de este último a la hora de defender los intereses de los trabajadores y trabajadoras del sector.
Las razones de conflicto actual
El primer error estratégico de este sindicato miembro de la DGB fue el no oponerse a la privatización del ferrocarril. Lo que hubiera exigido una estrategia de confrontación con el gobierno y una actitud combativa. Por ejemplo: no respetar reglas como la prohibición de huelgas por causas "políticas" que existe en Alemania.
El proceso de privatización condujo a un deterioro rápido de las condiciones de trabajo, sobre todo desde que la Dustsche Bahn AG empezó a cotizar en bolsa. Reducciones sistemáticas de plantilla con lo que ello repercute en la seguridad de las y los usuarios, en el mantenimiento y, por consiguiente, en la calidad de las infraestructuras del ferrocarril así como la calidad del servicio (p.e. se dan muchos retrasos).
La EVG nunca se opuso a esta orientación ni a sus implicaciones. Tras la privatización la situación de las y los trabajadores empeoró, sobre todo en lo que respecta a la intensidad y la duración del trabajo, con un incremento constante de horas extraordinarias. Durante esta reestructuración permanente, el aparato de la EVG se comportó como una correa de transmisión de la dirección de la Deutsche Bahn AG llegando a apoyar el que se contrataran maquinistas eventuales.
Una historia muy extendida en una parte de la población alemana es que los salarios de los maquinistas son muy elevados y que, por tanto, se trata de una minoría de privilegiados. Esto no es cierto. Tomemos dos ejemplos:
a) Un maquinistas de 25 años con dos años de experiencia profesional cobra, con todos los complementos posibles, un salario neto entre 1438 y 1588 euros;
b) Un maquinista de 40 años con dos hijos y 17 años de antigüedad obtiene un salario neto que oscila entre 1778 y 1928 euros.
Así pues, se trata mas bien de salarios bajos, sobre todo si se considera que los maquinistas, como todo el personal del transporte, trabaja día y noche, los fines de semanas, los días festivos y que es un trabajo en el que se les exige una tensión permanente y sin respiro durante todas las horas de trabajo.
Las reivindicaciones de la GDL
Por ello, se puede decir que sus reivindicaciones no son, en ningún caso, "desmesuradas". El sindicato exige un incremento salarial del 5% y una reducción del tiempo de trabajo de 39 a 37 horas semanales, una limitación anual de las horas extras a 50 y una reducción de la duración máxima del trayecto a 8 horas. Cuando en el "Libro negro dela Deutsche Bahn" se lee el testimonio de un maquinista que cuenta que hay trayectos de 14 horas ininterrumpidas durante los que les entra el sueño mientras conducen, uno se da cuenta hasta que punto las reivindicaciones de la GDL se corresponden objetivamente tanto con los intereses de los trabajadores y trabajadoras, como con el de la gente usuaria.
El conflicto no concluirá hasta este sábado 8 de noviembre a la noche.. La Deutsche Bahn AG ha fracaso en su intento de que el tribunal de primera instancia prohibiera la huelga por ser "desproporcionada" o "irreflexiva", pero va a continuar intentándolo en segunda instancia. No se puede predecir el resultado.
Desgraciadamente, Bernd Riexinger uno de los portavoces de Die Linke manifestó públicamente que las reivindicaciones de la GDL estaban justificadas pero no así la huelga, porque divide a la gente asalariada. Estas palabras de un dirigente político de la izquierda que previamente había sido sindicalista de base y formó parte de la izquierda sindical en el sindicato Ver.di (sindicato del sector servicios de la DGB) son desconcertantes pero lógicas políticamente. La verdad es justamente la contraria. Se puede discutir sobre lo adecuado de una reivindicación u otra, pero la primera tarea ante una huelga es la solidaridad incondicional con los huelguistas y su defensa contra la avalancha de calumnias que les caen encima.
Por otra parte, no es cierto que los huelguistas luchen sólo por sus intereses corporativos. Es preciso y necesario apoyarse en su lucha para dar un nuevo aliento al combate a favor de la reducción del tiempo de trabajo sin pérdida de salario (es lo que reivindica la GDL) y la realización de nuevas contrataciones para cubrir las vacantes con control de las y los asalariados sobre las condiciones de trabajo (que la GDL no reivindica, lo que en la relación de fuerzas actual puede ser comprensible). Es preciso y necesario valerse de esta huelga para abrir el debate sobre los métodos de lucha sindical a impulsar y la necesidad de realizar huelgas realmente eficaces; es decir, de huelgas que logren hacer retroceder al adversario en lugar de huelgas más o menos simbólicas que no hacen daño a nadie. Huelgas basadas en la autoorganización de las y los asalariados junto a un sindicato eficaz y democrático. Y que éste desarrolle una verdadera campaña orientada a la gente usuaria y a la población en general (lo que la DGL apenas hace, ya que es una organización muy centralizada, en parte debido a la estructura y composición de sus miembros). Es absolutamente necesario organizar a los conductores que trabajan solos o en pequeños grupos. Aparte de eso, la GDL se enfrenta a una reto difícil: extender el movimiento a otros sectores, lo que sitúa en primer plano la responsabilidad de los militantes de otras federaciones, dada la importancia del compromiso de este sindicato débil en afiliación en una lucha con una dimensión político-sindical.
El significado político de la huelga
Efectivamente, la huelga de la DGL no solo perjudica a la patronal de la Deutsche Bahn AG, también afecta a la gente usuaria. Pero como dicen los sindicalistas franceses del ferrocarril: una huelga en el transporte que no tenga impacto en la sociedad, en el funcionamiento de la economía y, por tanto, entre los usuarios y usuarias, está condenada al fracaso.
Más allá de eso, hay que señalar que en Alemania el ferrocarril sólo garantiza la movilidad del 7% de la gente y del 14% de mercancías. El capital y sus representantes políticos temen que los huelguistas de la GDL, con su ejemplo, puedan ser ejemplo para que otros sectores emprendan el camino de la lucha colectiva y de la huelga "de verdad"; no solo de "huelgas de advertencia" en el marco de negociaciones preestablecidad (donde el 7% del incremento salarial reivindicado al inicio está ya fijado al 3,5% para el final de la misma).
Es cierto que la GDL afilia en el conjunto del personal del transporte y quiere llegar a ser el representante reconocido de todo este personal y no solamente de los maquinistas. Puede logarlo en la medida que aparezca como una organización bastante más combativa y más eficaz que su rival de la DGB, la EVG. Por supuesto, esta cuestión juega un papel importante en las intenciones de Claus Weselsky (que, siendo miembro de la CDU, el partido conservador cristiano de la canciller Angela Merkel, no un hombre muy de izquierdas).
Una dinámica de unidad sindical, a partir de un sector sindical combativo, podría desembocar en la creación de una federación democrática y combativa. Pero es poco probable que en el clima actual y con la relación de fuerzas en el plano social y entre los aparatos sindicales se pueda alcanzar este objetivo ahora. Así pues esta cuestión no se plantea en la actualidad.
El problema político actual es el proyecto del gobierno Merkel (la gran coalición entre el CDU y el SPD socialdemócrata) que quiere imponer una ley que sólo reconozca un único sindicato con el que llegar a acuerdos y con derecho a organizar huelgas, tras la votación de las plantillas, en las empresas. Por decirlo claramente, se trata de una ley cuyo objetivo es liquidar a los pequeños sindicatos combativos como el DGL. En realidad, se trataría de una nueva restricción del derecho de huelga. Así pues, el significado político de la huelga del GDL, es combatir este proyecto de ley reaccionario que, además, también ha sido criticado por algunos representantes de las grandes federaciones de la DGB. En ese sentido se puede decir que los huelguistas de la GDL luchan por los intereses del conjunto de los trabajadores y trabajadoras.
8 /11/ 2014
Manuel Kellner es redactor del Sozialistische Zeitung
(Texto original en francés editado por Charles-André Udry)
Traducción: VIENTO SUR

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