Pierre Rousset:El caos geopolítico y sus implicaciones: notas de introducción para una reflexión colectiva

Viento Sur
El caos climático es un nuevo dato estructural provocado por el calentamiento atmosférico de origen humano (en este caso capitalista). El actual caos geopolítico parece también un nuevo dato estructural provocado por la mundialización capitalista y las decisiones impuestas por las burguesías imperialistas tradicionales.

Porque lo que está claro es que hay caos; y que sus causas son profundas.
Desde 2003 (al menos) /1, hemos intentado percibir las consecuencias en todos los terrenos de la mundialización capitalista, pero hoy es verdaderamente necesario hacer un análisis más sistemático de las causas del caos geopolítico, de las dinámicas de crisis que están en marcha, así como poner al día las respuestas que tenemos que aportar a una situación mundial inédita en muchos aspectos. Estas notas intentan abordar estas cuestiones para alimentar una reflexión colectiva. No pretenden ser exhaustivas -otros elementos son tratados en otros textos escritos por diferentes compañeros y compañeras-. Se apoyan a menudo en análisis ya compartidos, pero intentan hacer avanzar la discusión sobre sus implicaciones: no es posible contentarse con repetir idénticamente lo que decíamos anteriormente. A este fin, a riesgo de simplificar demasiado realidades complejas, estas notas “depuran” las evoluciones en curso, a menudo inacabadas, para destacar lo que aparece de nuevo.

Imperialismos, tiempo largo, tiempo corto y cambios de marco

Los iniciales debates de referencia sobre el imperialismo remontan a comienzos del siglo XX, en la época de la finalización (en Occidente) de la formación de los estados nación y de los imperios coloniales -y de la guerra interimperialista para modificar el reparto del mundo-. Todas las definiciones del imperialismo sistematizadas desde entonces reflejaban este contexto geopolítico. Pueden servir de “puntos de referencia” útiles (incluso para tomar la medida de los cambios), pero sobre todo, no pueden servir de “norma” /2.

Las revoluciones posteriores a la primera y segunda guerras mundiales cambiaron radicalmente el marco geopolítico, con una nueva configuración más compleja, que combinaba las oposiciones revoluciones/contrarrevoluciones, “bloques” del oeste y del este (no simplemente superponible a la oposición precedente), descolonización y zonas de influencia más o menos exclusivas, rivalidades interburocráticas (URSS/China) e interimperialistas en este marco...
La implosión de la URRS, y luego el paso de China al orden capitalista mundial han modificado de nuevo la situación. Volveremos sobre ello. El punto que quiero subrayar aquí es que el “desarrollo orgánico” del capital no explica todo, ni mucho menos. Los factores exógenos han jugado por dos veces un papel esencial en la reorganización del mundo. Hay que tenerlos en cuenta para comprender las decisiones tomadas por las burguesías imperialistas tras la implosión de la URSS en 1991 y la mundialización del capitalismo.
En el tiempo corto (desde los años 1990 a hoy), se observa también un cambio bastante radical. En un primer momento, las burguesías y los estados imperialistas (tradicionales) fueron muy conquistadores: penetración de los mercados del Este, intervención en Afganistán (2001) y en Irak (2003)... Luego vinieron el atasco militar, la crisis financiera, la emergencia de nuevas potencias (China), las revoluciones árabes... todo ello desembocando en una pérdida de iniciativa y de control geopolíticos. Más que planificar la imposición de su régimen, Washington reacciona ahora atendiendo a las urgencias. La cuestión, es la relación entre el giro post-1989 y el giro que se dibuja a mitad de los años 2000, para juzgar qué es en la situación presente coyuntural y qué es estructural.

Cuando las burguesías imperialistas se emancipan de lo político

Digamos que tras la implosión de la URSS, las burguesías imperialistas creyeron que su tiempo “ya había llegado”. Eran libres para realizar su sueño; a saber, un mercado mundial de reglas uniformes que les permitiera desplegar a voluntad sus capitales. Por ello, las consecuencias de la mundialización capitalista solo podían ser muy profundas, multiplicadas, además, por acontecimientos que, en su euforia, las mencionadas burguesías imperialistas no habían podido prever.

1. El esquema clásico de las relaciones Norte-Sur o Centro-Periferia (el Norte exportador de mercancías y el Sur de materias primas) ha cambiado radicalmente con la internacionalización de las cadenas de producción, con países convirtiéndose en exportadores importantes de mercancías industriales (en particular en Asia: China, “taller del mundo”). Aunque la dominación económica del “centro” perdure por otras vías (alta tecnología, estatus del dólar US, financiarización, capacidad militar de los Estados Unidos, etc.), estas modificaciones tienen, evidentemente, implicaciones considerables para el movimiento obrero, pero también para las burguesías imperialistas: esto contribuye a relativizar la importancia de sus países de origen y facilita su emancipación de lo político.
2. Constituir un mercado mundial “uniformizado” implica, en efecto, emanciparse de lo político. Los modos “apropiados” de dominación burguesa producidos por la historia específica de los países y regiones (compromiso histórico de tipo europeo, populismos de tipo latinoamericano, dirigismo estatal de tipo asiático, clientelismo redistributivo de múltiples tipos...) son progresivamente ilegalizados, pues todos erigen relaciones específicas con el mercado mundial y, por tanto, trabas para el libre despliegue del capital imperialista. Sin embargo, hacer inoperables estos modos de dominación “apropiados” conduce necesariamente a crisis de legitimidad, incluso de ingobernabilidad, tanto más en la medida que las políticas neoliberales agresivas desgarran el tejido social en un número creciente de países. Lo que resulta llamativo, es que parece que eso a las burguesías imperialistas les trae sin cuidado con tal de que su acceso a lasmaterias primas, a los centros de producción, a las vías y nudos de comunicación, etc., permanezca asegurado En tiempo de los imperios, había que asegurar la estabilidad de las posesiones coloniales, también (aunque en menor medida) como zonas de influencia en tiempos de la guerra fría. Digamos que, hoy, esto depende del lugar y del momento... La relación con el territorio cambia. Digamos también que si los jefes de Estado continúan apoyando a “sus” transnacionales, estas últimas no se sienten ya dependientes de su país de origen: la relación es más “asimétrica” que nunca.
3. La relación con el territorio cambia; y por tanto, también, con el Estado. Los Estados no son ya por ejemplo los copilotos de proyectos industriales de amplitud (ver el desarrollo de lo nuclear en Francia en un decenio...) o de infraestructuras sociales (educación, salud...). Debn contribuir a instaurar las reglas que universalicen la movilidad de los capitales, abrir todos los sectores a los apetitos del capital (salud, educación, jubilaciones, etc.), destruir los derechos sociales y mantener a su población dominada. Un jefe de Estado es hoy un simple mayordomo. Por supuesto, algunos países siguen siendo más iguales que otros y los Estados Unidos se permiten cosas que no autorizan en otros sitios. El Estado estadounidense mantiene funciones regalianas mundiales que otros ya no tienen -o para las que ya no tienen los medios.
4. La mundialización capitalista conduce así a las crisis por razones diversas, una de las cuales ocupa un lugar particular: una clase no domina duraderamente una sociedad sin mediaciones, compromisos sociales, legitimidad (de origen histórico, social, democrático, revolucionario..). Las burguesías imperialistas liquidan siglos de “saber hacer” en este terreno en nombre de la libertad de movimientos del capital; pero su sueño financiero es irrealizable. Desemboca últimamente en un estado de crisis permanente. Es lo que se produce ya en regiones enteras.
La particularidad del capitalismo mundializado que parece acomodarse a la crisis como a un estado permanente, se convierte en consustancial al funcionamiento normal del nuevo sistema global de dominación. Si es claramente este el caso, hay que modificar profundamente nuestra visión de “la crisis”, como un momento particular entre largos períodos de “normalidad”; y no hemos acabado, todavía, de medirla, de sufrir sus consecuencias.
Los nuevos fascismos
Una de las primeras consecuencias de la fenomenal capacidad desestabilizadora de la mundialización capitalista es el ascenso también completamente espectacular de nuevos fascismos con base (potencial) de masas. Algunos toman formas relativamente clásicas, como Amanecer Dorado en Grecia, o se alojan en nuevas xenofobias y repliegues identitarios. Pero el fenómeno hoy dominante es la afirmación de corrientes fascistas con referencias religiosas (y no ya el tríptico “pueblo/estado, raza, nación”). Se manifiestan en todas las “grandes” religiones (cristiana, budista, induísta). Representa hoy una amenaza considerable en países como India o Sri Lanka. El mundo musulmán no tiene por tanto el monopolio en este terreno; pero es claramente en él donde ha tomado una dimensión internacional particular, con movimientos “transfronterizos” como el Estado Islámico o los talibanes (ver la situación en Pakistán) y redes que se conectan más o menos formalmente desde Marruecos a Indonesia, incluso (¿solo potencialmente?) en el sur de las Filipinas.
Se puede discutir sobre la definición del concepto de fascismo. Estos movimientos no están orgánicamente ligados al “gran capital” como en la Alemania nazi, pero ejercen un terror de tipo fascista, hasta en la vida más cotidiana. Allí donde existen, ocupan el “nicho político” del fascismo y nos plantean problemas políticos nuevos (para nuestras generaciones) de la resistencia antifascista a gran escala.
El término de “Islam político” remite a un amplio abanico de corrientes que no entran todas en la misma categoría, ni mucho menos. Pero no hace tanto tiempo, una parte significativa de la izquierda radical internacional consideraba que el ascenso del fundamentalismo islámico (como el talibanismo) tenía un carácter progresista y antiimperialista. Sin embargo, incluso cuando se confronta a los Estados Unidos, representa una fuerza contrarrevolucionaria temible. Con la ayuda de la experiencia, más raras son hoy las corrientes que mantienen esas posiciones, pero el “campismo” sigue presente en este terreno, como un reflejo pavloviano<, contentándose por ejemplo con condenar la intervención imperialista en Irak y Siria (lo que hay ciertamente que hacer), pero sin decir nada sobre lo que es y lo que hace el Estado Islámico ni llamar a resistirle.
Este tipo de posición prohíbe plantear claramente el conjunto de tareas de solidaridad. Recordar la responsabilidad histórica de los imperialismos, de la intervención de 2003, los objetivos inconfesados de la actual intervención, denunciar su propio imperialismo no basta. Hay que pensar las tareas concretas de solidaridad desde el punto de vista de las necesidades de las poblaciones víctimas y de los movimientos en lucha. Tomemos un ejemplo controvertido: desde este punto de vista, se puede estar en contra de la intervención imperialista y a favor de proporcionar armas pesadas por nuestros gobiernos a las fuerzas kurdas -es responder a un llamamiento insistente y repetido de las organizaciones kurdas; ¿porqué negarse a hacerlo? No intento refugiarme detrás de un argumento de autoridad, pero encuentro el texto de León Trotsky de 1938 /3, que trata precisamente de estas cuestiones, realmente interesante y útil para nuestros debates de ayer (guerra de las Malvinas por ejemplo) y de hoy.
Los nuevos (proto)imperialismos
Las burguesías imperialistas tradicionales pensaban después de 1991 que penetrarían en el mercado de los antiguos países llamados “socialistas” hasta el punto de subordinárselos naturalmente -preguntándose incluso si la OTAN tenía aún una función respecto a Rusia-. Esta hipótesis no era absurda como lo muestran la situación de China en el cambio de los años 2000 y las condiciones de adhesión de ese país a la OMC (muy favorables al capital internacional). Pero las cosas han ido de otra forma y esto no parece haber sido inicial o seriamente contemplado por las potencias establecidas.
En China, una nueva burguesía se ha constituido desde el interior del país y del régimen, vía principalmente la “burguesificación” de la burocracia, autotransformándose esta última en clase poseyente por mecanismos que se conocen ahora bien /4. Se ha reconstituido sobre una base de independencia (herencia de la revolución maoísta) y no como una burguesía de entrada orgánicamente subordinada al imperialismo. ¿Es China un nuevo imperialismo? Como para el concepto de fascismo, hay que precisar lo que se entiende por imperialismo en el contexto mundial presente. Por mi parte, utilizo la fórmula de imperialismo en constitución (sin garantía de éxito) /5. Basta con decir por el momento que China se ha convertido en una potencia capitalista para comprender que la geopolítica del mundo contemporáneo es muy diferente de hace cincuenta años. Volveremos sobre ello en el informe sobre la situación en Asia oriental.
Los BRICS han intentado jugar concertadamente en la arena del mercado mundial, aunque sin gran éxito. Los países que componen este frágil “bloque” no juegan todos en el mismo patio. China pretende jugar en el patio de los más grandes. A Rusia, también miembro permanente del Consejo de Seguridad y detentadora oficial del arma nuclear, le gustaría claramente, pero con muchos menos medios. Brasil, India, África del Sur pueden probablemente ser calificados de subimperialismos -una noción que se remonta a los años 1970- y de gendarmes regionales, pero con una diferencia notable: gozan de una libertad de exportar capitales mucho mayor que en el pasado. Ver el “gran juego” abierto en África con la competencia entre Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Francia, India, Brasil, África del Sur, China...
Dos conclusiones:
1. La competencia entre potencias capitalistas se reaviva con la afirmación de, sobre todo China, pero también de Rusia en Europa oriental. Se trata claramente de conflictos entre potencias capitalistas, sin embargo, cualitativamente diferentes de los del período anterior. En el pasado, sin alinearnos jamás con la diplomacia pekinesa, defendíamos la República Popular (y la dinámica de la revolución) contra la alianza imperialista nipo-americana; estábamos en este sentido en su campo. Se verá (informe Asia) hasta qué punto la geopolítica regional se ha modificado, lo que implica por nuestra parte un posicionamiento diferente, “anticampista”.
2. Más en general, concerniente a la libertad de movimientos de los capitales, burguesías (incluso subordinadas) y transnacionales del “Sur” pueden utilizar las reglas concebidas tras 1991 por las burguesías imperialistas tradicionales para ellas mismas, haciendo más compleja que en el pasado la competencia en el mercado mundial.
Expansión capitalista y crisis ecológica
La reintegración del “bloque” chino-soviético en el mercado mundial ha permitido una enorme expansión capitalista que fundamenta el optimismo de las burguesías imperialistas. Fundamenta también una aceleración dramática de la crisis ecológica. No quiero extenderme sobre esta cuestión, pero sí subrayar que:
1. Es imposible en este contexto no plantear la cuestión de la reducción de las emisiones de efecto invernadero solo en el Norte -hay que plantearlo también en el Sur.
2. La resolución del tema de la “deuda ecológica” en el Sur no debería favorecer el desarrollo capitalista mundial y beneficiar bien a las transnacionales nipooccidentales implantadas en el Sur, bien a las transnacionales del Sur (del tipo de la agroindustria brasileña, etc.), lo que no haría más que alimentar cada vez más crisis sociales y medioambientales.
3. Sigue habiendo la necesidad de una solidaridad “norte –sur” por ejemplo en defensa de las víctimas del caos climático. Sin embargo, más que nunca, es una lucha común “antisistémica” la que está hoy al orden del día en las relaciones “norte-sur” dese el punto de vista de las clases populares: es decir un combate conjunto por una alternativa anticapitalista, una concepción diferente del desarrollo en el “norte” y en el “sur” (pongo comillas porque la heterogeneidad del “norte” y del “sur” es hoy tal que esas nociones pueden ser engañosas).
4. Si bien el punto de partida es el combate socio-medioambiental para “cambiar el sistema, no el clima”, tiene por base los movimientos sociales más que las coaliciones específicas sobre el clima. Me parece que habría por tanto que rediscutir la articulación entre los dos. Si no se “ecologiza” el combate social (como lo que puede hacerse en las luchas campesinas o urbanas), la expansión numérica de las movilizaciones “clima” quedará en la superficie de las cosas.
5. Los efectos del caos climático se hacen sentir ya y la organización de las víctimas, su defensa y su autodefensa forman también parte de la base del combate ecológico. Los efectos del supertifón Haiyan en las Filipinas superan en amplitud todo lo que se había previsto. El futuro anunciado se ha convertido en parte del presente. Esto tiene consecuencias desestabilizadoras que van bastante más allá de las regiones directamente afectadas y provocan tensiones en cadena (ver los refugiados de Bangladesh y los conflictos con India sobre la cuestión de los emigrantes).
Un mundo permanentemente con guerras
Mi hipótesis es que no vamos hacia una tercera guerra mundial del tipo de las Primera y Segunda, pues no hay un conflicto por el reparto territorial del mundo en el sentido que tenía en el pasado. Pero los factores de guerra son muy profundos y diversos: nuevos conflictos interpotencias, competencias en el mercado mundial, acceso a los recursos, descomposición de las sociedades, ascenso de nuevos fascismos que escapan al control de sus progenitores, afectos en cadena del caos climático y de las crisis humanitarias de muy gran amplitud...
Esto quiere decir que hemos entrado ya de lleno en un mundo permanentemente en guerras (en plural). Que cada guerra debe ser analizada en sus especificidades. Nos son precisos sin embargo “puntos de estabilidad” para seguir teniendo una brújula en una geopolítica muy compleja: independencia de clase contra los imperialismos, contra los militarismos, contra los fascismos y el ascenso de los movimientos identitarios “antisolidarios” (racistas, islamofobos y antisemitas, xenófobos, casteistas, fundamentalistas y demás).
En este contexto, la herencia “campista” es particularmente peligrosa. Conduce a colocarse en el campo de un régimen (Assad...) contra una buena parte del pueblo o de una potencia capitalista (en Asia oriental: Estados Unidos en nombre de la amenaza china o China en nombre de la amenaza estadounidense; Rusia u Occidente en el caso de Ucrania). En cada ocasión se abandona a una parte de las víctimas (que se encuentran en el lado equivocado), se alimentan nacionalismos agresivos y se santifican las fronteras heredades de la era de los “bloques” cuando precisamente debemos borrarlas.
Seguimos siendo tributarios de esta herencia más de lo que creemos. Cuando, en Francia, hablamos de Europa, eso significa de hecho la Unión Europea o en el mejor de los casos una Europa del Oeste ampliada y es en este marco en el que elaboramos alternativas. Pero Europa, es también Rusia y hay que pensar alternativas que incluyan los dos lados de la frontera ruso-oesteeuropea (incluso el Mediterráneo). Esta cuestión es particularmente importante en Eurasia, pues es el único continente que ha sido hasta ese punto configurado por la confrontación revolución/contrarrevolución y el enfrentamiento de los “bloques”.
Los límites de la superpotencia
Los Estados Unidos siguen siendo la única superpotencia en el mundo -y sin embargo, pierden todas las guerras que han emprendido de Afganistán a Somalia. ¡Hasta ese punto es llamativo! La causa de ello está probablemente en la mundialización neoliberal que les prohíbe consolidar (en alianza con las élites locales) logros militares temporales.
Es quizá igualmente una consecuencia de la privatización de los ejércitos, jugando un papel creciente las firmas de mercenarios, así como las bandas armadas “no oficiales” al servicio de intereses particulares (grandes empresas, grandes familias...). Decididamente, el estado no es ya lo que era.
Es también que esta potencia, por muy súper que sea, no tiene los medios para intervenir en todos los rincones del mundo en condiciones de inestabilidad estructural. Tendría necesidad de imperialismos secundarios capaces de respaldarle. Pero la constitución de un imperialismo europeo ha abortado; Francia y Gran Bretaña solo tienen ya capacidades muy limitadas; Japón debe aún romper las resistencias cívicas a su remilitarización completa.
Las guerras están ahí para durar, bajo múltiples rostros. Deberíamos interesarnos por tanto, de nuevo, en la forma en que están conducidas, en particular por las resistencias populares, para mejor comprender las condiciones de una lucha, la realidad de una situación, las exigencias concretas de la solidaridad...
Quien dice guerras debería decir movimiento antiguerra. Siendo las guerras muy diferentes las unas de las otras, la constitución de movimientos antiguerra en sinergia no es algo que carezca de dificultades. La mirada militante dirigida desde Europa (occidental) sobre esta cuestión parece pesimista, como consecuencia de la corrosión y la impotencia que ha introducido el “campismo” en las principales campañas emprendidas en este terreno. Pero sí que hay movimientos antiguerra, en particular en Asia y en Eurasia, la superación de las fronteras heredadas de la era de los bloques se hará en particular sobre esta cuestión, me parece.
16/10/2014
http://ks3260355.kimsufi.com/inprecor/article-inprecor?id=1670
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR
Notas
1/ Ver la resolución del XV Congreso mundial de la IV Internacional disponible en francés en ESSF artículo 3973. Les résistances à la mondialisation capitaliste, une chance pour un nouvel internationalisme.
2/ Para una presentación de esta cuestión, ver en particular Michel Husson “Notes sur l’impérialisme contemporain – Théories d’hier, questions d’aujourd’hui”, http://hussonet.free.fr/ncs14w.pdf
3/ http://www.marxists.org/espanol/trotsky/ceip/escritos/libro5/T09V234.htm
4/ Ver Au Loong Yu, China’s Rise : Strength and Stability, Merlin Press, Resitance Books, IIRE, 2012. Traduction française partielle : « La Chine : un capitalisme bureaucratique. Forces et faiblesses », chez Syllepse (2014).
5/ Voir sur ESSF (article 32424), Ambitions chinoises – Un impérialisme en constitution :http://www.europe-solidaire.org/spi...

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