Guatemala:¿Quién financia el terror fascista?
Dr. Virgilio Álvarez Aragón


Antes que nada, hay que dejar claro que no es la suma casual e involuntaria de actores dispersos la campaña de ataques que durante ya un par de años se ha lanzado contra el Ministerio Público, defensores de los derechos humanos, miembros de la sociedad civil que se movilizan porque se condene a los militares en el juicio por genocidio, o contra los que se oponen al desastre ecológico que significa la minería a cielo abierto. 
Domingo 28 de Abril de 2013
Porque el debate y la lucha por la memoria histórica no concluirá ¡ni mucho menos! Con la suspensión o continuación del juicio por genocidio contra Ríos Montt y Rodríguez Sánchez, ni siquiera con su condena o absolución.

La avalancha de ataques mediáticos, políticos y jurídicos cargada de mentiras, agresiones verbales y amenazas responde a toda una campaña orquestada y planificada para que en nuestro país no sólo se mantenga la impunidad sino para que quienes hasta ahora se benefician de la pobreza y la miseria de las mayorías continúen haciéndolo.

Es más que evidente que aquellos que en una época jugaron a las escondidas con su Ejército Secreto Anticomunista –ESA− y siglas semejantes, hoy se parapetan en supuestas fundaciones y organizaciones que les permitan, tal como antes, negociar con el terror y sus desplantes fascistoides. Imitadores desgarbados del falangismo español, ahora como antes usan como arma el descrédito, la mentira y la amenaza, sin dejar de lado, claro está, acciones criminales concretas que tratarán de achacar a quienes, por pensar diferente, consideran sus enemigos.

Resulta importante entonces saber de dónde provienen ahora los recursos con los que han financiado su costosa campaña, pues si en la época en la que torturaron, masacraron, violaron y asesinaron personas, medraron alrededor de los recursos del Estado Mayor Presidencial y de las “donaciones” de finqueros y empresarios, ahora, se supone, que al menos la fuente estatal está más controlada. Porque entre ellos nada se hace de gratis ni por convicción. Los supuestos investigadores y periodistas cobraron altos honorarios para producir las diatribas y medias verdades que contra el movimiento social y las agencias de cooperación levantaron. Sus programas de radio y televisión tienen altos costos, así como los pasquines que han repartido insertos en medios de comunicación escrita.

Y resulta más importante aún que publiciten sus fuentes de financiamiento, porque el acarreo de campesinos quichelenses de la semana pasada tuvo el mismo mecanismo organizativo que el aún memorable “jueves negro”, y la promesa de entrega de fertilizantes desde el Ministerio de Agricultura no ha sido suficientemente desmentida, como tampoco se ha desmentido que desde la Secretaría de Comunicación de la Presidencia de la República se ha apoyado la edición y distribución de los pasquines.

El gobierno de Pérez-Baldetti debe mostrar, cuanto antes, que no está comprometido ni directa ni indirectamente con esta campaña, pues los costos que al país pagaría con su desborde traerían al traste los incipientes atisbos de democracia que actualmente vivimos. ¿O es este gobierno parte activa en el diseño y realización de esa campaña y se solazan con sólo imaginarse ejerciendo la dictadura que no lograron concretar con o inmediatamente después del “Serranazo”?

Urge también que los exfuncionarios de los gobiernos de Arzú y Berger, que firmaron un comunicado acusando de traidores a la paz a quienes aceptamos las evidencias materiales de que sí hubo genocidio, se pronuncien clara y tajantemente con relación a su alianza con el extremismo fascista, pues habiendo entre ellos políticos e intelectuales con respetables credenciales social cristianas, poco favor le harían a sus propias biografías terminar mezclados con el fascismo trasnochado criollo, a cuya campaña se puede vincular facilmente su pronunciamiento reciente.

Porque el debate y la lucha por la memoria histórica no concluirá ¡ni mucho menos! Con la suspensión o continuación del juicio por genocidio contra Ríos Montt y Rodríguez Sánchez, ni siquiera con su condena o absolución. La verdad histórica la establecieron ya las evidencias materiales que se han presentado y que claramente confirman que durante la dictadura militar se perpetró un genocidio, pero los negacionistas tratarán por todos sus medios de ocultarla y silenciarla. Sin embargo, una cosa es el debate académico y la disputa ideológica y otra, muy diferente, que por detrás del negacionismo se parapete el neofascismo con su vocación antidemocrática y criminal.

En casi todas las partes del mundo actual, donde el fascismo ha intentado reaparecer, las derechas y centro derechas han tomado rápidamente distancia de ellos, ¿será que nuestro país será también la excepción en este caso?

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