Estonia: Una larga huelga sanitaria

Silja-Riin Voolma 

Sin Permiso, 27/10/12


Los estonianos no son conocidos por su activismo político. Somos un pueblo tranquilo con una profunda desconfianza en el gobierno y por lo general creemos que el activismo no lleva a ningún lado, así que ¿para qué molestarse? Aunque la media salarial es baja –700 euros de salario mensual neto intersectorial en 2012–, son raras las huelgas de trabajadores y nunca duran demasiado. El gobierno está acostumbrado a ello y no hace muchos esfuerzos por pacificar a los huelguistas. ¿Qué ha llevado, entonces, a todos los profesionales de salud de Estonia a iniciar una huelga el 1 de octubre, que está todavía por resolver y ha sorprendido tanto al gobierno como a la opinión pública por la inusitada resistencia de los huelguistas?    


Desde que Estonia ingresó en la UE en 2004, un apreciable número de profesionales de la salud han dejado el país en busca de más verdes praderas con mejores salarios y condiciones laborales en otros países europeos. Esto no solo significa que tenemos una población que envejece sino también una mano de obra sanitaria que se hace mayor, sobre la que recae el peso de la actual y futura calidad de la atención sanitaria. Esta crisis ha llegado finalmente a un punto culminante, con todos los hospitales de Estonia  sumados a la huelga sanitaria nacional. El 1 de octubre, los huelguistas propusieron un aumento salarial del 40% para enfermeras y personal sanitario, y del 20% para los médicos, como parte de los cambios que solicitaban. A lo largo de la huelga, la lista de demandas, se ha ido reduciendo hasta quedar simplemente en el pago de las horas de trabajo de los médicos residentes, y un salario por hora de 2,60 euros (un aumento del 23%) para los trabajadores sanitarios, de 4,50 euros (17.5%) para las enfermeras y 8 euros (11%) para los médicos a partir de enero de 2013. Aunque suponga un reto para el presupuesto del Estado, no se puede decir que se trate de demandas poco razonables.


Por supuesto, se administra atención médica durante la huelga en los departamentos de urgencias y accidentes, oncología, prenatal, y unidades de vigilancia intensiva, con los profesionales de la atención sanitaria haciendo turnos durante sus horas de oficina. La repercusión sobre los pacientes resulta significativa, pues las listas de espera para citas fuera de la atención sanitaria privada pueden ser cosa de meses, y si se precisa una operación, la espera es aun mayor. El trabajo atrasado en las citas programadas que ha causado esta huelga va tardar buena parte de 2013 en recuperarse, y provoca dificultades entre los pacientes de todo el país. Al fin y al cabo, los huelguistas están negando a los pacientes su derecho humano a la atención médica, en un intento de conseguir la atención del gobierno.   

El gobierno, sin embargo, parece estar esperando a que los huelguistas se echen atrás, en lugar de centrarse en satisfacer las necesidades financieras del sistema de salud motivando a los trabajadores que piensan seguir su carrera en Estonia. Hasta el presidente, Toomas Hendrik Ilves, ha expresado su preocupación por los salarios de enfermeras y trabajadoras de la salud, que son deprimentes. Si el jefe del Estado ha expresado esa opinión públicamente, ¿por qué hace falta estar un mes negando a los pacientes el acceso a operaciones y consultas largamente ansiadas para discutir esta cuestión, sin resolución a la vista?


Las estrictas líneas maestras de los presupuestos de épocas de recesión constituyen las razones que se dan para no poder satisfacer las demandas de los huelguistas. Pero ¿no debería dar prioridad el gobierno a la salud y bienestar por encima de las metas presupuestarias de la EU para garantizar un desarrollo próspero y con éxito del país? Hasta ahora, el gobierno ha ofrecido un aumento del 13,7% a los trabajadores sanitarios, del 9.7% a las enfermeras y del 6.1% a los médicos, lo que queda lejos de las demandas originales de los huelguistas. Debería tomarse la renuencia del gobierno a perder la cara en el contexto de ahorro de costes de la UE en esta huelga como expresión de la escasa prioridad que concede a la salud de sus ciudadanos? Yo creo que sí. Y me parece que es hora de que la Unión Europea tome nota de ello.


Silja-Riin Voolma, estudiante estoniana de doctorado en salud pública y atención primaria en la Universidad de Cambridge, prepara una tesis sobre el uso de nuevas tecnologías en intervenciones sanitarias de cambio comportamental.


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