OMC: Elecciones en el Olimpo
 Umberto Mazzei


 ALAI AMLATINA, 25/10/2012.- El cargo de Director General de la OMC está  abierto a la sucesión y esta vez la Dirección le toca a América Latina y  el Caribe. Según el reglamento, el proceso para nombrar directores  generales se inicia nueve meses antes de la expiración del mandato del  titular; en este caso, M. Pascal Lamy. El nuevo Director General deberá  asumir funciones el primero de Septiembre, 2013, y el proceso de elección se inicia el primero de diciembre, 2012.

 Los antecesores formales de M. Lamy han sido cuatro, pero en realidad la persona más influyente en conducir y desembocar el GATT en la OMC fue el  suizo Arthur Dunkel, cuyo equipo redactó el famoso texto Dunkel, que es  la plantilla de la OMC. El texto despertó muchas ilusiones entre  aquellos que no lo leyeron pensando mal e imaginaron que la equidad en  el comercio podía ser obra de aquellos que habían creado todo lo contrario.

 El Primer Director General formal fue Peter Sutherland (1993 – 1995), abogado y banquero Irlandés, que fue el último director del GATT y por unos meses Director General fundador de la OMC. Le sucedió Renato  Ruggiero (1995 – 1999), burócrata financiero italiano, que venía de ser  director en la FIAT y en el gabinete Kissinger. Hasta aquí, todos europeos.

 En 1998, se aplicó el principio, practicado en la ONU, de la alternación regional en los cargos. Se comenzó por Asia y ocurrió un enfrentamiento por la sucesión entre países desarrollados y países en desarrollo. El candidato de los primeros fue Mike Moore, un prestigioso político laborista neozelandés y experto en temas de comercio; el candidato de los segundos fue el tailandés Supachai Panitchpakdi, economista, político de larga trayectoria como banquero. Al final se acordó compartir el período. Contra las expectativas, Moore (1999 – 2002) dirigió con criterios amigables a los países en desarrollo y Supachai  (2002 – 2005) antepuso su visión de banquero a los intereses del 
 desarrollo, con lo que asumimos que hizo méritos para confiarle luego la  UNCTAD.

 El Director General de la OMC para el período 2005 – 2009 le tocaba al África o al grupo de la América Latina y el Caribe (GRULAC). Hubo 4 candidatos: por América Latina, el brasileño Luis Felipe Seixas de Correia y el uruguayo Carlos Pérez del Castillo, en África, Mauricius presentó a Jayakrishna Cuttareey. De manera muy incoherente con la alternación regional, se aceptó la candidatura de Pascal Lamy, quien había sido Comisionado Europeo para Comercio.

 La división de América Latina se realizó con la técnica de lanzar con antelación un candidato que no obtenga mayor consenso, para dividir el cuerpo constituyente antes de que surja el candidato natural. Fue así  como en lugar de Seixas fue elegido M. Lamy, que vino a ser el tercer europeo al timón de la OMC… y también el cuarto, porque fue re-elegido en 2009. No es que a M. Lamy lo renovaran por méritos y con aclamación, sino al contrario, es que enredó y desacreditó tanto la negociación, que 
 ya nadie quería hacerse cargo de su madeja.

 La elección

 Los países tienen desde el 1º hasta el 31 de diciembre para presentar  candidatos. Cierto que no es la mejor época para negociar y contactar candidatos, pero la OMC de M. Lamy pareciera encontrar propicio el  decidir asuntos en el mes de diciembre. Reuter, la agencia de noticias donde M. Lamy es director, avanzó posibles candidatos, pero para desacreditarlos. El Embajador brasileño Roberto Acevedo tendría más  categoría si hubiese sido ministro, como M. Lamy; el Ministro  surafricano Rob Davis sería demasiado extremista y … seguramente irá de Director General de la UNCTAD.

 Siempre con Reuters, en un despacho desde Tokio (13/10/2012), M. Lamy nos informa en un titular que “La Geografia no debe importar al escoger al Jefe de la OMC”. Sucede que eso es un grave obstáculo que tienen para repetirse, tanto M. Lamy como sus cuatro Directores Adjuntos: el chileno 
 Alejandro Jara, por América Latina; la ruandesa Valentine Sendanyoye Rugwabiza, por África, el hindú Harsha Vardhana Singh, por Asia; Rufus  H. Yerxa, por EE UU. Toda esa geografía está con Lamy en la OMC, desde  el 2005…et allors?

 Según dice M. Lamy, lo único que debe contar es la capacidad. Dice que  la elección no debe ser un juego diplomático, sino un juego de caza de  talentos (“head hunting game” dijo). El talento sería un obstáculo más grave aún para otra reelección, porque durante los ocho años que ya llevan M. Lamy y sus adjuntos, todo permaneció estancado. La gran  novedad que ofrecen ahora es cambiar las reglas comerciales hacia  “cadenas de valor”, que es el enfoque de la producción que tienen las empresas transnacionales y apátridas. En efecto, ya es buena hora de  traer cabezas nuevas y tanto mejor si se respeta la ecuánime distribución regional de los cargos. Talento hay en todas partes, lo que 
 falta es buena orientación política.

 Hasta ahora hay dos candidaturas formales. La del ministro ghanés Alan Kyeremate y la del ministro neozelandés Tim Grosser. En cuanto a la distribución regional ambos estarían mal ubicados. El Sr. Kveremate,  porque África ya tiene el representante de un país africano – Sur África 
 – que iría a presidir la UNCTAD. El Sr. Grosser – un simpático motociclista y rockero- porque Nueva Zelanda ya ha tenido mucho más que su justa cuota de cargos; no sólo tuvo un Director General, sino que ha presidido el Comité de Agricultura durante 9 años seguidos, desde el 
 2003, sucediéndose los embajadores como si fuese un feudo hereditario neozelandés.

 Los candidatos de América Latina y el Caribe - la región a la que corresponde el próximo Director General- están aún por lanzarse. Se rumora que se lanzará la costarricense Anabel González, para romper la  unión entre los países latinoamericanos, por lo inaceptable de su  compromiso extremo con las cadenas de valor, con la agenda de los  Tratados de Libre Comercio y con la inclusión de estos mismos en el ámbito multilateral. Es lógico asumir que los candidatos provenientes del “establishment” político que firmó TLCs con Estados Unidos o Europa,  no inspiran confianza para presidir la OMC. Son gente que cedió, en esos papeles, todo aquello que en la OMC encuentra oposición de países en desarrollo o que se discute.

 Si en Mercosur, el Caricom o el ALBA piensan en una candidatura, es la hora de tomar la iniciativa y negociarla, para impedir que se repita el triste espectáculo del 2005, cuando una candidatura anticipada y estéril, dividió el apoyo del GRULAC e hizo perder empuje al mejor  candidato que hubiera podido ganar.

 La importancia de la repartición de cargos

 En todos los organismos internacionales es muy importante la  distribución de los cargos con responsabilidad para un funcionamiento  equitativo. En la OMC esos cargos revisten la mayor importancia, porque conducen una organización negociadora cuyo tema es algo tan concreto como el futuro de la economía real mundial. Sin embargo, la presente  repartición de cargos directivos está concentrada a favor de los países  desarrollados.

 La OMC cuenta con 157 miembros (08/2012), de los cuales sólo un 21% son  desarrollados. Sin embargo, todos los directores generales provienen de  ese grupo de miembros, con la breve excepción (3 años) de Supachai, que  es tailandés, pero es banquero. El total de cargos asignados en la OMC  se reparte entre los grupos regionales según la figura 1.

 En el total de cargos, la repartición aparece con visos de alguna equidad entre desarrollados y países en desarrollo, con desventaja para África.

 Pero hay que tomar en cuenta que una división entre países desarrollados y países en desarrollo agrupados por regiones, no es neta. Las empresas  transnacionales por las que habla el mundo desarrollado tienen otras voces. También hablan por ellas aquellos países en desarrollo controlados por élites que obedecen órdenes de países desarrollados o  que están directamente asociadas con empresas apátridas establecidas en  sus propios países.

 La repartición de los cargos en los principales órganos de funcionamiento de la OMC, ya contienen iniquidades aún según las simples  categorías de países desarrollados y en vías de desarrollo, que 
 calcularemos de menor a mayor gravedad.

 El GRULAC tiene mayor proyección en el Comité de Negociaciones Comerciales y sus grupos subsidiarios; lugares donde se habla mucho. Los países desarrollados tienen allí un 33%; entre los países en desarrollo, el GRULAC tiene un 34%, Asia un 26% y África un 7%.

 En los Órganos Principales (16 órganos, entre ellos el Consejo General) encontramos que el 39% esta en manos de funcionarios de países desarrollados; los países en desarrollo obtuvieron un 22% para Asia, un 20% para el GRULAC y un 19% para África.

 La repartición se hace menos ecuánime a medida que entramos en intereses  más concretos. En el área de Comercio de Mercancías y sus grupos subsidiarios, vemos a los desarrollados con el 45% de los cargos. Los países en desarrollo tienen el resto: 20% para Asia, 19% para el GRULAC y 16% para África.

 El caso extremo es el área de Servicios. Allí los países desarrollados  tienen el 52% de los cargos, mientras los países en desarrollo se  reparten lo que queda: 27% para Asia, 17% para el GRULAC y 4% para  África. Servicios es la actividad que incluye el área financiera.

 Conclusión

 M. Lamy escribió algo(1) sobre ese feo anglicismo de “gobernanza” y a escala global, pero lo que describe, así como las cadenas de valor que enarbola ahora, no son ideas novedosas. Ambas son la vieja historia de gobernar sobre la globalidad de los recursos, a favor de unos pocos; sólo que en más grande y para una banda de banqueros privilegiados. Con tanta gente hábil repartida en el mundo, esa historia no puede  seguir, ni va a seguir así.

 Nota:
 (1) La démocratie monde: pour une autre gouvernance globale (Seuil, 2004).

 - Umberto Mazzei es doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de
 Florencia. Es Director del Instituto de Relaciones Económicas
 Internacionales en Ginebra.
http://www.ventanaglobal.info

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