James Petras: Estamos en la antesala de una nueva guerra fría  La Haine, 18 Octubre 2012

  
Audición de James Petras por CX36, Radio Centenario, desde Montevideo (Uruguay). www.radio36.com.uy

Efrain Chury Iribarne: Como cada lunes a esta hora, le estamos dando la bienvenida a James petras. Bien, aún estamos sorprendidos por la adjudicación del Premio Nobel de la Paz a la Unión Europea, sobre todo tras todo el daño que ha hecho a lo largo y ancho del mundo con sus ataques a través de la OTAN.

JP: Tienes razón, es una anomalía. En un momento en que Europa está muy polarizada, por una parte Alemania, Francia, los países nórdicos, concentrando todas las riquezas, mientras que en el sur europeo la gente ha perdido un 30% de su standard de vida.

Debemos entender que Europa no funciona ahora, o funciona como ejemplo de las grandes desigualdades en el mundo, donde los poderosos se aprovechan de la liberación de controles para dominar los mercados en el sur. Es decir, Alemania ahora puede exportar a Portugal, Grecia, España, sin ninguna limitación; los grandes especuladores de Inglaterra y Francia prestan dinero a tasas exorbitantes; los gobernantes tontos aceptan los préstamos sin capacidad de pagar. Y todo termina en esta situación en la que hay acreedores ricos exigiendo, interviniendo en la política de los países del sur, mientras las masas están en las calles enfrentando no sólo a sus gobernantes, sino también a los poderes del norte.

Ahora, cómo explicamos, en un mundo tan obviamente injusto, con tantas protestas y divisiones sociales y políticas; cómo podemos entender que el Comité Nobel insista en este preciso momento que es el de más bajo prestigio de Europa, en otorgarle el premio. La razón es precisamente el desprestigio, el desgate de Europa.

Tratan de alguna forma legitimar lo que es ilegítimo ahora, donde las prácticas de Europa unida, camufladas en las grandes maneras de explotación, buscan distraer al público de los desastres que han resultado de tratar de unificar poderes imperiales con países periféricos o países en dependencia total.

Por tanto, el Premio Nobel es un instrumento propagandístico, tratando de rescatar un sistema de explotación que tiene poco contacto con la realidad; porque la realidad debe indicar una denuncia y no un premio a la forma en que se está organizando Europa en este momento.

De todos modos, si la idea era fortalecer Europa, en vez de dar el premio a la Europa integrada deberían dárselo a la OTAN, que ha hecho más por el imperialismo europeo que la Unión Europea. Ha invadido países como Pakistán a través de los drones, Afganistán, Irak, la intervención en Libia destruyendo ese país; ahora utilizando terroristas como intermediarios en Siria; apoyando a Israel.

Todos los esfuerzos por reafirmar a Europa como entorno imperialista salen principalmente de la OTAN, y si la función del Premio Nobel es fortalecer a los países imperialistas, dadas las actuales circunstancias, en vez de dar el premio a la Unión Europea debería haberlo recibido la OTAN que ha hecho todo el trabajo sucio para mantener la presencia europea compartiendo el imperio capitalista con los Estados Unidos.

El Premio Nobel está muy desprestigiado desde hace muchos años. A veces lo han otorgado a figuras como Martin Luther King o Nelson Mandela, pero en los grandes momentos de crisis ha funcionado como un instrumento de fortalecer el imperialismo. No debemos olvidar que Menajem Beguin de Israel, el gran masacrador de palestinos recibió un premio (1978); y tenemos el caso de Henry Kissinger (1973) un asesino universal que participó en masacres en Indochina, Indonesia, muerte de miles y millones de personas, y recibe el premio Nobel.

Me parece que hay que tenerlo en cuenta porque mucha gente de izquierda cita al premio Nobel fulano de tal. Pero debemos recordar a Jean Paul Sartre que cuando lo nombraron para el premio Nobel (1964) dijo que no lo quería porque el Premio Nobel es una forma de fortalecer la legitimidad del imperialismo(*) Es el único que conozco que tuvo la altura de rechazar ese premio. Además la fuente de dinero del Nobel era la fabricación de armas en los primeros años del siglo pasado.

En ese sentido, el hombre Nobel fue Jean Paul Sartre, que lo rechazó.

EChI: ¿Cómo está la campaña electoral en Estados Unidos?

JP: La campaña sigue sin grandes acontecimientos. Hay una brecha entre los grandes títulos de los diarios y el aburrimiento o falta de atención del público. Por ejemplo, los domingos, día de fútbol norteamericano en Estados Unidos, hay millones de personas mirándolo en televisión, y habrá cien personas interesadas en la noticia política.

Hay un gran escepticismo ante la política actual, no hay acontecimientos a favor o en contra. Los medios tratan de estimular el interés, anuncian que va ganando Romney en tal Estado o que va perdiendo Obama en tal otro Estado. Pero en general la asistencia a mítines no son de cientos de miles, son apenas diez mil o cinco mil personas en un acto según el caso; podemos decir que son los militantes, los activistas, los funcionarios locales los que se están movilizando. Pero entre lo que dicen los políticos, lo que publican los medios y lo que siente el público hay una gran brecha, y lo peor es que hay poca cosa para motivar a la gente.

Ahora, es cierto que hay momentos, como el debate por ejemplo, que logran motivar a la opinión pública y consiguen respuesta a las entrevistas, pero es todo muy pasivo. Contrastemos con lo que pasa por ejemplo en Venezuela, donde cientos de miles de personas se movilizan, van puerta a puerta. 

Aquí en los barrios hay pocas señales de los candidatos, carteles que digan vota por Obama o vota por Romney; no hay. En mi ciudad no recuerdo haber visto más que uno o dos recorriendo toda la ciudad; todo se hace a partir de propagandas de los medios financiadas por los grandes intereses. No hay ninguna movilización de las bases, el sindicalismo utiliza el teléfono –tienen lo que llaman ‘banco de teléfonos’- y la mayoría de la gente cuando oye quien le está hablando cuelga el teléfono o ni responde a las llamadas.

Son elecciones de muy baja intensidad, la gente no responde únicamente por falta de causas o frustraciones, porque hay mucha frustración, pero todo el mundo entiende que lo que dicen lo políticos norteamericanos y lo que van a hacer es completamente opuesto. Y ante esta situación tan cínica, la gente en vez de movilizarse como lo hacen en Europa –lo vimos en Grecia, Italia, España-, aquí se van hacia la ‘no política’, se despolitizan frente a la frustración y el engaño. Prefieren mirar la televisión para entretenerse, sacar alguna pasión; en vez de plantear que los problemas son graves y decir ‘voy a hablar con mi vecino para movilizar la comunidad’, la gente aquí se encierra cada vez más en su vida privada.

EChI: ¿En qué otros temas estás trabajando?

JP: El gran tema es el papel de Turquía que está actuando como la principal punta de lanza contra el gobierno de Siria. Desde el comienzo del conflicto, Turquía ha estado muy implicada en la invasión por parte de los terroristas. Turquía interviene en todos los niveles: el armamento de los terroristas, transporte de los terroristas, el pasaje de los terroristas, todo pasa por Turquía.

Turquía está muy implicada de dos formas al mismo tiempo. En primer lugar, con un gobierno islámico quiere formar un nuevo acuerdo internacional con Mohamed Morsi en Egipto, con la nueva dirección en Túnez, los cipayos en el gobierno libio, etc. Turquía tiene ambiciones regionales. Y en segundo lugar, quiere conseguir la aprobación de la OTAN para el otro proyecto que es tener mayor posibilidad de entrar en la Unión Europea.

Por tanto, está mirando para dos lados, por un lado hace el trabajo sucio con la OTAN como protagonista y por otro, está interesado en extender su influencia hacia el mundo árabe. Por esa razón Recep Tayipp Erdogan, el presidente de Turquía, va contra la opinión de la mayoría de su propio pueblo y forzosamente está buscando provocar una guerra. Ha movilizado miles de soldados, aviones, tanques, blindados, en la frontera y está disparando su artillería dentro de Siria. Está inmerso en una guerra de menor intensidad, pero a cada momento está provocando a los sirios y por eso escalando.

La intervención del avión ruso viajando a Siria es el último indicador de que Turquía está preparando una guerra total, porque los terroristas que vienen –de Al Qaeda y otros grupos que están entrando y cometiendo grandes atrocidades- aparentemente no son capaces de derrocar el gobierno. Pero lo que Turquía quiere, en la primera fase, es establecer un territorio protegido por OTAN dentro de Siria y a partir de eso, extender la posibilidad de atacar y tomar las principales ciudades. Este es el plan militar OTAN-Turquía.

Lo que pasa es que los otros países occidentales no están en condiciones de apoyar una guerra más en este momento, por la crisis económica y por el costo político que eso puede tener, con una guerra sumamente impopular que tiene repercusiones en toda el área. Puede afectar el petróleo, desestabilizar el Líbano, afectar las relaciones con Irán. Turquía está más agresivo que sus socios, y por eso también es que Erdogan hace denuncias a los países occidentales supuestamente por la crisis humanitaria, crisis que precisamente es producto de su apoyo a los grupos externos que están entrando en Siria y llevando adelante una guerra destructiva.

EChI: ¿Cuál es la posición de Rusia y China frente al protagonismo turco?

JP: Las relaciones de los Estados Unidos con Rusia y China están cada vez más deterioradas. Con China los Estados Unidos están imponiendo medidas proteccionistas y tratando de fomentar una guerra comercial, lo que parece muy irracional e incluso hay divisiones en la cúpula económica aquí; pero la clase política está en ese camino, estableciendo alianzas, fomentando a los japoneses para crear situaciones conflictivas en algunas islas frente a China.

Del otro lado, con Rusia hay una guerra propagandística muy intensa contra Putin. En todos los diarios están demonizándolo, mientras la Casa Blanca sigue adelante con su política tratando de fomentar la intervención a partir de grupos internos en Rusia.

En ese sentido, las relaciones van cada vez peor. Y Romney aprovechando esta política actual de Obama quiere profundizar el conflicto. En vez de buscar normalizar las relaciones busca volver a la guerra fría. Estamos en la antesala de una nueva guerra fría, en condiciones totalmente distintas al pasado, donde Europa está en declive, en crisis. Ellos creen que fomentando una nueva guerra fría pueden estimular la economía, pero que con los déficit que tienen, con la dependencia de Europa sobre el petróleo y gas de Rusia y la dependencia financiera de los Estados Unidos con China, una nueva guerra fría no se puede montar. Las condiciones son sumamente desfavorables. Hay una desvinculación entre la política agresiva y las condiciones reales en el mundo.

(*) Nota: Jean Paul Sartre rechaza el Nobel. En 1964, los favoritos al Nobel de Literatura eran varios. Pero había un consenso generalizado de que el autor de “La Nausea” sería el ganador. No se equivocaron. Y quien menos se equivocó fue el propio Sartre, que incluso una semana antes, en una carta fechada el 14 de octubre y dirigida al Comité Nobel, había anticipado inequívocamente que no deseaba el premio. Enfatizaba, además, que no deseaba privar “a algún otro concurrente de la posibilidad de recibirlo” (y recompensarlo con los 52,000 dólares de aquel entonces). Agregaba que renunciaba por adelantado “para no cometer la indelicadeza de rechazarlo en caso de que le fuera conferido”. Consecuente consigo mismo, cumplió su palabra.

El 20 de octubre la Academia sueca anuncia su veredicto ("por la calidad de sus escritos, su anhelo de la verdad y la influencia fundamental que su pluma ha ejercido en estos tiempos") e inmediatamente Sartre hace saber el suyo: lo repudia, no lo quiere. Se desata entonces un escándalo con ribetes de guerra civil entre la intelectualidad francesa. Sartre, acostumbrado a desencadenar encendidas polémicas y encarnizados debates en el mundo literario francés, ya sea por sus declaraciones o sus libros, terminó arrastrando a toda Francia en éste.

Tres días después de haberlo rechazado, el 23 de octubre, un aviso en el diario L´Figaro, pagado por el propio Sartre, daba cuenta de las razones de su negativa. En éste manifestaba que no aceptaba el premio porque no quería ser "institucionalizado por el Oeste o por el Este". Era la respuesta natural del eterno contestatario en un mundo bipolar que las generaciones de ahora no han llegado a conocer. Lamentó que su negativa hubiera dado lugar al escándalo. Aclaró que enterado del carácter irrevocable de las decisiones de la Academia, él había buscado anticipadamente prevenir que el elegido fuera él para evitar todo lo que ya había previsto sucedería y sucedió. Concluía afirmando que bajo ningún aspecto su negativa debería interpretarse como un desprecio hacia el pueblo sueco al cual manifestaba su afecto.

Pero lo que debió poner punto final al escándalo, y que en modo alguno ayudó a detener los insultos y la controversia, ya que el eco de estos se dejaría oír por mucho tiempo todavía, lo constituye la entrevista que concedió a la revista francesa Le Nouvel Observateur el 19 de noviembre de 1964.

En esta entrevista, a la pregunta del periodista de por qué rechazó el premio, Sartre contesta sin ambages: “Porque estimo que desde hace cierto tiempo este premio tiene un tinte político”. Ante la pregunta de si es consciente de lo que puede hacer con el dinero que esta rechazando, responde: "Nadie me puede exigir que renuncié, por 200,000 coronas, a los principios que no son sólo de uno sino compartidos por todos los camaradas". Y se explaya aún más hasta ser concluyente: “En la actual situación, el Nobel es otorgado objetivamente a los escritores de Occidente o a los rebeldes del Este”. “Encuentro esta insistencia en otorgármelo un poco ridícula”, sentenció finalmente.

Descargue aquí el audio completo de esta nota: http://www.mediafire.com/?i424o3wtpw98zpv
 Extractado por La Haine

No hay comentarios:

Publicar un comentario