Paxil Kayala’
Rigoberta Menchú Tum: Importa un comino


Cada vez queda más claro como los discursos electorales de los políticos y partidos tradicionales son más vacíos de realidad, reiterativos y cargados de mentiras. El problema es que el elector, entre la incertidumbre, si bien es cierto no termina de creer en las propuestas que parecen estar a tono con la realidad y los problemas que le afectan,  termina votando por quien incluso sabe le está mintiendo y endulzando el oído con cosas que nunca llevará a cabo. Lo peor es que el político, al estar en el poder, no solamente no cumplirá  sino que se hará cargo de llevar al país a condiciones, para el ciudadano y la ciudadana, aún más desfavorables en el mediano y largo plazo. 

Si bien es cierto la democracia se asienta en la fortaleza de las instituciones, estas en nuestro país, frecuentemente se trastocan y corrompen. Ello también, por la falta de conciencia y de actuación de otro gran pilar de la democracia: los ciudadanos y las ciudadanas. Nadie a estas alturas ignora lo que en estos dos sentidos representa hoy el Congreso de la República. Por un lado tomado como un mercado donde vulgar y cínicamente se mercadean intereses mafiosos personales, de grupo o empresariales  y por otro una ausencia fatal del más mínimo sentido de civismo y ética política de quienes han sido elegidos. No en vano se afirma, cuando se examina esta realidad, que la democracia guatemalteca está en una situación de franco deterioro, aunque haya algunos que todavía se empeñan en afirmar que esta es incipiente y que tiene el beneficio de la duda. 

El más evidente ejemplo de negociación oscura y mafiosa ha sido, la semana pasada, con la aprobación del Presupuesto del Estado. El punto aquí es que en el reparto del presupuesto hay varios interesados, uno de ellos y en primera instancia es el Ejecutivo, cuyo propósito no solo es saldar deudas políticas sino obtener los recursos que bajo el amparo de los programas sociales utilizará para continuar el proselitismo político y, asimismo, atender otras prioridades, claro está, no de orden nacional. No es menor en ese sentido, y en otros, el interés de otras agrupaciones políticas que alrededor de este se alinearon coherentemente y en el cual  han afincado su gestión en esta entidad estatal. ¿En dónde quedaron las promesas de aquellos y aquellas que en 2011 juraron y perjuraron legislar para el pueblo y el interés de la nación? 

Sin duda, estos 10 meses de gobierno, aunque la consigna electoral era, y sigue siendo, que este sería el gobierno del cambio, absolutamente nada ha cambiado, ni de forma ni de fondo. De forma se sigue operando con los mismos vicios, los mismos esquemas y las mismas intenciones de favorecer a redes de mafiosos, compadres y  financistas de campaña. De fondo, no solamente no se encaran los problemas profundos sino que se favorece su agudización, y el resultado será un desbordamiento social, cuyas consecuencias mayores las terminará pagando la población, que terminará poniendo a los muertos, no solo por balas, sino por desnutrición y enfermedad. Aquí, importa un comino el interés nacional.

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